Éxodo: el número de turistas argentinos que cruzó a Brasil y asombró a los funcionarios

Publicado en La Nación

CORRIENTES. Más de 21.000 veraneantes argentinos cruzaron ayer desde Paso de los Libres hacía los distintos destinos turísticos de la costa brasileña, lo que representa un 300% más en relación a los números registrados en la temporada pasada y, al menos, casi 20% más en relación a los valores previos a la pandemia, aunque las autoridades migratorias prevén que el pico todavía está por llegar y que podría ascender a 25.000 personas por día, solo en este paso fronterizo.

“Ayer cruzaron por el puente internacional más de 21.000 personas, un número que está por encima de los 18.000 que se registraban en los mejores días de los años anteriores a las restricciones por la pandemia. Incluso estamos hablando de números superiores de hasta en un 300% en relación a los cruces registrados el año pasado”, dijo a LA NACIÓN el coordinador del Centro de Frontera, Alberto Yardín. En tanto, hoy las autoridades previeron algunos cambios organizativos para acelerar los procesos migratorias, pero la demanda era igual de sostenida que ayer. Por eso, al cierre de esta nota, se creía que el número de turistas tendería a la suba hasta estacionarse en su pico récord que se registraría el fin de semana próximo.

Dada la enorme cantidad de gente que se agolpó en los últimos días en el puente internacional Agustín P. Justo – Getulio Vargas –porque los números vienen aumentando desde la semana pasada, cuando pasaron entre 13.000 y 16.000 personas–, las playas de estacionamiento y las rutas cercanas a la aduana colapsaron. Ayer se contaban de a miles los vehículos estacionados sobre la ruta 117. A través de este paso se accede a destinos de playa como Florianópolis y a otros costeros del sur.

A raíz de esta situación, las autoridades municipales de Paso de los Libres, del Centro de Frontera, de la Policía y de Gendarmería Nacional acordaron instalar varios retenes sobre la ruta para ordenar el tránsito y, de esa manera, agilizar el cruce, informó Yardín.

“Además ocurrieron dos cosas que son muy importantes: la instalación de dos casillas especiales para los residentes libreños, que ya no deberán bajar de sus vehículos y solamente con la presentación del DNI podrán pasar a Uruguayana (Río Grande del Sur, Brasil) , con la correspondiente agilización del trabajo en Migraciones; y la instalación de casillas especiales también para turistas que viajen en colectivos”, añadió Ataliva Laprovitta, delegado de Migraciones en Corrientes, en contacto con LA NACIÓN.

“Ambas cosas son importantes porque agiliza el trabajo, pero además porque era una demanda de los usuarios del puente y que están incluidos en el sistema del Tránsito Vecinal Fronterizo”, añadió el funcionario.

Buscan acelerar los controles para evitar las largas filas
Buscan acelerar los controles para evitar las largas filasGentileza

Laprovita informó, además, que Migraciones dispuso un refuerzo importante de personal para atender la demanda, que puede escalar incluso a los 25.000 cruces diarios el fin de semana. La atención para los vehículos particulares se duplicó y ahora hay unos 40 puntos de atención. “Ayer, por el colapso del sistema, las demoras fueron de más de cuatro horas”, remarcó.

Nueva organización

Según indicó Yardín a LA NACIÓN, ya el domingo se realizó una prueba piloto de las dos casillas exclusivas y, tras su buen funcionamiento, ayer se habilitaron. “Son exclusivas para los ciudadanos de Paso de los Libres que viajan a Uruguayana y viceversa. Si van a otra parte de Brasil o de la Argentina, deberán realizar los trámites correspondientes”, aclaró.

“También se habilitó una salida exclusiva para ómnibus y ahora se dispusieron retenes en el rulo de la ruta nacional 14 y su intersección con la ruta provincial 117, para evitar el bloqueo del ingreso y salida de la aduana, pero sobre todo para evitar el bloqueo del Complejo Multimodal de Cargas, porque recordemos que este puente es utilizado por el comercio internacional y pasan por aquí entre 1000 y 1200 camiones diarios, lo que también es una situación muy compleja de atender”, añadió el coordinador del Centro de Frontera.

La cantidad de gente “es algo nuevo inclusive para los propios funcionarios. Pero confiamos que a medida que vayan transcurriendo los días va a ser aún más ágil el cruce”, señaló.

Sobre el estado del puente internacional Agustín P.Justo – Getulio Vargas, tras sus complicaciones del año pasado, ambos funcionarios consultados por este diario reconocieron que está apto para todo el flujo registrado por el momento. “Lo que hacemos con las autoridades es cuidar que no quede peso muerto sobre el puente. Eso es una recomendación de Vialidad Nacional y también de las autoridades brasileñas”, dijo Yardín.

Laprovitta, en tanto, recordó que las obras sobre el viaducto fueron concluidas hace tres semanas, pero todavía hay intervenciones en la cabecera brasileña, “que se pausaron porque no es lo más conveniente con la cantidad de vehículos circulando”, mencionó.

Requisitos para viajar

El delegado de Migraciones de Corrientes confirmó que para viajar a Brasil desde Paso de los Libres, se debe contar con DNI tarjeta o pasaporte. No se aceptan constancias de extravío ni documentos digitales. Los menores de edad que no viajen con sus padres deben tener autorización expresa certificada. Además, se requiere el registro migratorio de ingreso y la posterior salida ante la Policía Federal de Brasil, que se realiza en la frontera sobre el puente Getulio Vargas.

Sobre el pasaporte de vacunas contra el Covid-19, manifestó que deben contar con constancia de vacunación física o digital descargada. Se requieren dos dosis de vacuna o una en el caso de la monodosis.

Para aquellas personas que no cuenten con vacunas, deben presentar un PCR negativo o un antígeno menor a 24 horas. Para reingresar a la Argentina no son necesarias las solicitudes vinculadas al coronavirus.

Además de los documentos personales, se exigen todos los registros vigentes de los vehículos en los que se hace el cruce.

Alberto Fernández viaja a Yacyretá, en medio de reclamos por el cierre de un paso fronterizo con Paraguay

Publicado en La Nación

CORRIENTES.- El presidente Alberto Fernández se reunirá este lunes con su par paraguayo, Mario Abdo Benítez. Primero recorrerán la zona de obras en que la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) construye el brazo de la represa Añá Cuá, y luego viajar a la localidad paraguaya de Ayolas, donde cumplirán una agenda institucional. Se trata de una visita que genera expectativas en la región, en medio de una creciente tensión entre ambospaíses, por el cierre del paso fronterizo Ayolas-Ituzaingó, única vía terrestre que se mantiene inactiva e impide el ingreso a la Argentina.

El mandatario argentino arribará a las 11 al aeropuerto internacional de Ayolas con una comitiva reducida de menos de 10 personas. Allí lo recibirán Abdo Benítez e integrantes del gabinete paraguayo, autoridades de Yacyretá y legisladores nacionales de nuestro país.

Tras la recepción, los presidentes se trasladarán a la central hidroeléctrica Añá Cuá, que ampliará entre un 9 y un 20% la producción de energía de Yacyretá, y serán recibidos por los gerentes de obra: el ingeniero Fabián Ríos -exintendente de Corrientes- y por el ingeniero Carlos Yorg, de Paraguay, con quienes recorrerán la obra. Más tarde, ambos mandatarios regresarán a Ayolas donde Abdo Benítez y Fernández encabezarán un acto de entrega de viviendas y títulos de propiedad.

La agenda contempla encuentros bilaterales en la residencia presidencial de Paraguay, emplazada en la Isla Yacyretá, y un posterior almuerzo.

En esas reuniones se cifran las expectativas sobre posibles soluciones al reclamo paraguayo y del gobierno de Corrientes, que buscan la reapertura del paso internacional Ituzaingó-Ayolas, que viene siendo demorado por los trabajos en la represa de Aná Cuá.

