Un sapucai para Messi: En una remota isla argentina, cercada por aguas paraguayas, se aferraron a una cábala redentora

ISLA APIPÉ (Corrientes).- La Selección perdió el primer partido, así que había que volver a las fuentes. Y volver a las fuentes en un territorio fronterizo, insular y doblemente aislado por el agua y la política, era volver a un lugar de muchas alegrías y de gloria: al negocio de Carlos “Vila” Romero, un pequeño almacén que es también un santuario de San Expedito y donde los isleños vieron la final y el triunfo del equipo de Messi en la Copa América. El calor era rotundo. Antes y después de las 4 de la tarde, el sol caía como flechas sobre el techo del salón donde se dispuso un televisor de 50 pulgadas para ver el partido y los goles del Capitán y Enzo Fernández. No importó el rojo en el termómetro. Y valió la pena, porque se cumplió el vaticinio de Germán “Tití” Zarza, isleño correntino de Apipé Grande y ex jugador profesional. –Te dije que este equipo tenía carácter. Ahí está: ganamos y ahora esto nos da la chance de terminar primeros. Qué más pedir. Los gritos aquí tienen sonido y hondura propios. Se llaman sapucay y brotaron copiosos de estas gargantas correntinas en el límite Norte del territorio, donde también se defienden los colores celeste y blanco y se alienta a la selección. Fueron dos goles, pero los gritos exorcizaron una angustia más grande. Y al final todos lo dijeron: la cábala surtió su efecto. Fue una garantía ver el partido en lo de “Vila”, un hombre creyente y devoto de un santo que es patrono de las causas justas y urgentes; tal vez la causa de la Argentina de Messi, tal vez la causa que él mismo convirtió en milagro cuando el mártir católico, dice, hace mucho tiempo, salvó de la enfermedad a un hijo suyo que hace días cumplió 28 años.

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Todo empezó temprano a la mañana. –Hoy tenemos que ganar, así que vamos a retomar la cábala. Todos a lo de “Vila” Romero –invitaba Sergio Rodríguez, un locutor y animador de la radio comunitaria de la isla, con un optimismo indisimulado. La isla es Apipé Grande. Un terreno vegetado enorme, como su nombre, pero poco poblado: según el censo de 2001, vivían aquí 899 personas. En 2010 eran 1049. Ahora son poco más de 1500 vecinos los que votan, por lo que la población rondaría las 5.000 personas, según cálculos de la Municipalidad de San Antonio, que desde 2017 es gobernada por una mujer: Candelaria Vargas, una dirigente peronista que consiguió su reelección en 2021. La Isla Apipé es la más grande de un conjunto de islas e islotes que forman un archipiélago fluvial de Argentina situado en el río Paraná, a la altura del departamento Ituzaingó, en la provincia de Corrientes. Tiene una superficie de 277 kilómetros cuadrados, lo que equivale a toda la Ciudad de Buenos Aires y a una parte importante de su área metropolitana. Este año San Antonio de Apipé cumplió 105 años de historia institucional, aunque sus antecedentes se remontan a la expedición española de Sebastián Gaboto de 1527-1528. Un mapa del expedicionario, publicado en 1544, señala el lugar como “el salto que aze el río”.

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Las islas Apipé son argentinas, pero están completamente rodeadas por aguas pertenecientes al Paraguay, lo cual es motivo de litigio hace varios años

–Vamos a alentar que hoy ganamos con goles de Messi -insiste el locutor, que también es funcionario comunal. Sergio habla y pasa música, y de paso hace regalos. Con la gente que manda mensajes, sortea tragos espirituosos para la hora del partido. –Es que la otra vez probamos sorteando facturas para el mate. Claramente no funcionó. La radio es una casita de dos aguas ubicada bajo la sombra de árboles añosos en un predio de la comuna. FM Ypa´û Porá, se llama. Traducido al español significa nada menos que “espacio hermoso en el medio del agua”. –¿Vas al partido? -le pregunta de paso un vecino a un señor que hacía un mandado en moto. –¿Te dejarán ir? -apura y sonríe. –Por supuesto. Hoy nadie pide permiso –dijo el otro, y arrancó para su casa.

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Sergio Rodríguez, un locutor y animador de la radio comunitaria de la isla, arengó a los pobladores antes del partido con un optimismo indisimulado

El calor se siente desde hace varios días. Y al sol, cuando está se lo siente, y cuando no se lo extraña. Es parte del paisaje y de la vida en la caliente frontera Norte de la Argentina. Se siente más, de hecho, en San Antonio de Apipé, pequeño, pintoresco y húmedo municipio correntino que balconea la represa de Yacyretá, pero que además es el último enclave nacional rodeado por ríos paraguayos mal distribuidos, pero escrutados al milímetro por los marinos paraguayos: vecinos de allí nomas, pero también guardianes celosos de esas aguas que brillan siempre. –Hoy es nuestro día. Hoy tenemos que ganar. Tenemos con qué. Tenemos un equipo con mucho carácter –dice Germán “Tití” Zarza, guía de ocasión, pero también ex jugador profesional de fútbol. “Tití”, o el “Negro”, como le decía el “Turco” Antonio Mohamed, fue uno de los compañeros en la etapa inicial de Javier Pastore en Huracán. Era un central aguerrido del Globo que supo jugar varias temporadas en el club, primero en el Nacional B y luego en Primera. –Me llevaba muy bien con Mohamed, pero yo siempre le agradezco la oportunidad que me dio Carlos Babington. El me hizo debutar en la Primera -dice el ahora corpulento muchacho de 37 años que volvió a su isla natal en el año 2011 para ayudar a su hermana Mariana en su carrera de concejal, cargo que después disputó y ganó él mismo en 2017. Desde el año pasado, este ex número 6 que dejó el fútbol profesional por una lesión de los ligamentos cruzados, es secretario general y de gobierno de la municipalidad de Apipé. También cría animales y en sus ratos libres, con su hermano, se dedica a poner música en algunos eventos. Es que las horas pueden ser largas en Apipé, y por eso las muchas actividades que va intercalando con la pasión de siempre: el fútbol.

–Ahora todavía juega y juega bien, a pesar de sus años y su peso –chicanea Anibal Romero, un hombre más bien bajo, de 54 años, que hacía mandados antes del partido, pero ya con su camiseta argentina. Dicen de él, de Aníbal, que es el mejor jugador de fútbol de la isla. Y cuando lo dicen, lo dicen en tiempo presente, pues sigue jugando en las ligas de veteranos. Y sigue jugando bien, dicen. Él no lo reconoce. Se pone nervioso y más bien cambia de tema. –Hoy ganamos 2 a 0. Tenemos buen equipo, aunque México es México –dice y luego agrega sin sobresaltos que el planteo táctico en el segundo tiempo del partido contra Arabia Saudita no le gustó. Ya después del partido, que vivió con la intensidad de un hincha alegre pero bordeando el imperio de los nervios, recuerda su pronóstico. –Te dije: 2 a 0. Anotá y miremos lo que hace Messi, disfrutemos de él. Ve la repetición y lanza un aullido al cielo: –¡No se te compara con nadie, Messi!

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El clima de fiesta se apoderó de la isla, había banderas flameando orgullosas en las casas, en los patrios, en los alambres donde habitualmente se cuelgan a secar las ropas

El clima de fiesta se apoderó de la isla. Había banderas flameando orgullosas en las casas, en los patrios, en los alambres donde habitualmente se cuelgan a secar las ropas. Las había en los negocios, en El Mago por ejemplo, un multirubro administrado por María y Carlos. Es el negocio más grande de la isla. Allí, además de lo necesario para el día a día, hay productos para la ocasión: maquillaje con los colores nacionales, banderas y banderines, vuvuzelas y hasta una copa del mundo. Cotillón para todos los bolsillos. Hay banderas en los edificios públicos (Prefectura, Comisaría, Registro Civil, en las tres escuelas primarias, en las dos secundarias y en el hospital) y una grande, la más grande de todas, en el puerto principal de San Antonio, a 1800 metros del Complejo Hidroeléctrico Yacyretá. Hoy es la bandera de la selección, pero es también, y sobre todo, la bandera de la patria, una forma de reivindicación, de orgullo y pertenencia ante lo que consideran es una injusticia: vivir en un territorio rodeado por un río que no les pertenece. Sucede que las islas Apipé constituyen enclaves argentinos, es decir, son tierras de jurisdicción nacional que están completamente rodeadas por aguas pertenecientes al Paraguay, lo cual es motivo de litigio hace varios años. Y de disputa casi a diario. Antes de la construcción de la represa de Yacyretá, el canal principal del río Paraná pasaba por el norte de la isla, por lo tanto estaba rodeada de aguas argentinas. Pero durante la realización de la obra, y en pleno gobierno militar en Argentina, ese canal que marcaba el límite de los países fue desplazado hacia el Sur. Tal situación persiste y es un problema de soberanía entre Argentina y Paraguay desde entonces, cuando el presidente de facto Reynaldo Bignone, mediante el Decreto 1585/82, aprobó la delimitación realizada por la Entidad Binacional Yacyretá. El nuevo límite se fijó entre la costa de la isla y la de Corrientes, dejándola en medio de aguas paraguayas. El conflicto está latente, pero escaló hace unos años durante un evento pesquero que tuvo lugar en la Isla Apipé, cuando la marina paraguaya intervino para suspenderlo. Este hecho despertó nuevamente el reclamo por parte de los lugareños, las autoridades municipales y el gobernador, Gustavo Valdés, para revisar la situación. El problema es grave y diario porque las islas no tienen comunicación vial con el resto de la provincia de Corrientes. Sólo se accede por lancha atravesando el río Paraná, ese río ajeno.​

