Operativo de imagen, gestión y limpieza

Nota publicada en el diario El Litoral

Gustavo Valdés cerró la semana protagonizando la escena política local, regional y nacional por varios motivos. Fue noticia nacional porque es el gobernador con mejor imagen en el país. Venía haciendo podio hace varios meses, pero esta vez llegó a las porteñas letras de molde, porque hizo punta y corrió de ese sitial nada menos que al blindado jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
El informe de CB Consultora Opinión Pública dice que el primer mandatario de Corrientes encabeza el ranking de gobernadores con mejor imagen de Argentina. Alcanzó el 71,4 % de aprobación durante mayo y desplazó a Rodríguez Larreta del primer lugar. Recuerda asimismo que Valdés dejó el cuarto lugar del ranking que había ocupado durante el mes de abril con el 67,1 % de aprobación, y que logró reducir las consideraciones negativas hacia su gestión: del 30 % de abril bajó al 27 % de mayo.

 

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Fue noticia regional porque se anticipó a sus pares del NEA y también al presidente Alberto Fernández en el anuncio y puesta en vigor de varias medidas de cierre y bloqueo para morigerar los efectos de la pandemia. Ya el martes anunció que cambiarían las fases y el miércoles confirmó el retroceso a fase 2 y 3 de varios municipios importantes, incluida la capital, apelando a cierres parciales, además de activar restricciones zonificadas a lo largo y ancho del territorio.
Pero no fue todo. Valdés se desmarcó incluso de Rodríguez Larreta, su socio en el esquema nacional opositor de Juntos por el Cambio, y cerró las escuelas de las localidades más afectadas con la idea de contribuir al despeje de la movilidad, que es el factor que determina la mayor cantidad de contagios.
En ese marco, además, decretó la prohibición de circulación entre las 00:00 y las 7:00 de la mañana, y la extensión de un asueto a la administración pública provincial. El objetivo: disminuir en un 50 por ciento la circulación en las ciudades correntinas con mayor cantidad de casos, como Capital, Goya, Mercedes y Paso de los Libres, entre muchas otras, cuyos números fueron evolucionando en la semana con un agravante clave: en algunas se detectó la circulación de la cepa Manaos. 
Estos próximos días serán clave para conocer si las restricciones decretadas por el Gobierno consiguen el efecto esperado, pues la provincia vivió hasta el miércoles en una suerte de normalidad solo alterada a la vista por la utilización de barbijos y protocolos sanitizantes más o menos flexibles en los espacios cerrados, clases presenciales en los niveles iniciales, primarios y secundarios, actividades deportivas, recreativas y religiosas, y una vida nocturna intensa, legal e ilegal, ajena a los llamados —insistentes y desesperados— a la responsabilidad social.

 

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Pero el gobernador Valdés también fue noticia en Corrientes. Lo fue porque el río suena. Y porque al no tener una oposición que estructure todavía un proyecto alternativo, atractivo para la opinión general y que, más allá de los diagnósticos y las chicanas, encarne una voz que dispute la agenda pública y capte la atención de las audiencias y del electorado, cualquier movimiento interno de la UCR y de la alianza ECO suenan como si fueran los crujidos del gobierno.
La interna radical está en movimiento, nadie lo niega. Pero es por algo que excede la candidatura a gobernador, validada ya afuera y adentro del espacio partidario, lo cual incluye a Ricardo Colombi, a quien no le quedó otra que levantar la mano de Valdés, rodeado por la evidencia de acompañamiento y consenso político.
(Dicen de hecho que la candidatura de Valdés en la provincia y de Tassano en Capital estaba resuelta de antemano, pese a las quejas privadas y públicas del exgobernador y presidente del partido. Y que esa salida radial, previa a la reunión del radicalismo en la que se oficializó la cabeza de fórmula, no fue más que un hábil intento por anticiparse a una jugada que lo excedió o que lo mantuvo al margen).
Pero más allá de esto o de aquello, lo que se disputa aquí, y que se disputará de aquí al futuro, será el manejo del partido y de la alianza, y en ese camino pueden quedar heridos o magullados. El doctor Raúl Martínez fue el primero, aunque no fue su primera vez.
El exlegislador y exfuncionario provincial, y hasta la semana pasada director del hospital de Goya, fue “invitado” a dejar su cargo luego de que saliera a blanquear sus intenciones de ser candidato a intendente de la segunda ciudad de la provincia. Hay más: el propio Martínez dijo que el ministro de Salud, Ricardo Cardozo, fue el encargado de pedirle la renuncia.
Dicen que el hecho generó picazones en el seno de la UCR, sobre todo después de que Ricardo Colombi saliera a pedir clemencia para el doctor, dejando expuesta la interna, que se hizo más notoria cuando algunos trolls de plumas y martillos salieran a decir que era falso lo que en realidad era verdad: que Colombi estaba enojado porque echaron al director de hospital que estaba, tal vez, apadrinando como candidato.
La noticia es así: el director del hospital de Goya, Raúl Martínez, confirmó que le solicitaron la renuncia por realizar “política y actos de proselitismo” en el momento en que esa ciudad registra un promedio mayor de 50 casos diarios de covid-19. Como reacción, el Comité provincial de la UCR pidió al Gobierno que revierta la medida.
Ese comité, presidido por Ricardo Colombi, emitió un comunicado en el que respaldó al médico y solicitó “que se deje sin efecto la apresurada decisión”. Ese comité trabaja también, al parecer, en la nominación sistemática de candidatos distintos a los que tienen avales del gobernador.
Lo concreto es que Martínez hacía proselitismo en el hospital y ese acto (además de correrlo de su función específica) configuró un exceso (político) que desafió una postura que ya cobró forma en el radicalismo y en el Gobierno: apoyar al actual secretario de Desarrollo Social, Mariano Hormachea, como candidato del partido y de la alianza para suceder a Ignacio Osella, quien, aun pudiendo hacerlo y con números para lograrlo, decidió no presentarse para un nuevo periodo en la intendencia.

