Ricardo Colombi, “Lalaca” para sus amigos, fue tres veces gobernador de Corrientes. Estuvo 12 años al frente del Ejecutivo y, por lo tanto, es el hombre que más tiempo ha gobernado la provincia. Asumió por primera vez en 2001, después de una feroz crisis política y social en Corrientes y que tendría una réplica nacional.
—Doctor Colombi: usted fue el quinto representante de la UCR en ser gobernador de Corrientes. En 2001 le devolvió al partido ese lugar después de 43 años -el último fue Piragine Niveyro-. Y además fue el primer mercedeño en acceder al sitial de Ferré con 44 años. ¿Qué recuerda de esos años?
—Creo que tenemos que ir un poco más atrás de 2001. Ya en mi época de estudiante secundario, desde la presidencia del Centro de Estudiantes, y mi paso por la facultad se fue trazando un camino que incluía la política. En el año ’87 yo fui candidato a intendente, concejal en la elección indirecta. Fui el candidato más votado, pero el número de concejales me impidió ser intendente. En el ’91, se dio a la inversa: fui el candidato menos votado, pero la mayoría de los concejales me permitió llegar a la Intendencia. Ahí estuve 8 años, aunque fui electo por 10. Renuncié para ser diputado nacional en el ’99. Pero ya en el año ’97, con un grupo de intendentes muy fuertes comenzamos a pergeñar la posibilidad de tener una fuerte presencia provincial. No se pudo dar en el ’97, se concretó en el 2001, en medio de una profunda crisis institucional, política, económica y financiera del país. Recuerdo que cuando en el ’91 llegué a la Intendencia, cuando fui electo -para sorpresa de muchos- y me senté al día siguiente en el sillón de intendente dije: “¿Qué hago yo sentado acá?” Y la misma pregunta me hice en el 2001 cuando fui electo gobernador. Pero bueno, comenzamos una tarea, teníamos conceptos básicos, fundamentales. Teníamos trazado un camino, aunque indudablemente no fue el mejor inicio porque asumíamos con un presidente, un modelo económico; y después sobrevino la crisis institucional, los 6 presidentes, 3 monedas… (Nota del editor: Colombi asumió con De la Rúa en el gobierno, pero este renunció el 20 de diciembre de 2001. Allí vinieron los 4 presidentes en 11 días: Puerta, Rodríguez Saá, Camaño y Duhalde, hasta que la situación se normalizó en mayo de 2003 con la jura de Néstor Kirchner. Las tres monedas eran: el peso, y los bonos Lecop y Cecacor). Y Corrientes tenía, sobre todo la Capital, una fuerte ascendencia de gobiernos anteriores y no fue fácil. Pero creo que el acompañamiento silencioso de la ciudadanía en su conjunto, que apostaba a un cambio, lo sostuvo.
—Estuvo 12 años completos en el gobierno. Se convirtió en récord total de permanencia en el gobierno, desbancando incluso al propio Ferré que estuvo 10 años, 3 meses y 14 días. ¿Qué piensa de este racconto?
—Tal vez, íntimamente, sea importante para uno. Pero yo creo que lo más importante es poner en valor las ideas. Los años están bien, pero ¿para qué? Si estuvimos tres periodos es porque la gente confió en nosotros. Yo siempre digo que en la alianza que armamos, que es una alianza social y política, somos iguales. Establecimos conceptos muy básicos de la política. Yo me acuerdo que en 2001 cuando llegué acá, ser gobernador parecía que era ser dueño de la vida y de los bienes de los correntinos, y no es así. A mí me molestaba que cuando yo iba a un quiosco, negocio o a una casa de comida a comprar algo, me daban el lugar. Yo tenía que hacer la fila como cualquier ciudadano. Y si iba a un espectáculo tenía que pagar la entrada, porque así me enseñaron mis padres, porque así me eduqué y así hicimos política en el interior. Entonces, a la gente le costó acostumbrarse. Me acuerdo que yo viví los tres primeros meses de mi primera gestión en el Hotel San Martín. Y había un mozo ahí que era técnico de fútbol y un día le digo: “Acompañame, que vos sabés dónde hay una casa de deportes, porque me quiero comprar un zapato, un pantalón y una media para ir a jugar al fútbol”. Vos no sabés lo que fue eso. Cruzamos la plaza, en la esquina había una casa de deportes, y era como que la gente estaba sorprendida de que yo andaba con el mozo del hotel, comprando equipo deportivo. Pero así somos y yo no he cambiado, ni voy a cambiar. Entonces, vos me vas a escuchar preservar la base de lo que es Encuentro por Corrientes o lo que es nuestra formación política: no alejarse de la gente, estar con la gente.
