Modelos de provincia

“Delante de vos se abren
dos caminos, dos proyectos:
felicidad o desgracia;
el servicio o el provecho;
compartir o amontonar;
el Dios vivo o dioses muertos;
tendrás que elegir, muchacho,
servir al otro, o al dinero.”

“Confesión” / Julián Zini

Aunque esta vez usó más el método de la descripción que el de la conceptualización política, el gobernador Gustavo Valdés no desaprovechó la oportunidad que tuvo hace una semana ante la Asamblea Legislativa y ratificó el perfil con el que pretende coronar su gobierno, que entra en tiempo de descuento, por lo menos por ahora.
Cubierto por una retahíla de anhelos y enancado en un detallado inventario de concreciones de distinta caladura -no del todo determinantes aún-, el gobernador Valdés hizo pie en los acuerdos básicos que necesita una provincia carente como la de Corrientes para sustentar su sobrevida, cuando no su despegue: la educación, el trabajo, la inclusión, la igualdad, la modernización y el consecuente desarrollo, cuyo alumbramiento porfía con la quietud atávica que lo obstruye.
“No somos lo suficientemente ricos para darnos el lujo de no invertir en educación”, dijo, parafraseando a Gandhi, galvanizando de ese modo un sentido común arraigado en Argentina: el de la educación como valor supremo, asunto que se pasea siempre por los discursos y que no obstante retrocede ante los hechos.
Se trata de educar, no hay dudas; pero de educar bien, con calidad y sentido de contexto, lo cual implica definir y sostener un rumbo consecuente con nuestras potencialidades, para evitar -entre otras cosas- la migración forzosa de la gente del interior profundo: de los que tienen para irse y se van y a veces vuelven; de los que saben y se van y nunca vuelven; para evitar la fuga de los mejores, pero también de los desesperados, esos que concentran sus cuerpos y penurias en los cordones periféricos de los centros urbanos, que por ese solo hecho no dan garantía de mejoras.
Esta preocupación es una constante en Valdés. Lo es también aquello de la inclusión; el desarrollo y la modernización; lo de la inserción de la provincia en el mundo con su faceta exportadora; el mejor trato con la gente, sobre todo con la que más necesita; pero también con los sectores más poderosos, empresarios, académicos y productivos, e incluso con el sector político no alineado que acompaña, aunque sin compartir sus modos de materialización de ese catálogo de buenas intenciones que sostiene el Gobernador desde el minuto uno, desde cuando recibió el gobierno con los sueldos al día, sí, pero con el resto de los parámetros sociales relegados a valores insostenibles.
Es titánica la tarea. Y hace tiempo que no hay tiempo. Pero no obstante las urgencias, que parecen acuciar siempre, Valdés supo capitalizar, en estos años de gestión, su visión de diagnóstico, su pelea sorda para desterrar el medioevo cultural que lo rodea y para convertir en un activo la idea de un gobierno distinto con gente que hace 20 años hace lo mismo. Sumó adhesiones también con su discurso aperturista y ciertamente respetuoso de las diferencias. Ese capital se convirtió, el año pasado, elecciones mediante, en un nivel de apoyo institucional y político que no tiene parangón en la historia reciente de Corrientes. Tiene mayorías agravadas en ambas cámaras de la Legislatura, alta ponderación pública y la consideración del pequeño establishment económico de la provincia.
Supo alzar, también, algunas banderas progresistas relacionadas con el debate de nuevos derechos, que sin ponerlo a la vanguardia, lo ubican en ventaja en comparación con ciertos hombres y mujeres que encarnan versiones de un mundo que ya no es, y que persiste en Corrientes por la sombra del pensamiento tripulado a la que son sometidos gruesos sectores vulnerables de la población.
Valdés redondeó en este tiempo un discurso de género, igualdad e inclusión, y navega con solvencia las aguas picadas de los nuevos desafíos sociales, sobre todo el relacionado con el aborto, que pone en contradicción las políticas de salud pública con la moral católica dominante en el país y hegemónica en la provincia.
Pero el Gobernador sabe, más allá de todo, que empieza a acabarse el tiempo que hasta el momento le fue concedido y que ya no alcanza solo con el diagnóstico y mucho menos solo con las palabras bellamente talladas por los profesionales del marketing y la comunicación. Sabe, como estudioso de los procesos que es, que mejor que decir es hacer. Por eso, tal vez, el Gobernador invirtió casi tres horas ante los legisladores, el domingo pasado, para detallar acciones en el marco de un mensaje con varios destinatarios posibles. Ratificó el rumbo, su rumbo, pero consciente de que desatar escollos futuros dependerá más de cuestiones internas que de avatares políticos externos, de la oposición o incluso de la economía, pese a su gravitación crítica.
Para hacer lo que dice, Valdés necesita gestión, gente comprometida y que sea capaz de andar a su ritmo, que por si fuera poco debe ir en aumento para que la reelección sea una opción, como plantean muchos. Pero también requiere de instrumentos, muchos de los cuales aguardan en la Legislatura, cuyo resorte maneja la propia coalición de gobierno. O varios de sus generales.
Radica allí una clave importante para definir el futuro político del Gobernador y el de la provincia. Hace tiempo Valdés viene proponiendo lo que la Legislatura no viene disponiendo. Esa contradicción, manejada todavía dentro de los palacetes oficiales, en algún momento hará eclosión si las diferencias se vuelven insalvables y se convierten en trabas.
La oposición, diezmada por falta de estrategia, fragmentada por mezquindades varias, sin un perfil claro más allá de la defensa de las directrices del gobierno de Alberto Fernández, y sin una propuesta que supere la “sensación de seguridad-estabilidad” que ofrece Encuentro por Corrientes, no tiene poder de fuego. El contralor es menor y los debates no aparecen más que como charlas de café, lo cual tensiona de nuevo sobre la posibilidad de acceso real al poder, que sería importante para una oposición que se precie, como la del PJ, pero que no es lo único. Lo más grave de la ausencia de una oposición real, local-provincial, radica en el empobrecimiento de la calidad final de la democracia.
Este racconto, que no agota las aristas posibles para el análisis, puede abrir la puerta hacia una oportunidad si las diferencias de criterio -que existen en el Gobierno, pese a los silencios que imperan en la vida pública correntina-, se canalizan utilizando lo mejor de las artes de la política. La historia de Corrientes es pródiga en disputas, fratricidas muchas de ellas, que no hicieron más que ahondar la postración.
Los actores del gobierno de Corrientes, que son los mismos desde la crisis de 2001, tienen ante sí la posibilidad de poner a la provincia y a su gente por encima de los intereses personales o sectoriales. De asumir la cuota de responsabilidad que les toca en la administración de la cosa pública, lo que implica suspender, de momento al menos, esa posición de víctima (la culpa de todos los males es siempre de otro, del otro, sobre todo del Gobierno nacional) con la que buscan eximirse de sus errores o excesos.
La hora demanda inteligencia para resolver las cuitas internas entre los que encaran -por ahora desde el discurso y desde algunas acciones germinales- un proyecto de provincia anclado en el progreso y el desarrollo con inclusión, frente a los mesiánicos y sus acólitos que, subsumidos en pensamientos de otro tiempo, cultivan solo la ambición de poder abonada por las viejas glorias de una supuesta reconstrucción, tras la hecatombe del año 99.
El pago de los salarios en tiempo y forma en una provincia cuya actividad principal depende del Estado, es una base necesaria, sin dudas. Pero es solo una base. Tomar esa obligación institucional como un logro de gestión (y de esto ya hace 20 años) y abandonar la tarea verdadera, proactiva en relación al desarrollo provincial, constituye cuanto menos una explícita violación a los mandatos constitucionales que rigen el principio del poder delegado.
Por tanto, es tiempo, desde hace tiempo, de encender las alertas, de levantar un poco la mirada y advertir que en los próximos años se definirá una grieta real entre el progreso y el atraso, entre los planes y las chicanas, entre la expansión y la aldeanía, entre las relaciones asociativas y las cerrazones de la soberbia autoritaria, entre un gobierno de puertas abiertas y otro más bien oscuro, bosquejado en libretas de almacén.
Evitar las confrontaciones en la cúspide del poder y en todo caso profesionalizar la toma de decisiones pensando en el bien común, debería ser una demanda colectiva, pero es, de arranque, obligación de los que gobiernan.
La conducción provincial es más que la de un partido. La provincia debiera significar más que la necesidad obcecada de re-batir un récord personal. Pues mientras algunos cargan las tintas con su verba inflamada, venenosa, los récords que duelen se siguen batiendo a sí mismos, por caso los de la pobreza e indigencia, que ya lisiaron el futuro de varias generaciones desde el 2001 hasta hoy, y que mientras tanto sigue expulsando correntinos a un desarraigo que nos vacía y lastima tanto a los idos como a los quedados.

