Por Evelín Bochle
Poeta, Licenciada en Letras, Docente.
—“Gerardo murió en mis brazos” —confiesa una de las voces de A corazón abierto, refiriéndose a la muerte del escritor saladeño Gerardo Pisarello.
Un corazón se detiene para siempre. Por un instante, por una fracción de tiempo, la muerte aparece como lo que realmente es. Durante ese intervalo en que se la entiende, se la reconoce, no ocurre otra cosa, no hay palabra ni símbolo, sólo silencio.
El silencio se interrumpe cuando reaparecen los versos, se reaviva la palabra para sortear el dolor, se disimula a la muerte al nombrarla. La palabra, como signo, se ubicarse entre el sujeto y la cosa misma.
Quien narra el momento de la partida del escritor es Romy; Rómulo Francisco Espinoza; abogado, escritor, músico y uno de los discípulos de Gerardo. A partir de allí las voces de jóvenes poetas van a referirse a personajes, hechos y lugares que constituyen la realidad cultural e histórica de Caá Catí y de la zona.
Eduardo Ledesma evoca, a través de ellos, a los grandes poetas, a los que recogieron el legado de los originarios: Albérico Mansilla, David Martínez, Carlos Gordiolla Niella, Pedro Cabral, Olga y Enrique Piñeiro, José Alberto Alarcón y el mismo Pisarello.
Los que toman la posta son principalmente los fundadores de Pájaro de tinta, un enorme y fructífero grupo literario. Son testigos que ofrecen sus relatos y sus anécdotas; pero también son partícipes de la historia porque continúan la actividad iniciada e instaurada por esos grandes que admiran. Ellos son los creadores de la feria como evento cultural e identitario.
Con respecto al género, tenemos en cuenta que la crónica es un tipo de texto que busca el punto cero, el aquí y ahora.
—“Ahora es septiembre de 2017. Ahora es Caá Catí. Ahora es la cuarta entrega de una feria del libro que se despide anunciando su continuidad. Ahora es de noche y el calor afloja.”
Entendemos que el autor regrese constantemente a ese cronotopo; sin embargo, le es imposible sostener la escritura en ese lugar y en ese tiempo. La feria es un disparador que lo ubica una y otra vez frente a otros que aparecen a través de las voces que ahora escucha. La feria es el vehículo que le ofrece la oportunidad de desplazarse e instalarse en un espacio y tiempo poéticos.
Si bien este tipo de texto por definición ubica los acontecimientos en el tiempo, ocurre que el autor se encuentra con personajes y hechos que se pierden en un pasado emparentado con el tiempo detenido, originario. Por eso la obra se va constituyendo como una búsqueda de la palabra, que a través de los grandes poetas de nuestra zona se vincula directamente con la palabra fundadora de los primeros habitantes, ésos que nombraron por primera vez las cosas cuando comenzaron a existir:
—“Caá Catí —dijeron, y quedó para siempre.” Hierba de aroma intenso, monte de olor pesado.
Por todo esto, también es una obra en la que se construye la propia voz poética de su autor. Eduardo Ledesma se presenta como un cronista, pero llega bastante más allá de ser un recopilador de datos:
—“A Caá Catí fui como cronista, pero hice un mal cálculo: pensé que me sobraría tiempo, pues acostumbrado a la vida de los pueblos, no pensé ver más que unas pocas cosas en medio día. Me equivoqué. La feria modifica esa rutina y el tiempo parece no alcanzar.”
Su voz es ésta. Genuina y verdadera se abre camino por entre los testimonios de los protagonistas directos. Lo emocional se entrecruza con un interesante trabajo de investigación y recopilación de información.
La muerte de un hombre, relatada y sentida por otro hombre es un evento devastador que enmudece y paraliza. Pero culturalmente, se funda como un momento de transición y trascendencia. El sentido de pertenencia y la identificación cultural confirman la constitución de una literatura justificada desde su origen.
Gracias Evelin Bochle. Por estas palabras, que le dieron marco, nada menos, que a la presentación-lectura de “A corazón abierto” en la Feria del Libro de Buenos Aires. Inmensamente agradecido.
Eduardo Ledesma
Mayo de 2019