—De todas maneras, esto que logró es importante. Fueron 12 años de gobierno, unos tantos más en el poder, ya más de 20. Usted mismo hizo un racconto: casi 40 años ligado a la administración de la cosa pública, desde cuando inició en Mercedes. Y en este momento, en el año 2021, está planteando un proyecto político para otros 20 años y es inevitable mirar la historia y compararlo, por ejemplo, con Juan Ramón Vidal, que manejó, de cerca o de lejos, la vida política e institucional de la provincia de Corrientes por 60 años. ¿Cuál es la importancia que le adjudica a la historia en todo este trayecto político?
—La historia es importante. Y de todo eso que ocurrió en su momento, extraer las cosas buenas, tratar de adaptarlas a los tiempos que estamos viviendo y tratar de tener los menores errores posibles. Somos seres humanos y nos equivocamos como cualquiera. Pero esta proyección de 20 años que vos decís, tiene que ver con una visión a largo plazo. En el 2001, quién iba a pensar que Corrientes comenzaría en algún momento a ser una provincia industrial, por ejemplo. Bueno, hoy los parques industriales son una realidad. Que íbamos a tener gas natural, con industrias: hoy lo tenemos. O que íbamos a recuperar una herramienta financiera para el desarrollo del sector privado como el Banco de la Provincia, que estuvo quebrado, que estuvo por desaparecer. Hoy es el banco público más importante del país. Quién iba a pensar que íbamos a tener un fondo de desarrollo rural, en el cual el impuesto que viene del campo está totalmente volcado al sector en proyectos energéticos, viales, escuelas, internet, fondos de producción. Hoy la generación de energía, la madera, la exportación. Es decir, Corrientes está en el camino correcto, pero de que falta, falta; y de que hay que corregir cosas, hay que corregir. Pero la base es esta y el desafío son estos 20 años para seguir creciendo.
—¿Usted cree que todo este recorrido lo pone ya en la historia de Corrientes?
—A mí no me queda bien responder. Yo soy un ciudadano común, sencillo. La historia juzgará. Yo solo estoy aportando un granito de arena para que las generaciones que vienen tengan las mismas posibilidades y mejor calidad de vida. (…) A eso apostamos: que los jóvenes puedan tener una mejor calidad de vida, mejores posibilidades de crecimiento y desarrollo que sus padres no tuvieron. Pero esas cosas no se ven en el momento, se ven en el tiempo.
—¿En el 2001 ya tenía ganas de ser gobernador o fue una coyuntura?
—No, no, no. Yo no hago nada alocado y que no esté planificado. Esta es una idea que veníamos trabajando años antes. En el ’97 no lo pudimos armar, pero sí lo hicimos en el 2001. Es decir que ya había en mente una idea, un proyecto de llegar a ser gobernador de la provincia de Corrientes.
—¿Y en esa planificación estaba ya en su cabeza todo lo que logró después?
—Muchas cosas sí: el tema del Banco, los centros de formación y educación. El tema del fondo de desarrollo rural. Tenía pensado el programa cultural, deportivo. Tenía ideas fundamentales y las otras, por supuesto, iban surgiendo sobre la marcha del gobierno. Pero lo más importante de todo esto fue el equilibrio fiscal, porque así lo hicimos como intendente. Entonces ¿qué hice?: traje todo el equipo económico que yo tuve en el Municipio. Corrientes necesitaba entrar en ese equilibrio fiscal. Cuando dejé el Municipio en el ’99, tenía un millón de dólares en caja. Después, la Intervención nos liquidó eso. Teníamos además la idea clara de que no podíamos gastar más de lo que ingresaba y fue duro eso, porque la gente de la provincia estaba acostumbrada a endeudarse a crédito. Fue duro y soportamos momentos difíciles, porque había una población que quería un cambio. Creo que, 20 años después, darle estabilidad económica, no tener más crisis institucionales, no tener más intervenciones federales, creo que la base está.