Obras en la represa Añá Cuá, en el complejo de Yacyretá
Obras en la represa Añá Cuá, en el complejo de Yacyretá

“Fernández tendría la voluntad de abrir el paso fronterizo. Esa es la versión que nos llegó desde el vicepresidente, Hugo Velázquez, luego de su visita a la ciudad de Buenos Aires”, dijo el intendente de Ayolas, Carlos Duarte, en declaraciones a una radio correntina.

La posible reapertura del paso fronterizo fue un tema de conversación entre Fernández y Velazquez, el pasado 16 de mayo, cuando el Presidente recibió en Olivos al vicepresidente paraguayo.

El conflicto fronterizo

El cierre de la frontera, que se decretó tras declararse la pandemia de coronavirus, forma parte de un áspero debate político puertas adentro de la provincia de Corrientes y la zona sur de Paraguay, y que escaló a mediados de abril. Sobre todo porque la Entidad Binacional Yacyretá había anunciado que abriría el paso el 18 de ese mes. La promesa no se cumplió porque, según el mismo organismo, las obras de ampliación de la represa en Aña Cuá lo impiden.

Producido el reclamo por el cambio de posición, la directora de Migraciones, Florencia Carignano, rechazó cualquier posibilidad de capricho político en la no habilitación del paso Ituzaingó-Ayolas. “No tengo conocimiento de ningún reclamo político. No se habilita por un pedido de la gente de Yacyretá. Aún siguen las obras en Aña Cuá y eso impide habilitar el paso”, remarcó en declaraciones a la prensa.

Para sectores de la oposición en Corrientes, ligados al PJ, es claro lo que esgrime Yacyretá, dado que existe un riesgo importante si se reabre el cruce de vehículos particulares y de personas. Para el gobierno correntino, en tanto, no hay sustento en los fundamentos de la entidad binacional. Sostienen que habría una discriminación de la Nación en perjuicio de Corrientes, al estar gobernada por un signo político distinto a la Casa Rosada.

El propio gobernador, Gustavo Valdés, se metió en la discusión: “Básicamente, nosotros pedimos la apertura de los pasos, pero parece que hay ´caprichitos´ de algunos funcionarios”, dijo.

“Ya en 2019, Yacyretá informaba que el cambio de turbinas y los trabajos en Añá Cuá generarían un escenario de difícil circulación en la zona de obras. Parece que el caprichoso es el gobernador de Corrientes”, respondió el senador Martín Barrionuevo (PJ), principal vocero de la oposición en la provincia.

También fue consultado el embajador argentino en Paraguay, Oscar Domingo Peppo, quien sugirió “despolitizar la situación”, pues “no es una cuestión discriminatoria, no es una cuestión de capricho de Migraciones, ni de Carignano. Hay un planteo que hizo el gobierno de Corrientes, pero hay también una situación que no depende de Migraciones. Esto está ligado a la Entidad Binacional Yacyretá y al proceso de reconstrucción de Aña Cuá”, remarcó. Uno de los argumentos que sustentan el reclamo es que la construcción de Añá Cuá se realiza a varios kilómetros del paso por el puente binacional.

En ese escenario, el gobierno argentino informó que las autoridades de Yacyretá pidieron no habilitar el paso fronterizo y argumentando que, si bien se trata de un paso importante, no transita tanta gente por día, razón por la cual el impacto es menor.

El gobernador radical Gustavo Valdés también planteó reclamos para la reapertura del paso fronterizo
El gobernador radical Gustavo Valdés también planteó reclamos para la reapertura del paso fronterizoGerardo Viercovich

El argumento del gobierno de Corrientes pone el acento en que la decisión del cierre genera un déficit grande en las economías regionales de ambas naciones, lo que debilita a varios sectores productivos locales ligados al movimiento de bienes y servicios, pues se le niega a los comerciantes la posibilidad de reactivar el flujo económico y se limita el ingreso de turistas.

En los últimos días se produjo la reapertura del paso fluvial entre los puertos de Itatí, en Corrientes, e Itá Corá, en la ciudad paraguaya de Mayor Martínez. En breve, se anticipó, se sumaría un servicio que uniría General Díaz, en Paraguay, con Itatí. El 25 de abril, en tanto, se restableció el cruce fluvial entre Yabebyry (Paraguay) e Itá Ibaté (Corrientes), lo mismo que el transporte fluvial entre Paso de la Patria y Paraguay.

Peste, política y posverdad

La verdad fue otra vez víctima de la posverdad, abonada por intenciones políticas que traccionan detrás de la pandemia. Y si bien no es nueva la costumbre de tomar el todo por la parte para documentar el parecer propio en desmedro del ajeno, los daños se proyectan mayores cuando está en juego la salud, la vida y, por tanto, el futuro.

¿Qué pasó? Pasó que un delegado de la Organización Mundial de la Salud, que aconseja sobre covid-19 en Europa, pidió a los países que “dejen de utilizar el bloqueo como método de control principal” para frenar el virus.

El pedido va en línea con la posición del organismo, que desde marzo advierte sobre los efectos negativos de los confinamientos masivos y prolongados y pide minimizarlos, con la aclaración de que estas medidas “son necesarias para suprimir rápidamente el virus”, pero que “deben tener una duración limitada” porque generan efectos socioeconómicos iguales o peores que la peste.

El tema es que las declaraciones del delegado, David Nabarro, volvieron a poner en debate la utilidad de las cuarentenas e hicieron tambalear la posición de la OMS. El cuadro se completó cuando intereses partidarios volvieron a tomar la parte por el todo, apalancados en esas declaraciones. Incluso el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, utilizó esas palabras para asegurar que la OMS le dio la razón y para pedirles a los gobernadores demócratas que “abran sus estados”.

Pero también en Argentina se sintió el efecto media-verdad, según escribió José Giménez, haciendo un racconto aclarativo para chequeado.com. A raíz de las declaraciones del delegado especial, en Argentina “La OMS” fue tendencia en Twitter. El argumento se utilizó además para cuestionar las medidas de aislamiento aplicadas desde marzo por Alberto Fernández y para respaldar las acciones que terminaron en una manifestación ciudadana el pasado 12 de octubre.

Las críticas, que no cabían en marzo, caben ahora por los resultados. La cuarentena es una medida extrema para frenar la propagación, pero acarrea costos altos. Se la tomó para ganar tiempo y de ese modo preparar el sistema de salud, pero desde el primer momento, más allá de ciertas actitudes triunfalistas tempranas, se dejó dicho que tales decisiones no acabarán con la epidemia.

En su chequeo, Giménez recordó que la OMS recomendó acciones para detener la propagación: ampliar el sistema; localizar los casos sospechosos; aumentar la capacidad de los test, y adaptar y equipar instalaciones destinadas a tratar y a aislar a los pacientes.

En la Argentina se avanzó bien en algunos ítems; poco y nada en otros. En Corrientes la cosa estuvo más pareja, con un alto nivel de cumplimiento de esas recomendaciones: se creó un sistema sanitario paralelo para atender, tratar y aislar pacientes, se informó una buena capacidad y número de testeo por habitante y hasta el último mes, al menos, la Provincia informó que tenía controlado el nexo de contagios. Y esto más allá de las múltiples versiones que circulan por el territorio de la virtualidad y que indican lo contrario, a caballo de algunos datos que surgen de usinas de distintos niveles de credibilidad e intencionalidad, con acceso a información confidencial, que echan raíces allí donde la oficialidad llega tarde o calla.