Valdés, transición y hegemonía

El poder de los gobernantes está fundado sobre
la ignorancia, en la domesticada mansedumbre del pueblo”.

“Yo el supremo”
Augusto Roa Bastos

 

El Gobierno de Corrientes cierra un año perfecto. Otro más.

Ni la feroz crisis económica que se lleva puestas familias enteras en todo el país; ni los vaivenes políticos; ni los avatares del clima. Nada de eso parece conmover a las estructuras del poder que sostiene hoy, en la cúspide, a Gustavo Valdés.

Le pasan de largo los problemas asociados a la falta de trabajo o al cierre de las fuentes que había; a las pérdidas de las condiciones laborales mínimas; a la negación, flexibilización o restricción de derechos. Le resbalan los inconvenientes ligados a la tercerización de los servicios o a la reducción de ciertas prestaciones estatales; o la acentuación de la liberalización de la economía.

Parece inmune -por nombrarlos y reconocerlos- a los niveles dolientes de pobreza, o de marginación y exclusión. Incluso navega aguas calmas mientras otros se hunden en su mentira o incapacidad, ineptitud que se lava y queda al desnudo ante cada lluvia, y que aún así sostiene la pompa de su nombre: plan hídrico.

***

¿Pero por qué nada de esto conmueve al gobierno?

Valdés parece a salvo de la crisis porque todavía capitaliza la novedad de su autoridad.

Encabeza una administración que avanza briosa aunque sin haber variado la matriz que sigue dando réditos aún por encima de lo que es: la puntualidad en el pago de los salarios. Esquiva la amargura de los reclamos porque es inteligente en suficiencia para pisar los puntos altos de una gestión que apenas despunta y que aún con problemas, disimula sus carencias: algunas propias, otras tantas del lastre ministerial heredado del colombismo y las restantes, producto de la devaluación, el ajuste, la desinversión general, los tarifazos y la inflación que se acelera en vez de bajar como se prometió largamente.

Aún así Valdés marca diferencias.

A Macri le saca ventajas cuantiosas en cuanto a la consideración general de la gente. A su antecesor, en tanto, ya le dio varias vueltas: en el trato con los dirigentes políticos, con los funcionarios de los otros poderes del Estado, con la sociedad civil, con los visitantes nacionales y extranjeros.