—A usted siempre se le reconoció ser el padre de la estabilidad política y la paz social. Un hecho inédito en años. De hecho, dicen de usted que es un administrador duro, austero, pero a la vez honesto, contrapuesto a la idea que estaba instalada en ese momento que era “roba, pero hace”.
—A mí me pasó con algunos empresarios que me criticaban y me decían: “Prefiero lo anterior y no lo que estamos viviendo ahora”. “Bueno, pero yo no soy esa persona”, les decía.
—Se dice además que fue un conductor severo, pero eficiente antes que paternal y corrupto. ¿Es así esto?
—Yo creo que sí, porque sino no hubiese estado donde estoy. Y no hubiese tenido hoy que ya no estoy en la primera línea, un porcentaje de adhesión -no quiero dar números porque no quiero tener problemas- muy importante en la comunidad. Entonces, yo creo que es así. Lo percibo, lo siento. Yo recorro la provincia. Cuando era gobernador viajaba solo, sin ningún tipo de seguridad. Lo hice siempre, lo sigo haciendo ahora. Hablo con todos y bueno, creo que es así.
—¿Utilizaría estos mismos términos o cómo se definiría usted?
—Mirá, yo soy una persona muy reservada, muy hacia adentro, y no voy a estar expresando esas cosas públicamente. Por eso te digo que esa valoración, desde el punto de vista objetivo la tiene que hacer la sociedad.
—También está lo otro. Fue denunciado por corrupción. Hay gente que habla de incumplimientos políticos. De que usted hace una utilización regular de la mentira y el miedo como insumo de su necesidad política.
—Bueno, eso te tendría que contestar quien te dijo eso.
—¿Y usted qué piensa?
—No es así, lo que pasa es que de vivos estamos cansados. Y muchos pensaron… Haciendo un poquito de historia, recordemos que hubo un exdirigente que me dio plazo hasta el 30 de marzo…
—¿Quién fue?
—No, no viene bien recordar el nombre, pero dijo: “Le vamos a enseñar al naranjerito de Paiubre y al pescador del río Uruguay, cuántos pares son tres botas”. Pero se equivocaron porque nosotros sabemos de naranjas, cuántos pares son tres botas, y tenemos conceptos muy sólidos en nuestra formación. Primero, familiar: yo todo lo que soy se lo debo a mis padres. A mi papá que no pudo verme porque se murió muy joven, en el ’90. Yo llegué a la intendencia en el ’91. Y después a mi mamá, que trabajaba desde las 7 de la mañana hasta las 10.30 de la noche para que sus hijos –mi hermana y yo– seamos alguien en la vida. Después lo que aprendí con mis maestros y lo que aprendí en la calle. Entonces, venir del interior y venir a esta ciudad que estaba acostumbrada y modulada de una forma tal por la injerencia del poder. Podemos hablar de muchas cosas, pero el río Corriente divide en dos a la provincia. Nosotros no sentíamos el impacto que sentía la Capital por efecto del calor del poder, ni teníamos que rendirle pleitesía las 24 horas del día a quienes nos representaban. Nosotros rompimos un montón de moldes. Por supuesto que somos seres humanos y tenemos errores, aciertos, virtudes y defectos, pero tenemos claro lo que debemos hacer.
—A propósito de los aciertos, se dice que usted es un cuadro político integral y que es el arquitecto de la estabilidad y de este poder que continúa en la provincia desde el 2001. ¿Con eso cómo se lleva?
—Mirá, nosotros armamos esto en el año ’97 porque veíamos que para evitar la crisis institucional nos teníamos que juntar. Si abajo lo hacíamos, en los municipios, por qué no lo podíamos hacer un poquitito más arriba. Y en 2001, cuando nos juntamos fuerzas políticas por ahí antagónicas, lo hicimos convencidos de que era el único camino. Y después cuando más adelante, en 2005, se fueron agregando partidos que antes eran nuestros rivales, también los sumamos convencidos. Y hoy la matriz política de Corrientes, independientemente de quién gobierne, es esta. Quien quiera salir de esta matriz no va a tener éxito, fracasaría quién quiera estar por fuera de este acuerdo de 28 o 30 partidos políticos, en otro lado impensable. En Corrientes la gente entendió. Entonces, la matriz política es esta y de ella no podemos salir.