Esto ocurre aquí como en todas partes, porque a la salud y a la economía se les abalanzó la política que tensiona desde los atriles del proselitismo en puertas, con base de sustentación en otra recomendación que parece no tener una respuesta clara: la planificación de una transición gradual para salir de esta situación y reimpulsar la actividad anclada en la famosa “nueva normalidad”, que implica drásticos cambios culturales, además de contención sanitaria.

Es allí donde se inserta la más certera crítica contra el aislamiento, porque demostró no ser una solución sostenible. En ese sentido, Nora Bär escribió el viernes en La Nación que una de las primeras equivocaciones tal vez haya sido seguir la idea de “aplanar la curva”, en vez de “aplastarla”, estrategia que mostró su efectividad en Córdoba, por ejemplo, o en Corrientes misma, pero que fue insuficiente cuando volvió la movilidad.

Pero, además de esos aspectos técnicos, “hay dos factores cruciales que incidieron en los resultados actuales: la falta de un trabajo interdisciplinario sostenido entre médicos y científicos, incluso con los de campos no afines a la medicina; y la visión de que la pandemia es un hecho meramente biológico, dejando de lado aspectos sociológicos y culturales determinantes”.

Entonces, como vimos, usar la parte por el todo, además de ser engañoso, no es válido como opción, y menos en sistemas deteriorados como el de la Argentina, por caso también el de Corrientes, que debió montar en paralelo un nuevo sistema porque no existía ninguno en condiciones de soportar las exigencias de la pandemia.

El deterioro es una de las herencias de las que habla con cierta desvergüenza el peronismo bonaerense o nacional, que pocas veces acepta el tamaño de su responsabilidad que deviene de la cantidad de años en el gobierno; pero también es una herencia de la que no puede hablar el gobernador Gustavo Valdés, pues más bien es un lastre solapado que le vino del enquistado colombismo, como la pandemia, pero que emergió gracias a ella.

Acá, como en el país, y también como en todas partes, la cuarentena sirvió para preparar hospitales y para aletargar lo que está pasando ahora: las olas de contagios con números de muertos que empiezan a preocupar pero que hubieran sido peores sin la preparación previa necesaria. Lo dicen en el Gobierno de la Nación, pero también aquí en Corrientes, en ambas veredas de esa ancha avenida que a veces suele mostrarse como grieta. En ambos búnkers muestran, aunque en privado, que la gente murió menos en el comparativo marzo-agosto/2019-2020, incluso menos por afecciones respiratorias. Suena fuerte decirlo así, pero es sobre la base de esas evidencias que se tomaron medidas de acción pública. Debería ser siempre así, por lo demás.

Pero más allá de la carrera por la peor estadística -que parece motivar a algunos-, se trata aquí y ahora de construir sobre los objetivos comunes, de salvar vidas, de recuperar la economía; se trata, sobre todo, de la verdad como cimiento para edificar soluciones necesarias y urgentes, y sociedades duraderas que puedan convivir aun en sus diferencias.

Quiere decir esto que saber la verdad de la pobreza, por ejemplo, nos abre la posibilidad de abordarla adecuadamente, contenerla, morigerarla, erradicarla. Se trata de un ejercicio que puede hacerse con cualquier otra cosa: con la pandemia, con la economía, o con la corrupción. Los resultados podrían ser sorprendentes.

Quiere decir que hay que respetar el derecho al trabajo, a la circulación, a la opinión, a la queja política, pero siempre. No solo cuando me conviene. Hacer respetar la libertad de uno, pero también la del otro, que incluye respetar a un “todos” que, en épocas de pandemia, asienta en la salud de la población.

Tal situación, en todo caso, lleva a plantear la necesidad de la responsabilidad individual, sin que ello implique bajar los controles o relajarlos, porque en países como los nuestros -y en provincias como las nuestras- hay factores que exceden el voluntarismo y que determinan conductas.

Es muy fácil criticar la movilidad o la falta de cumplimiento de ciertas normas, sobre todo las que implican costos económicos, sin mostrar en el mismo acto los altísimos niveles de informalidad laboral-salarial, de desempleo, de pobreza estructural y el raquitismo cultural derivado de la falta de educación, que es transversal a los estratos sociales y rangos etarios.

Los resultados conductuales de hoy, demuestran una decadencia en aumento en cuanto a valores de forma y fondo, e incluso demuestran enormes niveles de prepotencia pública, a veces insuflada por malos ejemplos que bajan desde la oficialidad: un contrato social que se deteriora todavía más cuando el Gobierno parece encubrir más que disciplinar, o dar el ejemplo.

Allí surge la importancia de la coherencia y de la verdad, que utiliza el vehículo de los hechos, de las pruebas, que se comunica echando mano a la información disponible, lo cual es contrario a su ocultamiento, y que a su vez debe ser lo más democrática posible.

A la mentira se la conjura con datos, con pruebas, no acallando voces o creyendo que el Estado es el único vocero posible o el único contralor válido. Entre otras cosas, porque hay evidencias de sobra, aquí y en todas partes, de las maniobras de censura en la que terminan cayendo muchos gobiernos mientras maquillan en el plano discursivo una aparente custodia de la libertad de expresión, que no es privilegio de medios o periodistas, sino un músculo de la democracia.

Para que sean creíbles, en todo caso, estos valores deben sostenerse siempre, no cuando queda a mano de alguien porque ilustra su sesgo de pertenencia. Si eso pasa, no estamos más que actuando como aquellos a los que criticamos.

Adoptamos una suerte de “tribalismo moral”, al decir de Eduardo Levy Yevati, en el que hay un “nosotros” y un “ellos”, pero que se parecen. “Asumimos que la gente como uno comparte nuestra visión; si no la comparte, lo más probable es que no sea como uno, y por lo tanto, mejor no escucharla”. La conclusión de eso es una tribu compacta, cerrada. Cuando, además, tal situación está mediada por el odio, o por un cierto resentimiento, el otro se convierte en alguien al que hay que eliminar. Muy peligroso.

Los nuevos pobres de una vieja pandemia

Según proyecciones elaboradas sobre la última medición del Indec, la pobreza en Argentina alcanzó un 47 % en el segundo trimestre de 2020. En promedio, todo el semestre estuvo en el orden de los 41 puntos, número escandaloso pero naturalizado que golpea a los más jóvenes: al 56 % de las chicas y chicos que viven en hogares con múltiples carencias. Son alrededor de 6,1 millones de afectados. Nombres y apellidos. Futuros condicionados.

La mayor tasa de pobreza se registró en Concordia (52,2 %) y la menor, en la Ciudad de Buenos Aires (17,3 %). Pero en términos absolutos, la mayor cantidad está en el conurbano bonaerense: son 5,8 millones de personas.

Este presente se explica de muchas maneras, aunque sea injustificable o constituya una deuda de la Argentina y de su democracia.

La pobreza se consolidó hace décadas, pero cobró impulso luego de dos años de recesión e inflación, y luego del duro impacto en los ingresos y en el empleo como consecuencia de la pandemia.

Corrientes y la región no escapan al problema, más bien todo lo contrario, pues a las cuestiones de coyuntura debe sumarse, siempre, la estructura de su pobreza desatendida, o no atendida con la fuerza que requiere torcer su curva degradante, inveterada.

En Corrientes la pobreza alcanzó el 41,2 % y se ubica en el tercer lugar de la región. El Chaco registra el mayor índice en el NEA (48,7 %). Le sigue Formosa (42,4 %) y cierra Misiones (38,1 %).

Estos números dicen también que en Argentina hay 18,5 millones de pobres y 4,7 millones de indigentes. Que en un año quedaron bajo la línea de pobreza 2,6 millones de argentinos y bajo la línea de indigencia, 1,3 millón. Nuevos pobres para una doliente colección humana con serios problemas para su desarrollo.

