Pensar la Argentina del tercer siglo

Ponencia

Ciclo: “Pensar la Argentina del tercer siglo”
Charla: “Promesas de la Independencia: libertad e igualdad”
Corrientes, 7 de octubre de 2016

“Pensar la Argentina del tercer siglo” no es una tarea sencilla, pero sí una necesidad insoslayable para un país como este: constitutivamente heterogéneo, de aspiraciones variables como la formación y el origen de su gente, y un tanto indeciso a la hora de fijar prioridades comunes que marquen también un destino común que pueda estar a salvo de los vaivenes políticos sustentados más en el cortoplacismo efectista que en políticas de estado incluyentes e intergeneracionales, como las grandes empresas de nuestro propio pasado.
En ese marco resulta todavía más interesante analizar las “Promesas de la Independencia: libertad e igualdad”, conceptos que vienen a confirmar el deseo de pertenencia de los “padres de la Patria” a una “historia de la Humanidad” decente, no solo contada por ganadores.
Hablar de libertad e igualdad implica remitirse a dos de las grandes utopías del hombre: al sueño de una comunidad entrada en razones, ya no para lograr sólo la supervivencia de la especie sino para engrandecerla alejada de las indignidades milenarias: la esclavitud, la servidumbre, los trabajos forzados, la tripulación del pensamiento y las demás variantes de este flagelo que con los años fue conociendo formas nuevas, como la propia inventiva del hombre.
Ni hablar de las desigualdades, de las asimetrías continentales, nacionales y provinciales, pero también de aquellas inequidades interpersonales que aún hoy llevan al sometimiento del hombre por el hombre, como redescubrió Thomas Hobbes en el Siglo XVII, dicen que recreando a Plauto, anterior a Cristo.
Libertad e igualdad, ya más acá en el tiempo, constituyen dos de los tres pilares sobre los que se asienta la Revolución Francesa de 1789, que va ser inspiradora de los cambios políticos a los asistirá, años-décadas-centurias más tarde el resto de los países del mundo, aunque aún no todos.
En Argentina, y esto lo saben mejor que yo quienes me acompañan en esta mesa, estos temas entran en discusión inmediata, sostienen las reuniones de 1810 en Buenos Aires y se reafirman en Tucumán en 1816, donde con la independencia triunfa también la república.
“Seamos libres, y lo demás no importa nada”, proclama San Martín en el 1819.
La Constitución de 1853, a su turno, hace parte de su plexo normativo a estas dos aspiraciones de los padres fundadores que desde entonces van a conformar el deber ser nacional. Habla largamente de las libertades, de derechos civiles, políticos y sociales, de las libertades de prensa, imprenta, expresión, de la supremacía de la propia Constitución, lo cual a veces todavía hoy se discute aviesamente.
Ya el Preámbulo desea para los habitantes de esta tierra “los beneficios de la libertad”, que luego se reafirman (dados sus incumplimientos) con las leyes complementarias que fue dictando el Poder Legislativo y con los pactos y tratados supranacionales a los que el país adhirió incorporándolos a su normativa con rango constitucional.
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Abolida que fue la esclavitud, el texto constitucional argentino consagra la libertad como un valor a alcanzar, como una aspiración jurídica al deseo altruista de los hombres que esté por encima de cualquier discusión circunstancial. (No en vano la Constitución es el primer texto suspendido por las tiranías. Y este país sebe mucho al respecto). También aspira a la igualdad, la fomenta, la impulsa, más allá de las interpretaciones y de las aplicaciones que se hicieron y se hacen aún hoy de estas letras.
Hay libertades (como las de empresa, por ejemplo) que muchas veces están por encima de otras libertades; como hay también graduaciones de igualdad.
“Tratar igual, pero a los iguales”.
Todavía hoy se usa y se da por doctrina aceptada este posicionamiento en el ordenamiento jurídico nacional.
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A la luz de los acontecimientos, entonces, puede decirse que la manda independentista de libertad e igualdad, sirve como faro, pero también como garantía de los límites para las acechanzas constantes de los sometimientos y las desigualdades.
Libertad e igualdad constituyen una utopía por oposición al devenir histórico, al parecer inherente a nuestra especie, que no está dispuesta a ceder fácilmente. Ya no con grilletes o humillaciones clasistas flagrantes sino con sutilizas igual o más perniciosas.
Podría decirse, y aquí voy a parafrasear el título de un libro que intenta reconstruir la vida de una docena de correntinos que conforman la nefasta lista de los desaparecidos, que hay “historias pequeñas” que bastan para contar la historia grande de un país.
Corrientes tal vez sirva de ejemplo para medir las carencias y las faltas históricas en la materia que nos ocupa, aunque esto no tiene pretensión de originalidad, como diría Julio César Strassera, ni mucho menos de exclusividad. No quiere ser esto un planteo de victimización en el que se montan muchas veces los dirigentes correntinos más por cuestiones políticas coyunturales que por realidades institucionales.
Hay no obstante algunas regularidades que han convertido, según indicadores de los más variados, a esta zona del país en la más relegada de la Argentina.
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 Solo para hablar de un tema candente y en boga, como el de la energía, hay que decir que Corrientes, con la represa de Yacyretá, genera el 19% de la energía hidroeléctrica del país. En paralelo, paga una de las energías más caras y a veces ni siquiera tiene el servicio (los cortes de luz son aquí tan persistentes como el calor de enero) y, lo que es peor, recibe los castigos del río en clave de inundaciones mientras que otras ciudades nacionales y extranjeras hacen uso de las regalías y se sirven de las obras complementarias que la defienden de la naturaleza y la embellecen.
Nosotros ponemos el río, la represa, la energía, la inundación y los inundados y otros se llevan los beneficios limpios. Y pagamos precios exorbitantes por esas desgracias.