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El negocio de Carlos “Vila” Romero, un pequeño almacén que es también un santuario de San Expedito y donde los isleños vieron el triunfo del equipo de Messi en la Copa América, fue el lugar elegido para mirar el partido

Juan Dacunda vive la situación con cierta amargura. Va cada vez que puede a la playa. Este sábado estaba allí, pescando sin suerte, y adelantó que no vería el partido. –El otro día lo ví y perdimos. Hizo bien en avisar. Ahora tendrá que buscar el tiempo para redimirse, le dirán después. Juan es docente e hijo de docentes. Fue incluso viceintendente de la localidad, y es el que aporta la mirada más crítica sobre la situación actual de los isleños –Las islas Apipé Chico y Grande son parte del departamento de Ituzaingó. Pero a diario los lugareños que tenemos que cruzar al continente argentino, por el Paraná, debemos solicitar un permiso a Migraciones, así como para volver. Debemos recorrer 18 kilómetros en lancha, porque no nos permiten cruzar de aquí hasta su puerto, que está a menos de dos kilómetros. La situación es difícil, pero hay otras peores. –Lo más grave es que viviendo donde vivimos, rodeados de este inmenso río, no tenemos agua potable. Consumimos agua que extraemos de las napas. Recién desde 2005 tenemos energía eléctrica, que todavía no llega a todos en isla. En las otras islas todavía se alumbran con candiles o paneles solares. La inflación se siente más que en todas partes, porque traer insumos hasta acá cuesta más. Solo ir y venir en lancha nos cuesta 2000 pesos. Y la pesca es una actividad prohibida para nosotros, pero no para los paraguayos que lo hacen de manera clandestina, incluso en épocas de veda. Falta agua y energía, aquí en Apipé, isla enclavada en la parte más ancha del río Paraná y la vecina más próxima de la central hidroeléctrica Yacyretá, que abastece el 22% de la demanda eléctrica argentina y representa el 45% del total de la energía hidroeléctrica producida en el país. Eso sí, el lugar es hermoso. De día brilla el sol en el río. De noche es Yacyretá: nombre guaraní que significa, justamente, “lugar donde brilla la luna”.

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La tarde cayó lenta sobre la isla Apipé, fue un sábado caliente en él este pedazo de tierra que le pone un techo al mapa de la Argentina

La tarde cayó lenta sobre la isla Apipé. El sol porfiaba dejando sus ráfagas de fuego hasta su último aliento. Fue un sábado caliente en él este pedazo de tierra que le pone un techo al mapa de la Argentina. El martes pasado, la Municipalidad abrió recién a las 9, para facilitar que los empleados puedan alentar a la selección. Hoy, mientras jugó la selección, ni el viento sopló en la isla, hasta que Messi la puso pegada al palo y dio inicio a un nuevo mundial para Argentina. –Ahora te digo otra cosa: Argentina va a salir campeón -dice envalentonado Anibal Romero, el mejor de todo con la pelota en San Antonio. Al final tuvo razón con el resultado, ojalá lo tenga también con el pronóstico. Ganó Argentina y la selección de Scaloni pudo revertir el golpazo del debut. Los apipeños creen que ahora empezó el mundial y que también aquí, en el límite más alto del mapa nacional, es posible soñar con la gloria y aplazar con ella lo que molesta, lo que urge, o lo que falta.

Apuestas y consecuencias del voto

El año jalonado por el afán proselitista que terminará este domingo en Corrientes, a priori, no tendría mayores sorpresas. La provincia está obligada a una tercera parada electoral sin vértigo, porque las cosas se definieron de antemano, en agosto, cuando el gobernador Gustavo Valdés consiguió un apoyo histórico para su reelección. Entonces ganó con el 77 % de los votos y una abrumadora diferencia de 53 puntos porcentuales, triunfo que se verificó otra vez en las Paso de septiembre, con un holgado 58,86 a 34,41 %.

Pero todavía más: pese a la remontada peronista, según las encuestas que se conocen, los números de las Primarias podrían repetirse hoy, con lo cual el oficialismo provincial (ECo+Vamos Corrientes) podría batir otro récord: quedarse con los dos senadores de la mayoría y con al menos dos de los tres diputados que se renuevan. De lograrlo, sumaría un senador para la oposición nacional y mantendría las bancas en la Cámara baja.

La campaña, por lo demás, transcurrió con normalidad. Solo en el último tiempo el gobernador Valdés endureció el discurso y apuntó de lleno contra el gobierno de Alberto Fernández, con quien hasta antes de las elecciones mantuvo una relación institucional de las mejores. Y esto porque Valdés se puso la campaña al hombro y más allá de sus candidatos, él en persona fue el protagonista central en cada acto dentro y fuera de Corrientes. Además de gran elector provincial, Valdés se convirtió en una referencia nacional del radicalismo y de Juntos por el Cambio, sobre todo después de los resultados obtenidos tras plebiscitar su gestión en medio de la pandemia. De allí sus giras por Chaco, Misiones, Entre Ríos, Santa Fe, incluso La Pampa y Buenos Aires.

Ahora, ¿será posible reconstruir la relación con el Gobierno nacional después de tanta pirotecnia verbal de uno y otro lado? ¿Obedece ello solo al terreno de la disputa electoral? ¿Esas “agresiones” fueron pautadas? ¿Fueron balas de fogueo para enervar al electorado con la insidiosa pero infalible receta de la grieta? ¿Terminará todo mañana? ¿En diciembre?

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No obstante la coyuntura, esta situación concreta que protagoniza el gobernador —es decir la construcción de un poder con proyección nacional sustentado en avales territoriales— todavía está en etapa de bosquejo y evaluación. Será tema de conversación a partir del lunes, o a partir de diciembre, pero sin soluciones fáciles para el mandatario provincial, por varios motivos:

a. Porque recién en diciembre comenzará su segundo mandato;

b. Porque recién entonces, después del enorme aval conseguido en las urnas, podrá poner en marcha sin excusas lo que cerca suyo consideran es el verdadero plan de gobierno, en tanto no sea interrumpido por otra pandemia, por un desaguisado nacional o por cuestiones internas;

c. Porque fue votado abrumadoramente para liderar un cambio provincial, después de años de ostracismo y victimización;

d. Porque es él quien encarna el proceso de renovación de la dirigencia política con nuevas agendas y nuevas formas de liderazgo, lejos de las prácticas caudillescas que entretienen a una parte de la tribuna, pero al costo del empantanamiento colectivo;

e. Porque es él, hoy, en tanto líder local, el garante de la armonía y del equilibro de los 32 partidos que conforman la coalición de gobierno. Heredó de Ricardo Colombi el plan de manejo de los partidos menores, y ese plan sigue en vigor y fortalecido por altas dosis de mejor trato. (Ahora, y más allá de que nadie lo dirá en público, referentes partidarios asociados al Gobierno hace rato hacen cuentas y concluyen que, más-menos el 70 % de los votos del oficialismo, se juntan desde esas pequeñas satrapías subsidiarias del radicalismo. De todos modos, esos guarismos no existirían sin los caudalosos canales mantenidos por la maquinaria política electoral del oficialismo, razón por la cual todo sigue como era entonces, por lo menos mientras haya un líder capaz de aglutinar esas fuerzas y canalizar sus demandas). Y

f. Porque cualquier intento “federalizador” pondrá a la provincia en situación de tener que decidir cómo resolver su devenir institucional, puesto que los calendarios electorales que validarán o postergarán cualquier proyección de Gustavo Valdés están desfasados, producto, nada menos, que de los desencuentros que nos llevaron a ser la provincia más intervenida de la Argentina.

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Volviendo a la campaña que termina con la elección de hoy, hay que decir lo que sigue. En el acto de cierre, el jueves, Valdés convocó a votar por la oposición nacional para construir un nuevo pacto federal. Este tema, además de las cuestiones vinculadas con la salud, la educación, la seguridad, el trabajo, el manejo general de la economía y el diseño del presupuesto nacional, viene siendo eje de sus preocupaciones.

El Frente de Todos, en tanto, va a esta elección, muy polarizada, con expectativas cifradas en el arrastre de su principal candidato, el exmedallista olímpico Carlos Mauricio “Camau” Espínola, asiduo a las causas difíciles; pero también en la performance de los intendentes de las 15 comunas que este domingo buscarán retener sus respectivos bastiones.

La elección de Corrientes, por tanto, es importante porque elige senadores y diputados nacionales, y ese es el plano general de la disputa; pero también porque terminará de replantear el poder territorial específico del PJ, que viene en franco retroceso.