Marca diferencias en cuanto su visión de provincia: Valdés parece tener un proyecto, que además es superador del pago de los sueldos, aunque mientras tanto se apoye en ese recurso. Parece querer algo más que sólo acumular poder.

Habla de puertos, pistas y puentes; de rutas y pasos; de energías renovables, de autopistas de información, pese a que todavía debe lidiar con los cables y cortes de la Dpec y con las luces de sus administradores, que están cambiando foquitos mientras las estructuras funcionales se derriten; y con el oscurantismo de las cuentas de la administración, que vino de doblez en doblez desde 2001. Por eso, en ese cansancio, por ejemplo, echó a Vaz Torres, el ecónomo preferido de Colombi, generando en el acto un mensaje de largo alcance desde las costas de la autonomía.

Falta. Claro que sí.

***

Puertas para afuera del gobierno, es lícito preguntar por el ministro de Justicia: no se le escucha la voz hace meses-años. ¿Sólo no habla, o tampoco hace? ¿Qué estaría haciendo en todo caso, en estos tiempos cruciales, el ministro de Desarrollo Social? Y el de Industria: además de bajar cuadros de Alfonsín de las oficinas públicas, ¿trabaja en algún proyecto relacionado con la industria? ¿Qué será de la vida del ministro de la Producción? ¿Se llamó o lo llamaron a silencio? ¿Y el de Obras Públicas?

También están los que hablan mucho, pero no acompañan esa verba con movimiento: allí están las estadísticas educativas y sanitarias para confirmarlo. Están los ni-ni. Y los devotos del marketing. Y están también los que hablan más de la cuenta. Los que hablan y dicen cosas, como que en Corrientes no hay inseguridad…

Para más, o para peor, están aquellos ministros y también funcionarios de menor rango que hablan como si hubieran llegado al gobierno hace 5 minutos. ¿Recién ahora se están dando cuenta de todo lo que falta o es que antes no los dejaban opinar, ni podían proponer opciones? En cualquier caso callaron y cobraron religiosamente sus sueldos.

También están los acomodaticios que mandan a los críticos al interior, como si en algún lugar de interior estuviera escondido algo que no se ve en la provincia capaz desde Piragine, o desde “Pocho” Romero Feris, para hablar desde la recuperación democrática para acá.

Aún así Valdés flota.   

Y si es verdad la mitad de lo que dice, y concreta al menos un cuarto, Corrientes ingresará a una instancia desconocida, después de tantos años de nada, o de muy poco.

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¿Pero si no hay nada, o hay muy poco, por qué entonces el Gobierno cierra un año en positivo y en paz?

Aquí podríamos poner en revisión algunos conceptos se esgrimieron como verdades durante largos años.

La paz social, por caso, es producto del pago en tiempo y forma de los salarios. Sí. De los planes y “pluses” que hacen que no alcancen los días para ir a buscar dinero de los cajeros. Poco muy poco en comparación con algunos vecinos, pero dinero al fin y todas las semanas. Sí.

La gobernabilidad, vaya aspiración, es producto de la división y muerte de la mayoría de los partidos políticos. De las internas y traiciones. Y por si fuera poco, de la voracidad de muchos dirigentes que prefirieron (¿y aún prefieren?) el destrato de hombres como Ricardo Colombi a tener que ganarse la vida por fuera de las arcas del Estado.

Las instituciones de contralor, a su turno, piden permiso para controlar. Las defensorías de los vecinos, de los usuarios y afines, piden permisos a sus mandantes políticos (sí, a su patrones partidarios) para ver si reciben ciertos expedientes o firman ciertas notas con reclamos generales.

La Legislatura se convirtió poco menos que en una escribanía, cuando no en un estorbo. Los escarceos que se escuchan en las bancas vienen de los patios internos o, para ponerlo en situación, de los generosos parquizados radicales, entre otras cosas por la falta de una oposición monolítica, seria, constructiva, que no le tenga miedo al debate y que debata donde debe hacerlo, no en las oficinas de los bloques, entre pocos y a escondidas. Si existe una oposición que se opone, es decir, que cumple con su rol más allá de la política del acuerdo, o del consenso (que parece ser la única forma de hacer política en Corrientes) no se nota. Si hay intenciones -de control por ejemplo, o de propuestas- son cortadas de cuajo por favores adeudados o presiones inconfesables.

Tan endeble es todo que por revisar el presupuesto la oposición fue tratada de “irresponsable”. Se dejó tratar así y una vez más fue avasallada. Pero la tensión es necesaria. Y la negativa también. Decir “no” es empezar a pensar, diría Viñas. A pensar alternativas al pensamiento único. Nada menos.

La Justicia juega su juego, y vaya que lo juega, según se lee últimamente. Los empresarios amigos del poder hacen su negocio. Y entre otras instituciones, el periodismo hace silencio. Muchas veces. Como hacen silencio los que saben y pueden hacer ruido. Las iglesias por ejemplo.

Paz y amor
Es bueno cerrar un año sin saqueos, sin gente en las calles rompiendo vidrios o lastimando su propio cuero. Claro que sí. Pero es malo que haya un 40% de pobres y una inflación de otro tanto no menor que ese guarismo, y sólo suenen villancicos importados en vez de voces propias al son del chamamé o al ritmo del carnaval.

Aturde tanto silencio. Y lo que es peor, la cosa parece que no irá a mejorar. No en lo inmediato al menos.