 El NEA y Corrientes en particular paga entre 100 y 200 pesos un tubo de gas de 10 kilos (que sirve para la cocina de un mes en una casa chica) como consecuencia de ser la única región del país en no tener acceso al gas natural domiciliario. Ni hablar de montar Pymes o industrias sin este insumo. Pero no se trata de dejadez: el primer proyecto presentado para revertir esta situación lleva cajoneado 56 años. Lo presentó en 1960 Augusto Conte (h).
 En el país que supo ser el granero del mundo, todavía hay regiones, y esta es una de ellas, en donde la gente se puede morir de hambre y de sed, porque todavía se come salteado y aún hay zonas donde es imposible el agua potable. Hay sectores todavía sin luz eléctrica y ni hablar del resto de servicios: cloacas, tratamiento de residuos, etc., que hacen a un ambiente saludable y saneado.
 Aquí tenemos altos índices de déficit en el rubro viviendas. Es un problema crónico valuado en la actualidad, según el Invico, en más de 45 mil unidades habitacionales.
 En el Iberá, donde anida junto con sus aves un potencial eco-turístico internacional y donde ahora, por la donación de tierras de un norteamericano se hará un Parque Nacional, quedan varados los turistas por el mal estado de los caminos. De Paso de la Patria, una de las mejores playas de la provincia y una plaza de pesca internacional, se van veraneantes, pescadores y hasta los comerciantes por falta de energía. En muchos otros lugares no pueden quedarse por falta de infraestructura, más allá del entusiasmo con el que se cuentan los miles y miles de autos y personas que pasan o pernoctan en ciertas ocasiones. Corrientes, es una provincia de paso. Hacer que se queden los turistas y sus pesos es uno de los desafíos necesarios, sustentables y perfectamente viables. Y en ello parece que se trabaja, ciertamente.
 En San Miguel, un pueblo de unos 5 mil habitantes según el Censo 2010, poco más del 20% de los chicos que van a la Primaria repiten de grado. En Empedrado, otro centro turístico sobresaliente, más del 15% repite en la Secundaria.
 Sauce se ubica en el sur provincial, limita con Entre Ríos y tiene poco más de 7 mil habitantes. Según datos de 2012, más del 63% de los pibes que cursa la secundaria lo hace allí con sobreedad.
 Otro dato interesante lo aporta la Universidad del Nordeste: en 2012, según datos publicados por la Dirección de Estadísticas y Censos de Corrientes, de los más de 30 mil estudiantes universitarios registrados, hubo más de 10 mil inclinados por la abogacía y las ciencias sociales en general; y unos pocos (no llegaban a 200) estudiantes de administración de empresas agropecuarias, por caso, que es donde se desarrolla el trabajo más fuerte de esta provincia, cuando no se trata del Estado. De hecho, esta sigue siendo una provincia cerealera, forestal y ganadera, productora de servicios más que de bienes, que además, son sólo primarios.
 No hace mucho, El Litoral, diario donde trabajo, publicó un informe oficial, emanado de la propia Dirección de Vialidad, que confirmaba que en el año 1983 había más rutas asfaltadas en la provincia que en la actualidad. “Corrientes cuenta hoy con más de 12 mil kilómetros de rutas provinciales, de las cuales sólo poco más del 6% se encuentra pavimentada. De hecho, más del 60% de la red es de tierra”, decía el informe.
 Tales datos brindaron un argumento sólido a las palabras del gobernador Ricardo Colombi ofrecidas en la apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura provincial, en marzo de 2014. Entonces manifestó su objetivo de revertir el “déficit de conectividad que tiene Corrientes”. La tendencia parece querer quebrarse ahora (dos, casi tres años después), según los cuantiosos anuncios para la Provincia que forman parte del ambicioso Plan Belgrano, una de las bases sobre la que Mauricio Macri apoya su proyecto presidencial.
 En Corrientes se cometen, en promedio, 25 mil delitos anuales, constantes desde 2006. Tal vez haya ido en aumento, por eso la Jefatura de Policía escondió sus estadísticas desde 2011 en adelante. De esos 25 mil delitos anuales, más de 15 mil, en promedio, eran delitos a la propiedad. La inseguridad es un problema nacional. Lidera todas las encuestas de opinión. En Corrientes está segunda: los correntinos claman desde antaño por la falta de trabajo, pese a que el Indec, en agosto pasado, publicó un informe diciendo que el NEA es la región con menos desocupación de la Argentina.
 A estas duras estadísticas locales, se suma que Corrientes lleva el peso de tener la tasa de mortalidad infantil más alta del país con 15,9 por mil. Esto quiere decir que unos 16 niños de cada mil mueren antes de cumplir un año. Más grave aún: el 75% de los chicos no llega a los 6 días de vida. Esto quiere decir que la mayoría de los fallecimientos se registran en el período denominado “neonatal”. Otro récord del taragüí que ninguna provincia pretende discutir. Casi duplica la media nacional del 9 por mil, aunque es uno de los flagelos de la región, hay que decir también.
 La tendencia de la pobreza se mantuvo oscilante en los últimos años, desde 2011, pero duplicando la media nacional. En la actualidad y según datos del último informe del Indec, de hace unos días, en Argentina hay un 32,2% de pobres. La cifra sube al 40% cuando hablamos del NEA.
Pero me quiero detener en estos otros datos oficiales:
 Desde 1980 y hasta el 2000, la tasa de crecimiento demográfico era el doble a la que se registró en 2010. En 1980, del total de la población “nacida en Corrientes”, solo el 56,2% vivía en Corrientes. Ahora mejoró el asunto: vive en la provincia el 66,4% de los que nacen, que son cada vez menos.
Los números mejoran. Lo que no mejora al parecer es la calidad de vida. No aparecen las oportunidades que, por escasas, empujan al “exilio” a casi la mitad de los correntinos.
“Tanta soledad, tanta falta, tanta lejanía. Tanto no poder, tanta nada, tanta despedida. Tan dolor de puertas cerradas, tan dolor que humilla”, como diría Teresa Parodi.
Pero: ¿Y los que nos quedamos? ¿Cómo sabemos que no es a costa de nuestras potencialidades? ¿Cómo generar aquí, con la gente de aquí, redes lo suficientemente significativas para evitar que la ignorancia, como decía Simón Bolivar, sea un instrumento ciego de nuestra propia destrucción?
¿De quién será la culpa de todo esto? Tal vez no haya culpables o los haya a raudales. De lo que estamos seguros es que en estos términos es difícil imaginarse al menos conceptualmente aquello de la igualdad.