El peronismo no gobierna la provincia desde Julio Romero (en poco tiempo más se cumplirán 50 años de aquella última victoria de 1973), pero además, después de la derrota de Fabián Ríos ante Eduardo Tassano, también empezó un repliegue en las comunas. El PJ perdió la Capital y hoy pondrá en disputa otras 15 administraciones. Sin dudas retendrá algunas, pero hay otras que están en discusión real y es en esos lugares donde el Gobierno tiene puestas sus expectativas, pues recuperando solo uno de los municipios en juego el oficialismo habrá logrado su objetivo de ir achicando aún más los potreros del peronismo provincial.

Esto, lo dijimos varias veces en esta columna, representa un problema en sí mismo para el sistema republicano y para la calidad de la democracia provincial, porque tanta mayoría a favor del Gobierno, una mayoría hegemónica casi, coloca a la oposición en situación de ser menos que un observador que legitima con su presencia las acciones que toman los otros, sin estar obligados al más mínimo debate o consenso.

Es verdad que hasta el momento el oficialismo no se sirvió a gusto de esa abultada mayoría. De hecho, la escuadra legislativa oficial tiene problemas para aprobar iniciativas del propio Ejecutivo, pero ello en virtud de cuestiones que —aunque no menos importantes— le son ajenas a la oposición.

Así las cosas, hoy, la provincia depende más de la virtud del gobernante que de los necesarios contrapesos institucionales, y esa es una responsabilidad adicional con la que cargan quienes quieren una cuota mayor de poder, pero que no pueden estructurar una oferta que esté a la altura de las expectativas de un electorado que, en su mayoría, parece cómodo con el menú perfectible pero concreto que pone sobre la mesa el oficialismo que gobierna Corrientes desde 2001.

He allí la responsabilidad de la oposición en Corrientes. Aun ganando hoy en clave de batacazo, tiene trabajo por delante. Perdiendo, no hará más que acentuar la necesidad de una verdadera reconstrucción que implica no solo la normalización del partido sino también la estructuración de una plataforma y el hallazgo de personas idóneas para llevarlo a la práctica. De mínima, el PJ y los demás partidos de oposición tienen por delante la tarea de no repetir las fórmulas que los sigue alejando del poder, no solamente en cuanto a los nombres, sino también, y sobre todo, en cuanto a las prácticas políticas.

Un poco es la tarea también de la oposición nacional. Es la clave de lo que se pone en juego hoy en todo el país. Muchas veces hablamos de lo mismo, solo que en distintos planos y territorios.

Chamamé en menor

“Soy todo el misterio 
que se enciende
chamamé ponzoña y duende…
soy payé, cuchillo y flor”.

Chamamé en menor (R. Flores y J. Báez)

@EOLedesma

Cerrados los fuelles y enfundadas las guitarras, se apagan también las pantallas y sólo quedan las pálidas luces del perímetro del Cocomarola como testigos del lento peregrinar de la feligresía chamamecera que -en masa- se va extasiada, prometiendo volver siempre. Mientras, explota el último fuego que llena de humo la madrugada correntina en el barrio Las Tejas o Canindeyú. Atrás va quedando otra edición de la Fiesta Nacional del Chamamé y aún con la agriedad de la resaca -por tanta alegría, tristeza y nostalgia compartida, generalmente a los tragos-, amanece el momento del balance.
La edición 27 de la “fiesta grande” ha redondeado con éxito su ambiciosa propuesta. Lo demuestran sus números que pueden traducirse en tickets cortados; en comida, bebida y productos asociados vendidos; en “trending topics” alcanzados por menciones vernáculas y otras que llegaron desde lugares impensados del globo; en lectores-oyentes-televidentes abrazados en la inmensidad de la nación chamamecera y en los retornos que permite hoy -vía mensajes de todo tipo- la tecnología disponible, que ayuda a darle alas a estos aires litoraleños.
Los organizadores (con Gabriel Romero y Eduardo Sívori a la cabeza) han demostrado, una vez más, que tienen desarrollado su criterio de show, y en ese contexto han enhebrado una grilla robusta, por momentos exquisita, que no obstante tuvo su contrapeso de “berretismo” por compromisos que al parecer crecen exponencialmente y son imposibles de eludir para aquellos que con responsabilidad intentan mantener altos los niveles artísticos-técnicos de la escena festiva.
Está claro que no siempre se logra. Lo del sábado último, salvo las excepciones que podrían contarse con los dedos de una mano, es prueba cabal de ello. Al desbalance de la grilla se sumó el extravío de los sonidistas, cosa que ya se había superado. Podría sumarse aquí el deslucido espectáculo de Los Nocheros y el derrape al que comentarios de otras épocas han empujado al Chaqueño Palavecino.

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La convocatoria de las formaciones musicales locales ha quedado demostrada parcialmente. Es indiscutible el acompañamiento que reciben Los de Imaguaré, “Bocha” Sheridan, Bofill, Amandayé, Barboza, Flores, Acuña, Las Vera, Los Alonsitos; pero es imposible medir al resto de los buenos-nuestros cuando son obligados por las circunstancias del espectáculo a competir en desigualdad con la propuesta de la fiesta, que contrató a muchos de los mejores folkloristas-roqueros-melodistas-cumbieros del firmamento artístico nacional. Alcanza con nombrar a Soledad, a Roger, Lizarazu y Villamil, a Baglieto-Vitale, a Salinas, Angela Leiva, a Palavecino o Los Nocheros, para advertir lo dispar de la carrera.
Ahora bien: lejos de la cuota de recelo con la que pudo haberse envenenado esta visión, también sería válido centrar la mirada en determinar si la buena intención de la organización, de que el ejemplo cunda para elevar los niveles de calidad de los propios artistas correntinos, llega a estos como mensaje o desafío. Da la impresión, muchas veces, que la intención no alcanza o no es bien transmitida o mucho menos: ni siquiera es recibida.
Es cierto que hay de todo en todos lados. Que hay artistas de grandes presupuestos que no honran siquiera su propio contrato, y los que lo hacen sobradamente. Pero también hay muchos quejosos musiqueros de entrecasa que no conocen lo que es un ensayo: suben al escenario y allí exponen su indolencia artística y mediocridad musical, atragantándose, en el mismo acto, con solemnes pedidos de respeto para los que vienen de afuera. En muchos casos, sólo ese es el pecado de los foráneos: haber nacido fuera de los márgenes de los ríos que llevan y traen nuestras propias limitaciones.
Pierde sustancia el reclamo cuando uno no es capaz de sostenerlo con el ejemplo, y cuando se asume una postura intransigente de purismo a estas alturas imposible. Cuando el chamamé estuvo cerrado en su propia cosmovisión, el Cocomarola asistía casi vacío al paso de los artistas. Abrir el espectáculo fue una decisión acertada que permite vivir hoy la realidad de una fiesta que enorgullece. Pero el durazno tiene pelusas. Así hubo que transitar muchas veces la prueba y el error. Muchos, por suerte, fueron subsanados. Aunque hay errores-decisiones políticas que todavía están, generando ronchas, cuando no gangrena.
Ni hablar de la no correspondida generosidad correntina con el resto de los grandes festivales del país, que muy por el contrario de lo que pasa en el enero correntino, cierran sus puertas y oscurecen sus escenarios a los chamameceros. ¿Será -como dijo alguien por ahí-, problema del género (que paradójicamente entró como terna a los premios Gardel por su potencia ancestral y su viabilidad comercial)? ¿O es que hay mucha más improvisación de la que se ve? ¿Cuánto le deben los grupos más desabridos, montados para la ocasión, al Sosa Cordero lleno de luces e imágenes con pretensión cinematográfica? ¿Por qué siempre van los mismos dos o tres a Cosquín, Jesús María, Baradero y las demás paradas festivaleras del país? ¿Qué tendrían para decir los propios músicos excluidos?

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Sumado a esto, hay que decir también que hay modelos de difusión que están agotados. A por lo menos diez años de la inauguración de la fiesta modelo Lischinsky, los grandes medios nacionales e internaciones a los que la provincia paga sus honorarios y viáticos siguen mandando gente que ve, escucha, huele y siente la fiesta, pero luego describe al pueblo chamamecero casi como indios civilizados, con heladeritas, cerveza en lata, vino en jarra y fernet en vasos llenos de hielo, profanando el brevaje de las tribus mediterráneas.
Corrientes y su fiesta siguen siendo ese lugar para descubrir, ese “secreto de la Argentina”, idea que alguien vendió y otro alguien compró en el Chaco.
Este tipo de editorializaciones, al menos se contradicen con la grandilocuencia que implica ir de reclamos a la Unesco, compadrear con aquello de ser el único festival mono-género del planeta o ser la fiesta más vital del país como se cansan de decir las autoridades, propias y nacionales, que tras pasear por el Cocomarola, prometen acompañamiento y como nunca en los últimos años, cerraron la pantalla de la TV Pública a la transmisión en directo del espectáculo. Hasta Colombi salió a quejarse de esto, lo que es como mucho.
Hay en la fiesta gente que está estorbando y ausencias que no se entienden. Sobra Estado poniendo plata, pero escasea mano de obra para ayudar al sostenimiento grande de la celebración que años atrás supo ser todavía más abarcativa. Sobran las internas (políticas inclusive) y faltan solidaridades aunadas. El sentido común fue cooptado por el silencio del expediente.
Hay mucho cuchicheo en rededor de la fiesta, pero poca palabra firme y pública: debate abierto. Hubo y hay asimismo, por añadidura, silencio complaciente de medios y periodistas en el que muchas veces habremos caído nosotros mismos, en pos de un objetivo discutiblemente superior.