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Todo esto no debiera ser más que ello. Pero es un poco más porque la interna se desarrolla en medio de una pandemia y la política tiende a confundirse con lo público. Pero, en el fondo, lo que está pasando tal vez sea lo mismo que pasó en 2013: lo que la relatoría del gobierno de entonces llamó el “operativo limpieza” que encabezó Colombi para poner en marcha lo que fue el primer gobierno reelegido de la historia de Corrientes. El primero en juntar sus cosas fue el subsecretario de Desarrollo Humano, que entonces no era otro que Raúl Martínez.
Son los hilos del destino: de aquel echado a este defendido Martínez pasaron cosas. Lo que no pasa ni cambia son esas formas de la política: el apego al más rústico pragmatismo sin cara ni corazón, y a la más conveniente amnesia temporal.
La jugada de Martínez puede leerse, en definitiva, hasta que se demuestre lo contrario, como una acción más de la ensordinada interna radical, publicada en cuotas, muy parecida a los movimientos dizque insuflados por Colombi en el seno de ECo y que dieron forma a los reclamos desafiantes de Pedro Cassani primero y de Gustavo Canteros después.
Cassani ya recogió el hilo, un poco por sugerencia de sus partidarios y otro poco de sus socios, mientras que Canteros parece dispuesto a seguir hasta las últimas consecuencias, hasta colocar su candidatura a intendente en alguna boleta.
La política es el arte de lo posible y todo puede pasar siempre. De hecho está pasando, aunque tal vez antes de tiempo, si es que alguien calculó otra cosa: Valdés está configurando su volumen y construyendo espacio a esa medida, ejecutando el mando que le dieron los propios y que le reconocen los ajenos.

La política de la rosca inmutable

Publicado en el diario El Litoral

La crónica política de los últimos meses podría sintetizarse así: Canteros, Cassani y Colombi desafiando a Valdés.

El vicegobernador Gustavo Canteros primero avisó, para no traicionar, y después lanzó su candidatura a intendente de Capital.

El titular de la Cámara de Diputados, Pedro Cassani, no quiso ser menos. Ya en febrero informó su posición y luego lanzó su candidatura a gobernador. Incluso chicaneó: “¿Por qué Valdés no puede ser mi vice?”. No lo hizo más que en los medios, pero sonó fuerte, como sonaron fuerte las reacciones. Las más notorias se dieron en los anaqueles del Poder Judicial, donde justo por esos días el personal de maestranza pasaba el plumero sobre empolvados expedientes dormidos.

Días después Ricardo Colombi puso en duda la candidatura de Eduardo Tassano. Sin mirar a los ojos a Gustavo Valdés, recordó que no siempre la imagen se traduce en votos. Después azuzó la posibilidad de quiebres y pronosticó fracasos para quienes no escucharan al “Cherubichá”.