La hegemonía de la que disfruta Gustavo Valdés, producto del control social-cultural-político que se ejerce desde los cargos públicos, los contratos y negocios, los comités, las aulas, los púlpitos y los medios, y desde los despachos, no sólo viene aplacando los reclamos (que los hay, pero de intensidad en degradé conforme fueron pasando los años desde 2001 en adelante) sino que también aplaca las relaciones de fuerza. Llegamos a tal punto que hoy el contrapeso de Valdés parece ser Colombi, quien no se resigna al hecho de ya no ser. Ricardo Colombi no se acostumbra a estar un rato a la sombra”, le dijo alguien a otro alguien que lo escribió en un diario porteño. Y si no es así, esto ya fué así.

Valdés, en tanto, no encuentra desafíos en el PJ o en alguna de sus variantes, o en sectores de algún armado opositor con intenciones y planes concretos para llegar al poder.

De hecho, hay quienes piensan (y parece razonable) que sin 2019 no habrá 2021 para ningún esquema que se geste por fuera de Cambiemos en Corrientes, y eso que más allá de cualquier chicana, el gobierno de Macri hace todos los días alguna macana para perder las elecciones.

Si Mauricio Macri o alguno de los suyos accede a la Presidencia este año que comienza (cosa que parece posible, aún teniendo en cuenta lo de las macanas), será muy difícil para los cuadros opositores, por caso los correntinos, encontrar un esquema aglutinante: no solo por la escasez de horizonte, o la atomización de dirigentes y partidos, sino por algo menos romántico y más determinante: si no hay gobierno nacional, no habrá quién financie una campaña a gobernador en 2021 en una provincia donde Valdés corre con fuerza, ventajas y con el portento de uno o un par de gobiernos a su favor.

Puede haber financistas interesados, pero ¿pondrán la plata que hace falta hoy para salir a “convencer” a un electorado cada vez más escéptico, dada la cantidad de engaños que apila?

En fin: uno puede estar a favor o en contra de Valdés, pero de él no será la culpa si de la hegemonía pasamos a un predominio cuasi cesarista. No será culpa del radicalismo que las relaciones de fuerza en la provincia la manejen ellos mismos, es decir Valdés y Colombi. Pero el problema será de todos si “pasan cosas” y se reedita un quiebre como el de los primos Ricardo y Arturo entre 2005 y 2009.

La teoría hegemónica, que en Corrientes se aplica como si fuera el modelo en el que se inspiró Gramci, nos da al menos la chance de estudiar nuestro presente.  

Aún estamos a tiempo de generar sujetos colectivos involucrados con la calidad institucional y política, para evitar, en principio, lo que ciertamente ya se ve en esas costas del Paraná: la imposición de los tipos culturales de los que predominan y de las clases que denoninan. La imposición de los que mandan y nombran.

Queda claro que el sentido común político desde 2001 en adelante fue el sentido común de Colombi, y del radicalismo que él conduce. También queda claro que ese sentido común está siguiendo el derrotero del ocaso, forzado por las circunstancias que el propio Valdés se encargó de marcar: ahora es tiempo de igualdad de derechos, de la paridad de género, de que los chicos más chicos voten a sus representantes, de cambiar los modos de la política: todos asuntos que han calado en el debate público que Colombi y gente como él prefirió no abordar.

***

Hay tarea por delante si la pretensión es frenar el camino hacia los excesos. Una democracia no institucionalizada como la nuestra, se caracteriza por el poco alcance, la debilidad y la baja densidad de las instituciones políticas existentes, dice O´Donnell. El problema con eso es que el lugar de esas instituciones queda ocupado por otras prácticas no formalizadas pero firmemente afirmadas, como el clientelismo, el patrimonialismo y la corrupción.

Conviene que no suceda. Incluso el propio Valdés saldría beneficiado de una actitud social más activa, pues con el acompañamiento y contralor político y social (que implica darle unas vacaciones a la claque aplaudidora que merodea presta y angurrienta por la cuadra del poder) podría encabezar un gobierno de este tiempo, más acorde con las demandas generales y menos acorde con los caprichos personales.

Tal vez podríamos pensar entre todos la provincia que queremos y nos merecemos. Podríamos empezar por entender que el pago de salarios no es una dádiva. Que es una obligación de todo empleador -no solo del Estado- pagar por el trabajo. En tiempo. En forma. De manera justa.

El Gobernador lo agradecerá, porque parece que está para más que eso. Y también la provincia, que desde hace rato merece más que sobrevivir siendo una satrapía ubicada en el vertice superior derecho y caliente del Norte pobre de la Argentina.

Las 10 lecciones de la elección Capital

Cuáles son las lecciones que han dejado las elecciones del pasado domingo 4 de junio en Capital? ¿Puede hacerse un análisis cualitativo, por encima de los números, aunque sin desconocerlos? ¿Hay espacio, en una democracia incipiente como la argentina y correntina para desafiar a la mayoría? ¿La gente que es acarreada para votar, lo hace con libertad? ¿Vota libremente quien por el contrario va por sus propios medios? ¿Es posible la libertad en una provincia donde manda el Estado por sobre todas las industrias? ¿Si ese genérico inconmensurable que se cataloga como “la gente” aprendió a votar -como dicen algunos-, por qué la lógica de todos los partidos políticos sigue siendo la del siglo XIX? ¿Para qué el acarreo, la bolsita, la plata de regalo, y la inmensa cantidad de souvenirs electorales, si la gente vota a conciencia?
En esta nota trataremos de entender (sin pretensión de agotar ningún análisis) dónde está la fuga: si en la mirada de quienes creen en la estructura que estructura -al decir de Bourdieu-, o en la hipocresía de quienes pregonan el humanismo tratando a los humanos como animales (de granja, por su docilidad). Ganó Tassano y este es un estado de cosas, el mismo si hubiese ganado Ríos, porque el sistema los atraviesa a ambos y los excede, generalizándose sin fin.