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Por encima de estos desvaríos, hay algo que perdura: la visión que tuvieron en su momento los transformadores de la fiesta. Corrientes cosecha hoy los frutos de aquel acierto. El chamamé es mundial, al menos desde el relato, y Corrientes se aferra a sus derechos de cuna para erigirse como capital de la nación chamamecera. Una nación inmensa, de millones de personas y varios países, en los que ya no se busca, con la rigurosidad de aquellos primeros años, a los mejores exponentes del género.
Hay excepciones, claro, y las hubo este año, pero terminan siendo una anécdota. Los muchos-buenos números que llegan de Brasil y Paraguay principalmente, y en algunos casos de Uruguay, al efecto de mantener vivo el crédito regional de la celebración, constituyen el recuerdo de viejas y gloriosas presentaciones de hace poco tiempo atrás. En ese contexto, poco pueden hacer los artistas, que dejan lo que tienen en el escenario.
De lo que se trata aquí es de que ha cambiado el enfoque: abundó en la edición que acaba de terminar una oferta que estuvo pensada para Argentina, y de ella para Buenos Aires. Aunque hay hacedores de la fiesta que miran de hecho la América toda, no ya a la región, y hasta quienes se animan a pensar en una colonización cultural subvertida hacia la vieja Europa.
Ojalá ese deseo imperial actual de los gestores que trabajan con el legado de Isaco, Ernesto, Tránsito y Tarragó, no caiga víctima de su propio peso. Pero ojalá también que puedan seguir existiendo esas personas que vuelan alto y lejos, pues aún en la caída quedará algo de la voluntad primera.
Por lo que se vio, los bríos de este año estuvieron puestos en el escenario, en reforzar la grilla de artistas para lograr lo que al final pasó: que el anfiteatro estuviera colmado casi de punta a punta, con variaciones de pocos miles de asistentes que hicieron la diferencia entre lo prudente y lo irresponsable. Pero cayeron en tamaño los foros. En cantidad las musiqueadas solidarias. Probaron con los municipios nuevas bailantas -con balance a determinar-, al tiempo que retacearon recursos para el barco chamamecero de Joselo Schuap.
Al menos la mitad de las 9 jornadas efectivas de musiqueada (una se suspendió por el clima y posteriores problemas técnicos) el Cocomarola soportó gente por encima de su capacidad. No pasó nada de milagro, tal vez por la mansedumbre y educación del público chamamecero, que año a año crece en volumen, acicateado por el perfil de acontecimiento social en el que ha devenido el espectáculo.
La Fiesta Nacional del Chamamé ya no es sólo un encuentro cultural circunscripto a los hacedores de un género musical de raíz. Es un acontecimiento social. Hay que ir, estar, mirar y ser mirado y, de paso, sacarse una foto con sonrisas de oreja a oreja pese al calor, la falta de baños, las colas interminables para todo y los manoseos propios de la densidad de espectadores y la falta de sensatez oficial.
– “El Cocomarola quedó chico”, -dicen unos, pero no se deja de regalar y vender entradas.
Quedó chico hace rato, pero -“no hay presupuesto para ampliarlo”, -agregan otros, pero no quieren tomar la decisión de achicar a cifras manejables (en términos de infraestructura y seguridad) la cantidad de espectadores.
Aseguran asimismo algunos alcahuetes de turno que las prioridades del gobierno son otras, y demagógicamente mencionan escuelas y hospitales.
Estas son en épocas de campaña y se escuchan sandeces de este tipo por minuto. Aunque no se trata sólo eso. Es contradictorio el mensaje porque justamente fue este gobierno el que ha convertido a la fiesta en evento. Ha invertido lo que tenía y lo que no para contribuir con esta realidad. Hasta proyectó con un concurso nacional la ampliación y remodelación del anfiteatro, y eso sin mencionar el presupuesto artístico anual, que se cuenta por varios millones de pesos, más allá de circunstanciales retaceos.
Sucede ahora que el gobierno se va, y aun logrando en las urnas la continuidad del proyecto (cualquiera al gobierno, Ricardo al poder), la fiesta y lo que suceda allí dentro será responsabilidad de otro. El contexto y la grilla de este año no se repetirá el próximo: y no se habla aquí sólo de ideas y nombres (porque sin dudas habrá rotación) sino de volumen económico, por lo que mencionar prioridades es al menos inexacto o sólo el principio de la discusión.
Más allá de ello, lo cierto es que progresivamente se ha invertido en luces, sonido, pantallas, en artistas, en medios locales, nacionales y extranjeros, en televisión e internet, pero no se puso un solo banco en la plaza festivalera. Se armaron en algún momento y luego se sacaron un puñado de tribunas. No se construyó un nuevo sistema de sanitarios ni se modificaron ni optimizaron los espacios con los que cuenta actualmente el Cocomarola.
Puede tener esto muchas lecturas, y una de ellas queda habilitada después de tanto tiempo de desidia: el desinterés en la gente. En el público que llena noche a noche este anfiteatro colaborando en el éxito del festejo. Tal vez hay quien piense que el público cautivo y en aumento del chamamé está y estará siempre dispuesto a todo.
Ojalá no sea tarde cuando los que deben hacerlo se den cuenta. Ojalá reaccionen antes de que la gente deje de volverse a su casa porque no puede exponerse al peligro de un desmayo. Ese hecho clínico menor podría terminar en tragedia si las cosas siguen como están, pues no habría cómo sacar a un sofocado de un predio con 15 mil almas obstruyendo el paso de los paramédicos, sin otro remedio, por los niveles de concurrencia como las del domingo, por ejemplo.
Y ojalá también que se debata. Que se critique lo que haya para criticar, pero que la fiesta no solo crezca sin sentido, sino que evolucione hacia un concepto más o menos consensuado. Que se desarrolle. Que sea capaz de generar su valor independientemente de los aportes del Estado, porque si no, cuando tales dineros no existan, este producto cultural que reditúa en muchos aspectos, entre ellos el turístico, volverá a su pasado austero y de doliente intimidad.

https://www.ellitoral.com.ar/449482/Chamame–en-menor

Fuerte tensión política y cruces en el acto por los 25 años del Mercosur

 

EDUARDO LEDESMA. Enviado Especial. En medio de una fuerte tensión en la que se mezclan cuestiones supranacionales y los propios asuntos internos de cada una de las naciones miembros del bloque, se realizó en la mañana de ayer, en la sede del Parlasur ubicada en Montevideo, un seminario conmemorativo de los 25 años del Tratado de Asunción que dio origen al Mercosur. El presidente de la República de Uruguay, Tabaré Vázquez, fue la máxima autoridad presente y tuvo que sortear un inconveniente diplomático que se dirimió a los gritos en el recinto al inicio del acto. Pero no fue todo: los parlamentarios opositores venezolanos aprovecharon las cámaras encendidas de todo el continente para denunciar, por enésima vez, los atropellos que dicen sostiene el gobierno de Nicolás Maduro.

Fue en este marco en el que ocurrió el seminario “Reflexiones y desafíos para el Mercosur a 25 años del Tratado de Asunción”, en las portentosas instalaciones del ex Casino Hotel Parque, sobre la rambla Wilson, donde tiene sede el Parlamento del Mercosur.

Allí estuvieron además del ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay (en calidad de presidente Pro Témpore del Mercosur), Rodolfo Nin Novoa, el vicecanciller argentino, Carlos Foradori, y los demás ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros: Brasil, Paraguay y Venezuela. También asistió al acto y habló Enrique Iglesias, destacado mediador hispano-uruguayo, de más de 85 años y hasta hace poco secretario general del Foro Iberoamericano. En primera fila lo escucharon dos ex presidentes uruguayos: Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle de Herrera, quien en contacto con El Litoral dijo no reconocer este Mercosur que creó con Carlos Menem en 1991.

Mientras, Tabaré Vázquez eligió sentarse en una de las últimas filas junto con los diputados de Brasil oficialistas, para salvar así un reclamo que a viva voz hicieron los parlamentarios cariocas que literalmente fueron corridos de los primeros espacios que siempre ocupan como consecuencia de su poderío dentro del Mercosur.

En lo que los asistentes de todos los países calificaron como un gesto de grandeza, Vázquez ocupó una silla cualquiera y el acto siguió, aunque a duras penas, debido a un ruidoso reclamo que hicieron luego los parlamentarios opositores venezolanos, que ahora son mayoría y que aprovecharon este escenario internacional para machacar sobre la idea del gobierno despótico de Nicolás Maduro.