Según algunos analistas, es la peor tasa de pobreza desde 2004, cuando afectó a cerca de un 45 % de personas. Eran momentos en que la Argentina salía de la peor crisis económica en su historia.

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Comparado con el desahucio planetario endilgado al coronavirus, hablar de crisis anteriores -aun en un país tapizado de crisis como la Argentina-, parece un cuento para chicos. La rígida cuarentena que se decidió como camino preventivo para morigerar-retrasar los efectos de la pandemia, destruyó en Argentina unos 4 millones de empleos. Los más afectados fueron cuentapropistas y asalariados informales, aunque el trabajo de calidad también cayó. Todo, pese al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), la prohibición de despidos y la doble indemnización decretada por el Gobierno.

La licuación de salarios por inflación, además de la rebaja de ingresos que sufrieron miles de trabajadores en medio de la pandemia, perfilan lo que podría llamarse la profundidad de la pobreza: otra brecha que nos permite ver cuán pobres son los pobres, que en su mayoría -y dada la ayuda estatal- recibe en promedio la mitad de lo que se requiere para esquivar la degradante cucarda que se cuelgan sin remedio los pobres en la Argentina: casi uno de cada dos.

Pero hay más (que no son los indigentes, ni los jubilados). Se trata de aquellos que aun con trabajo formal y establecido, aun con trabajo de calidad, ya sea en el Estado o en el sector privado, cobran menos de lo que vale una canasta alimentaria. Esa es una situación que agrava los cuadros y que no se revierte con el mero uso de un efecto discursivo. O de una ayuda.

Agrava los cuadros porque esa transferencia de ingresos (que tanto molesta a los “exitosos” del sistema, que detestan los “vagos” a su alrededor) no resuelve la pobreza estructural sino que solo sirve de contención en medio de las crisis. Hay, por tanto, un alivio, pero también una mayor dependencia de las arcas públicas. Dinero que sirve para sortear la emergencia, pero no para mejorar las oportunidades ni la calidad de los empleos. Aquí hay otra mala noticia: la mayor dependencia del Estado alcanza también a los “exitosos” que se quejan (con altas dosis de hipocresía) de la dependencia de los otros, cosa que, además, no es privativa de la pandemia.

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Pero debajo de la superficie hay otros problemas asociados a la pobreza que van midiendo una degradación más silenciosa, aunque a la vez más dañina. Se trata del proceso de descenso social que en el último año empujó al fondo a una mayor cantidad de hogares argentinos que siempre se jactó de la movilidad social, pero ascendente.

Según informes publicados en los últimos días (Moiguer Compañía de Estrategia – Diario La Nación) con el derrumbe de la economía, el peso de la clase media en la sociedad argentina se redujo y, por primera vez en décadas, su participación cayó por debajo de del tercio. Esto quiere decir que la clase baja infló su participación en la pirámide social argentina hasta alcanzar al 64 % de los hogares, frente al 50 % que representaba en 2019.

“El salto, sin embargo, no se sintió tanto en el número de argentinos que pueden ser identificados como de la ‘clase baja extrema’, que se incrementó en cinco puntos -pasando del 20 % al 25 %- sino más bien por la consolidación de la llamada ‘clase baja’, que tuvo un aumento de nueve puntos (del 30 % al 39 %)”, dice el informe.

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“Las clases medias fueron históricamente consideradas un rasgo particular de la estructura social argentina respecto del contexto latinoamericano y un factor esencial en el modelo de integración social”, dicen Inés González Bombal y Maristella Svampa en un estudio comparativo sobre movilidad. “Sin embargo, en las últimas décadas la Argentina ha conocido un gran aumento de las nuevas y viejas formas de pobreza, de precariedad laboral y, más recientemente, tasas de desempleo nunca alcanzadas en el pasado”. Esta inflexión estructural revela una creciente polarización entre los “ganadores” y los “perdedores” del modelo, con una virulencia nunca vista, lo que echó por tierra la representación de una “clase media fuerte y culturalmente homogénea” y sus esquemas de armonización con los modelos económicos implementados en el tiempo.

Los modelos cambiaron. Los valores también. Y “la dimensión colectiva que tomó el proceso movilidad social descendente arrojó del lado de los ‘perdedores’ a vastos grupos sociales, entre los cuales se incluyen empleados y profesionales del sector público, sobre todo provinciales, “antes protegidos, ahora empobrecidos”, en gran parte como consecuencia de las reformas encaradas por el Estado y el devenir de la economía que tributa en los altares del mercado. La ruptura de esos lazos culturales está a la vista. Fundamentan discusiones acaloradas entre los que pretenden una reconstrucción desde la realidad apremiante del hoy, y los que ven el presente filtrado por el color sepia de un pasado monolítico, supuesto, efectivo a los efectos moralizantes, pero difíciles de verificar e imposibles de recrear.
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El diagnóstico no es bueno. Ni la proyección. Y no lo será nunca si seguimos en la misma, como sugirió Einstein; si seguimos variando recetas que ya fracasaron una y otra vez, y que tienen a la pobreza como instrumento de la política: de la peor de ellas.

Tal vez el punto fundante que nos plantea la pandemia pueda habilitar, en todo caso, una redefinición de urgencias: generar otros pactos y que esos pactos miren el futuro con los elementos de la complejidad actual. Volver al pasado no es una opción. No debería serlo, al menos, y no deberían permitirlo los que miran la vida desde la tabla de los resultados.

Y dados los números, tal vez sea necesario -además de urgente- sustentar mayor cantidad de políticas públicas que perfeccionen las herramientas que atienden a las infancias. Rediscutir los alcances de una real igualdad de oportunidades. Sostener con hechos la inclusión de la mujer en la agenda pública y política. Tomarse en serio la protección del ambiente y, en todo caso, retomar la agenda de la región, que era ya una agenda hace 60 años, para, entre otras cosas, hacer valer nuestras demandas en función de nuestras potencialidades, y dejar de ser solo los mendigos solitarios del poder central por una reparación que no llega y que por tanto nos incapacita.

Tal vez llegó el momento de entender que el poder por sí solo no engendra sabiduría. Que es necesario incluir para pensar. O mirar, por ejemplo, estrategias como las que plantea la Universidad del Nordeste en su regionalización, en su implementación de planes encadenados en las provincias en las que está presente, su postura de gestión y autogestión ante la realidad virtual que aceleró la pandemia, su producido de conocimientos y su generación de profesionales, acciones que en conjunto siguen siendo la puerta más grande y segura hacia la consecución de un capital preparado para exorcizar las impericias que, al abundar, robustecen el estado de cosas.

Coronavirus en la Argentina: Chaco retrocede y Jorge Capitanich dio asueto toda la semana

Publicado en La Nación

“Lo que queremos hacer esta semana, que es más corta, es reducir drásticamente y al máximo las actividades, en un esfuerzo duro e implacable para quebrar la tendencia de la curva” de contagios y muertes, dijo el gobernador Jorge Capitanich, ayer por la noche, cuando anunció en una conferencia vía streaming que la provincia volvía a una especie de fase uno de la cuarentena debido a los números desalentadores que perfilan la crisis sanitaria que golpea de manera particular al Chaco.

El gobernador anunció hoy el decreto 702 por el cual oficializa la vuelta de la provincia a la fase inicial del aislamiento obligatorio. La norma contiene un paquete de medidas para frenar la circulación de personas con el fin de doblegar la curva ascendente de contagios y muertes por Covid-19. La medida principal tiene que ver con la puesta en vigor de un asueto administrativo extendido desde mañana hasta el viernes , lo cual busca paralizar las actividades, sobre todo en la administración pública y en los demás organismos oficiales. El comercio no esencial deberá volver a cerrar al menos hasta el próximo domingo.