Lección 1
“Los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido político se viene abajo, no es el partido político quien tiene la culpa, sino el conductor”. Juan Domingo Perón

Siguiendo esta máxima peronista, Fabián Ríos es el responsable absoluto de la derrota del domingo 4 de junio. A su favor puede decirse que asumió inmediatamente la culpa y el cargo. No sólo reconoció su yerro, sino que lo hizo sin desparramar imputaciones. Y en el mismo acto, en el marco de un desusado republicanismo, saludó al vencedor, Eduardo Tassano, actitud que terminó por descomprimir todo el proceso que concluyó el jueves último con el acta de cierre y validación de las elecciones tras el escrutinio definitivo que arrojó este resultado: el cardiólogo radical aventajó al ingeniero peronista por 7.763 votos.
Pero como Perón hay para casi todo, podría decirse, asimismo, que el gran ganador del domingo fue el gobernador Ricardo Colombi: el radical más peronista de los que tienen algo de vida en el escenario nacional. Y esto, entre otras cosas, por lo que sigue:

Lección 2
“Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él. Juan Domingo Perón.

Esta frase del General, provocadora como todas, sustenta en parte el discurso de campaña de Colombi: cercanía y empatía con la gente de a pie. El humanismo entendido como aquel en el que nadie es más que nadie. Evidentemente, aquí hay una clave: el discurso del humanismo se impuso al de la planificación estratégica, despersonalizada. Los planes derrotaron a las obras. Triunfó el corazón por sobre las tripas. Al fin y al cabo, como dice el Gobernador, el asfalto no se come. Sí se come con el producido del trabajo (que es lo mismo para el albañil que para un asistente social), pero en el PJ no alcanzó el tiempo ni la inteligencia para explicarlo fácil.

Lección 3
“Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”. Simón Bolívar.

El pueblo de la Capital entendió esto hace rato. Tanto, que no le dio la reelección a nadie desde que puede hacerlo. En su historia no hay más que cuatro años para demostrar valía.

Lección 4
“La democracia es el proceso por el cual la gente elige al hombre a quien culpar”. Bertrand Russell

¿Culparon los capitalinos a Ríos, castigándolo con el voto? ¿De qué? ¿De haber hecho un acuerdo no sabemos con quién ni para qué? ¿Quién lo traicionó? ¿Lo culparon por tratar de exculparse del kirchnerismo? ¿O por kirchnerista cobarde? ¿Por haber despreciado a los propios que traccionaron votos capaces de darle la elección? ¿Lo culparon de soberbio como vociferan hoy algunos “compañeros”, agazapados para dar el zarpazo y dejarlo en el camino? ¿Es cínico el electorado o lo son los dirigentes? ¿Por qué el respeto que no fue posible durante el proselitismo recién apareció después? Apenas cerraron las urnas salieron (muchos) a reconocerle al Intendente su don de gente y su buena gestión, que entre otras cosas, eleva la vara para el médico que lo sucederá…

Lección 5
“Me hierve la sangre al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la Patria”. Manuel Belgrano

El domingo ganó una pretensión: reinsertar a la ciudad en el mapa político nacional. Una pretensión porque ocurriría recién a partir de diciembre (¿Hay que esperar hasta entonces?). Y porque la alineación total Nación-Provincia-Municipio se dará, o no, cuando se elija gobernador. Recién entonces sabremos si la ciudadanía está pensando en alinear o en cambiar y repartir el poder. Es una pretensión, finalmente, porque generalmente no ocurre. Siempre por H o por B, pero no ocurre, porque vencen las mezquindades por sobre el amor a la patria. Y cuando esto ocurre, desde el Estado no es otra cosa: es la antirepública, sin más.

Lección 6
“La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde un 51% de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49%”. Thomas Jefferson

Esta idea fue pensada y dicha entre los siglos XVIII y XIX. A la luz de nuestra realidad nacional nunca abandonó su vigencia. La grieta nos atraviesa, y lejos de disolverse, como prometieron algunos, se profundiza. Dijo Fernández Díaz en La Nación (hace 5 días) que Durán Barba mandó a insistir en el tema. He allí un problema, porque el macrismo que ganó prometiendo desterrar el kirchnerismo está cayendo en la misma trampa, usando las mismas mañas, matando con las mismas armas. Han demostrado no tener empacho en apelar a la fortaleza del Estado para seducir o comprar voluntades. Las elecciones del domingo lo demuestran. ¿No era eso lo que había que desterrar? ¿La billetera sigue estando para premiar y castigar? ¿En qué quedamos entonces? ¿Está bien que las inauguraciones y los anuncios de obras se amontonen las dos semanas previas a las elecciones, para después aletargar todo el funcionamiento estatal?
“La victoria no da derechos, sino obligaciones”, dijo Colombi el domingo del triunfo. Ojalá, para empezar, se entienda que el triunfo fue posible por la mitad más uno. La mitad menos uno cree en otra cosa. Y su dignidad no puede ser apaleada por una circunstancia electoral.

Lección 7
“Sigan a ideas, no sigan a hombres, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática”. Raúl Alfonsín.