(Todos estos datos podrían ser inexactos por antiguos. Sucede que también aquí opera la manía escondedora, como en el Indec hasta el año pasado).
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Ahora me gustaría traer un concepto del italiano Franco Berardi, desarrollado en una entrevista que en el año 2007 publicó el diario Página 12. Berardi hablaba allí de “semiocapitalismo”, y lo caracteriza como el “modo de producción en el cual la acumulación de capital se hace esencialmente por medio de una producción y una acumulación de signos: bienes inmateriales que actúan sobre la mente colectiva, sobre la atención, la imaginación y el psiquismo social”.
Si se me permite, a mí me gustaría hablar aquí de la semiopolítica, para dar cuenta del fenómeno de la ausencia de la política de los hechos, y de la aparición y crecimiento de la política mediada (por los medios), afecta a las viralizaciones, simbólica, discursiva, virtual.
La política (en realidad los políticos) parece haber cedido su lugar a los poderes reales, que aquí como en el mundo entero son las empresas y sobre todo las empresas poderosas, muchas de ellas vinculadas a las sombras, y otras a los dueños de los medios (que encuentran en este modelo su centralidad), que sería algo así como lo mismo, pero corregido y aumentado, porque estos gestionan los silencios y las voces que en términos de información construyen realidades.
Dada esta lógica, los gobernantes también echan mano al control del campo simbólico. Generan usinas comunicacionales y por a través de la pauta oficial condicionan los lineamientos periodísticos que están por fuera del alcance estatal. Una lógica perversa que genera estas actualidades:
La gente que nace, salvada de la mortalidad infantil y luego de la desnutrición, se educa mal porque “no sabe” estructuralmente, o porque la economía de sus padres obliga al trabajo (infantil para variar). Si estudian, lo hacen mal alimentados o en contextos desfavorables, repiten o terminan la escuela con sobreedad. Pocos van a la universidad y muchos menos la terminan, generando así un sinfín de condiciones especiales para las nuevas formas de dominación laboral, política, etc.
La prensa hace silencio estratégico. ¿Y la gente? Se convierte en “un esclavo satisfecho”, al decir de Julian Zini, un gran poeta correntino.
La política, en tanto, esta política, se discute en televisión, se mira en Instagram, informa en Twitter, divierte en Snapchat y entretiene en Facebook.
Allí no hay lugar para hablar de la falta de oportunidades que cierra el círculo vicioso del que es difícil salir porque en provincias como ésta, la hegemonía la ejerce el Estado: no ya de la fuerza bruta, sino también de la fuerza laboral, económica, formativa, etc. La hegemonía del horizonte.
Mantener personas desde el Estado, poder coaccionarlas, ha venido siendo la lógica con las cuales muchos gobiernos se sostienen. La región NEA es pródiga en ejemplos. Este método sostiene el resto de las prácticas y robustecen los status quo.
La precarización y flexibilidad del trabajo hace su parte. El periodismo, que es el rubro que conozco al detalle, sufre en carne propia estos procesos, con efectos no sólo sobre la economía de los periodistas y la vitalidad de la profesión, sino sobre intangibles valiosos como el sopeso del arco de solidaridades, la libertad de prensa (subyugada por la censura), la calidad informativa y la calidad democrática que tensionan finalmente sobre el resto de las libertades generales.
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Estamos en este lugar hablando de estos problemas y ello constituye un avance, sobre todo pensando en la gente que aún muy cerca de aquí tiene otras preocupaciones: sus pies descalzos, sus estómagos vacíos y sus destinos obstruidos por quehaceres vinculados con la droga y la violencia.
Pero, ¿cómo pensar en incluir si todavía hay funcionarios que piensan que las chicas se embarazan por un plan social? ¿Cómo recuperar el valor del trabajo si hay generaciones enteras que vieron a sus mayores como productos terminados-desechados por las políticas de los años 90 y 2000?
Allí hay desafíos: no olvidar lo que pasó. Metas: tratar de superarlo. ¿Cómo? Trabajando con inclusión, ampliando ciudadanía, generando las condiciones de desarrollo social y personal. El Estado debería estar allí para darnos una mano, para mostrarnos esta su otra cara (la de la discusión intelectual), no la que ven a menudo los que están en los márgenes: al Estado sobre las ruedas de las ambulancias y los patrulleros.
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Decía Berardi en la entrevista de referencia que “más bien, la vida rica consiste en lo contrario: en abandonar la necesidad de tener, de acumular, de controlar. La felicidad está en reducir la necesidad”. Cita a Séneca, como el ex presidente uruguayo, Pepe Mujica, que hace poco estuvo por Corrientes: “Debemos vivir como la inmensa mayoría, no como la minoría privilegiada. Mi filosofía es la de Séneca: “Pobre es el que precisa mucho”.
Es que si necesitás mucho y no podés tenerlo por las buenas, seguro que buscarás tenerlo por las malas. Una subversión que en el mundo entero se conoce con el nombre de corrupción. (No vamos a ahondar aquí en este asunto, pues todos sabemos de qué hablamos, más aún en Argentina)
Tal vez haya que entender esto para salir de este paradigma excluyente que precisa atletas individualistas dispuestos a todo: entre otras cosas a robar, matar, a explotar, a someter al semejante. Allí no hay libertad ni igualdad, ni mucho menos, espacio para la equidad.
De todos modos, no todo está perdido. Espacios como este contribuyen al debate de las ideas y a pensar este presente para poder modificarlo.
Vuelvo a citar a Mujica. En una entrevista que me ha cedido para el diario El Litoral, recordó que “los únicos derrotados son los que no vuelven a empezar”.
“Nunca triunfamos porque los hombres tenemos mucha más capacidad de soñar que de concretar. Pero derrotado es el que no vuelve a empezar; el que no lucha por levantarse cuando cae. Y esto no es una regla en la política, es una regla en la vida”.
Allí hay un camino posible que está marcado. Muchas gracias.