—Así como hay una de cal, hay otra de arena. Y las críticas que se le hacen tienen que ver con sus modos: muchas veces brusco; a veces violento. Se lo tilda de machista, de que tiene conceptos arcaicos, de que es incapaz de avalar nuevos derechos, de que usted frenó la paridad de género y la incorporación de los jóvenes a la política. De que trabó los cambios de las normas electorales. ¿Qué piensa de todo esto?
—Mirá, yo soy un tipo muy sincero, franco y directo, por eso por ahí no se encaja cuando se quiere tener un doble discurso. Conmigo es sí o es no. O es blanco o negro, no hay término medio. Porque así me formé y creo que así me fue bien en la vida, por qué tengo que cambiar. ¿Es un defecto? Puede ser. Y, por ahí, cuando las cosas se dicen de frente, duelen. Pero yo no tengo otra forma y así me fue en la vida. Con respecto a todo lo otro, yo tengo ejemplos sobrados de que no es así. Además ¿cuántos legisladores somos? Cuarenta.
—Pero usted no es uno cualquiera.
—No, pero yo soy uno de 40.
—Está bien, pero no se saque la responsabilidad.
—Yo soy uno de 40. Así que tenés que preguntarle a los otros 39. Y muchos de esos 39 tienen una idea en privado que no se animan a decir en público. Y con respecto al tema del voto joven, yo no estoy en contra. Yo quiero que sea obligatorio y así como tienen derechos, que tengan obligaciones.
—Pero la crítica con respecto al género está centrada en que usted podía decidir directamente, por ejemplo, en su Gabinete, o cuando se conformaban los tribunales, pero no lo hizo.
—Y yo te diría que la Justicia tiene el 80% de mujeres.
—Pero no en los lugares de decisión.
—Pero es el momento, no tiene que ver con la filosofía. Te digo más, si tiene que haber diez mujeres encabezando las listas, yo no tengo problema. Para mí la cuestión de la paridad por ley no va. Para mí es natural, si tiene que haber que haya. Por qué vamos a limitar uno, uno y uno.
—Pero usted sabe por qué es. Porque la política está hecha en función de…
—Bueno, pero es como te decía que hace 20 años esto era impensado, lo de los parques industriales, esto, lo otro. Todo esto se va haciendo naturalmente y se está dando así.
—¿Por qué siempre se llevó mal con los intendentes de Capital?
—No es que me llevé mal. Es que eran de la oposición y teníamos que ganar en la Capital. Es muy claro. Además, no estaban bien administrados. Entonces, teníamos que tratar de encaminar la cuestión. Nosotros también queríamos ganar el municipio.
—¿Era una cuestión política?
—Era una cuestión política sí, pero no me llevé mal.
—¿Y siempre va a ser así, la Capital con el Gobierno?
—No, porque ahora están muy bien, trabajando.
—¿Usted cree que ahora están bien, trabajando, porque se dio naturalmente o porque está garantizado que la aspiración del Intendente no es competir con el Gobierno?
—¡Ah, no sé! Yo no estoy en el esquema. Preguntale a los que van a quedar después del 10 de diciembre.
—Pero, ¿usted qué cree?
—Vos preguntale a los otros, después yo te contesto.
—Usted fue siempre un gran elector. Lo fue en 2005 y en 2017 y, por lo tanto, fue el elector de los últimos 20 años en Corrientes. Perdió una sola elección en 2007…
—En el 2007, nosotros perdimos por 4.500 votos contra todos. Y ¿sabés por qué perdimos? Porque dos intendentes que dijeron que nos iban a acompañar, el día de las elecciones se dieron vuelta. Y otra diferencia que teníamos era el nombre. Nosotros íbamos con un nombre nuevo a las elecciones y del otro lado estaba instalado un nombre exitoso de la alianza que ya venía y que era el Frente de Todos. Entonces, eso llevó a la confusión a la gente.
—¿Y en el caso de los intendentes que se dieron vuelta, fue una ingenuidad política o una deslealtad?
—Deslealtad. No fue ingenuidad política, porque conocemos muy bien el paño.
—Usted es cualquier cosa, menos ingenuo.
—Claro, menos ingenuo. Pero ya está, ya pasó. Inclusive después hicimos alianzas con esos intendentes que en su momento habían equivocado el camino.
—¿Con qué provincia se encontró cuando asumió en 2001?