Agotado constitucionalmente el ciclo más personalista de la historia reciente de Corrientes, corporizado por Colombi, este y los suyos dieron un vuelco: ahora ya no importan los nombres, sino el proyecto. Casi como pasó con el kirchnerismo, cuando al final del camino se encontraron sin frutos. Ello no obedece a otra cosa, sino a no haberse preocupado por la siembra.

Lección 8
“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Winston Churchill

Si algo quedó demostrado el domingo es que Colombi, corriendo con ECO+Cambiemos como vehículo electoral, es invencible. Salió de atrás, remontó, produjo el quiebre y ganó. Es, el Gobernador, una máquina electoral de una efectividad tan alta, que después no traduce esa efectividad en la gestión. Hay números que lo corroboran (pobreza enorme y estructural, falta de trabajo, niveles educativos bajos, mortalidad infantil alta, falta de infraestructura, caminos, energía, y muchos etcéteras que se apilan a los años que lleva de ejercicio). Lo mismo puede decirse de Cristina Kirchner. O de Camau Espínola. Son más candidatos que estadistas. ¿Por qué? Por el objetivo de su mirada.
Asimismo, el “ya ganamos” de Ríos, sustentado en encuestas fallidas, lo coloca en las antípodas, recordándole, en el mismo acto, un viejo saber popular: nunca es bueno cantar victoria antes de tiempo. Y menos si el competidor de enfrente es Colombi. El día que el PJ entienda que ir a las urnas con el jeque del paiubre no es ir a misa con la Madre Teresa, tal vez podría enderezar su rumbo electoral. Después, podrá empezar a ver cómo llegar a la gente, que son cosas distintas, por supuesto.

***

Estos párrafos no tienen la intención de quedarse en la liviandad de una chicana discursiva. Se sostiene en la idea-deseo de que alguna vez, el esfuerzo, sacrificio, inversión de recursos humanos, técnicos y económicos puestos en una campaña electoral, se presten de la misma manera a la gestión de un gobierno exitoso, porque el producido de un mal gobierno no afecta al gobierno, sino a los gobernados.

Lección 9
“Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento. Nelson Mandela
La cosmovisión de Mandela, galvanizada en la realidad sudafricana, es universal porque bien puede aplicarse a Sudamérica toda, Argentina y Corrientes incluidas. Las estadísticas le darían la razón, se tome el Indec que se tome.

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Para terminar, dos visiones. Una pesimista y otra optimista de la política. También, dos posturas que se fundamentan teóricamente desde veredas opuestas, desde trayectorias personales y hasta de clases sociales distintas, para que cada uno haga la síntesis que mejor prefiera.

Lección 10
a. “Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor. ¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden, y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los políticos nacionales”. Jorge Luis Borges
b. “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo. Fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando con que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de igualdad”. Pepe Mujica

Llegar hasta aquí es sólo darse cuenta de lo relativo de las cosas. Entender la necesidad de ver la vida como un devenir, donde del camino es la lucha lo que importa. Al fin y al cabo, como dijo alguien, ECO no hace más que ganar elecciones. Y el PJ no más que perderlas. No es así si se mira a 4 u 8 años. ¿Pero y si se mira a 40?

Día del periodista: hoy hablan ellos

“Dado que el periodismo es un actor de gran influencia en la sociedad, no es neutral para la calidad democrática que haya un periodismo bueno, malo o mediocre”.

Fernando Ruiz

 

Cómo es el periodismo de Corrientes en la actualidad? ¿Quiénes son los mejores y peores? ¿Con quién se informa usted? ¿Le cree a los periodistas? Esta y otras cuestiones por el estilo ganan la calle en estos días, porque los candidatos que aspiran a “algo” tratan de hacer una buena inversión publicitaria. Entonces contratan encuestadores que andan preguntando sobre la penetración de cada uno de los comunicadores. Cada cual, por tanto, tendrá su respuesta.
Mucho más modesta es la pretensión de El Litoral, que salió a preguntar entre los colegas, antiguos y noveles, con trayectoria y los que aún intentan ganársela, qué es lo que piensan de la profesión que eligieron para abrazar, desarrollar, y de paso, ganarse la vida.
Sirve tal vez un momento de un día como el de hoy para generar un espacio que, en general, no tienen los periodistas, aunque suene contradictorio, y debatir cuestiones que hacen al desarrollo de la actividad y que en muchos casos no llegan a la gente: lectores, oyentes, televidentes, internautas.
El Litoral consultó a muchos colegas. Algunos no respondieron y otros sí. Entre esos, cada uno hizo un balance y elaboró sus respuestas desde su perspectiva. Las opiniones que aquí se reproducen son las de aquellas personas que aparecen todos los días en los distintos medios que los correntinos usan para informarse, formarse y entretenerse.
Hay coincidencias en las opiniones, como también divergencias. Hay acuerdo en cuanto a la evolución técnica; a cierta capacitación de base; a la importancia que ha tenido en el último tiempo la creación de muchas fuentes de trabajo. Hay puntos en común, también, en cuanto a la revolución de la tecnología que demanda, asimismo una revolución en el horizonte de cada periodista para poder abordar una realidad que hoy cambia a cada minuto.
Hay coincidencias, asimismo, en muchas de las dificultades que aquejan a la profesión, desde siempre y en todas partes, y entre ellas el debate que falta para hacer realidad el respeto que se ha perdido entre los colegas por la carrera que hoy se corre, y casi siempre se pierde, contra la inmediatez y la calidad. Se hace hincapié en la necesidad de la formación de los planteles periodísticos, pero también en la actualización de los parámetros empresarios, que son en definitiva el verdadero poder de la prensa.
Dice Noam Chomsky que “los medios de comunicación están sujetos a limitaciones estructurales, ya que viven de la publicidad. Son empresas privadas que venden porciones de audiencia a otras empresas privadas. Y evidentemente, están sometidas al poder del Estado, que también está estrechamente vinculado a los intereses privados. Pueden actuar, pero dentro de este esquema. Aunque entre los profesionales hay muchas personas íntegras que se esfuerzan por hacer su trabajo honradamente”. Es un extracto del libro “Dos horas de lucidez”. Allí se deja constancia de esta realidad universal de la prensa, pero también de los esfuerzos personales, esos que rescatan los colegas correntinos.
Sucede que entre los consultados para este trabajo, hay quienes apelan a los sobreentendidos, como los de salvaguardar a aquellos periodistas que con valentía y dignidad ejercen el oficio, y en cambio, aunque tácitamente, quienes reprochan a los que en paracaídas arrasan con los estándares mínimos de la calidad periodística que cuesta mucho conseguir y sostener en territorios como el correntino, donde casi todo depende del Estado, con las consecuencias que ello acarrea a la prensa, que es parte del casi todo.