Datos demográficos de la Provincia de Corrientes

Datos demográficos de la Provincia de Corrientes

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Morir en la mierda

El 9 de marzo de 2015, Gastón Arispe Huaman murió.

Tenía 13 años y estaba comenzando el colegio secundario. Si hubiera alguna forma de describir la muerte con eufemismos indolentes, diríamos que murió de una manera insignificante o trivial. Pero ninguna muerte es insignificante o trivial. Tampoco la de Gastón Arispe Huaman, que tenía 13 años cuando volvía de su segundo día de clase en una escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires. Si hubiera alguna forma de describir la muerte sin eufemismos indolentes, diríamos que a Gastón Arispe Huaman lo mató la trivialidad con que el poder trata a los que considera insignificantes.

 

http://elpais.com/elpais/2016/03/12/contrapuntos/1457800264_145780.html

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¿Porqué los correntinos se sienten pobres?

 

 

 

 

Una reciente encuesta realizada por la Fundación Prometeo en distintos barrios de la ciudad, que fue publicada ayer por El Litoral, arrojó un resultado llamativo desde el punto de vista numérico: el 58,56% de los entrevistados, capitalinos todos, se considera pobre, más allá de que los guarismos oficiales o paraoficiales lo desmientan en términos objetivos. ¿Tiene esto una explicación, entonces, sociológica? Al parecer sí, y sería más común de lo que parece.

El trabajo en cuestión incluyó un total de 264 entrevistas, sobre un padrón previsto de 264 mil votantes habilitados para las presidenciales del 2015 (proporción 1 en 1.000); entre el 16 y el 22 de octubre de 2014.

Las encuestas fueron levantadas en los barrios San Gerónimo, Fray José de la Quintana, Collantes, Cremonte, Pirayuí, Aldana, Molina Punta, Santa Teresita, Sur, Apipé, Jardín, Madariaga, Villa Raquel, Serantes, Berón de Astrada, La Rosada, Quilmes, Belgrano, Libertad, Virgen de los Dolores, Deportes, Dr. Montaña y Celia y hacen hincapié en esa percepción de cerca del 60% ciento de la población.

“Hace tiempo que nos preguntábamos en la Fundación Prometeo, qué tanto influirá el ser pobre o no ser pobre en la forma en que vivimos la realidad cotidiana. En esta encuesta incluimos esta pregunta, que generaba sorpresa en los entrevistados”, explicó el licenciado José Castello, responsable técnico del trabajo. “No hablamos de lo que piensa el Indec, ni de lo que dice el recibo de sueldo. Nos interesaba saber la autopercepción del entrevistado”.