Si bien quejoso, también advirtió: “Nadie decidirá nada por mí, ni me van a jubilar”. De paso le tendió una mano a Canteros y otra a Cassani. Los alentó, pues al fin y al cabo nadie puede negarle la posibilidad de ser candidato a nadie, dijo. El hilo común a todos: la silla acomodada en el centro de la escena del programa “Final abierto”.

Antes habló el gobernador. Fue el primero y el que ordenó el debate. Confirmó a Tassano como candidato y dijo que al vice la o lo elegirá él según estas dos condiciones: que sea joven y con votos.

Después, como siempre, pasaron cosas.

La escalada verbal produjo hechos en la superficie y zancadillas brotadas desde los sótanos de la política y de la justicia. Una esquirla tardía de esas viejas detonaciones tal vez sea la viralización de los audios con el pedido de “reintegro” de la diputada nacional Estela Regidor a varios de sus empleados, para hacer “donaciones” en negro, so pena de truncarles el contrato. Es un escándalo de proporciones que, hay que decir también, no implica solo a la diputada radical. Veremos cómo sigue.

Demuestra esto, no obstante, que el carro viene acomodando melones a los tumbos, pero sin el peligro de una guerra declarada como la del 2005 entre los primos Arturo y Ricardo, y que dejó heridos en ristra y algunos muertos.

La terquedad de entonces mutó con el tiempo en el cálculo frío que no pierde de vista las opciones cruciales: ceder y gobernar, o romper y volver al frío gélido del llano. Es verdad que muchos están más abrigados que hace veinte años y que podrían pasar el invierno y la pandemia sin tiritar, pero no es lo mismo hacerlo al calor de las estufas de Salta y Mayo.

Fue en ese marco prepolítico electoral que ocurrió también la cumbre entre Ricardo Colombi y el gobernador Gustavo Valdés. Fue el viernes 30 de abril en Casa de Gobierno. Días después, el miércoles, Colombi dijo por radio que Valdés es el “candidato natural” y más tarde, el mismo miércoles, la UCR avaló las nominaciones de Valdés y Tassano. Fueron ungidos por el radicalismo y en Capital, pero el alcance fue más amplio: se leyó como el ungimiento de ECO a sus dos principales candidatos.

 

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Tal vez nunca se sepa qué pasó efectivamente en la reunión de Colombi con Valdés, porque incluso un ministro de peso dentro del gabinete, varios días antes, varios, firmó en un cuaderno, a modo de anticipo, que esa era la fórmula integral. Valdés-Tassano. Firma del ministro. 

Cassani, en tanto, emprendió un acelerado regreso, como en la parábola del hijo pródigo: volvió a mostrarse con el gobernador, recorre la provincia con él, y del desafío pasó al silencio.

Canteros siguió en las suyas. Fueron a tentarlo varias veces para que deponga su actitud, pero el dos veces vicegobernador parece dispuesto a dar pelea. Por ahora, dice que dentro de ECO, salvo que no lo dejen. Por lo pronto, el jueves lanzó su candidatura y lo hizo rodeado de dirigentes de 17 partidos, más allá de que después se dijo que dos de esos sellos estaban flojos de papeles.

Canteros no quebró, pero la interpretación política fue esa. Tal vez suceda, pero lo cierto es que aún no. Y no ocurre porque no hay ni fecha de elecciones, y si no hay fecha tampoco hay tiempos definidos para la conformación de alianzas. Y nada debe ser tan dramático, pues según preguntó Canteros, “si el radicalismo no consultó a nadie para lanzar a su candidato, ¿por qué tendríamos que hacerlo nosotros, que somos 17?”.

 

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Más allá de todo, el peronismo espera. En el viejo partido de Perón hay sobrados especialistas en la cata de sangre, y dado que no hay señales de cosecha puertas adentro, balconean la interna de ECO hociqueando las mataduras ajenas. Algunos cancerberos, incluso, ya se dieron el lujo de abrir sus anchos portones al otrora compañero sindicalista Canteros. Como cachorros en busca de un amo, algunos ya lamieron sus manos. Incluso algunos otros se animaron a desenrollar viejas alfombras púrpuras, guardadas de otras épocas, de cuando la pelea en el PJ era por algo más que los egos de sus integrantes.

Por fuera de este esquema, hasta el momento, nada sugiere el nacimiento de una alternativa. El modelo bialiancista parece que volverá a perfilar la oferta electoral de este 2021.