Capitanich anunció el domingo, de hecho, la suspensión de toda actividad que implique agrupamiento de personas, por lo que quedarán suspendidos los servicios de entidades bancarias, empresas públicas, instituciones de juego y demás actividades hasta el 21 de junio en primer lugar, y posiblemente hasta el 28. “Vamos a coordinar con autoridades del Banco Central la suspensión de pagos y cobros de instituciones financieras, bancos públicos y privados”, anunció el gobernador.

Las medidas restrictivas incluyen también el cierre total de controles fronterizos, con la sola posibilidad para pasajeros y vehículos que ingresan a la provincia por razones excepcionales y que cumplirán aislamiento garantizado por los intendentes de cada localidad o lugares específicos de aislamiento.

Refuerzan los controles en las calles chaqueñas
Refuerzan los controles en las calles chaqueñas

Continúa el licenciamiento obligatorio del personal de la administración pública y la restricción de actividades presenciales será total durante el transcurso de la semana. “En el caso de reclamos y protestas sociales pretendemos adoptar una medida de consenso solidario para impedir cualquier circulación de personas”, expresó el gobernador. No es un dato menor: hasta el momento el Chaco registra más de 16 mil detenciones por violación de cuarentena, pero también muchas denuncias por la violencia con la que la policía hace cumplir las normas.

Testeos y estadísticas

Capitanich informó además que se dispondrá de 20 equipos de testeos para llegar a 700 muestras procesadas diariamente con la red de laboratorios públicos y privados a partir del 16 de junio, con el objetivo de llegar a 4800 test para el 21 de junio. Del mismo modo, se implementarán test rápidos de IGM e IGG para llegar a una meta de 4.000 hasta esa fecha.

Según Capitanich, hicieron todo lo que estuvo a su alcance, siguiendo las recomendaciones de los especialistas. “Ya no sabemos qué otras medidas tomar”, dijo casi abatido anoche, aludiendo a que hicieron todo lo posible para contener la epidemia, pero que también depende de la gente, de su responsabilidad individual y social.

Las calles de Resistencia lucieron vacías
Las calles de Resistencia lucieron vacías

Los números que preocupan a Capitanich son: el Ministerio de Salud Pública del Chaco informó hoy el registro de 1326 casos positivos de Covid-19 (587 altas médicas definitivas) y 73 fallecimientos. Hasta el momento hay 666 casos de coronavirus que se mantienen activos (57 personas se encuentran internadas, 13 de ellas en estado de gravedad). El gobierno tiene tres funcionarias con la enfermedad y además del problema de los médicos y centros de salud como foco de contagio, ahora preocupa también el medio centenar de casos reportados en la Policía. Otros tantos agentes están aislados preventivamente, lo mismo que el jefe de la fuerza provincial, Fernando Romero.

Las localidades más afectadas por Covid-19 son Resistencia (1016 casos), Fontana (107), Barranqueras (104), Puerto Vilelas (27), La Leonesa, Margarita Belén, Puerto Bermejo, Isla del Cerrito y Colonia Benítez. Pero se esperan los resultados de los hisopados en el Impetenetrable Chaqueño, donde la semana pasada estuvieron las funcionarias que dieron positivo. La situación es de creciente preocupación.

Tres funcionarias dieron positivo y Jorge Capitanich cerró fronteras: “Ya no sabemos qué otras medidas tomar”

Publicado en La Nación
La ministra de Seguridad y las secretarias de Desarollo Territorial y de Derechos Humanos del gobierno del Chaco contrajeron coronavirus. El resultado positivo del hisopado encendió varias luces de alerta en la administración de Jorge Capitanich. En principio, porque las tres funcionarias mantienen contacto diario y estrecho con el gobernador y otros referentes de la mesa chica del poder chaqueño, pero además porque ellas y otras personas con Covid-19 recibieron hace una semana a la presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, Magdalena Odarda.

Luego de confirmar los tres casos, Capitanich anunció que a partir de este lunes 15 de junio “habrá una máxima restricción de circulación” en toda la provincia. Para ello, dijo que el gobierno suspendió todos los permisos de circulación existentes y decidió bloquear las nueve fronteras terrestres de Chaco. También comunicó que pedirá al Banco Central frenar los pagos y cobros en todas las entidades bancarias y crediticias por los próximos 15 días, para evitar aglomeración de personas.

Capitanich pidió un “último esfuerzo” a la ciudadanía para evitar “un desastre absoluto”. También pidió a los chaqueños “no compararse con otras provincias” y, en todo caso, aislarse para poder, en 15 días, “reducir al máximo e interrumpir la circulación comunitaria del virus” que se da, según dijo, en uno de los 25 departamentos y en cuatro de 69 municipios.

Agregó que su gobierno hizo todo lo que estuvo a su alcance, siguiendo las recomendaciones de los especialistas. “Ya no sabemos qué otras medidas tomar”, dijo Capitanich.

Las funcionarias contagiadas

“Con la autorización correspondiente de las pacientes, queremos comunicar que la ministra de Seguridad y Justicia, Gloria Salazar, y la secretaria de Desarrollo Territorial y Ambiente, Marta Soneira, manifestaron síntomas compatibles con Covid-19, se realizaron el hisopado y dieron positivo”, informó el gobierno chaqueño a través de su cuenta de Facebook.

Magdalena Odarda, Analia Rach, Marta Soneira y Silvana Pérez, durante un acto, la semana pasada
Magdalena Odarda, Analia Rach, Marta Soneira y Silvana Pérez, durante un acto, la semana pasada Crédito: Twitter

“La secretaria de Derechos Humanos y Géneros, Silvana Pérez, a pesar de no presentar síntomas, también se realizó el hisopado y dio positivo. Todas continúan en funciones ya que se encuentran en buen estado de salud, en sus casas, realizando el aislamiento indicado y teletrabajando”, agregaron desde la cuenta oficial.

La propia Soneira utilizó su cuenta de Facebook para confirmar la noticia y llevar tranquilidad: “Me encuentro en cuarentena debido al aislamiento por protocolo Covid-19”, pero “en perfecto estado de salud”, afirmó en la red social. “Di positivo en el hisopado que solicité se me realice ante mínimo síntoma que tuve”, agregó.

Marta Soneira y Gloria Salazar, en ambos extremos de la imagen, durante una recorrida con Odarda
Marta Soneira y Gloria Salazar, en ambos extremos de la imagen, durante una recorrida con Odarda Crédito: Facebook

La preocupación por estas horas en el Chaco radica en no perder el nexo epidemiológico de estos casos, pues los mismos ponen en peligro la línea de protección del gobernador. Pero no solo eso, pues ambas mujeres desarrollan una agenda activa y en particular en los últimos días se cruzaron con muchos funcionarios, tanto de sus respectivas áreas como de otras, tanto de Resistencia como del interior provincial.

Por eso mismo, las autoridades sanitarias chaqueñas realizaron los hisopados a la vicegobernadora Analía Rach Quiroga (quien informó un resultado negativo); a la ministra de Desarrollo Social, María Pía Chiacchio Cavana; al titular de la Cámara de Diputados, Hugo Abel Sager; y a los pilotos del avión oficial que los transportó en varias de las actividades desarrolladas la semana pasada.

Hasta este mediodía, al menos de manera oficial, no hay información sobre la aplicación de un protocolo especial con el gobernador Capitanich y la Ministra de Salud, Paola Benítez. De todos modos, se espera que los resultados de los hisopados estén en la tarde de este mismo domingo.

La presencia de Odarda

Hay otro nexo bajo análisis: la visita que el 5 de junio hizo a la provincia la presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Magdalena Odarda, quien no solo se reunió con el gobernador Capitanich, sino que también viajó al interior con la vicegobernadora, varias ministras, el titular de la Cámara de Diputados y una secretaria de Estado chaqueño.