Palabras
Las opiniones que aquí se publican a lo largo de 4 páginas, y que se agradecen, no tuvieron otra edición que las que demandó el espacio. Cada colega consultado dice lo suyo, y colaboró con este trabajo casi espontáneamente. No hubo más que compartir la inquietud para recibir la respuesta generosa de casi todos ellos, lo que en cierta medida sugiere la idea de carencia a la hora de obtener los espacios de discusión que demanda una observación del ejercicio de la profesión, tal vez el único no escrutado seriamente bajo parámetros de rigurosa calidad.
Por ello mismo, desde El Litoral se plantea este eje de trabajo, un día como el de hoy, que podría ayudar a mejorar la tarea profesional y por tanto la calidad informativa.
De paso se ayuda al lector a entender con mayor nivel de detalle cuáles son las dificultades con las que diariamente se encuentra “su” periodista a la hora de encarar su actividad.
Una de ellas es la que marcó el periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez: “Es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas y otras tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad, sino también por falta de dominio profesional”.
Es allí donde estriba la demanda de actualización permanente y de ayuda, por caso, de la Universidad, que podría abrir sus investigaciones para colaborar con los medios y con los periodistas para discutir sobre sí mismos, pero desde una perspectiva constructiva, no desde el facilismo de la jocosidad ante los errores cometidos.
“El poder del periodismo es innegable”, agrega Nápoli, citado por Fernando Ruiz. “No es omnipotente como creen algunos, ni tan mínimo como creen otros. Pero es uno de los motores de los acontecimientos sociales, económicos, culturales y políticos, y en algunas coyunturas, su influencia puede crecer. Es claro que fabricar periodismo no será nunca lo mismo que fabricar mayonesa”.
No es lo mismo un mueble que un bien simbólico como el que genera la prensa. Como no es lo mismo una simbología libre que otra atada a intereses concretos, aun cuando se hagan esfuerzos para esconder las verdaderas intenciones que hay detrás de cada publicación o cada nuevo emprendimiento periodístico.
Por lo demás, bien vale conceptualizar lo que es desde siempre la piedra sobre la que se construyen los reclamos del sector: el régimen laboral y salarial.
“Es innegable que en escenarios de alta concentración mediática, pluriempleo de los periodistas producto de los bajos sueldos, baja tasa de lectura de diarios y vinculaciones obscenas entre los poderes económicos y políticos, la calidad periodística se va por el sumidero y las normas éticas requieren más que de principistas, de valientes y astutos equilibristas. (…) Buena parte de la sociedad, acuciada por otras urgencias, no tiene tiempo ni capacidad de mayores exigencias”. Lo dice el investigador Sebastián Lacunza, en el libro “La calidad periodística”
Finalmente y para no decir que todos son reclamos, y en todo caso empezar a pensar aquello de la autocrítica que mucho se declama, bien puede citarse una pieza ya clásica del Instituto Gutenberg: “La prensa fiscaliza al gobierno. La prensa fiscaliza a los jueces. La prensa fiscaliza a los artistas. La prensa fiscaliza a los empresarios. La prensa fiscaliza a los políticos. La prensa fiscaliza a los jugadores de fútbol. La prensa fiscaliza a los policías de tráfico. La prensa fiscaliza a los sacerdotes y obispos. La prensa fiscaliza a los poderes públicos. La prensa fiscaliza al cine y al teatro. La prensa fiscaliza a los profesores. Lo único que la prensa no fiscaliza es a la propia prensa”.
Ojalá esto sirva de algo para todos.

Graciela Faccini: “No olvido el día que cambié la pensión por la casa propia”

Graciela Faccini tiene 38 años y está a cargo de la oficina de Prensa de la Cámara de Diputados de la Provincia, desde el año 2001. Se desempeñó desde los 18 años en radio coconduciendo y conduciendo programas periodísticos, y en diarios, donde escribió sobre información general, pasando luego a la sección política. Actualmente, además, dirige la página oficial prensadiputadosctes.gob.ar
“Haber desempeñado esas funciones, fue lo mejor de mi vida, y me preparó para lo que hago hoy institucionalmente”, dice Graciela, que bien se ha ganado el respeto de sus colegas por su trabajo incansable como difícil: ser el nexo entre la prensa y los legisladores y sus proyectos, por encima de las presiones que abundan en el rubro.
Hoy responde el cuestionario Proust una periodista que supo imponer y sostener su trabajo “por plena capacidad”, como ella misma define.