 

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Esto recién comienza, y mientras dure, parece saludable el debate. Y ya que la oposición no puede estructurar una discusión que sea superadora de la chicana, o que sea superadora del diagnóstico para pasar a una propuesta que enamore al electorado correntino, al menos están los cruces internos ante tanta hegemonía sustentada en rededor de un hiperconsenso que parece revestir la figura de Valdés.

Su carrera fue vertiginosa, como la acumulación de sus logros políticos. Valdés entró al gobierno como delfín de Colombi y al cabo de cuatro años, pandemia de por medio, emergió como candidato natural a la reelección. ¿Será el tiempo ahora de un empoderamiento pleno, unipersonal? Puede ser. Semejante liderazgo solo fue puesto en discusión por el último capitulador, Ricardo Colombi, que después de zarandear la interna y de azuzar planes alternativos en varios frentes, se avino a la máxima de la superación del alumno.

¿Se avino? Por el momento, sí.

Cerró filas y salió a levantarle la mano. Tal vez esté convencido. Tal vez sea una jugada con altas dosis de pragmatismo de esas que Colombi ensaya a diario. O tal vez se esté curando en salud y esté reservándose para sí el poder de veto o de arbitraje, derecho que podría haber perdido ante la posibilidad de una contienda con fractura expuesta. ¿Qué hará? Aún no se sabe, pero no será la jubilación.

La sangre, una vez más, coaguló antes de llegar al río. Es el catalizador de la inteligencia que faltó en 2005. Y ese aprendizaje estriba en el diseño de una estrategia que piensa ya no en el próximo turno electoral, sino en las próximas dos generaciones, según dice el presidente de la UCR, que puede exhibir, más que gestión, eso sí, un éxito político-electoral que viene de otras dos generaciones.

 

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Todavía hay que confirmar candidaturas y votar. Pero a estas alturas parece difícil que peligre la reelección de Valdés, salvo algún error gravísimo o una implosión no calculada. El resto está por verse. Habría que mirar, en todo caso, la resolución de la interna más fuerte que tiene ahora el frente gobernante por la intendencia de Capital.

Tassano fue ungido por el radicalismo y allí hay un mensaje. No es aún, pero parece el candidato de la alianza. El asunto es que en menos de 24 horas Canteros le salió al cruce. Y dada la ausencia de mecanismos internos o de primarias provinciales que bien podrían arreglar esta situación, la cosa ahora se dirimirá en el plano de las negociaciones o del quiebre.

Si es así, las cosas pueden cambiar. No solo dividiendo el voto oficial, sino también partiendo la masa electoral capitalina, dando chances tal vez a algún otro sector que esté en condiciones de capitalizar a los descontentos y sumar a los desarreglados.

Lo que está claro, sí, es que el mundo cambió. La pandemia dio vueltas las estructuras, disolvió una cantidad impresionante de certezas, pero en Corrientes la rosca política sigue como era entonces. Esos cimientos siguen inmutables.

Locas

Por Andrea de los Reyes

La escena es la siguiente. Al frente, hay cinco varones blancos sentados en el Consejo Provincial Partidario. El salón está casi repleto. Están discutiendo si van a ir todos juntos con la lista histórica del PJ o van a ceder a la extorsión del Rodolfo Martínez Llano para bailar el baile que él propone, ir como candidato en primer lugar a Diputado o romper todo (léase judicializar la interna). Cosa de machos.

La discusión es una minucia – pensamos muchas – porque mientras estos tipos están codeándose por una banquita en la Legislatura, por su minúscula porción de poder, afuera en Corrientes, en Chaco, en Buenos Aires y en buena parte de Occidente, las mujeres están poniendo el cuerpo en la calle y en cada ámbito de interacción social para transformar este mundo en otro, terminando con la cultura machista, esa que se mide en centímetros o en un lugar en la lista de candidatos.

Está hablando Rubén Pruyas (ex vicegobernador, siempre bien ubicado en el calor del poder, pero también médico y uno de los poquísimos políticos que se animó a posar con el cartel #AbortoLegal en esta Corrientes arrasada por el conservadurismo). El hombre de pelo blanco y saco y pantalón a tono, sostiene el micrófono y busca argumentar sobre … no importa en lo más mínimo. Entonces irrumpe la loca.

La loca es Pilar Aguirre.