Cuando volvió a Buenos Aires Odarda tuvo síntomas, según informaron sus propios familiares, por lo que la hisoparon. LA NACION se contactó con la funcionaria para consultarla, sin respuestas.

La importancia de este nexo radica en la apretada agenda que Odarda cumplió y en la nutrida comitiva con la que interactuó durante los tres días que estuvo en el Chaco, provincia a la que llegó para interiorizarse de la situación de violencia institucional luego de que se conociera un video donde al menos cuatro policías sometieron violentamente a varios miembros jóvenes de la comunidad qom de Fontana, en el Gran Resistencia.

Magdalena Odarda visitó la familia qom violentada por la policía

En ese marco, la funcionaria desarrolló una extensa agenda en la provincia. Estuvo desde el 5 al 8 de junio y cuando regresó a la ciudad de Buenos Aires, comenzó a tener síntomas compatibles con Covid-19.

Las primeras derivaciones de ese contacto estrecho se conocieron ayer sábado en Chaco, cuando dieron positivo para Covid-19 las ministras Zalazar y Soneira.

Según informaron medios locales, Magdalena Odarda se habría comunicado inmediatamente con las autoridades del gobierno del Chaco para que tomaran los recaudos del caso y realizaran los test correspondientes a todos los funcionarios que la acompañaron en su estadía y las personas con las que tuvo contacto, que fueron muchas.

El derrotero de Odarda

Odarda se reunió el 5 de junio con Capitanich “para articular políticas para los pueblos indígenas en la provincia de Chaco”, escribió en su cuenta de Twitter. Ese mismo día participó de la entrega de alimentos, elementos de higiene y de bioseguridad, a 1000 familias que habitan las distintas barriadas que componen Gran Toba.

También se estudian los movimientos de las ministras Zalazar y Soneira. La primera estuvo recorriendo el interior y mantuvo contacto con muchas personas. Soneira se reunió durante la semana con la intendenta de Charata, con la presidenta del Concejo Deliberante y con el secretario de Gobierno de esa localidad. Además mantuvo reuniones con referentes de una Escuela Agropecuaria y con periodistas.

El clima es de preocupación. Uno de los primeros en salir esta mañana fue el intendente de Resistencia, Gustavo Martínez, para quien “hay que reconocer la gravedad del problema y volver atrás” con la cuarentena. “Quizás llegó el momento de tomar decisiones antipáticas le pese a quien le pese, porque sino la cuestión puede empeorar y lo más difícil será si perdemos el control de este angustiante panorama”, dijo en un comunicado de prensa.

Con la democracia se elige

Incluido el “urnazo” que marcó el retorno de la democracia en 1983, la de hoy será la novena elección presidencial consecutiva de la República Argentina. Es verdad que hubo turbulencias en el tránsito que nos trajo hasta este presente (entre las presidencias de Fernando De la Rúa y Néstor Kirchner), pero no es menos cierto que las soluciones a las varias inestabilidades que azuzaron la conquista del doctor Raúl Ricardo Alfonsín, se buscaron y se encontraron en el plano de la institucionalidad política, lo que hace posible una conclusión en la que coincide el arco ciudadano mayoritario cuando razona desapasionadamente: la democracia es un valor fortalecido en la Argentina de los últimos 40 años.
Las diferencias políticas-ideológicas-clasistas se zanjan hoy, voto de por medio, en las escuelas. Lejanas e inconcebibles parecen, por eso mismo, a la luz del tiempo transcurrido y los remedios utilizados, los días en que las cosas se arreglaban a balazos o en los cuarteles, como paradas inexorables de un camino al cementerio asfaltado con valiosas vidas de militantes y dirigentes. Y de inocentes también.
La democracia está en vigor frondoso, valorada en positivo por la inmensa mayoría del pueblo argentino, aun con sus falencias. Y cuando esta mañana se abran los centros de votación, a las 8, se confirmará esa lozanía. Pero también se confirmará una demanda que acumula largos años: la de una necesaria-urgente revisión integral del sistema electoral nacional, desde la forma hasta al fondo.
Dicho en términos menos líricos, la vigencia y vigor de la democracia encuentra respaldo en el presente llamado a las urnas. En el devenir normal de los comicios pese a que, desde su puesta en marcha, las condiciones generales de vida de la mayoría de los habitantes del país cayeron en urgencias y penurias, con carencias de todo tipo, acicateadas por la marcha enclenque de la economía.
Pero incluso la gestión de las angustias, en un país como la Argentina, que también fue el país del 2001, encontró un canal alejado de los prepoteos. El país se queja, pero al mismo tiempo evita la violencia.
¿Hay reclamos para hacer? Sí, muchos, empezando por la responsabilidad que debe revestir el accionar de la dirigencia política y del resto de los actores de la democracia.
Argentina carece de muchas cosas, entre ellas de acuerdos básicos para respetar las decisiones que se toman sumando las voluntades individuales o de grupo.
Es por eso necesario hacer un alto y repasar actitudes, pues resulta preocupante la postura radicalizada de algunos que desprecian la voluntad popular cuando ésta los contradice o les exige rectificaciones. Preocupa que quienes deberían ser los garantes de un estado de cosas institucional (en el oficialismo y la oposición, pero también en las iglesias y en las universidades, y aun en los sectores periféricos), exacerben los ánimos al punto de poner en entredicho el modo en que se distribuye el poder en Argentina.
Es por esto que resulta siempre peligroso (esta columna no es original en este punto) que cualquiera pueda decir que la elección de hoy decide si la Argentina continúa en democracia, si enarbola o arría los valores republicanos, si garantiza o restringe las libertades.
Al menos es un exceso atreverse a semejante declaración. Y aunque tal vez ese grito en boca de algunos sólo descubra su verdadera carnadura conceptual, también pone en situación de actualidad lo que supuestamente muchos dicen condenar: la grieta final que coloca a los unos conmigo, y a los otros, a ellos, en contra mío.
Muchos argentinos fueron a las elecciones Primarias del 11 de agosto y allí se expresaron con claridad en una dirección. Esa dirección podría ratificarse hoy, o rectificarse. Ese es justamente el juego de la democracia. No entenderlo de ese modo y, en cambio, actuar embriagados por el mandato enajenado de los caprichos, resulta cuanto menos dañino. Obstaculiza el futuro.
Hay consenso acerca de la dificultad que deberá enfrentar, gane quien gane, para enderezar la situación económica y todos sus derivados negativos. Por eso será importante encauzar la transición y generar una agenda conjunta de cara a la gente, que contenga sus demandas más urgentes, pero también las importantes.
Gane quien gane deberá entender que no es lo mismo la prepotencia que la discusión, la ley que el decreto, la transparencia que la corrupción. Que ya no hay margen para los bolsones de López ni para las discriminaciones antojadizas. Como tampoco hay margen para los tarifazos, la inflación, el desempleo, la miserabilidad de los salarios, la pobreza resultante y la indigencia que le sigue como una estela, yuxtapuestos en un triste cuadro de desigualdad, que al crecer, constituye el verdadero deterioro de la sociedad, germen de las puebladas que están brotando en varios países de la América que nos contiene.
Más de 33,8 millones de argentinos están habilitados para ejercer hoy su derecho a elegir a sus autoridades: presidente, vice y legisladores nacionales que reconfigurarán, desde diciembre, el nuevo mapa político de la Argentina. Son, en exacto, 33.841.837 opiniones personales que desde esta noche se conformarán como una voluntad colectiva. 
Eso es la democracia.
Su soberanía excede el deseo de cada uno.

Cristina conmoción

La decisión de alta política con la que Cristina Fernández de Kirchner sacudió ayer la modorra nacional constituyó una conmoción. Hasta los propios se sorprendieron. Los extraños se desconcertaron y los anti se dividieron en dos grupos. Los unos escupen fuego como dragón enojado y los otros aún no reaccionan, aplastados por el impacto de la noticia.