¿Porqué esa cantidad de gente tiene esa visión de sí misma?, surgió entonces como cuestión, pues los datos disponibles reflejan otra realidad.

Según datos provinciales, actualizados hasta 2012, la línea de pobreza en Corrientes era del 8,5% en hogares y del 11,8% en personas (Dirección de Estadísticas y Censos de Corrientes, 2013).

En términos más generales, nacionales, las cifras son dispares. Las estimaciones más positivas observan que la pobreza del último año se estancó en el 18%, mientras que los cálculos más alarmantes marcan que alcanza a un 36,5%. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), única voz oficial, publicó por última vez el índice sobre el primer semestre del año 2013, y ubicó a la pobreza en un 4,7%.

Por su parte, un grupo de ex técnicos desplazados de ese organismo arrojó que en el país había en 2013 unos 8.250.000 pobres, el 20,7% de la población total. La Central de Trabajadores Argentinos (CTA), de Hugo Yasky, publicó en junio de este año un informe llevado a cabo por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) que indicó que en el país hay alrededor de 7,5 millones de pobres, lo que representa un 17,8% de la población. Es decir, más allá del detalle, el porcentaje está lejos del 58,56% de la muestra local.

El sociólogo correntino Juan Ignacio de los Reyes, PM director de MillwardBrown Argentina, con sede en Buenos Aires, ensayó una explicación a pedido de El Litoral: “Es muy común que ante una pregunta directa y cerrada de este tipo las personas tiendan a contestar sí, que es pobre. Porque al no ofrecerle otras opciones, en general, tenderá a plantearse una dicótoma simple (rico, pobre) y ante esa dicotomía es clarísimo que la mayoría se ubicaría como pobre”.

“La autopercepción del nivel socioeconómico -agrega el especialista-, está atravesada por factores mucho más experienciales que objetivos (a diferencia de los índices oficiales o privados). Y al ser interrogados sobre esto en el contexto de una encuesta política, nos importa más dejar en claro nuestras carencias y necesidades -que nos parecen directamente relacionadas con lo que la política debe hacer- que nuestros logros alcanzados, en general atribuídos a nuestro esfuerzo personal”.

Siguiendo esta línea de análisis, es probable que este trabajo esté confirmando así una percepción generalizada de desamparo ante las responsabilidades de los estados, sea cual fuere, en los que la gente deposita sus expectativas vinculadas al desarrollo.

Por eso mismo, no resulta casual que tanto el 58,56% de los capitalinos que se considera pobre, como el 37,64% que dijo no serlo, ubica como principal tema de preocupación la falta de empleo; y que tal vez no sea sólo una cuestión de interés particular, sino que lo proyecta en términos sociales.

Según datos del mes de agosto, unas 10 mil personas buscan empleo en la ciudad más grande de Corrientes, Capital, y, en general, una de cada 15 personas está buscando empleo en la provincia.

Durante el segundo trimestre de este año (Junio 2014) la tasa de desocupación en el aglomerado urbano Corrientes se posicionó en un 6,6 por ciento. Esto significa que aumentó prácticamente dos puntos comparado con el trimestre anterior y un 0,6 por ciento de variación interanual, según datos publicados a mediados de agosto por el Indec correspondientes a la Encuesta Permanente de Hogares.

De acuerdo con la serie histórica registrada por el organismo, es una cifra que no se observaba desde 2011. Se expone, además, como la octava tasa más elevada desde 2006. El cimbronazo más alto se observó durante el segundo trimestre de 2008, con una tasa del 9,2 por ciento.

Los 10 mil desempleados de Corrientes es un número elevado, en comparación con las jurisdicciones vecinas. En Posadas alcanzan los 4 mil, en Formosa los 2 mil y en el Gran Resistencia, 1 millar

http://www.ellitoral.com.ar/es/articulo/323983

La clase política tiene estos datos y los analiza, más allá de que pueda hacer algo para morigerarlos o mitigarlos. “Algo”, más allá de la generación genuina de empleo, que en Corrientes está en entredicho, puede ser lo que a nivel nacional se conoce con el genérico de planes sociales. Acciones directas de inclusión que mitigan un reclamo, mientras se mantiene la condición general de falta de empleo o se agrava por efecto de la retracción económica y la falta de políticas claras y exitosas en la materia.

Por eso mismo, no es casual que la gente -según demuestra la propia encuesta de Prometeo (que puede solicitarse completa en fundacionprometeoinvestiga@yahoo.com.ar)- reconozca al kirchnerismo por la distribución de planes sociales y haya quienes defenestran el modelo nacional justamente por esta misma causa.

Pero es tal la diferencia en favor y en contra de esa medida, en comparación con otro reclamo o acierto, que el tema de los planes nacionales de ayuda configuran el debate político actual: el kirchnerismo asegura que si se va del Gobierno se acaban los planes. La oposición, a sabiendas de esa importante base electoral pro-K, dice que revisará los planes y que se quedarán los que estén bien instrumentados.

Así las cosas, no está mal que el debate suceda: que se discuta efectivamente la asignación de los planes, pero no que sea ese el único camino a seguir en relación con las demandas más urgentes de la sociedad.