Con una solera de tiras finitas y un rodete bien apretado, entra como quien no tiene nada que perder. A los gritos y con la claridad de un dedo señalando acusa: “Este hombre violó a mi hija”. Ese hombre, al que rotula con el índice, es Víctor Cemborain, ex intendente de Mercedes, condenado por agredir a golpes a otro ex intendente del paiubre y acusado en la justicia por Pilar Aguirre de violar a su hija, dos días antes de que cumpliera 15 años.

Los hombres, que se ven en uno de los videos más compartidos de Corrientes en los últimos días, ni siquiera se dan vuelta a mirarla. Le dan la espalda. Bajan la cabeza, toman mate, miran el celular, uno que se dice muy aliado mira al techo, el acusado se sonríe.

Y con esos gestos sostienen al violador.

Pilar habla entrecortado, pero fuerte. Certera. Se dice “peronista de alma”. La loca, entonces, grita. Grita, se golpea el pecho, habla de Perón, de Evita, de su padre militante y acusa. Lo acusa a Cemboraín de violador. Le grita pedófilo con una tilde equivocada pero con la certidumbre del odio a quien acusa. Gesticula, los reta. Con furia le recrimina al violador pero también al partido que le sigue dando la palabra y un lugar de privilegio.

“Yo me tengo que andar escondiendo. Me tuve que ir Mercedes. Vendí mi casa. Se me murió una hija”, enumera y les escupe un: “Respeten a Eva Perón, carajo”.

Nadie dice nada. Una mujer le grita: loca. La loca termina y mascullando ira, se va.

Un murmullo y los tipos siguen como si nada cocinando la interna del PJ. Nada pasó. Aceptan el juego del ex diputado Rodolfo Martínez Llano, se someten a su voluntad, aceptando –casi sin patalear – que todos tienen un muerto en el ropero y que uno de los titiriteros del poder judicial le puede hacer un carpetazo.

Nosotras vemos el video con impotencia, con dolor en el pecho, con bronca y ganas de llorar, porque a la loca nadie le hace caso. Los tipos resolvieron lo suyo, su metegol de poder.

En los días siguientes, cuando el video se viralizó, los operadores afines al gobierno Eco-Cambiemos aprovecharon la boleada para golpear al peronismo y al kirchnerismo. De nuevo la pequeñez, la mezquindad. La nada.

Nosotras sabemos que el machismo, como la peste, no tiene partido.

De paso, también aprovecharon para hacer circular que a Pilar la mandó Colombi, que se le está haciendo el juego al macrismo, a la derecha, y un sinfín de excusas que las víctimas conocen de memoria. La loca, las locas.

El Consejo Provincial Partidario se puso de acuerdo. Van todos separados pero todos pueden usar los símbolos. Eva Perón, la loca, la puta, antes y después del 45’, va a estar en todas las boletas de todas las líneas internas del PJ. En eso se pusieron de acuerdo. La marchita se comparte, incluso con violadores.

Corrientes, crisis, política, interna

En un año muy movido políticamente hablando -a nivel nacional y local también, pese a que Corrientes no elige más que cargos legislativos-, siempre es bueno tener una perspectiva analítica. Al menos fue lo que dijo Daniel Collinet en la presentación de esta nota en el Canal T5, para el programa “No Esta Todo Dicho TV”.

Gracias por los conceptos. Aquí el video de la nota. Una opinión. Un disparador para generar el debate seguramente sobre varios asuntos.

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En un año muy movido, políticamente hablando, a nivel nacional, siempre es bueno tener una perspectiva de lo local. Para ello Eduardo Ledesma, jefe de redacción del Diario "El Litoral", nos dio su punto de vista en una muy interesante nota en No Esta Todo Dicho TV

Posted by No Esta Todo Dicho on Wednesday, 27 February 2019

Valdés dejó ir a otro colombista

El gobernador Gustavo Valdés decidió darle salida a otro ministro. Al de Obras Públicas. Es el segundo que despide desde que asumió en 2017. Es también el segundo colombista puro que sobrevivía del proceso regimentado que empezó 2001. A la luz de lo que se sabe, es muy bueno para su gestión, porque el cambio se sostiene en el trabajo o, mejor dicho, es producto de su falta. Lo malo es que la continuidad del gobierno responda a pactos políticos que mantienen una inercia que se queda corta y se muestra exhausta para los tiempos que corren, los procesos electorales que se avecinan, y las necesidades que –en provincias como estas–, no merman.
Lo auspicioso es el movimiento, en todo caso. Que Valdés, a diferencia de Colombi, suprime el lastre a cambio del llano, y no a cambio de promociones costosas para el erario público como la de los ex ministros Julián Dindart u Orlando Macció, a los que facilitó becas de diputado nacional y de asesor en Consejo Educación, respectivamente.
Puede que pronto Rodríguez u otro desocupado aparezca en alguna lista legislativa amiga, pero ya no será lo mismo que hacerle peso al gobierno desde adentro del gobierno. Veremos.