—Era una provincia con una crisis social y política muy profunda donde la grieta estaba muy a la vista y había que ser muy racional, inteligente y cauto para encontrar el camino y comenzar a unir a todos los sectores. Por eso hicimos la alianza. Primero, hicimos una convocatoria social: a todos los actores que hacen al desarrollo y la vida diaria de la provincia. Pero ahí pegadito estaba la unión política: somos esto y tenemos esto. Con el tiempo eso se fue entrelazando y reestableciendo la confianza. Después, en el tiempo, partidos que estaban de este otro lado, entendieron, vinieron y confluimos en una unión mucho más grande. No fue fácil porque la ciudadanía de esta ciudad mayoritariamente estaba acostumbrada a un modelo diferente.
—Al Pacto digamos.
—Al Pacto. El Pacto fue una herramienta electoral poderosísima. ¿Y cuándo comienza a caer? Cuando los dirigentes se empezaron a alejar de la gente. Yo quiero que eso no nos pase a nosotros. Estoy luchando para que esas cosas no nos pasen a nosotros.
—¿Y ve que está pasando?
—Sí, está pasando. Nos está pasando eso de los 20 años de aburguesamiento que vos decís. Por eso tenemos que retroalimentarnos, tenemos que recrearnos, tenemos que repotenciarnos permanentemente. Porque nos está pasando y lo estamos viendo.
—¿En qué acertó y en qué cree que se equivocó en su primer gobierno?
—Creo que el acierto fundamental fue la conformación de la alianza, porque sabíamos que íbamos a tener crisis institucionales. Lo que nosotros armamos creo que fue muy importante en ese momento. Y, tal vez, nos cerramos en eso exclusivamente para no perder la confianza mayoritaria del pueblo. Tal vez si hubiésemos orientado un poquito más la acción hacia la reconciliación -que te decía- hacia otros sectores para profundizar el rompimiento de la grieta con más tiempo… Pero no podíamos, era lo uno o era lo otro.
—¿Qué índices evolucionaron y cuáles involucionaron en ese gobierno? Porque hay como una matriz en la provincia que es transversal a todos estos gobiernos de los últimos 20 años y que tiene que ver con la pobreza, la desnutrición, la mortalidad infantil. Incluso, hay valores educativos muy malos.
—Mirá, en el tema de la desnutrición nosotros teníamos estudios y análisis de que prácticamente, no es que había desaparecido, pero estaba en sus valores más bajos. El problema fue cultural. Perdimos mucho en lo educativo. Hoy en día, gran parte de la crisis que tenemos es cultural, es familiar, es social. (…) Hay generaciones de chicos que no vieron a sus padres trabajar y el deterioro de la educación se profundizó, a partir de 1996, con la transferencia de las escuelas que se hizo sin el presupuesto adecuado en el tiempo.
Cuando llegamos al gobierno tuvimos un plan de los mil días, que era un plan alimentario que consistía en darles los alimentos necesarios a la madre, en todo su proceso de embarazo hasta que el chico llegaba a los 3 años. Por problemas educativos y culturales fracasó, y no lo pudimos lograr porque no les gustaba la papilla; porque no la sabían preparar. Es decir, tenemos un deterioro cultural muy grave que se ve en todos los niveles y ese es el principal problema que tenemos como sociedad, como país. Entonces, yo creo que el tema familiar, si no reconstruimos el tejido social, los grados de violencia de género, de abuso y de todas esas cosas, agravado por la crisis educativa, es un combo muy difícil de solucionar. Pero hay que hacerlo.
—¿Cómo conceptualizaría usted su primer gobierno?
—Te voy a decir esto: (al final de mi mandato) yo fui electo en una lista de diputados que sacó el 75%. Quiere decir que tan mal no nos fue, ¿no? Metimos los 3 diputados nacionales y fui tercero. Para que te des cuenta de que a mí no me importa el lugar. Yo siendo gobernador podría haber ido en primer lugar y fui tercero. Porque cuando yo estoy convencido del proyecto no me interesa el lugar, ni la banca, ni nada. Yo voy por el proyecto. Fui tercero y sacamos el 75% de los votos.
—¿No es un acto de soberbia también eso?
—No, es confianza, es seguridad. Si es un acto de soberbia, voy primero. Yo gobernador voy primero.