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El reino de “Colombí”

(Domingo 17 de agosto de 2014). El chascarrillo en clave de denuncia de Ricardo Colombi, que aprovechó la cadena nacional del jueves para hacer saber en el país que San Lorenzo “pagó” al árbitro para salir campeón de la Libertadores (y que algunos ni siquiera vieron, hasta que lo leyeron en El Litoral), no deja de ser un indicativo de los tiempos, siempre cambiantes en las playas del colombismo y, también, claro, del kirchnerismo.

La relación amor-odio de Ricardo y Kirchner primero y Cristina ahora, además de aportar capítulos a la novela donde se dirime el poder, comprometen futuro, desmienten anuncios, concretan extorsiones y multiplican todo tipo de entregas. También tiene beneficios que coexisten en una feroz trama de intereses.

El gobierno de la Nación era de lo peor hasta que se refinanciaron las deudas de la provincia. Ni hablar ahora que además de ciertos millones para obras viales, en Salta y Mayo recibirían otros tantos fajos para la construcción de viviendas. No es un dato menor, pues de ese modo Ricardo podría hacer trabajar a unos cuantos funcionarios, que además son sus amigos y que como tales vegetan en el Invico (donde hubo poco que hacer en los tres últimos lustros). Y también a los amigos de las empresas constructoras, pues según se anunció, la plata la manejarán las provincias. Más que bueno.

Tan generosos están en Balcarce 50 que Ricardo es capaz de devolverle gentilezas. Acostumbrado a viajar (generalmente por el interior) esta semana Colombi se convirtió poco menos que en una sombra presidencial. Fue a Paraguay con CFK el miércoles a devolver muebles del mariscal López y luego, al otro día, compartió con ella los anuncios del relanzamiento de un ambicioso plan federal de viviendas. Tanto tiempo junto a Ella hizo que El se interesara por ciertos pasatiempos de la señora.

Cristina no se cansa de batallar contra los medios hegemónicos y últimamente a Ricardo le anda dando vueltas la idea de que la culpa de todo lo tiene la prensa, que en Corrientes no es hegemónica pese a que sus dueños, podría decirse, toman café en el mismo bar.

Son los periodistas, al parecer, responsables de la inseguridad; de la falta de energía; del déficit habitacional; de la caída del techo en las escuelas; de la falta de agua en esas mismas escuelas; de que no se habiliten edificios inaugurados; del incumplimiento de los plazos de las obras, por caso en el aeropuerto; del estancamiento laboral; de que Coca Cola se tome una Pepsi antes de empezar a levantar la planta embotelladora que con tanta pompa se anunció para desarrollar en Perichón; y hasta de las lluvias que generaron las últimas inundaciones.

Práctica habitual en Colombi suele ser aquello de querer correr al periodismo con la vaina. “Tienen  que salir a recorrer la provincia. No todo está en las pocas manzanas que ustedes caminan”, suele prepotear.

Tampoco la provincia es la Capital y eso hay que concederle. Pero para los Colombi, desde que gobiernan, la ciudad nodriza es poco menos que un patio trasero.

No obstante esto, tal vez tenga razón el Ricardo de ahora y siempre: habría que ver el interior. Allí las cosas no pueden más de fenomenales.

En el Iberá, donde anida un potencial turístico internacional, quedan varados los turistas por el mal estado de los caminos. De Paso de la Patria se fueron el verano pasado por falta de luz: los turistas y también algunos comerciantes. En muchos otros lugares no pueden quedarse por falta de infraestructura, más allá del entusiasmo con el que se cuentan los miles y miles de autos y personas que pasan o pernoctan en ciertas ocasiones. En total, todo junto y al mismo tiempo, Corrientes solo puede alquilar unas 15 mil camas. Esa es su capacidad de alojamiento según el último informe de la Dirección de Turismo publicado en octubre de 2013, cuando todavía no era ministerio.

En San Miguel, poco más del 20% de los chicos que van a la primaria repiten de grado. En Empedrado, más del 15% repite en secundaria. Para aplaudir.

Sauce es una belleza. Según datos de 2012, más del 63% de los pibes cursa la secundaria con sobreedad. En Goya, donde perdió su candidato, sobran crisis institucionales y políticas. En Mercedes, casa natal de Ricardito, donde le dicen “Lalaca”, también perdió su candidato, y desde entonces amenaza con echar al intendente.

En Capital niega las pocas posibilidades de crecimiento que se ofrecen. Santa Catalina por ejemplo. Rara casualidad. En Capital también perdió su candidato.

Ni hablar del manejo de los fondos, por caso los de coparticipación, que ahora mantienen dividida la opinión política y ocupada a la Justicia, como si no tuviera trabajo más productivo que hacer.

Tal vez por ese horizonte que ofrece la provincia, haya tantos (más de 10 mil) estudiantes de abogacía y tan pocos (no llegan a 200) estudiantes de administración de empresas agropecuarias, que es donde se desarrolla el trabajo más fuerte de esta satrapía, cuando no se trata del Estado. De hecho, esta sigue siendo una provincia cerealera, forestal y ganadera, productora de servicios más que de bienes, que además, son sólo primarios.