¿Cuál es tu mayor triunfo?
Haber llegado donde llegué por plena capacidad, sin recomendaciones, ni padrinazgos.
¿Cuál es tu principal cualidad espiritual?
La humildad.
¿Cuál es tu sueño dorado?
Confirmar que tantos sacrificios realmente valieron la pena.
¿Quién quisieras ser?
Yo, pero en versión mejorada.
¿Cuál es tu color preferido?
El celeste. Sin alusión partidaria alguna.
¿Tu pájaro preferido?
El loro. Tuve uno.
¿Tus escritores de cabecera?
No tengo uno de cabecera, pero me gustan Pablo Neruda, Mario Benedetti. Los releo cada tanto y sigo a quienes publican en la actualidad trabajos de investigación.
¿Tus músicos predilectos?
Los que marcaron un hito en la década del ‘80 en cuanto a música internacional, lenta.
¿A qué personajes históricos admirás?
Aristóteles (padre de la política). Gandhi por su lucha por la paz. El Papa Juan Pablo II por imitar a Jesús predicando amor por el mundo (pudiendo elegir el balcón del Vaticano). Hay otros en mi lista.
¿Cuál es el hecho histórico que más te impresiona?
El Holocausto (aún no lo entiendo); la invención de la computadora e Internet.
¿Hay un proverbio que te gusta recordar?
“Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”.
¿Por cuáles errores tenés mayor indulgencia?
Por aquellos que cometí por ignorancia.
¿Quién es tu personaje histórico favorito?
San Martín, Juan Bautista Cabral, Belgrano y otros.
¿Tu héroe del cine?
Robin Hood.
¿En la vida real?
Los que cultivan y desarrollan la cultura del trabajo, sin pedir ayuda extra.
¿Qué cualidad preferís en el hombre?
La sinceridad y que ejerza el rol de hombre.
¿En la mujer?
La femineidad.
¿Cuál es tu virtud favorita?
La honestidad, la fidelidad y la responsabilidad.
¿Tu ocupación favorita?
Escuchar, leer o mirar a los que enseñan algo.
¿Qué es el periodismo?
Es un sacerdocio. Un servicio a los demás.
¿Y ser periodista?
Es ser eternamente un niño “queriendo saber”, investigar; y una vez constatados los hechos o las cosas exploradas, contarlo a los demás. Objetivamente primero, y luego acotando la opinión personal. La opinión es un complemento de la información. No al revés. Soy de la vieja escuela.
¿Qué es la prensa institucional?
Es un servicio a la sociedad, transcribiendo hechos y acciones que suceden en un ámbito determinado de manera sencilla fácil de entender, preservando la buena imagen, prestigio y aciertos de la entidad a la que se representa.
¿Cuál es el rasgo principal de tu carácter?
La seriedad que me impregna la autoexigencia.
¿Cuál es el don natural que quisieras tener?
La sabiduría.
¿Cuál es tu libro favorito?
La biblia. Me apasiona la parte del nacimiento de Jesús.
¿Cuál es el momento de tu vida que más recordás?
El día que me mudé con mi mamá a una casa propia, la cual la construimos tras comprar con nuestros magros sueldos, de aquel entonces, un terreno en 86 cuotas. De una pensión a casita propia! Cada bolsa de cemento era una privación de gustos, salidas, compra de ropa, etc, etc. Vivíamos a arroz hervido, pero lo logramos!!!
¿Cuál es la noticia más emocionante que escuchaste?
Cuando me ofrecieron un trabajo con remuneración fija. Era poco, pero seguro.
¿Qué es lo mejor que hiciste en tu vida?
Cuidar de mi madre; ser más que hija, su compañera.
¿De qué te arrepentís?
De no darme cuenta que el tiempo pasa y no vuelve. De ubicar en mi lista de prioridades al trabajo, y no la propia vida y los afectos.
¿Con qué animal te identificás?
Con el perro. Es muy fiel, leal y compañero. A veces, gruñe.
¿Cuál es tu mayor defecto de personalidad?
La intolerancia para lo que considero pavadas o poco productivo.
¿Qué apreciás en tus amigos?
El aceptarme tal cual soy, lo cual no es cosa fácil.
¿Qué es la inteligencia?
Es saber discernir entre mentira y verdad; correcto e incorrecto; malo o bueno; conveniente o perjudicial.
¿El amor?
Es querer sin condiciones.
¿Cómo te definís?
Como una persona extremadamente responsable y seria, que toda su vida se circunscribió a dar más de lo que debe; y que hoy intenta cambiar para “vivir” realmente.
¿Qué sitio del mundo quisieras conocer?
Belén.
¿Qué es lo mejor que hiciste para ayudar a alguien?
No sé. “Estar”, tal vez.
¿Cuál es el mejor regalo que te han dado?
La oportunidad de demostrar mis capacidades.
¿Cuál sería el mejor regalo que podrías dar a alguien?
Cocinar todos los días. Alguien sería feliz…

Noticias del poder, Jorge Halperín

Noticias del poder: buenas y malas artes del periodismo político. En este libro, Jorge Halperín entrevista a prestigiosas figuras como Eduardo Aliverti, Juan Luis Cebrián, Jorge Lanata, Rodolfo Terragno, entre otros, en busca del verdadero rol del periodismo político en la sociedad occidental de hoy.

Tal vez los tiempos cambiaron un poco, pero no la manera de acarar la cosa política. Allí hay continuidades contadas, recetas, maneras, y algunos elementos que trascienden los tiempos y que son útiles para el ejercicio de la profesión.