Con pancartas de todo tipo, en las que se denunciaban muerte y detención injustificada de cuadros políticos disidentes, hambre y desatención del pueblo venezolano, los parlasurianos irrumpieron en dos oportunidades, una de las cuales cuando le tocaba hablar al propio representante del Gobierno Bolivariano, quien hizo como si nada hubiese ocurrido.

Sumado a ello, la crisis política de Brasil (que encara un proceso de destitución para la presidenta Dilma Rousseff) y la situación no del todo clara de Argentina (que tiene en Brasil a su socio comercial mayoritario; que respeta el Mercosur pero que asimismo mira a la Unión Europea y a los Estados Unidos, en soledad); y que traba las funciones parlamentarias entre otras cosas no abonando el sueldo de los legisladores), hace de este encuentro uno de alta densidad política, con cruces de todo calibre, donde se mezcla la diplomacia con los desaguisados propios de cada país.

No obstante, el canciller uruguayo Nin Novoa al abrir la oratoria destacó que la “actitud del gobierno argentino ha traído aires renovados al Mercosur”, lo que implica, según varios parlamentarios, una vuelta a las acciones originarias del bloque: más negocio y menos política.

El canciller también habló de Brasil: “El Mercosur debe ser garante de la democracia, la igualdad y la legalidad. Debe estar por encima de posicionamientos políticos”, señaló.

A su turno el canciller brasileño, Mauro Vieira, resaltó la importancia de que el “Mercosur proporcione paz, estabilidad y democracia” a la región; y si bien no se refirió directamente a la presidenta Dilma Rousseff, puso el énfasis varias veces en la palabra “democracia”.

El vicecanciller venezolano, al referirse a Brasil dijo que “no se puede desconocer el poder dado por el pueblo” a Rousseff. En Argentina, nuevamente, las cuestiones están partidas. El sector del Frente para la Victoria y UNA consideran necesario un apoyo expreso a la Presidenta de Brasil, mientras que los referentes de Cambiemos optan por el silencio, por no inmiscuirse en los asuntos internos de otro país y lo hacen con advertencia a sus pares kirchneristas y masistas: nosotros ganamos la elección y manejamos el rumbo de las relaciones exteriores del país.

El seminario, que fue menos que eso y en cambio devino en una sucesión de demostraciones de fuerza política, culminó con la presentación del sello conmemorativo del 25° aniversario de la firma del Tratado de Asunción por parte de la Administración Nacional de Correos del Uruguay y la ceremonia de matasellado por parte de los ministros.

Las actividades parlamentarias propiamente seguían a la tarde en las distintas comisiones y con un plenario previsto para la noche, preludio de lo que será la sesión de hoy por la mañana donde se adelantan (algunos garantizan) nuevos focos de fuerte discusión.

En los intersticios de esa disputa, los diputados deben debatir proyectos que, sin dejar de ser importantes, carecen del poder de aplicación sin la posterior intermediación de los congresos locales, punta del ovillo para la discusión de legitimidad, no del todo zanjada, que deben sortear los parlamentarios, que no gozan de buena reputación casi como ningún parlamento del mundo.

 

http://www.nodal.am/2016/04/fuerte-tension-politica-y-cruces-en-el-acto-por-los-25-anos-del-mercosur/

 

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El Gobernador, la Virgen y el Papa peronista

(Domingo 2 de abril de 2016). Cuando se abre la enorme puerta que separa la Secretaría Privada de la oficina principal de la Casa de Gobierno, pasadas las 10 de la mañana de ayer, Ricardo Colombi se encuentra sentado en su escritorio de otro tiempo, transcribiendo a un papelito blanco, diminuto, un mensaje de texto que acaba de recibir en uno de sus celulares de otra Era. Escribe con birome negra, en letra desprolija, más bien pequeña, algo que luego sujeta con un prendedor de metal y guarda. Recién entonces levanta la vista y sentencia:

– ¿Sólo esto tiene para mandar El Litoral? ¿No hay otros periodistas?

Viniendo de quien viene hay que tomarlo como un cumplido. Es famoso rompiendo hielos con cañonazos. Saluda a todos y se dispone a dar una entrevista solicitada hace bastante tiempo y pautada de última hora para hablar, entre otras cosas, de su permanencia en el poder, es decir, de su récord de asistencia en esa casa del señorío gubernamental, que para la estadística histórica reserva un dato inquietante. Destronó a Pedro Ferré en la “resistencia” del ejercicio de mandar, aún teniendo un período menos que el gobernador de Corrientes que simbólicamente le da nombre a la poltrona más importante de la institucionalidad local. (El Sillón de Ferré es hoy de hule y rueditas).

***

Antes de recibir a los periodistas de El Litoral, el gobernador ya tomó mate, atendió a personas en audiencia y acababa de despedir a su ministro de Hacienda, José Enrique Vaz Torres, uno de sus históricos alter ego al que califica de “amigo”.

Zapatillas negras, jean oscuro y camisa blanca con rayas rojas marca Dior arremangada. Colombi despeja su ya despojado escritorio tallado en el mejor de los robles y discute con su asesor de medios, Julio Burna, quién trata de acomodar los diarios que estaban, ya hojeados, en una de las puntas.

– “No, no cambies”, ordena.

En más de una ocasión confesó que siempre lee primero El Litoral. El detalle es que esta vez no estaba sobre la pila. Y lo dejó ver, tal vez como un íntimo desquite por alguna estocada.

De particular (inusual) buen humor, bromeó con uno de los periodistas sobre un tatuaje y habló de literatura con otro, quien le prestó “Misa con el diablo”, una tesis que ensaya explicaciones sobre el caso Ramoncito. No lo había leído.

Respondió todo con la solvencia que da la experiencia, pero tropezando con su credibilidad política que, como muchas otras cosas, deja en manos de otros.

-Si usted dice que se va a su casa el año que viene, ¿por qué la gente y la clase política no le creen?

– Problema de ellos.

¿Por qué siempre la culpa de es de otros? Si se corta la luz, es problema de Transnea. Si…

– Porque es problema de Transnea.

***

Colombi está preparado. Tiene un escudo contra las amenazas y una virtud que él plantea como tal: su cercanía con la gente, sobre todo del interior. Alardea de esa fortaleza, una especie de anti-carisma que atrae en igualdad de proporciones a su hosquedad que repele, a veces, hasta a sus socios. Igual, esa cara es para el interior. Los capitalinos, para él, son “especiales”.

Asegura tener proyectado el futuro desde siempre, pero no arriesga certezas para hablar de 2017. Dice que piensa en volver a ser intendente, tal vez de Mercedes; que ya tiene 6 sucesores y hasta uno que no es del partido.

En un ping pong califica de amigo a varios de sus ministros y aliados y mira con particular desdén a dos personas: “Tato” Romero Feris, de quien dice que es el pasado; y “Camau” Espínola, a quien no considera por el pecado de no venir de la política.

Afirma que Cristina Fernández de Kirchner lo apretó para ponerlo de rodillas y que a eso se debe el cambio de postura del Gobierno de Corrientes en relación con el kirchnerismo. Se le nota, igualmente, cierto respeto por Néstor Kirchner.

Refunfuña cuando se lo relaciona con Oscar Aguad y jura y perjura que él no presentó ningún proyecto para estirar la intervención de Corrientes en el ‘99, cosa que de haber ocurrido, hubiera desnutrido su currículum de gloria.

***

Colombi no está dispuesto a departir con periodistas de esos temas y mucho menos a ser puesto en duda. Reniega de los “débiles de mente” porque tal vez, al menos en dos ocasiones, cayó preso de esos fantasmas. Por eso sale del paso con contundencia:

– En 2017 vamos a ganar.

No dice cómo ni por qué y hasta desliza que la gente puede estar queriendo un cambio…

– ¿Usted lo cree o lo midió con encuestas?

– Yo no dije que la gente quiera un cambio. Dije que producto de ese deseo de cambio la provincia lleva adelante una estabilidad que no se daba desde hace más de 170 años. “Nadie es dueño de los votos”, dice para cerrar la discusión.

***

San Martín lo mira desde arriba, desde el imponente cuadro que preside la oficina principal de la Casa Rosada de Corrientes. Más abajo un cristo hecho en madero. A su costado izquierdo, la Virgen de Itatí y una miniatura de la Cruz del Milagro. En las paredes laterales, cuadros de las plazas principales de varias localidades del interior donde Colombi siente placer por estar.

En la mesa de reuniones, ubicada en la misma sala, réplicas del avión y el helicóptero que engrosan el inventario estatal. Enfrente, el living en el que recibe a sus invitados especiales.

Allí es donde Colombi pasó, hasta el momento, 10 años y casi 4 meses. Y donde se lo encontrará por el próximo año y medio. Es mucho y lo sabe, aunque desdramatiza. No quiere tener que ver con la barbaridad de seguir estando y mucho menos -insiste- con aquello de amañar las normas para lograrlo.

Cuenta que tiene colgado, en su casa se supone, un cuadro con la infografía que lo consagra como el más extenso de todos los gobernadores de Corrientes, pero hace que gambetea el bronce. Se siente incómodo al ser comparado con Ferré y más bien intenta hacerse el humilde.