Es para enfermarse. Por eso mismo, quizás, haya más médicos (6.200 aproximadamente) que enfermeros (4.700), pero pocos quieran ir a los hospitales por la miserabilidad de los salarios. Una malaria. No obstante -para seguir el hilo de esta inspiración-, la tendencia de la pobreza se mantuvo oscilante en los últimos años, desde 2011, pero duplicando la media nacional…

 

Cosas que matan

No hace mucho, El Litoral publicó un informe oficial, emanado de la propia dirección de Vialidad, que confirmaba que en el año 1983 había más rutas asfaltadas en la provincia que en la actualidad. “Corrientes cuenta hoy con más de 12 mil kilómetros de rutas provinciales, de las cuales sólo poco más del 6% se encuentra pavimentada. De hecho, más del 60% de la red es de tierra”, decía el informe. Tales datos brindaron un argumento sólido a las palabras del gobernador Colombi ofrecidas en la apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura provincial, en marzo pasado, donde manifestó su objetivo de revertir el “déficit de conectividad que tiene Corrientes”.

De todos modos, el reconocimiento de la situación por parte del mandatario, no lo enajena de responsabilidades, sobre todo teniendo en cuenta que la administración actual, aún con sus bemoles, viene gobernando Corrientes desde la crisis de 2001. Del 83 a la fecha pasaron 30 años. Los Colombi y en particular este, Ricardo, gobierna desde hace casi la mitad de ese tiempo.

Pero volviendo a la época del retorno democrático, hay más todavía. Desde 1980 y hasta el 2000, la tasa de crecimiento demográfico era el doble a la que se registró en 2010. En 1980, del total de población “nacida en Corrientes”, solo el 56,2% vivía en Corrientes. Ahora mejoró el asunto: vive en Corrientes el 66,4% de los que nacen, que son cada vez menos. Los números mejoran. Lo que no mejora al parecer es la vida. No aparecen las oportunidades que, por escasas, empujan al “exilio” a casi la mitad de los correntinos. “Tanta soledad, tanta falta, tanta lejanía/ Tanto no poder, tanta nada, tanta despedida”, diría Teresa Parodi.

¿De quién será la culpa de todo esto? Tal vez no haya culpables o los haya a raudales. El periodismo tendrá también sus culpas, por supuesto. La primera es no ver la cantidad de obras y gestiones que se hacen desde el Gobierno pese a que no impactan, a la vista de los medios, según cree Colombi, en los hechos que se narran a diario.

Sólo se ven las muertes y catástrofes y hechos de inseguridad, que son sólo una sensación, dicen.

Colombi sabe que no es así. En Corrientes se cometen en promedio, 25 mil delitos anuales, constantes desde 2006. Tal vez haya ido en aumento, por eso la Jefatura de Policía escondió sus estadísticas desde 2011 en adelante. De esos 25 mil delitos anuales, más de 15 mil, en promedio, son delitos a la propiedad. Una “sensación” que no se calma ni gritando en los actos frente a los cabos recién recibidos, ni con patrulleros y chalecos. Se calmará seguramente trabajando. Previniendo el delito, pero más aún, tratando de integrar a la sociedad que se muestra desde hace tiempo resquebrajada.

La manía escondedora, como en el Indec, o, cuanto menos, la de no llamar a las cosas por su nombre, tiene sus consecuencias.

Lo raro es que hasta en esto Colombi se queja de lo que él mismo hace. Tiene la costumbre, por ejemplo, de cambiar o confundir, jocosa pero sarcásticamente, el nombre de las personas. Lo toma como una especie de juego cuyo chiste consiste en quitarle al otro la dignidad de su propio nombre.

Su nueva “amiga” de estas horas, Cristina Fernández de Kirchner, tal vez sin conocer esta faceta del bueno de Ricardo, le dio de tomar de su propia medicina. El jueves, por cadena nacional, lo ninguneó pronunciando mal su apellido. Ahora sabe lo que sintieron Fabián Ríos y Camau Espínola cuando les pasó lo mismo. Una pena para “Colombí”, con tilde en la i. No le sale una: lo mal-trata la presidenta y los medios no ven las glorias de su gobierno.

 

http://www.ellitoral.com.ar/es/articulo/322938/El-reino-de-Colombi

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A falta de tierra, sustratos

“La tierra no tiene dueño,
la tierra es mujer y basta,
la tierra no es del que tiene,
si no es del que la trabaja”

La tierra no tiene dueño. Chamamé. Mario Velázquez y Julián Zini

Uno de los logros más destacados de la inventiva del siglo pasado fue la hidroponía porque, entre otras cosas, llegó para solucionar uno de los tantos problemas que genera el déficit de tierra: la falta de alimentos.
La hidroponia consiste en sustentar cultivos con los nutrientes que cada uno necesita, a través del agua: riego constante por medio de bandejas, canales o cañerías, sin que haga falta suelo alguno.
Derivado de esta práctica, pero siguiendo el mismo principio, se conoce al cultivo en sustrato inerte. Es como la hidroponía, pero a diferencia de aquella, esta técnica permite que las plantas echen raíces en diferentes superficies: aserrín, virutas, arena, lana de vidrio, cáscara de arroz, lo que fuera.
Después, para el crecimiento, sólo se necesita la luz, por aquello de la fotosíntesis, y los nutrientes, claro. Esa alquimia garantiza el crecimiento.