—No, no sé. Lo pongo en duda.
—Aaaa bueee… Vos sos como “la gata flora”. No pue, no es así.
“En 2001 algunos dirigentes me dieron un plazo de tres meses: hasta el 30 de marzo de 2002”
—En 2001 usted armó una base social y política para oponerse al régimen anterior. Pero me dijo que le pusieron plazo y ¿lo quisieron derrocar?
—Sí, me dieron plazo hasta el 30 de marzo de 2002. (Nota del editor: Fue el plazo de gobierno que le dio el remanente del viejo Pacto a Colombi. Eran dirigentes que no tuvieron participación en el primer “Frente de Todos”. Los “más opositores” eran liberales).
—¿Y qué pasó?
—¿A qué fecha estamos hoy?
—¿Por qué cree que se equivocaron?
—Estamos a 16 de junio de 2021.
—¿Era pura bravuconada política?
—No. En realidad estaban acostumbrados a un modelo, a un sistema de llevar todo por delante y creyendo que, porque eran fulanos de tal, podían hacerlo. Y no sabían que adentro (del gobierno) había gente diferente, con formación y valores diferentes.
—En ese marco, ¿qué fue la “Gestapo correntina” de la que habló en su momento Josefina Meabe de Mathó? (*)
—Ah, pregúntenle a ella. Ni idea, ni sabía que dijo eso. (Hace gestos y luego se ríe) Y no creo que diga porque ella fue parte (de la alianza) hasta el año 2017, 2015. Medio difícil que pueda hablar alguien que fue parte de todo esto y desde hace muchos años. Desde el 2000 que fue parte.
—Bueno, pero usted sabe que eso no impide a algunos hablar igual.
—Y bueno, pero entonces no tiene sentido, no tiene sustento.
(*) Nota del editor: La “Gestapo correntina” fue un dispositivo de espionaje montado para generar escuchas ilegales con un aparato que intervenía celulares y grababa conversaciones. Algunas se pasaron por radio. Los espiados acusaron a Colombi.
“El esquema de alianzas vino a quedarse por mucho tiempo en Corrientes”
—Si usted fuera un caudillo ¿cuál es la connotación que le daría a esa palabra? ¿Líder o mandamás?
—No, no me puedo encapsular en ese concepto porque no entiendo así el manejo de la política. Yo no estoy formado así. Soy una persona que me adapto a las circunstancias, pero tengo claro cuáles son mis objetivos y sé lo que voy a defender y pelear para no perder el rumbo. (…) Pero sí te voy a decir que, hoy, por ejemplo, un déficit que tenemos es la representación comunal. En muchos lugares estamos teniendo un déficit en la calidad y preparación de los representantes, pues no está acorde con lo que está haciendo la provincia.
Otro problema que se viene dando desde hace un buen tiempo y que eso para mí está mal porque va en detrimento de la política, tiene que ver con las sucesiones que se dan de esposo a esposa, a hijos, a hermanos. Es como si son dueños de la vida y de los bienes de los ciudadanos de las ciudades. Tenemos una cierta cantidad de ciudades en las que el traspaso de mando se da del esposo a la esposa, al hijo, a la hermana. Eso va en contra de la política. Esas cosas tenemos que cambiar. Yo estoy en contra de eso.
—Bueno, pero usted lo puso a su primo también, si vamos al caso.
—No, pero eso no tiene nada que ver, porque es otra cuestión. No era nada periódico, era una sola vez y nada más.
—De todos modos es una conducta…
—Es una conducta que está impuesta. Pero lo más grave es la falta de preparación.
—Hay cierta academia que ya empezó a estudiar sus gobiernos y dice que usted melló en el sistema político y en sus prácticas, primero como salvador y después como remedo de aquellos males que vino que curar. Y ponen ahí como ejemplo, la permanencia en el poder y el derivado de esa permanencia: el aburguesamiento de las élites políticas que enlentecen los cambios.
—Contra eso tenemos que luchar. Por eso yo te digo que tenemos que retroalimentarnos. Vos escuchaste mis críticas y mis posiciones de que estamos aburguesados, de que creemos que las elecciones están ganadas y no es así. Tenemos que retroalimentarnos permanentemente. Y esto es proyectar una provincia a 20 años. Por eso el esquema de alianza en Corrientes vino a quedarse por mucho tiempo. Quien quiera salir de ese marco no tiene futuro. Si nosotros pensamos que podemos dejar de lado a todos y convertirnos en exclusivos, únicos referentes de la política, no existiríamos al otro día.