– Soy uno más de los correntinos. Ni más ni menos.

***

Dicen que las personas con poder en general hacen eso: tratan de invisibilizarse. Colombi no puede por su investidura, entonces trata de comportarse como lo que manifiesta ser.

– El otro día fui a la Junín a comprar un zapato de fútbol y la gente no lo podía creer.

Hace referencia a las caravanas de seguridad de otras épocas, como las que custodiaron a Barack Obama en su visita a la Argentina. Eso, grafica Colombi, hasta no hace mucho lo hacían los gobernadores correntinos. Caravanas, policía secreta, perímetros de seguridad, etc.

El compra su propia comida y está a gusto con eso y a salvo de las tapas de los medios porque sigue desconfiando de las nuevas tecnologías y más aún, de las redes sociales. No aprueba lo de Macri y las selfis. La verdad es que aunque quisiera no podría con los teléfonos que usa (aunque tiene sin dudas quién le hace llegar los mensajes).

***

Allí estaba Colombi. Hijo de un desarrollista y de una liberal de los que heredó su amor por el deporte y por las instituciones civiles. De esa mixtura su síntesis: un caudillo provinciano con ascendencia en el partido radical, conservador en muchos aspectos de la vida, como la cultura, la religión y la familia. De hecho, siente la daga cuando se le pregunta por su primo Arturo. No habla. Suelta.

– No me traicionó.

– Ya pasó.

– No soy rencoroso.

– ¿Le dolió toda esa situación? (Baja la cabeza. Mira el piso.)

– Claro que me dolió.

Ya repuesto, culpa entre otras cosas a los medios. Ustedes (se supone que lo dijo en general) tuvieron mucho que ver en eso.

Niega haber perdido contra Vicente Picó, habla de ciertas traiciones y afirma que ganaba igual si su oponente de la segunda vuelta, en 2009, hubiese sido Fabián Ríos.

Parece que ahora lo respeta. Parece que quiere mantener la relación con el intendente de Capital pese a que le mortifica lo que pasó el jueves en el Senado: haber perdido el control de una comisión clave en manos del peronismo que por esta vez, según se entiende, fue conducido por “Tato” Romero Feris.

Se enoja por lo ocurrido, pero también por no haber obtenido resultados en la delegación del conflicto en sus delfines. Se alegra, de todos modos, por tener ahora en sus manos el manejo de ese asunto: nada menos que la relación con el PJ, los acuerdos políticos e institucionales con la ristra de intendentes justicialistas.

***

Ya en la despedida, se presta a ser filmado.

Aceptó una propuesta de El Litoral para responder preguntas que los lectores hicieron, a través de las plataformas digitales del diario. Se trata de una innovación. De un éxito de convocatoria para los pocos minutos que la propuesta estuvo online por la urgencia con la que hubo que planear la entrevista.

De todas las cuestiones, el gobernador respondió una media docena. También accedió a un ping-pong y después de casi una hora y media, dio por terminado el encuentro.

Una caja de madera, ubicada como al descuido en el piso, debajo de uno de los ventanales que da al patio de la Casa de Gobierno, clamaba ser tenida en cuenta.

– ¿Qué es eso?

– Abrí y fijate, pero tené cuidado que no te salte…

Al destrabar la caja, dejó ver en su interior una hermosa figura tallada en madera de la Virgen de Itatí.

– Era para el Papa, pero no sé ahora. Se volvió muy peronista.

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Macri se dio una vuelta por Corrientes, bailó un chamamé y se mofó de Colombi

(Domingo 20 diciembre 2015). Apenas 8 minutos duró el superficial discurso del Presidente. Lleno de frases hechas, llamó a la unidad, a formar un gran equipo para sacar a flote a la Argentina y hacer que los que se fueron puedan volver (ver página 5). Se trata, en efecto, del destierro, una triste realidad que los correntinos comparten con muchos connacionales, por lo que el deseo de Mauricio Macri arrancó un alarido de los presentes: un puñado importante de militantes, dirigentes políticos, funcionarios, legisladores, jefes comunales (varios del PJ), y productores agropecuarios que estacionaron donde pudieron sus camionetas a lo largo de los 9 kilómetros de camino casi perfectamente enripiado que conecta la tranquera con el corazón mismo de los molinos arroceros donde se concretó el epicentro de la visita.

El avión presidencial aterrizó en Mercedes pasadas las 9 de la mañana e inmediatamente Mauricio Macri, en compañía del gobernador Ricardo Colombi, cubrieron en el helicóptero oficial provincial los 50 ó 60 kilómetros que separaban el aeropuerto paiubrero con el patio principal del establecimiento “San Celestino”, de Ceagro SA, de quien Luis Martín Irastorza es uno de sus representantes.

Los 45 minutos que duró la visita presidencial, desde las 10,25, alcanzó para sobrevolar la arrocera: sembradío bien dotado como la presa que la riega, ayudada en estos días por la lluvia inclemente que aunque buena para el cultivo, viene lastimando a las familias de casi todo el Taragüí.

Alcanzó además para recibir regalos de Colombi, que apeló al mate como símbolo de amistad del correntino, y a un facón que, a falta de moneda (para evitar la pelea, como sugiere la tradición), fue intercambiado por un billete de 100 pesos que el Presidente eligió de entre los varios que tenía en el bolsillo trasero derecho de su pantalón color crema.

La ceremonia, que ahondó en chascarrillos entre el gobernador Colombi y el presidente Macri, siguió con la entrega de las declaraciones de rigor y luego las palabras del Jefe de Estado, que al final fue obligado a quedarse a escuchar chamamé, a bailar con una dama curuzucuateña y a fotografiarse con músicos y empleados, a los que trató condescendientemente. Colombi no habló.

 

Cerca, pero distante

Saludando a la gente, pero sin contacto directo con los productores; sin anuncios de ninguna naturaleza y sin hablar con la prensa (cosa que antes era toda una tragedia), Macri bajó del acoplado brasileño adornado con alfalfa que sirvió de escenario para volver al helicóptero.

Subió a una camioneta SW4 Toyota y se perdió entre el gentío. Detrás, pidiendo a los gritos que la militancia se haga a un lado, Ricardo Colombi.

“Córranse, que el helicóptero no sale sin mí”, advirtió el Gobernador y abordó un Fluence de Renault para hacerse llevar y desaparecer. De pronto, la nave negra y gris, reminiscente del “Lobo del aire” se elevó detrás de los silos y orientó su vuelo hacia Mercedes. Eran las 11,11 de la mañana.

Así transcurrió la primera visita oficial del presidente Mauricio Macri a Corrientes. Más como un respaldo simbólico a los ruralistas, pero también a Colombi, a quien lo une una sociedad política “que debe recomponerse”, según dicen algunos; “que está en su mejor momento”, según otros.

El propio Macri adujo que vino para consolidar la confianza con el Gobernador correntino, de quien dijo que es un glotón al que no le seguirá en zaga, puesto que no le gustaría recibir de él el pecado de la gula saciado con chipacitos y torta frita. El menú calórico que Colombi engulle cuando maneja, “como si fuera maní”, según se encargó de graficar el Presidente, se constituyó en la “comidilla” del encuentro, que por lo demás fue, como le gusta al titular del Ejecutivo Nacional, más bien bajas calorías.

 

Compañías

Al presidente Mauricio Macri y a su anfitrión Ricardo Colombi acompañaron los ministros Ricardo Buryaile, de Agroindustria; Rogelio Frigerio, de Interior, y entre otros, el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó. El gabinete local estuvo en pleno, al igual que el radicalismo de todos los tiempos, a quienes a su vez acompañaron legisladores propios, aliados y no tanto, como varios de los intendentes peronistas que fueron hasta la arrocera a probar suerte, a presentar credenciales y confirmar que la cosa cambió hace poco más de una semana. Por caso, la ventanilla de pagos.

El más “encarpetado” fue el intendente de Goya, Gerardo Bassi, que hasta se puso traje para dejarle a Macri un plan-pedido para el puente Goya-Reconquista.

Asistió también el intendente de Mercedes, el kirchnerista Víctor Cemborain, que se trenzó en charlas de todo tipo, como hicieron casi todos a los que Macri dejó con la palabra en la boca. El mercedeño igual pudo entregarle un presente: otro mate.

Quien se llevó la mayor cantidad de besos, abrazos, selfies y preguntas más farandulescas que políticas fue el ex “piquetero rural” entrerriano, Alfredo De Angeli, actual senador nacional, quien llegó en la comitiva y ocupó un lugar en el escenario, para luego oficiar de embajador del macrismo entre la tosca y el barro que cada tanto ensuciaba a alguien.

 

Tacaño

Colombi hizo dos regalos al Presidente: un mate y un cuchillo. Uno como símbolo de amistad, según dijo; y otro como demostración de poder, según dicen los semiólogos. Regalo que además debe cortar con la tradición de los malos augurios recibiendo una moneda del homenajeado.