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En verdad, hoy Valdés disimula como puede ese dato que lo envuelve: que de los 13 ministros que lo acompañan desde hace poco más de un año, 8 venían de las gestiones inmediatas anteriores. Hubo uno incluso que venía de 2001: Enrique Vaz Torres, el primer echado.
Disimula que más del 80% de los ministros constituyen una herencia que le daba continuidad, sí, pero le restaba poder de fuego.
Ya con Vaz Torres en la calle Valdés demostró que no está para soportar desplantes de los que antes eran sus iguales, pero ahora son sus subordinados institucionales. Ya con Vaz Torres envió un mensaje multipropósito, a la política externa y a la interna. A la ciudadanía. Con Bernardo Rodríguez da otro mensaje que impacta de lleno en la interna, ahora, en la hora de la interna.

—¿Qué fue lo que pasó?
—Que el ministro de Obras y Servicios Públicos, Bernardo Rodríguez, presentó su renuncia, texto que fue aceptado el viernes por el gobernador Valdés. Que el alejamiento del popular “Gringo” se dio 48 horas después de la cesantía del subsecretario de la repartición, Miguel Angel Tombolini.
(Dos bajas en una semana en el mismo sector. En un ministerio clave para mostrar hechos que acompañen lo que por ahora se ve en soledad: la trabajosa voluntad de Valdés de estar cerca de las demandas de la gente en todo el territorio, justo en momentos en que el clima, además, hace notar la pequeñez humana, pero también las falencias de las políticas públicas y los déficits estructurales, mantenidos y acrecentados por los gobiernos anteriores. De los inmediatos anteriores, incluso, el actual gobernador fue parte. Negar eso es tan errado como echarle la culpa a un empleado por decisiones mal tomadas por el CEO de la empresa.

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Según se dijo oficialmente para salir del paso, al promediar la semana el arquitecto Tombolini habría tomado la decisión de irse de su oficina para acogerse al beneficio jubilatorio. Otras voces dicen que el subsecretario venía arrastrando diferencias con el Gobernador, que se agravaron por asuntos privados del funcionario que tomaron estado público el año pasado. Que reclamos vecinales de su pago chico, mal gestionados, y con costos para el propio Valdés, precipitaron la decisión.
Dicen también algunos hombres bien informados que merodean el Ministerio de Obras, que Valdés echó a Tombolini.
—En ese tema no dudes. Valdés lo echó. Ahora si quiere se jubila —dicen con énfasis los maestros del hormigón armado. Aseguran además que esa decisión “no le gustó” a Rodríguez.
—No le gustó y entonces renunció.

Al hacerlo, al alejarse de su puesto de ministro de Obras y Servicios, Bernardo hizo trascender que habría renunciado por “motivos personales” y “para dedicarse de lleno a su actividad privada, ya que tiene una empresa de transporte de materiales”. Justo de materiales.
Lo llamativo de la cuartada es que los Rodríguez, él y sus dos hermanas, vienen ocupando cargos públicos y partidarios en la UCR desde que Ricardo Colombi llegó al poder, hace casi 20 años. Nunca hubo problemas con la empresa familiar. Tal vez ahora haya a un exceso de crecimiento o un exceso de crisis económica, razones que demanda la atención de sus propios dueños. El tiempo dirá.