—¿Qué noticia?
Esa que motoriza la decisión de Cristina Fernández de correrse a un costado, de anunciar que será candidata a vice de Alberto Fernández y que competirá en las elecciones Primarias.
Tanto impacto causó la jugada (el tiempo dirá si fue táctica o estratégica), que el movimiento parece darle la razón a Alejandro Grimson, autor del libro “¿Qué es el peronismo?”.

—¿‏Por qué le da la razón?
Porque Grimson, un antropólogo social e investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), viene diciendo hace tiempo que “el peronismo no deja de conmover la política argentina”.

—¿Y qué tiene que ver con la decisión de Cristina Fernández de Kirchner?
Eso justamente: que conmovió el tablero político nacional, les guste o no les guste a algunos o a muchos.

“De pronto surgió una perspectiva”, escribió ayer la filósofa Esther Díaz. “Una lección de gubernamentalidad. Un ejercicio de la política, no un mandato del márquetin. Sentido de la oportunidad, astucia razonada, conexión con los problemas reales, renunciamientos necesarios. Somos testigos de un gesto político notable, de un acontecimiento”, sentenció.
Tal “acontecimiento”, tiene reminiscencias históricas: Fernández-Fernández suena similar a Perón-Perón; Alberto al gobierno, Cristina al poder es igual a lo dicho y hecho por Perón y Cámpora. Hay otras referencias menos románticas, más dramáticas y un poco más alejadas de la realidad de este supuesto “renunciamiento” de Cristina, que acerca el recuerdo de Evita.
Pero más allá de la comparación en clave histórica, aprobatoria o condenatoria (pues hay para todo) este “acontecimiento” ya desdibujó varias otras candidaturas que ensuciaban el camino al acuerdo de un armado opositor competitivo. Además, dejó en falsa escuadra la estrategia del “populismo-venezualismo” de Cambiemos. Comprometió aún más al radicalismo que, dividido como está, no sabe si creer o no el golpe de efecto, si llamar o no a los peronistas para armar un frente alternativo, o si seguir o no en Cambiemos. (El gobernador mendocino Alfredo Cornejo dijo ayer, en Clarín, que tras la jugada de CFK, su propuesta para sumar peronistas a Cambiemos “está más vigente que nunca”).
El “acontecimiento”, en tanto tal, también, puso en modo de recálculo a los operadores internacionales y los organismos de crédito.
Sucede que Alberto Fernández puede encolumnar gobernadores, puede contener a otros referentes del peronismo de centro, federal, racional o como se llame; puede sumar a las clases populares, a los trabajadores y a sus líderes a los que ya envió señales de afecto y puede dialogar con aquellos que no lo harían con Cristina (ni ella con aquellos). Es que el hombre representa, desde las veredas del “márquetin”, como diría Esther Díaz, una figura más educada, o al menos más moderada que CFK. Alberto Fernández vendría a ser una figura de esas que le gustan al establishment comunicacional-institucional de la Nación, pues entre otras cosas encarna un antídoto para los fantasmas de la cesación de pagos y el aislamiento internacional. Es un constructor, dicen. Un componedor.
Ayer, igual, el desconcierto del establishment comunicacional-institucional de la Nación fue tal, que abordaron el acontecimiento con calificativos desdeñosos, ayudados con carpetas de servicios varios.
Extravagancia dijo uno; títere acotó otro. Alberto es un mentiroso, un doble agente, bramó una señora. Un verdadero panqueque sin personalidad, analizó alguien en Corrientes, para este cronista.
Ella es ella, más que nunca: pues nunca antes alguien renunció a los honores pero no a la lucha, se bajó un escalón y desde allí digitó quien estará en el de arriba. Genial, ironizó alguien más. Sustentan en esa movida la figura de la marioneta. (Además de actuar con los manuales de la infantilería política, quienes apuntan eso en realidad todavía resisten la inteligencia de una mujer como Cristina: la atacan y la niegan, creyendo que así se exorcizan de ella y del alcance de su expertise política).
“Es la admisión de que con ella sola no alcanza”, llegó a decir un radical correntino que pidió reserva tras la conversación con quien esto escribe. “El anuncio encierra el reconocimiento de que el cristinismo había achicado al kirchnerismo”, analizó un colega en la metrópoli. “Esta decisión implica nestorizarse para tratar de ampliar su base en busca de la recuperación del poder”. Etc., etc..

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Sergio Massa fue el primero en ver la luz al final del camino:
“Tenemos la responsabilidad de construir una gran coalición opositora y una nueva mayoría para los argentinos, para derrotar a un gobierno que destruyó a la clase media argentina”.
“Creemos que es importantísimo construir no solamente un nuevo gobierno y una nueva mayoría sino un nuevo peronismo”, afirmó minutos después de que la ex presidenta anunciara su decisión a través de un video de Twitter.

Massa trazó así el objetivo: ganarle a Macri.

En la misma línea se leen las capitulaciones de Agustín Rossi y Felipe Solá. Se esperan más. Daniel Scioli optó por la idea de una gran Paso. Los gobernadores peronistas, varios de ellos, se mostraron “contentos”.

Ahora queda el trabajo. Para todos.

Queda el armado de un vehículo electoral amplio y competitivo mientras se generan los planes y proyectos para lo que viene: una Argentina con enormes carencias y dificultades. Una Argentina en la que será necesario fortalecer los mecanismos de gobernabilidad. Y esta será una necesidad para los Fernández eventualmente, como para los Macri o los Massa, los Lavagna o los Schiaretti. Para el que gane.
Queda además, mientras tanto, llegar a las Paso, después a octubre y tratar de que el país resista entero para encarar el proceso que comenzará el 10 de diciembre.

Queda por delante frenar el deterioro diario de la Argentina, de su gente.

Es allí donde radica la importancia de las señales que envíe el Gobierno a partir de este nuevo escenario. O de las que envíe Mauricio Macri. O el radicalismo en su calidad de socio-sostén territorial del fracaso de Cambiemos. Es que “Macri sólo le ganaba a Cristina, y capaz ahora no le gana a Alberto”, dijo ayer el histórico dirigente Julio Bárbaro. Antes era peronista; ahora es un inclasificable por la cantidad de boletos que se le ven en los bolsillos.
Además dijo otra cosa. Habló de conmoción: de una conmoción que sacudió a gobernadores, intendentes y dirigentes de todo arco político nacional. Y eso tal vez genere todavía más bronca entre los que minimizan la jugada y la descalifican, porque los globos y el ritual de fiesta de quince con música de Gilda nunca moverá las estructuras políticas de la Nación como movió un video con voz en off de CFK, transmitido por Twitter.
Por eso los berrinches en los referentes más desbocados e irresponsables del macrismo que, ante la falta de argumentos, azuzan el miedo, insultan. Fracasan también allí, en la reacción ante una jugada política que pone fichas nuevas en el juego cuyo resultado se conocerá recién el mes de octubre.

—¿Qué hay además, mientras tanto?
La pequeñez de aquellos que recuerdan los días en los que Fernández y Fernández tenían visiones distintas de la política, del gobierno, del país. Opinar distinto lo hizo distinto a Fernández. Y ahora la hace distinta a Fernández.
No obstante ello, al traer esos recuerdos, los odiadores de clase, los fanáticos y los interesados beneficiarios del statu qúo actual no ven que el “peronismo jamás será atrapado en una frase”. Desconocen que para explicarlo es necesario “escapar del análisis unidimensional y desplazarce a un abordaje multidimensional”, como dice Grimson. No alcanza con el enojo.