Claramente Macri no llevaba encima una moneda y mucho menos sus colaboradores cercanos, así que Colombi no tuvo empacho en pedir un billete. “Traé uno de 100 entonces”, lo toreó. El Presidente sacó uno de tantos billetes que llevaba encima y se lo dio. La gente bramaba y creó el clima para que el Gobernador retomara la iniciativa: “Ahora va a llover mil milímetros”, lanzó, protegido por la carcajada generalizada.

“Esa es la fama que me quieren hacer algunos”, recibió como respuesta, además de una reprimenda jocosa por la obesidad a base de grasa frita u horneada.

 

Aprendiz de chamamecero

Chamamé antes, durante y después. Ese fue el sonido ambiente de la mañana mercedeña-curuzucuateña que sirvió de marco para recibir al Presidente. Pero además, para el broche de oro, Colombi contrató a un lugareño talentoso: Juancito Güenaga, que fue quien terminó tocando para el deleite de la gente, pero también para que el Jefe de Estado se animara sin mayor éxito con el baile.

Sucede que primero fue desairado por Colombi cuando el flamante primer mandatario intentó jugar a ser el damo del mercedeño. Demasiado igualitario para Colombi, que prefirió cortar por lo sano. Igual no pudo evitar la foto.

Pero la cosa no terminó allí y una mujer saltó el corral que la separaba del Presidente y lo invitó a bailar. Se llama María Elena Galdames. Tiene 43 años y es curuzucuateña, madre de varios chicos, uno de los cuales también se fotografió con Macri. María le susurró al oído algunos pasos y el ex alcalde porteño hizo sus mayores esfuerzos. Fue animado y se llevó los aplausos.

“¡Sí, se pudo!”, exclamó la mujer. “Fue una linda experiencia”, alcanzó a decir luego, aturdida por la emoción de haber logrado lo que pocas: hacer bailar chamamé a un presidente que gusta más bien de la cumbia “gildera”.

Todo eso transcurrió mientras Colombi ordenaba la escena. Entra este y sale aquel. Pidió al menos cuatro bises antes de dejar ir a su invitado.

Fue todo el show. Las aspas de la aeronave dieron por terminada la fiesta, que no obstante siguió cerca de las estacas y la carne asada.

Minutos después, la caravana de camionetas desandaba el camino rumbo a la Ruta 119, o lo que queda de ella. La princesa se convirtió en calabaza y los invitados al mitin despertaron del sueño del cambio a la realidad, que viaja a otra velocidad desde hace muchos años en Corrientes.

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Paso: algunas razones del triunfo de Daniel Scioli y Camau Espínola

En la Nación ganó la continuidad moderada encarnada por un perfil más silencioso y conciliador. Y en Corrientes la amenaza de un cambio que, aunque vacío desde el contenido, está lleno de voluntad por una formación alejada de la política que no descansa hasta conseguir los objetivos. Daniel Scioli y Camau Espínola son los nombres de este domingo electoral en Corrientes.
Más o menos y después del papelón de Capital Federal tras el ballotage del 19 de julio, los números de las encuestadoras parecieron preanunciar, desde entonces hasta el jueves, lo que al final pasó: la victoria de Daniel Scioli a nivel nacional, lo mismo que la lista kirchnerista de parlamentarios del Mercosur, que recién ahora, de cara a octubre, habrá tiempo para escudriñar.
Y ganó Scioli porque no es cierta la lírica desesperada de la derecha política, mediática y opinadora de las redes sociales acerca de la voluntad de cambio.
Es verdad que hay mucha gente en contra de las políticas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y grupos concentrados a lo largo y ancho del país que ni siquiera pueden diferenciar, a esta altura de los acontecimientos, lo que es política por argumentos y lo que son las reacciones del odio en cadena, tan o más perniciosos que la tan “molesta” cadena nacional utilizada a veces para hacer, además de anuncios, proselitismo no tan velado.
Ganó el ex motonauta porque la economía se las arregla para gambetear a la feroz inflación negada con la indiferencia de los tontos. Porque los logros son eso, después de tanto tiempo de desquicio. Porque la contención de la clase media y de los más humildes fue un hecho, más allá de las más variadas detracciones.
Ganó el Gobernador de Buenos Aires porque YPF no es lo que decían y porque Aerolíneas resulta que también vale la pena. Ganó el administrador de empresas, y aún debiendo revalidar este logro en octubre, semejante triunfo es su premio al gran “estoico”, a la perseverancia de haberse bancado lo peor de su propia interna que ahora, dado que no tuvo otra opción electoral ponderable, es su turbina, lo mismo que su lastre.
Ganó Daniel Osvaldo Scioli porque Macri no logra enamorar, y porque este país sufrió mucho el proceso de los cambios para creer en un ilusionista de ocasión que acomoda su discurso mirando las urnas o, lo que es peor, escuchando a un ecuatoriano que es capaz de cualquier cosa con tal de lograr sus propios objetivos.
Ganó el esposo de Rabolini porque Massa fue apenas un proyecto en gradiente: supo estar primero en las expectativas de la gente; bajó al segundo lugar (de las encuestas) después de varios desatinos y terminó tercero en las Paso, más allá de su relativo poderío bonaerense y de las posibilidades de redención en octubre o después de diciembre, si es que accede a los acuerdos electorales, que en la Argentina de la democracia estuvieron siempre a la orden del día.
Ganó Scioli porque el resto de los candidatos no supieron o no pudieron acomodar el discurso a los tiempos que se viven en un país con dificultades, muchas, pero propenso a escuchar propuestas y soluciones, no discursos mesiánicos o clichés de conveniencia.
Ganó el oficialismo porque la oposición no supo construirse con mayor seriedad. Y porque Scioli sí logró configurar una imagen más allá del kirchnerismo. Estiró la cuerda cuando lo maltrataron, pero jamás cortó su vínculo con Balcarce 50 y ello, pese a las quejas, concitó la atención del electorado que no quería a un puro (lo que explica la muerte electoral de Randazzo), pero tampoco uno tan distinto. Scioli fue, en suma, el cambio justo.
Y, entre otras razones, porque el peronismo conserva su aparato político en todo el territorio, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, que no es otra cosa que una garantía de triunfo en tanto no se cambien las formas vetustas de votación que a gritos piden los electores, pero que resiste con firmeza la casta dirigencial que se beneficia de sus recovecos.

Corrientes peronista
Y en Corrientes gano Camau para confirmar que aún conserva los votos que le reportan su buena imagen. Para fundamentar el miedo de los personeros del colombismo que amarrados a las poltronas del poder, hace tantos años, vieron de cerca el cruce de la guillotina en 2013 y ahora nuevamente, en clave de alerta para lo que pueda ocurrir en 2017, cuando su protector, salvo un desquicio constitucional, tenga que volverse a las canchas de Mercedes por no haber encontrado un heredero digno, empático con la gente y, sobre todo, ajeno a las traiciones a las que son afectos las familias correntinas cercanas al palacio de Salta y Mayo.
Camau Espínola ganó porque la gente supo interpretar que una cosa era julio y otra distinta agosto. El electorado correntino desdobló su voto entre el “colombismo” del pago en tiempo y forma y el “camausismo” que hizo una gestión municipal histórica (sobre todo en comparación con sus predecesores). Y después de asestarle un golpe en las elecciones de julio a los cálculos electorales futuros de Fabián Ríos, redireccionó su voto para rescatar al PJ de su rol perdidoso, lo que además confirma el peso de la feroz interna que viven (aunque acostumbrados) los compañeros justicialistas.
Ganó Carlos Mauricio porque es, a la luz de los resultados, el mejor de los candidatos provinciales. Porque fue más creíble su discurso vacío que las excusas profesionales del resto, sobre todo de los candidatos más promocionados. Mantenidos por la política desde el principio de los tiempos que no conocen otro camino que el de las excusas para tratar de morigerar el impacto de su propia impericia.
Ganó el ex atleta olímpico porque tal vez entendió que la soberbia que lo llevó contra el paredón en 2013, lejos de ser buena consejera, puede ser el vehículo de la ruina. Camau entendió algunas cosas, según él mismo dice, aunque es largo el camino por el que debe transitar para demostrar esa verdad y convertirse, primero en senador en el mes de octubre, y desde allí en la opción que todos creen que será si construye, políticamente, en los próximos dos años.
Ganó el múltiple medallista de las velas porque el PJ entero entendió los beneficios de la política aliancista bien hecha. Sumó de a poco y de a muchos votos y redobló el beneficio en virtud de la diáspora que sufrió el oficialismo de ECO, que, además de partir sus votos en cuanto candidato a presidente hubo, quebró también su línea discursiva.
Votaron a un representante de la derecha en vez de a su propio candidato; acompañaron a los peronistas de toda laya en boletas y boletitas y, por si fuera poco, el vicegobernador Gustavo Canteros salió a jugar de cuerpo entero con Daniel Scioli, que al parecer no es tan malo como dice Ricardo Colombi que son los kirchneristas, que, al parecer, son otros distintos a los que fueron sus socios de los primeros tiempos.
Ganó Camau Espínola porque conserva su peso electoral pese o gracias a lo playo de su entendimiento político, y porque más allá de lo que dice, pudo demostrar que es capaz de hacer, cuestión que vale mucho en relación a lo poco que hacen los que están y lo descalifican.
Scioli y Camau. Ambos deportistas del agua y cultores de las “p” de la perseverancia, prudencia y paciencia, consiguieron ayer el respaldo de las urnas. Todavía no ganaron nada, pero tienen por delante un rumbo cierto si no desconocen el sentido y la velocidad de los vientos de la política.