—¿Quién es Rodríguez entonces, un funcionario de carrera-militante o un próspero empresario?
—El ahora ex ministro es oriundo de Curuzú Cuatiá. El “Gringo” es hermano de Alicia, histórica y leal secretaria privada de Ricardo Colombi; y de Graciela, actual senadora, pero que supo jugar todas las canchas que el ex gobernador le pidió. Ricardista de paladar oscuro, fanática hincha de Boca, pero a la vez un cuadro de excepción, en comparación con muchos otros.
Es decir que Rodríguez, dados sus pergaminos y pedigrí, es un peso pesado en la simbología “eco-frentetodiana”. Fue el primer secretario privado del mercedeño cuando éste asumió la Gobernación en 2001. Fracasó luego en una candidatura a intendente en Curuzú. Volvió para quedarse en la segunda gestión Colombi. Asumió la “Sub-Intervención” del Instituto de Viviendas, sillón que se compró a su medida. En 2011 asumió la titularidad del organismo. Hasta el 10 de diciembre de 2017 ocupó ese cargo (sin mayores logros a juzgar por el acuciante déficit habitacional de la provincia), para luego jurar como ministro de Obras, lugar que quedó vacante cuando Aníbal Godoy asumió como diputado provincial.
El “Gringo” permaneció 14 meses como ministro, pero empezó a flaquear y se tuvo que ir. Su salida, segunda cronológicamente y en importancia después de que Valdés echó a Vaz Torres, aviva el fuego de muchos comentarios. Los de siempre tienen que ver con otras renuncias. En el bolillero, por alguna razón, siempre están el ministro de Salud, Ricardo Cardozo, y el de Desarrollo Humano, Federico Mouliá, pero empiezan a aparecer otros nombres conforme crece la demanda de trabajo político, de alineamientos internos y de compromiso con el líder. Con este que gobierna.

—Algunos deberían tener cuidado —dijo alguien cerca de Casa de Gobierno. —La inoperancia se cubre un tiempo con acuerdos políticos. Pero esa misma ineficiencia mezclada con deslealtad, puede ser explosiva.
—¿Qué más dicen en el Gobierno?
—Que Rodríguez deja el Estado para dedicarse a su familia, y para trabajar -tal vez ahora sí- como administrador de su empresa.
—¿Qué quiere decir “tal vez ahora sí”?
—Y no se si no te diste cuenta, pero ya venía haciendo la plancha hace rato.
—Pero el gobernador también lo sabe desde hace rato: de él y de otros dicen lo mismo…
—Hablemos del Gringo. Venía con freno de mano, desganado, desmotivado, haciendo poco.
—¿De cansancio nomás, o porque no estaba de acuerdo con el Gobernador?
—La verdad es que demostraba poco interés en hacer algo a favor de la gestión. Apostaba al juego de la marioneta, y eso no es así. Ojo.

Al parecer, el que de golpe también se está dando cuenta que eso no es así es el propio Colombi. El viernes por la noche apenas saludó a Valdés: apretón de manos (mano flácida, como siempre con los que detesta), mesa de por medio y obligado por el protocolo en la recepción nocturna a los embajadores que visitaron la provincia el fin de semana.
—Todo muy frío —dijeron los que los vieron.
—¿Y cómo será la sucesión en el Ministerio?
—Para reemplazar a Rodríguez suenan al menos tres personas, todos hombres y con perfiles bastante distintos. Uno de ellos descolla en la actividad específica: Claudio Polich, un cuadro de alta formación y expertise que desde hace tiempo da muestras de eficiencia y que espera su momento. Fue, a la vista de todos, uno de los puntales en la victoria de la elección capitalina, en junio del 17, al ponerse al frente de los trabajos de recuperación de caminos y asistencia vecinal en las épocas del diluvio infernal que ahogó las chances de reelección de Fabián Ríos.
Consultado al respecto, dijo ni.
—No tengo confirmación de nada. En estas horas estuvimos charlando, pero no del tema. No tengo idea de qué decidirá el Gobernador.

En breve se sabrá. Pero ya hay una certeza: nadie que juegue el juego de la marioneta se sumará al gobierno. Ojo.

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Las teorías políticas que estudian los tipos de liderazgo, tratan estos como otros asuntos. La teoría de las “democracia delegativa”, por ejemplo, estudió mucho en cuanto a los colaboradores directos de los líderes, que cuando son compartidos, dejan de ser verdaderos aliados.
—¿Y porqué es tan importante?
—Porque gobernantes como Colombi no aceptan más que empleados autómatas. “Obedientes seguidores que no pueden adquirir peso político propio, anatema para el poder supremo del líder”, escribió en su momento el cientista político Guillermo O´Donnell.
Esos líderes tampoco tienen en realidad ministros, ya que ello implicaría un grado de autonomía e interrelación entre ellos que es, por la misma razón, inaceptable.

Valdés se está armando. Necesita colaboradores: mente y acción al servicio del gobierno, y no correveidiles de un poder que ya no es.