Contexto
Lo que viene sucediendo en los varios asentamientos de la ciudad sin que sea una originalidad correntina bien parece extraído del devenir investigativo que tuvo que pasar la hidroponía: a falta de tierra fue menester una idea de superación.
Aquí y ahora, la idea fue una toma sin avales de propiedades privadas, un evento que, como sucede con las plantas, puede nadar al capricho de las aguas o afirmarse al calor de los sustratos que subyacen. Ambas cosas pueden influir en los resultados, rindes o frutos… En este caso, los acontecimientos de la superficie dependerán también del entorno, de las decisiones que deben tomarse y que exceden el voluntarismo de los “intrusos”.
Por lo pronto y hasta tanto ocurra un desenlace, el problema de los asentamientos, además de desnudar el fracaso de las políticas públicas para hacer cumplir el derecho de la casa propia, descarna hasta el hueso la hipocresía, indiferencia e ignorancia de gran parte de la sociedad, sobre todo de aquellos que tuvieron la oportunidad de hacer realidad este caro anhelo argentino.
Claramente esto involucra también a los sectores de poder y de gobierno, por sus responsabilidades mayores que, a la luz de los acontecimientos, están lejos del cumplimiento de las mínimas expectativas que derivan de su investidura.
Lo irónico es que pese a esta realidad histórica, hoy sólo se asiste al descubrimiento de okupas, a los que con apuro se cataloga de ladrones, holgazanes, vivos, parásitos que no hacen más que vivir de las dádivas. En cambio, se le cierra el paso a la opción de vislumbrar el negocio inmobiliario de unos pocos, por ejemplo. Parece que no se vive en Corrientes, donde ese mercado fluctúa con precios irreales; donde un alquiler o una casita vale lo que un chalet en Mar del Plata, en temporada.
Tampoco se pone en duda la acción de los organismos ocupados por funcionarios elegidos y remunerados para que trabajen en la resolución de las dificultades, entre ellas las que impulsan la marginalidad. Porque se trata de eso. Sin embargo, en estos casos, no se elabora un juicio de valor celerísimo.
Se ve a los pobres, pero no la pobreza; la enfermedad, pero no la ineficacia del sistema de salud; se mira la inseguridad, pero no la corrupción policial que puede alimentarla. Se apunta contra los punteros, no contra la política que los vicia; se ve el efecto, pero no la causa, más allá de los diagnósticos.
Se mezclan en este fango los que creen que la necesidad no da derechos; los que profesan a la propiedad por sobre la sensatez solidaria; los que creen que los despabilados aquí son los pobres tipos y tipas y tipitos que se cagan de frío, se enferman y hasta se mueren por conseguir un pedazo de tierra que capaz que después vendan para emborracharse o drogarse.
Este tipo de opiniones abundan. Sólo hace falta leer algunos diarios y escuchar algunos mensajeros radiales sin filtro para comprobarlos, no sin amargura.
Pareciera que “la gente como uno” puede ver eso, porque está a la vista, pero en cambio no tiene argumentos para pensar que una movida en las sombras puede aprovecharse de la necesidad y conseguir mano de obra gratuita para cotizar un páramo y, ruido de por medio, hacer un gran negocio que, por urgente, sale por excepción, como gran parte de las construcciones de la ciudad.
Porque también está el Estado. Y hoy, el Estado son los jueces que calculan y esperan, los legisladores que también lo hacen y los gobernantes que, para no desafinar, practican la misma partitura.
Da la sensación de que no se trabaja en la proyección de una salida para el laberinto. Más bien se pierde tiempo y algunas pocas neuronas, tal vez las disponibles, en ver al adversario con mayores posibilidades para dejarle la “embopa” y sacarle a ello el mayor rédito posible. El caso de los obreros desplomados de la construcción de la calle San Martín demostró que para eso no hay límites. Oficialismo y oposición se tiraron hasta con los muertos.

La prensa
Después esta la corporación periodística (que somos todos y nos incluye), que por ayudar a veces azuza los peores fantasmas, y por depender de una voz oficial se pierde la oportunidad de hacer periodismo, conociendo las historias de la gente en vivo y en directo, sin intermediarios. Lo que hace, es como ir a la cancha y mirar el partido por la pantalla.
Lo peor es que por ignorar o por quedar bien con alguien, simplifica hasta el infinito, convirtiendo el hecho (este o cualquier otro) en una deformación que estigmatiza y discrimina.
Se abona un discurso que excluye y que convierte a la víctima en victimario, y en el mismo acto se exime de culpa y cargo a quienes son los verdaderos responsables.
Puede que esta nota esté equivocada de la capitular hasta el punto final. Sería justo reconocerlo llegado el caso. Pero parece improbable, hoy, que todas esas personas a las que se califica con el genérico de okupas, que por la fuerza de una invasión exigen el derecho de tener donde caerse muertos, sean protagonistas o extras de un maquiavélico film de poder y dinero. Algunos tal vez lo sean, pero ni eso deslegitima la carestía general, que involucra a los okupas, pero también a otros miles de correntinos no tan osados, que sin ocupar terrenos tienen y seguirán teniendo la necesidad de un techo.
Ese es el sustrato que abona la urgencia de una solución habitacional por tantos años de desidia y desinversión; por tantos enfrentamientos y las más variadas necedades. En síntesis, por tantos años de defecar sobre la ley, los tratados y la Constitución.

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