Y voy a terminar con una frase para que se interprete lo que significa esto. Cuando lo trajimos a “Pepe” Mujica a la Feria del Libro, le dije: “Presidente, ¿cómo hizo usted para conducir Uruguay desde el punto de vista económico, teniendo en cuenta su filosofía de vida, su filosofía política y todo lo que usted vivió? Me dijo: “Mirá mi hijo: la ideología no te da de comer, y yo tenía que dar de comer a mi pueblo. Yo tenía posiciones particulares sobre el aborto, sobre esto… pero eso no tenía que ser un problema del pueblo. Entonces, en materia económica, mi pensamiento era mío. Pero yo tenía 4 o 5 millones de habitantes y tenía que velar por ellos”.
Eso es lo que tenemos que hacer. Eso es lo que tenemos que entender definitivamente. Yo puedo llegar arriba, como puede llegar Juan, José, Pablo. Pero no llega él, llega en nombre del millón y medio de correntinos y tiene que gobernar para todos. Y en ese sentido tiene que tener esa visión global y abarcativa de tratar de comprender, entender y llevar adelante la gestión con todos ellos.
Continuará…
Notas al margen
Ricardo Colombi juró el lunes 10 de diciembre de 2001, pero ante la imposibilidad de lograr quórum en la Asamblea Legislativa, lo hizo ante un Superior Tribunal de Justicia ad-hoc. Prometió, junto con su compañero Eduardo Galantini, construir un Estado ajeno a la actual “madeja de privilegios”. Recibió los atributos de mando del último interventor federal, Oscar Aguad, quien para entonces era el sucesor de Ramón Mestre.
El martes 11 de diciembre hizo jurar a sus ministros. Tambien asumió Nora Nazar como intendenta de Capital, acto al que asisitió el Gobernador.
El 19 de diciembre el presidente De la Rúa declaró el estado de sitio por 30 días, dada la situación de crisis económica, las manifestaciones y saqueos. El 20, y tras una enorme rebelión popular, renunció. Fue el momento de los cinco presidentes en 11 días, pues tras la caída de De la Rúa asumió por unas horas Ramón Puerta, para dar paso a Adolfo Rodríguez Saá, quien estuvo una semana. Se fue y asumió Eduardo Camaño hasta que en enero juró Eduardo Duhalde.
El miércoles 1 de mayo de 2002, ante la Asamblea Legislativa, Ricardo Colombi dio su primer discurso. Llevaba cuatro meses en el poder y no pudo hacer balances, pero prometió diálogo y una férrea práctica de austeridad. Abrió una ronda de diálogo con organizaciones civiles.
La Asamblea del 2003 se realizó en el Teatro Vera, pero en el marco de turbulencias políticas internas por la adhesión de la provincia al rescate de los bonos Cecacor. Por esa acción la ministra de Producción, Estela Robaina, amagó con su renuncia. En su mensaje, en tanto, el gobernador anunció una reforma de la Constitución que no logró concretar.
El 25 de mayo de 2003 asumió como presidente de la Nación, Néstor Carlos Kirchner, con quien Colombi haría grandes acuerdos políticos.
El sábado 1 de mayo de 2004 fue hasta la Legislatura y ante la expectativa de los empleados del Estado de recibir un aumento salarial, Colombi ató esa posibilidad a la sanción de normas clave para la estabilidad económica de la provincia. También allí desarticuló una serie de versiones sobre la venta de empresas estatales. “No las privatizaremos”, dijo.
En su último mensaje, el domingo 1 de mayo de 2005, Colombi criticó a los legisladores por haber frustrado la reforma de la Constitución. “Era un imperativo del Acuerdo de Gobernabilidad que firmaron varios de los legisladores aquí presentes”, dijo. Aseguró que su gestión fue una bisagra y llamó a todos a profundizar el modelo.
Días antes de dejar el poder ya se empezaron a ver las grietas con su primo Arturo, electo gobernador para el período 2005-2009. Pretendía que el comité radical tuviera injerencia en el gobierno.
El sábado 10 de diciembre de 2005 le entregó los atributos a su primo Arturo Alejandro Colombi.