“Espero asistir a la reunión del Mercosur para explicar la situación en Paraguay”

(Martes 26 de junio de 2012). En la conferencia de prensa posterior a la reunión con sus ex ministros, realizada en la sede del partido País Solidario, el ex obispo pretendió despejar dudas acerca de la situación de aparente tranquilidad que vive el país internamente. Reconoció que los paraguayos no son de manifestarse activamente pero que lo harán llegado el caso. En esos términos, la manifestación frente a la Televisión Pública sobre la que ya informó El Litoral, consideran es más que representativa del descontento social, aunque no obstante esperan la reacción de los campesinos del interior, verdadero poder de fuego para la política interna.

Fue entonces que el ex presidente se preguntó: “Si no pasó nada, ¿por qué Mercosur no invita a Paraguay?” a la cumbre de Mendoza.

Seguidamente mencionó las reuniones y arreglos que se gestan para la resistencia interna. En cuanto al exterior, habló de la relación con Brasil y Argentina, principales socios del país vecino, a quienes mantendrán informado de todo.

Sobre la posibilidad de que sea mediador ante el mundo para salvaguardar los intereses del país, tal un pedido de su sucesor, Federico Franco, fue categórico: “Franco no tiene autoridad moral ni política para pedir semejante cosa”.

De hecho, “lo que estamos planteando aquí es convertirnos en los fiscales y observadores de todo lo que suceda en el país”.

Sobre su cambio de postura, ahora de resistencia y antes de acatamiento, fue también claro: “Acaté en vista de un mal peor”.

Finalmente le confirmó a El Litoral que visitará Argentina este jueves, para informar a sus ex pares de la situación vivida en el Paraguay. “Espero tener la oportunidad de asistir a la reunión del Mercosur para explicar la situación en Paraguay, así como sucedió con Manuel Zelaya, ex presidente de Honduras”.

Lugo lanzó un gobierno paralelo, opositor, y de resistencia a las acciones de Franco

(Martes 26 de junio de 2012). El ex presidente del Paraguay, Fernando Lugo, presidió ayer por la mañana, desde las 6 hora local, una reunión de gabinete que sirvió para sustentar, en los hechos, el lanzamiento de una especie de gobierno paralelo, opositor, que pretende erigirse en una oficina de contralor de las actuales autoridades. Conformó además, según confirmó en contacto con El Litoral, un equipo de trabajo en los planos político y jurídico para relacionarse con el mundo y trabajar en las presentaciones que crean conveniente a los fines de retrotraer la situación a la “normalidad” previa a lo que llamó “el viernes negro”.

En el mismo acto, el mandatario depuesto ratificó el llamado a una resistencia “pacífica” y convocó a todos los sectores, sobre todo a dirigentes campesinos, trabajadores y estudiantes a encarar un “proceso de reacción contra la destitución a un gobierno elegido por la voluntad popular”.

Dijo que el objetivo de lucha es en repudio al “quiebre” y por el restablecimiento del “orden democrático que respete la soberanía del pueblo y lo restituya en el cargo”.

Consultado por El Litoral acerca de si es posible su vuelta al Palacio de López aseguró que en Paraguay, como en la política, “todo es posible”, aunque no mostró con mayor firmeza una voluntad de encontrar en tiempo y forma una salida a la crisis.

Sus operadores manejan alternativas y una de ellas es que el aislamiento del país, costo que deberán pagar los paraguayos, presione de tal manera al Congreso para que pueda revisar su decisión.

Otra alternativa es el adelantamiento de las elecciones previstas para el mes de abril de 2013, que tiene limitaciones jurídicas y políticas (pues sería el reconocimiento de la subversión que el actual gobierno se niega a aceptar) y una tercera vía es la jurídica, planteando la inconstitucionalidad del juicio político en la Corte local pero también en organismos internacionales.

En ese sentido Lugo anunció que recurrirá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA para reclamar la ilegitimidad del juicio político mediante el cual el Congreso lo destituyó el viernes último.

Mientras tanto, al tiempo que se preparan más reuniones de sus cuadros políticos y manifestaciones de sus militantes (método al que acudió también el Partido Liberal, ahora en el gobierno, para apoyar al nuevo presidente, Federico Franco), Lugo se puso al frente de la resistencia, aunque aclarando que no apañará “ningún acto de violencia”.

“No vamos a darle el gusto a los promotores de la muerte en el país, ni de aquellos que han promovido la violencia. Vamos a garantizar una resistencia pacifica”, puesto que “cualquier signo de violencia Fernando Lugo no va apañar”.

Por lo demás recordó que “la Constitución Nacional contempla una resistencia y nosotros agregamos que sea pacifica”.

El domingo por la noche, su ex jefe de Gabinete, Miguel Angel López, leyó ante la TV Pública el párrafo constitucional aludido llamando a una resistencia a la usurpación.

Reapareció Fernando Lugo y convocó a su gabinete a montar un gobierno paralelo

(Lunes 25 de junio de 2012). El presidente depuesto del Paraguay, Fernando Lugo, reapareció en la escena de su país dando señales claras de que lo que considera “un golpe a la democracia”, no le resultará tan simple a las mayorías políticas conservadoras que cerraron filas en contra de su continuidad.

Primero, en la madrugada del domingo, se hizo presente frente al edificio de la Televisión Pública y en el “micrófono abierto” maratónico que se dispuso para resistir la situación, alentó manifestaciones pacíficas para recuperar el gobierno perdido. Ayer, desde su domicilio particular de Lambaré, en un barrio sencillo de las afueras de Asunción, dijo tajantemente que no reconocerá el gobierno de su ex vice, Federico Franco; que irá a la reunión de Unasur del miércoles en Lima, Perú, y que vendrá a Mendoza como presidente del Paraguay a representar a su país en la cumbre del Mercosur de este jueves (pese a que le retiraron oficialmente la invitación al Paraguay) y convocó, para hoy mismo a las 6 de la mañana, a una reunión de gabinete.

Habilitó, lo que se dice, un gobierno paralelo que en Asunción creen es un manotazo de ahogado más pensando en la comunidad internacional que en la política interna.

Un alimento para una campaña latinoamericanista que en el país ya se lee como una nueva “triple alianza”.

Luguistas asumidos y reconocidos, como el ex secretario de Defensa Civil, el argentino Camilo Suárez, de quien dicen es uno de los asesores del anillo más íntimo de Fernando Lugo, reconoció ante El Litoral que la situación es difícil, que el gobierno se perdió, entre otras cosas, por cuestiones internas del Frente Guazú (sustento político del sector) y por una ingenuidad que se vio manifestada ante la avanzada de la coalición conservadora que terminó de contarle las horas al ex obispo.

Ex el ministro de Interior, Carlos Filizzola, el primero de los cesanteados tras la masacre de Curuguaty, donde murieron 11 campesinos y 6 policías, mecha que encendió el conflicto, dijo ayer en contacto con este diario, que lo que Lugo hizo al irse fue “priorizar la no violencia”, pero ahora, con la reunión de ministros que tendrá lugar hoy a las 6, la idea es “estar en contacto para unificar un discurso en contra del gobierno de Franco, que no es legal ni legítimo, y para unificar estrategias y recurrir luego a las cortes del mundo y del Paraguay para denunciar este golpe institucional”.

Esto implica, ni más ni menos, que montar una especie de segundo gobierno, apuntó El Litoral. “Nosotros priorizamos la paz pública, pero ahora vamos a hacer lo que esté a nuestro alcance para denunciar este atropello”, señaló luego de retirarse de la residencia de Lugo, donde ayer, pese a ser domingo (sagrado para la gente) dirigentes de todo tipo desfilaron en busca de nuevas argumentaciones.

La prensa del mundo se apostó también en ese lugar, pues desde allí se preparó la reunión de hoy que no sería, por el detalle de ya no ser, más que un remedo de las reuniones de gabinete que semanalmente presidia Lugo.

Reaparición

La agenda del ex presidente, como se dijo, empezó a moverse en la madrugada del domingo, primero en la explanada de la incipiente televisión estatal y después con una rueda de prensa que dio ayer cerca del mediodía. A la tarde, tras la insistencia de los medios internacionales, el ex mandatario se asomó a su balcón a saludar en un alto de las reuniones.

Seguirá en la picota con la reunión de hoy, que es también un posicionamiento que le cierra las puertas a un llamado que hizo el presidente Franco, quien le dijo ayer a varios medios que planteará la eventualidad de convocar a Lugo para que sea el nexo con los presidentes de Latinoamérica, temiendo tal vez lo que podría ser un bloqueo que afectara, como siempre, al pueblo paraguayo.