¿Por qué?
Porque “el peronismo nació y se configuró como un espejo invertido del antiperonismo”, y ambos corren a la par desde hace más siete décadas.
Y el antiperonismo, y su primo hermano el macrismo, son hoy los jefe de campaña de un espacio en formación que puede, si sabe, liquidar el pleito en una pasada.

Sin elecciones

La Argentina, últimamente, no es noticia: eso es, para los argentinos, una gran noticia. Y nos sorprende: ya hace semanas, incluso meses que la Argentina no produce sorpresas, que todo se desarrolla en la dirección y al ritmo previsibles. En medio de crímenes diversos, que los medios relatan con regodeo y babita, se constata la obstinada degradación de las condiciones económicas y sociales, la obstinada acumulación de causas judiciales contra Cristina Fernández de Kirchner, sus socios y amigos y familia, la obstinada preparación de las elecciones que, desde marzo a noviembre, mantendrán al país ocupado o como si.

La forma de estas elecciones ya es un disparate y es, también, el síntoma más claro de un liderazgo roto. Los gobernadores provinciales que buscan su reelección desconfían de sus supuestos jefes nacionales y no quieren que les hagan perder votos, así que, para distanciarse, convocaron sus elecciones en fechas distintas de las presidenciales —y distintas entre sí—. Será un festival: desde el próximo domingo 10 de marzo hasta el domingo 16 de junio solo habrá tres fines de semana en que no se elegirá a algún gobernador. Son los que corresponden a tres feriados nacionales —el 24 de marzo, el 1 de mayo, el 25 de mayo— pero el Domingo de Resurrección sí habrá voto en San Luis.

Esa avalancha arrolladora de elecciones deberá conducir hacia el gran estallido final: el 11 de agosto se harán esas “primarias abiertas” cuya función real no entiende nadie, el 27 de octubre la primera vuelta de las presidenciales y las legislativas nacionales, y el 24 de noviembre, el balotaje que decidirá el próximo presidente o presidenta o presidento de la República Argentina. Será el Día de la Resignación, un gran momento del rechazo: elecciones que no van a decidir quién debe ser el presidente sino quien no debe serlo.

Hay dos candidatos excluyentes: Mauricio Macri, Cristina Fernández de Kirchner. Todas las encuestas muestran que más de la mitad de los argentinos no quiere votar a Macri. Y que más de la mitad —otros, los mismos— de los argentinos no quiere votar a Fernández. Más allá de odios particulares o prejuicios varios, no hay duda de que los dos se ganaron ese rechazo con cuidadosas gestiones de gobierno.

Tras ocho años de presidencia definida por la intolerancia y la soberbia, Fernández entregó un país con 29 por ciento de personas pobres, un déficit fiscal incontenible y un 125 por ciento de inflación en sus tres últimos años a un sucesor que hizo campaña diciendo que nada era más fácil que bajar la inflación, que no entendía por qué no lo habían hecho.

Que no entendía estaba claro. Ahora, tras tres años definidos por los errores y rectificaciones y más errores y menos rectificaciones, el gobierno del sucesor Mauricio Macri acumula una inflación de casi el 160 por ciento. En ese lapso la deuda externa aumentó más del 30 por ciento, el PBI bajó más del 15 por ciento, el precio de los servicios se triplicó y la cantidad de pobres creció en un 15 por ciento. La obsesión de sus publicistas es buscar alguna cifra positiva —y no la encuentran—.

En síntesis: está claro que los dos fracasaron tristemente en sus intentos de mejorar el país que recibieron de sus predecesores; que los dos lo empeoraron y empeoraron, sobre todo, las vidas de los que más apoyo necesitan. Y, sin embargo, las mismas encuestas también dicen que un tercio de los argentinos quiere votar por cada uno de ellos y que, por eso, su próximo presidente será Cristina Fernández o Mauricio Macri.

O, dicho de otra manera: si todo sigue su curso, los argentinos elegirán para gobernarlos a una persona que cuenta con el rechazo de más de la mitad, porque su otra opción despierta más rechazos todavía: el mal menor elevado a estrategia de Estado.

Los dos candidatos, por supuesto, juegan con esa situación. El mayor mérito que exhibe cada uno de ellos es no ser el otro. Las encuestas dicen que Macri tendría menos intención de voto que Fernández pero que, ya en la segunda vuelta, Fernández provocaría más rechazos y entonces él le ganaría. Macri necesita a Fernández para poder ser el mal menor. Es la misma política que usaron, durante años, Cristina y Néstor Kirchner: hacían todo lo posible por conservar a Macri como rival porque muchos los votaban a ellos para impedir que ganara él. Y ahora él hace lo mismo con ella, y la Argentina lleva más de una década entrampada en esta treta de pelea de barrio, en este barro inútil.

(Pero el precio que pagó Macri para recuperar a su enemiga útil fue muy alto: solo el fracaso de sus políticas económicas consigue mejorar la imagen de Fernández, que terminó su gobierno muy desprestigiada y, desde entonces, se siguió desprestigiando más y más con revelaciones sobre sus tan variadas corruptelas. Hay quienes se sorprenden de que los argentinos quieran que los gobierne una señora con tantas y tan fundamentadas causas criminales. Pero la corrupción despierta una indignación variable y funcional: es el reproche más vehemente cuando un sector social rechaza la política de un candidato o un gobernante, pero se olvida cuando esa política les parece deseable o encomiable).

Así está, ahora, la Argentina: entre dos variaciones del fracaso, dos pasados que luchan por no pasar del todo. No hay ninguna razón —ellos no la ofrecen— para creer que ahora van a hacer bien lo que ya hicieron tan mal, pero las tentativas de producir opciones nuevas no prosperan. Es cierto que, en su mayoría, las llevan adelante jóvenes viejos del “peronismo civilizado” —con perdón— como Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey, caudillos locales cuarentones guapetones bien trajeados que se parecen demasiado a una mezcla de los dos malos conocidos. Y que ahora, informados de su inviabilidad por las encuestas, están tratando de inventar algún otro candidato, como el ex ministro de Economía de Duhalde, Roberto Lavagna. No parece que vaya a despegar, no suscita entusiasmos ni tiene por qué.

Así que lo más probable es que se imponga el mal menor, que siempre es mal pero nunca menor. En las últimas décadas, la Argentina se ha especializado en innovar: busca incansable —y encuentra, solvente— formas nuevas de la degradación. Esta, la de un país que se resigna a reelegir a uno de dos fracasados porque no tiene la audacia o la imaginación o la consecuencia necesarias para buscar otras salidas, es una nueva cumbre: la promesa de otros cuatro años perdidos.

Quedan todavía unas semanas; quizás en ellas pase algo y la Argentina recupere su poder de sorpresa. No parece. Mientras tanto, la política del menos malo es la mejor forma de seguir fomentando el descrédito de la política, de confirmarla como un juego ajeno, inútil, casi innecesario —y abrir la puerta a vaya a saber qué apóstoles y espadachines—. Bolsonaros y trumpitos se restriegan las manos. Para contrarrestarlos deberían aparecer opciones nuevas: no personas sino proyectos, debates, la búsqueda común de una idea de país. Llevamos décadas sin hacerlo; ya no está claro que sepamos cómo.

Buscando el mensaje de las urnas

Además de ser un análisis, es un compendio de las tesis tal vez más escuchadas en los últimos días, después de las elecciones del 22 de octubre. Esta nota, publicada en Artepolitica.com, tiene como objetivo brindar un “aporte a todo lo interesante que ya se ha escrito, así que buscamos juntar aquí los debates que nos parecen centrales luego de las últimas elecciones del 23 de octubre”, dice su autor: @TomiOlava.

Claramente es un muy interesante aporte para entender lo que viene sucediendo en Argentina. Super recomendada.

Podes leer el artículo completo aquí: