Corrientes, ariete del voto desdoblado

 

Una vez más, como desde el retorno mismo de la democracia en 1983, Corrientes enhebró su voto como el resto del país: eligió a Daniel Scioli, aunque el aporte no haya alcanzado para para un triunfo efectivo; y a los candidatos a legisladores del Frente para la Victoria, coadyuvando de ese modo al triunfo local del ex motonauta y a la construcción de una posibilidad de cambio en la provincia después de tantos años de mando radical.
Esto último resulta central. El triunfo de los candidatos a legisladores del oficialismo nacional, convierte a “Camau” Espínola en senador (y en senadora a Ana Claudia Almirón, una ignota militante a la que pocos le conocen la voz y que apenas cumple la edad para acceder al recinto de sesiones más importante del país) y en potencial candidato a disputar la sucesión provincial en 2017, si es que logra sortear su propia interna y es capaz de construir el poder que necesita el PJ para organizarse en torno a un objetivo que esté más allá de los hombres y que responda al movimiento y a la Patria, como pedía el general Perón.
Ganó también “Pitín” Aragón, un camporista sin pergaminos que tuvo el mérito de estar en la boleta de Scioli, y la gracia de competir contra candidatos menos empáticos que él, como el ministro de Salud, Julián Dindart, que ahora irá al Congreso para evitarle a Ricardo Colombi la acción de un despido y darle, asimismo, la posibilidad de potenciar una cartera importante como la de Salud Pública. La lista de Diputados se completa con otros hombres y mujeres beneficiarios de la vigencia de la sábana prehistórica del régimen electoral argentino.
Alejandro Karlen, otro descastado, perseverante pero sin blasones, ahora pasará a ser la voz mejor paga de la provincia en un parlamento surcontinental. Una elección, por su novedad, con carácter histórica.
Capital, lo de siempre. La niña bonita del mapa electoral ratificó su pertenencia política a todo lo ajeno al peronismo. Ganó ECO, producto de una estrategia nuevamente acertada de colectoras múltiples invertidas. Un voto despedazado, síntesis de lo sucedido el 5 de julio cuando arrasó la coalición gobernante y lo acaecido el 9 de agosto, en las Paso, cuando la provincia entera se pintó del mismo azul que la boleta kirchnerista.

El voto conservador
Se hace difícil analizar, en medio de un escrutinio que aún no termina, el perfil sociológico del voto correntino o argentino registrado en las elecciones de ayer. Además de ser pretencioso, quien lo intenta podría incurrir en el error fácil de la falta de reposo y de datos suficientes para bosquejar el análisis. No obstante, hay una línea que se traza casi siempre con lápices conservadores. De otro modo no se explica cómo ganó Scioli y cómo Colombi logró sobreponerse a su estruendosa caída dos meses y medio atrás.
Hace años que el peronismo K padece su “fin de ciclo”. Eso es lo que dicen, al menos, los sectores opositores al Gobierno de la Nación, pero recien ahora, puestos los números de anoche, la cosa parece traducirse en la realidad electoral del país, más allá de que nadie garantice resultado alentador en la segunda vuelta del 22 de noviembre a nivel general.
Aquí el kirchnerismo pudo reinventarse más allá de que debió depositar su pellejo en torno a la figura “indigesta” de Scioli, que igualmente hizo sacrificios. Por caso, tuvo que revestirse en asbesto para soportar todo: la lista interminable de hechos de corrupción de gobierno de Cristina; el desplante de los ajenos y el desprecio de los propios, como el titular de la Biblioteca Nacional, Horacio González, que adelantó un “voto desgarrado” y con “cara larga” a candidatos que “no están al nivel de las fuerzas que representan”.
Scioli aguantó su propio karma y los ataques y convirtió en votos todo lo que le tiraron. Le pasó como a Colombi en Corrientes.
Es que cuesta encontrar banca ciega para el gobierno de Ricardo Colombi. Irrita su indiferencia y su trato hosco con los socios; sus gestiones pobres y sus culpas compartidas; su falta de generación de trabajo y de infraestructura. Pero a la hora de los bifes, el abogado del Paiubre convierte en favor electoral el pago de sueldos, su más sostenido y publicitado logro. Además, blande con éxito aquel discurso de “lo mejor está por venir”, sin que nadie repare en el tiempo que ya se perdió esperando eso mismo, desde 2001 a la fecha.
No obstante, siempre que jugó ganó, aun dando de ventaja el tiempo suficiente como para que el electorado pueda darse cuenta de que con los sueldos no es suficiente. Para que puedan comprender, entre otras cosas, que las inversiones que tanto reclama el propio mandatario, vendrían cuando haya suficiente energía y caminos en condiciones, por ejemplo, y cuando se asuma la cuota parte de responsabilidad de la situación complicada de los correntinos, que no siempre es culpa ajena.

La razón política
Un triunfo electoral da derechos y obligaciones. Se impone una idea por la fuerza del voto y es obligación de quien la sostiene, no cambiar ese ideario hasta hacerlo realidad. En Argentina, pero también en Corrientes, hace años que se habla de modelo. Se trata de modos de ver el mundo.
Expresado el electorado, resta saber ahora quién se quedó con la razón política. ¿Es el kirchnerismo el que ha sido ratificado en Corrientes y por lo tanto, captor del beneplácito de la gente que dista de aquella amonestación constante de la que habla la oposición? ¿O es que ganó Scioli en su rol de componedor, de paloma entre tantos halcones; en su rol de moderado ante tanta soberbia y bronca acumulada? ¿Ganó Scioli o perdió Macri y su aparato aquí en Corrientes? ¿O todo está por verse, como pasó en las Paso y ayer?
¿Cuál sería el resultado según el gobierno de Corrientes? ¿Perdió Macri (que anoche sorprendía al país dando poco menos que un batacazo) o hay que ver también causas de derrota puertas adentro de una administración que lleva años navegando en superficie culpando a los demás de los propios yerros y que no obstante, ahora que el ocaso empieza a vislumbrarse, activa mecanismos de supervivencia trabadas por la Constitución? Es decir, ¿tuvo Macri aquí el contrapeso de sus socios?
¿La razón política de las urnas, nunca lineal, está hoy del lado del kirchnerismo o del colombismo, en el entrecasa correntino? ¿Potencia candidatos para 2017, en el caso de la puja entre fabianistas y camaucistas, o no es más que un dato como los que siempre capeó Colombi echando mano a su pragmatismo aceitado dentro y fuera de sus límites políticos, para sobreponerse luego, y gobernar como gobierna desde hace tres lustros?
Ricardo Colombi hizo saber en sus últimas declaraciones públicas que el adversario a vencer es Camau Espínola. Contra él apunta sus dardos envenenados y él lo cela cuando en ristra los funcionarios del Gobierno Nacional pasan por Corrientes sin pegarse una vuelta por la cuadra del poder. “Yo mando acá y me ningunean”, le dijo el otro día a un periodista radial. “Es como que yo venga acá y arregle la pauta con un empleado”, graficó.
Pero él manda y todavía mandará, hasta 2017, o hasta que la prudencia política indique, porque ya echó a rodar la posibilidad de una reforma que, si bien jura y perjura que será sin re-relección, no hace falta ello para poner sobre el tapete otro tipo de discusiones que en las usinas oficialistas ya se ponderan, y que tienen que ver con la consecución de un albacea que “cuide” el gobierno dos años más hasta que Corrientes reacomode su esquema electoral con el resto de las provincias del país. Inquietante.
El PJ y sus vertientes tienen por delante, por esto mismo, un doble desafío. Constituirse como opción de poder, y construir liderazgos que amalgamen la fuerza, no que potencien las internas que lo alejan de la posibilidad de gobernar una provincia como Corrientes. Y no es que el peronismo sea una tabla de salvación. Puede decirse que tal vez sea el esquema político que está más cerca de lograr una sucesión que aún defectuosa, le hará mejor a Corrientes que la pretensión trasnochada de algunos de conseguir para el Taragüí una versión mejorada del gildismo formoseño. Ni más ni menos.

Paso: algunas razones del triunfo de Daniel Scioli y Camau Espínola

En la Nación ganó la continuidad moderada encarnada por un perfil más silencioso y conciliador. Y en Corrientes la amenaza de un cambio que, aunque vacío desde el contenido, está lleno de voluntad por una formación alejada de la política que no descansa hasta conseguir los objetivos. Daniel Scioli y Camau Espínola son los nombres de este domingo electoral en Corrientes.
Más o menos y después del papelón de Capital Federal tras el ballotage del 19 de julio, los números de las encuestadoras parecieron preanunciar, desde entonces hasta el jueves, lo que al final pasó: la victoria de Daniel Scioli a nivel nacional, lo mismo que la lista kirchnerista de parlamentarios del Mercosur, que recién ahora, de cara a octubre, habrá tiempo para escudriñar.
Y ganó Scioli porque no es cierta la lírica desesperada de la derecha política, mediática y opinadora de las redes sociales acerca de la voluntad de cambio.
Es verdad que hay mucha gente en contra de las políticas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y grupos concentrados a lo largo y ancho del país que ni siquiera pueden diferenciar, a esta altura de los acontecimientos, lo que es política por argumentos y lo que son las reacciones del odio en cadena, tan o más perniciosos que la tan “molesta” cadena nacional utilizada a veces para hacer, además de anuncios, proselitismo no tan velado.
Ganó el ex motonauta porque la economía se las arregla para gambetear a la feroz inflación negada con la indiferencia de los tontos. Porque los logros son eso, después de tanto tiempo de desquicio. Porque la contención de la clase media y de los más humildes fue un hecho, más allá de las más variadas detracciones.
Ganó el Gobernador de Buenos Aires porque YPF no es lo que decían y porque Aerolíneas resulta que también vale la pena. Ganó el administrador de empresas, y aún debiendo revalidar este logro en octubre, semejante triunfo es su premio al gran “estoico”, a la perseverancia de haberse bancado lo peor de su propia interna que ahora, dado que no tuvo otra opción electoral ponderable, es su turbina, lo mismo que su lastre.
Ganó Daniel Osvaldo Scioli porque Macri no logra enamorar, y porque este país sufrió mucho el proceso de los cambios para creer en un ilusionista de ocasión que acomoda su discurso mirando las urnas o, lo que es peor, escuchando a un ecuatoriano que es capaz de cualquier cosa con tal de lograr sus propios objetivos.
Ganó el esposo de Rabolini porque Massa fue apenas un proyecto en gradiente: supo estar primero en las expectativas de la gente; bajó al segundo lugar (de las encuestas) después de varios desatinos y terminó tercero en las Paso, más allá de su relativo poderío bonaerense y de las posibilidades de redención en octubre o después de diciembre, si es que accede a los acuerdos electorales, que en la Argentina de la democracia estuvieron siempre a la orden del día.
Ganó Scioli porque el resto de los candidatos no supieron o no pudieron acomodar el discurso a los tiempos que se viven en un país con dificultades, muchas, pero propenso a escuchar propuestas y soluciones, no discursos mesiánicos o clichés de conveniencia.
Ganó el oficialismo porque la oposición no supo construirse con mayor seriedad. Y porque Scioli sí logró configurar una imagen más allá del kirchnerismo. Estiró la cuerda cuando lo maltrataron, pero jamás cortó su vínculo con Balcarce 50 y ello, pese a las quejas, concitó la atención del electorado que no quería a un puro (lo que explica la muerte electoral de Randazzo), pero tampoco uno tan distinto. Scioli fue, en suma, el cambio justo.
Y, entre otras razones, porque el peronismo conserva su aparato político en todo el territorio, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, que no es otra cosa que una garantía de triunfo en tanto no se cambien las formas vetustas de votación que a gritos piden los electores, pero que resiste con firmeza la casta dirigencial que se beneficia de sus recovecos.

Corrientes peronista
Y en Corrientes gano Camau para confirmar que aún conserva los votos que le reportan su buena imagen. Para fundamentar el miedo de los personeros del colombismo que amarrados a las poltronas del poder, hace tantos años, vieron de cerca el cruce de la guillotina en 2013 y ahora nuevamente, en clave de alerta para lo que pueda ocurrir en 2017, cuando su protector, salvo un desquicio constitucional, tenga que volverse a las canchas de Mercedes por no haber encontrado un heredero digno, empático con la gente y, sobre todo, ajeno a las traiciones a las que son afectos las familias correntinas cercanas al palacio de Salta y Mayo.
Camau Espínola ganó porque la gente supo interpretar que una cosa era julio y otra distinta agosto. El electorado correntino desdobló su voto entre el “colombismo” del pago en tiempo y forma y el “camausismo” que hizo una gestión municipal histórica (sobre todo en comparación con sus predecesores). Y después de asestarle un golpe en las elecciones de julio a los cálculos electorales futuros de Fabián Ríos, redireccionó su voto para rescatar al PJ de su rol perdidoso, lo que además confirma el peso de la feroz interna que viven (aunque acostumbrados) los compañeros justicialistas.
Ganó Carlos Mauricio porque es, a la luz de los resultados, el mejor de los candidatos provinciales. Porque fue más creíble su discurso vacío que las excusas profesionales del resto, sobre todo de los candidatos más promocionados. Mantenidos por la política desde el principio de los tiempos que no conocen otro camino que el de las excusas para tratar de morigerar el impacto de su propia impericia.
Ganó el ex atleta olímpico porque tal vez entendió que la soberbia que lo llevó contra el paredón en 2013, lejos de ser buena consejera, puede ser el vehículo de la ruina. Camau entendió algunas cosas, según él mismo dice, aunque es largo el camino por el que debe transitar para demostrar esa verdad y convertirse, primero en senador en el mes de octubre, y desde allí en la opción que todos creen que será si construye, políticamente, en los próximos dos años.
Ganó el múltiple medallista de las velas porque el PJ entero entendió los beneficios de la política aliancista bien hecha. Sumó de a poco y de a muchos votos y redobló el beneficio en virtud de la diáspora que sufrió el oficialismo de ECO, que, además de partir sus votos en cuanto candidato a presidente hubo, quebró también su línea discursiva.
Votaron a un representante de la derecha en vez de a su propio candidato; acompañaron a los peronistas de toda laya en boletas y boletitas y, por si fuera poco, el vicegobernador Gustavo Canteros salió a jugar de cuerpo entero con Daniel Scioli, que al parecer no es tan malo como dice Ricardo Colombi que son los kirchneristas, que, al parecer, son otros distintos a los que fueron sus socios de los primeros tiempos.
Ganó Camau Espínola porque conserva su peso electoral pese o gracias a lo playo de su entendimiento político, y porque más allá de lo que dice, pudo demostrar que es capaz de hacer, cuestión que vale mucho en relación a lo poco que hacen los que están y lo descalifican.
Scioli y Camau. Ambos deportistas del agua y cultores de las “p” de la perseverancia, prudencia y paciencia, consiguieron ayer el respaldo de las urnas. Todavía no ganaron nada, pero tienen por delante un rumbo cierto si no desconocen el sentido y la velocidad de los vientos de la política.

El poder y la política del torniquete

Romper acuerdos en Corrientes tiene sus consecuencias, y más si tu socio es del poder o aspira a serlo. Por el contrario, celebrar entendimientos es un acto tan curativo y pacificador que es capaz de juntar sin problemas el agua y el aceite, cosa que hasta hoy la química no pudo. Vigilando todo, cierto poder corporativo, inamovible, que es capaz de bajar pulgares recibiendo instrucciones por teléfono, desoyendo lo que han estudiado al sólo efecto de mullir con su genuflexión el sillón de los que mandan.
Para decirlo de otro modo. En los últimos 15 días, la política nacional y la correntina, que vienen alineando planetas, han roto y celebrado acuerdos. Las consecuencias fueron múltiples y de toda caladura, con heridos de toda laya. Tanto ha pasado, que algunos protagonistas de este juego sintieron escozor y hasta un poco de vértigo.
Aún hoy, poco se sabe de la raíz del descontento, pero lo cierto es que después del asado con postre vigilante en la casona de la calle Mendoza, el gobernador Ricardo Colombi y su ex par, Raúl Rolando Romero Feris, parecen caminar veredas opuestas.
Sucede que en poco más de un mes se ha pasado de un polo a otro sin escalas: de la posibilidad de teñir de naranja el gabinete radical, a la compra de más pintura verde, de esa semifosforescente con la que vienen coloreadas hasta los remedios de gentileza. Se pasó de la eventual firma de un indulto y de la consecuente rehabilitación política de Tato (que hoy ni siquiera integra el padrón electoral), a la confirmación de varias sentencias que dejan al otrora hombre fuerte del nuevismo casi casi con los dos pies dentro de la cárcel. Uno nunca lo sacó.
Aquí el primer interrogante, puesto que es difícil determinar -a juzgar por la historia judicial de una provincia como esta-, si los fallos del Superior Tribunal que dejan a Romero Feris en el limen del calabozo, obedecen a una cuestión estrictamente técnica, presionada por las partes litigantes, o si responde a un mandato aleccionador por el vaivén que vienen demostrando los votos nuevistas en la Legislatura, contados en la teoría como socios y que en virtud de ello (y del raleo de la UCR y sus aliados) resultan cruciales para cualquier aspiración del Gobierno.
Ricardo Colombi -vaya novedad- necesita los avales parlamentarios del Panu, pero últimamente no los tiene. Sin querer queriendo, entonces, el torniquete judicial se cerró sobre el pescuezo de su líder, más allá de los méritos, sobrados y probados, que hizo el hombre de las botas y el sobrero de corcho para padecer la situación que padece. Fuentes judiciales juran y perjuran que esto no es así.
Sostienen que la movida del Superior Tribunal de Justicia, primero ratificando la unificación de tres causas de Tato Romero Feris (que lo mantendrían 7 años y medio en estado de reclusión, pagando además un resarcimiento de más de 8 millones de pesos) y luego confirmando una sentencia por peculado contra él y Lucy Ortega, se ajusta a cuestiones estrictamente técnicas. “A nosotros nadie nos llamó”, dijo una fuente judicial.
Pues entonces es la “oportunidad”, ya que después de tantos años de freezer, surge cierta celeridad que parece revestida con enduidos de la política, aunque nunca pueda probarse, y en este punto nadie puede alegar torpeza de ingenuidad. Menos aún si se tiene en cuenta que tales expedientes contienen la inhabilitación perpetua de Romero Feris para hacer lo que más desea: reinventarse y conseguir el jubileo moral a través del voto popular. Justo lo que vociferó al levantar los platos de la mesa en la que convidó costilla y chorizo a Ricardo Colombi.
Sumado a ello, el oficialismo gobernante tomó las riendas de la Legislatura y rectificó, en 24 horas, el parate de la semana anterior fogoneado por un sector del peronismo que quiso imponer condiciones políticas y de poder, planteando en el mismo acto una suerte de desestabilización que el Gobierno no estuvo dispuesto a soportar.
Resignó los votos nuevistas, pero los canjeó por los de un pedazo de PJ y colocó a Tamandaré Ramírez Forte en la Secretaría de Comisiones de la Cámara baja, bloqueando con esa designación las aspiraciones de Rodolfo Martínez Llano de disponer de ese espacio (crucial por el manejo de información reservada de todo del proceso legislativo) para dejárselo a un depositario de su riñón partidario: Fabio Soto. Un día después, el Senado sancionó el Código Procesal Penal, con acompañamientos mayoritarios y las abstenciones de dos senadoras de apellido: Nora Nazar de Romero Feris y Carolina Martínez Llano.
Mientras todo esto ocurría, el diputado peronista Hugo Vallejos, desconocido por su propio bloque, y el mismísimo Ramírez Forte, festejaron el triunfo de su designación denunciando aprietes y el “resurgimiento de métodos extorsivos, al estilo clarinista”. Ligaron de ese modo a un sector de la prensa local a las prácticas con las que Héctor Magneto, CEO de Clarín, quiere someter al Gobierno nacional, según denuncia el kirchnerismo.
Hubo otros festejos, más privados, cuando el Senado sancionó el Código Procesal, puesto que el avance de este proyecto, largamente debatido, molestaba a cierto sector que era tenido en cuenta hasta que “derrapó”, según dijeron varios estrategas. Entonces llego la reprimenda: la sanción del código y a otra cosa. A llorar a la cruz mayor. La ultima palabra ahora la tiene Diputados.

Las señales
Pero las aguas no se mueven en una sola bahía. La semana que pasó, habilitó un proceso de reconversión política que sólo hace algunos meses parecía imposible. Ricardo Colombi, en Casa de Gobierno, recibió en su calidad de funcionario nacional a Carlos Mauricio Espínola, actual secretario de Deportes. Firmaron acuerdos, se sacaron fotos y hasta sonrieron. Dejaron atrás el pasado (lleno de porquerías que ambos se han tirado durante la campaña electoral que terminó en septiembre de 2013) y se dispusieron a mirar el futuro. En esa mesa del Salón Amarillo donde ocurrió el acto, se encontraron -observó alguien-, los dueños del 95% de los votos correntinos.
Casualidad o no, ambos dirigentes pusieron en marcha un plan que va más allá de los acuerdos de gestión, pues por encima de lo que pueda decirse formalmente, no puede soslayarse que la foto de Camau con Lalaca ocurrió días después de que el Superior Tribunal de Justicia, nada menos, exhortara a un juzgado a clausurar la instrucción de la causa del derrumbe del edificio de la calle San Martín, en el que murieron 8 obreros, desprocesando en el mismo acto al ex medallista olímpico y a varios de sus amigos funcionarios.
Algunos de ellos acompañaron al ex intendente al despacho de Colombi, donde después de la firma de los convenios platicaron de política. Trascendió por los medios que se habló de “articular” (vaya palabra) acciones en beneficio de los municipios, y buscar los caminos para encontrar canales de diálogo.
Lejos de todo esto aparece el actual intendente y titular del Partido Justicialista, Fabián Ríos, que tiene literalmente cuentas pendientes con Colombi y debe resolver asuntos internos con Espínola.
Ríos, lejos de la movida y asfixiado en su economía. Tato, solo y a pasos de las rejas. Los molestos, molestados y apretado el que aprieta. El hilván de la política que no cambia de objetivo: la domesticación del otro, por obediencia o compulsión.

El conflicto
Así las cosas, el devenir político de Corrientes advierte una certeza: nada es más sanguinario que uno de sus miembros amenazado en su gobernabilidad, en su libertad, en su patrimonio o en su poder. Se dispone a la refriega, pero abandona el juicio, como un perro cuando come.
Es trágicamente triste ver, en este contexto, la pelea de los peces gordos, porque se disputan lo propio, pero también la tajada de los ajenos por su irrefrenable conducta desmesurada, acaparadora. Víctima de esto, en las últimas dos semanas, fue (al menos) la institucionalidad.
Cayeron dos sesiones en la Legislatura; se expusieron los desencuentros, producto de acuerdos atados con alambre que empezaron a crujir; hubo reposicionamientos parlamentarios y mayorías ficticias que alentadas por diversos operativos, intentaron montar realidades paralelas; surgieron afirmaciones rápidamente desmentidas; pases de factura, denuncias varias y varias caídas de martillo. Todo lo peor de lo de siempre. Señores de las sombras que salen de día y se encandilan, quedando a tiro de escopeta, como las liebres y conejos; rápidos siempre, pero propensos a la parálisis por la luz.
Más o menos con los mismos actores, pero claramente sin cambios en las prácticas, la oficialidad vernácula abrió el escaparate que resguarda los sucesos de los ‘90, sin medir que esa acción revitaliza a los que eran y ya no son, a los que son pero no eran y a los que permanecen agazapados en sus rencores para practicar la venganza.
Reactualiza lo más dañino de las corporaciones siempre listas para arrodillarse ante el poder aún dilapidando curriculum en ese albur.
En síntesis, más de lo mismo: corrupción revocada con acuerdos que se descascaran por imperio de las traiciones, siempre a mano en los despachos palaciegos.

Fabián Ríos: “Mi proyecto central es desarrollar Santa Catalina; la autovía comenzará en 2014”

Fabián Roberto Ríos es el nuevo intendente de la ciudad. Tiene 49 años y un hijo de 25, que se llama Marcelo. Nació el 8 de febrero del 64 y es hincha de San Lorenzo de Almagro, como el Papa y otros tantos ilustres nacionales e internacionales. Juega al basquet y es amante de la lectura, según dice, además de la tecnología: sus libros (la mayoría novelas policiales, biografías e informes históricos o revisiones como las de Felipe Pigna) e incluso los documentos más importantes de su gestión como diputado nacional o presidente del PJ correntino los consulta a través de una tableta digital.
El desprecio por el papel deviene en conducta ecológica, aunque no es una postura razonada, advierte.
Su oficina en el Estudio San Juan, donde transcurre el encuentro entre periodistas de este diario y el jefe comunal electo, es un cuarto más bien despojado. Escritorio, una mesa de reuniones, 6 sillas, un escaparate bajo, pocos papeles, unos cuadros de Evita, alguna escultura, el escudo del PJ y poco más.
Sobre la mesa de reuniones, cientos de cartas de los vecinos. Hay también dibujos en agradecimiento de chicos de distintos barrios e instituciones comunales.
En cuartos contiguos, decenas de personas trabajan en el procesamiento de datos. En el ingreso, gente pidiendo cosas, otras agradeciendo gestiones y otras tantas esperando para hablar con el flamante intendente. La política del PJ e incluso la transicional en el esquema de poder del distrito más importante de la provincia parece pasar ahora por esa locación.
Esa misma mañana, antes de que El Litoral acceda a realizar la entrevista, Ríos recibió la noticia que lo confirmó, resuelto el escrutinio definitivo, como el nuevo alcalde de la vieja ciudad de Vera.
La charla ocurrió el viernes. Y comenzó luego de que un empleado le acercara varios paquetes de cigarrillos Marlboro. Enciende uno y empieza.

¿Qué pasó el domingo 15?
El balance es negativo. Podemos encontrar los atenuantes a la negatividad, pero es negativo el balance que hacemos de las elecciones.

Pero, ¿qué pasó?
Yo me niego a ser intérprete de la sociedad. Esta tiene un sinnúmero de incentivos o desánimos para ir a votar. Un porcentaje muy chico no nos quiso votar, porque tras el recuento las diferencias se achicarán a los 2,5 puntos.

¿Esa es la diferencia final según ustedes?
Sí. Por eso. Los atenuantes son: que nos faltó muy poco; que casi la mitad de la sociedad tiene ganas de tener un modelo nuevo en la provincia; que duplicamos el número de municipios. Pero el punto fundamental es que fuimos por la gobernación de la provincia y no logramos ese objetivo.

Lograron casi todo, menos el premio mayor…
Es hasta paradojal, porque quienes plantearon nuestra oposición acá en Capital, dijeron que nosotros no nos dedicamos a los barrios y que todo lo que hizo Camau fue en el centro. Sin embargo la deferencia electoral más fuerte se dio en los barrios y en el centro el voto nos castigó duramente.

¿A qué se debe eso?
En el centro la gente estuvo muy bien tratada por Camau, pero también fue muy bien tratada por otros intendentes. Pero creo que la gente se guió no por su día a día sino por lo que ve en los medios. Me da esa impresión.
Ahora va a tener que gobernar para todos…
Voy a tener que sortear una circunstancia de oposición que es casi venal, no es una oposición razonada, pero hay que lidiar con eso.

Algunos analistas dicen que Camau Espínola perdió por no conocer el territorio y por el “gorilismo ancestral” de los correntinos. Sin embargo el PJ es el partido más votado de la provincia hace tiempo.
Los esquemas de alianzas tienen algún tipo de incidencia en las elecciones, pero no es la mayor. La gente termina votando candidatos. Habrá que hacer una prueba y tratar en todo caso de cambiar el sistema. Corrientes no puede seguir con un sistema tan vetusto. Si hay 4 candidatos a gobernador, que en el cuarto oscuro haya 4 boletas. Ahí creo que se va a poder clarificar un poco más la cuestión. Ver si la política es de alianzas o no.

¿Y lo del PJ cómo se explica?
No me llena eso de que cada partido muestre cuántos votos tiene, porque la gente cuando va a votar agarra cualquier boleta. Muy poca gente hace un uso razonado de esa herramienta. En cuanto a nosotros, vamos a persistir en el esquema de que el peronismo tiene que construir en Corrientes un proceso. Antes se empezaba de cero. Esta es la primera vez que el peronismo construye un proceso distinto, desde el 2008 en adelante.
Nosotros agarramos un peronismo con el 8 por ciento de los votos y venimos creciendo. En ninguna elección fuimos para atrás. Aspirábamos a imponernos en esta. No se dio. Tenemos que seguir construyendo.

¿No midieron la fórmula al revés: Ríos gobernador, Espínola intendente?
No. Esto fue el resultado de las decisiones políticas. Decidimos que lo mejor era eso.

¿No podía cambiar la cosa si se daba al revés?
No. Sinceramente no creo.

Capital es una picadora de carne, dicen. Ahora se lo comió a Camau.
Hay que lidiar con eso. Pero en el espacio de cooperativa, que para nosotros no es una mala palabra, tenemos que seguir liderando el proceso de construcción del peronismo. No pretendo ser yo el próximo candidato a gobernador.

Pero se muestra como el conductor del proceso…
No se trata de una cuestión personal. Hay que construir paso a paso.

Hay quienes dicen que faltó dinero para la campaña y que hasta usted tuvo que hipotecar parte de su patrimonio.
No tengo patrimonio para eso. Y además siempre nos va a faltar para la campaña. Hay mucho de fábula, como eso de que había camiones repartiendo dinero en la calle. Si querés decir eso en el momento de la campaña, bueno. Pero eso lo dijo ahora, con el resultado puesto, el vicegobernador electo (Gustavo Canteros en su incursión en el canal TN el pasado jueves). No hay necesidad. Nosotros siempre vamos a estar por debajo del aparato de un gobierno provincial.

¿Hubo traición en la derrota de Camau?
No, no, no. De ninguna manera.

La gestión
¿Cuándo va a renunciar a su cargo de diputado nacional?
En diciembre. Todavía tengo alguna responsabilidad en una comisión bicameral (Revisora de Cuentas) que es muy sensible en la aprobación de cuentas del Estado nacional. Tengo trabajo que hacer. Tenemos una relación muy tensa con el auditor general de la Nación (el titular de la Auditoría General es el doctor Leandro Despouy) y entonces tengo que dejar la bicameral ordenada.

¿Cuáles son las obras que proyecta para su gestión?
El desarrollo de Santa Catalina. Es central eso. Los problemas más graves de la ciudad tienen relación con la centralización, con la vivienda, con el tránsito. Hay que expandir la ciudad. Santa Catalina era el Muro de Berlín a atravesar después de la dictadura. Ahora se puede cruzar. Luego de que la Municipalidad comprara esos terrenos, hoy tenemos la posibilidad de que la ciudad se afloje el cinto.

Justamente, durante la campaña habló de descentralizar la ciudad y trasladar incluso el palacio municipal. ¿Cómo es eso?
El mercado inmobiliario de Corrientes tiene un condimento especulativo altísimo, por eso no decimos dónde vamos a hacer la nueva Municipalidad. Cuando tengamos aprobado el proyecto recién lo vamos a decir.

¿Santa Catalina es uno de los lugares posibles?
Puede ser una posibilidad. Está proyectado allí un centro cívico. Estaría bueno que el Gobierno e incluso el Poder Judicial quieran ir para allá, para sacar la administración del centro de la ciudad, como lo hicieron Salta o Mendoza.

Obras y servicios
¿Sigue en pie el sistema integrado de transporte?
Sigue el plan. Está aprobado y vamos a continuar.

¿El boleto gratuito?
Va a continuar.

¿Va a aumentar el boleto antes de que asuma?
No lo sé.

¿Deberían consultarlo?
Sí. Lo conversaremos seguramente. Esto es razonable. Si los sueldos públicos y privados crecieron y crecen los sueldos de los conductores, por ejemplo, uno tiene que revisar todos los esquemas tarifarios. Es racional para que la economía funcione.

¿Y el servicio de recolección?
Hay que mejorar el sistema, pero la mitad de la mejora viene de la mano de una mejora en la construcción colectiva.

¿Seguirá la misma empresa?
Por ahora sí. Pero es necesario que los vecinos entiendan que la basura mata. Es la campaña que hay que hacer. No podemos tener un empleado en cada esquina o con cada contenedor para cuidar que los vecinos no tiren basura a la calle.

¿Qué pasará en los barrios?
Yo creo que el Municipio debe llegar a las escuelas. Esa es nuestra meta. Hay cosas que son imposibles de solucionar. Cuando llueve, las calles de tierra se hacen barro. Lo ideal sería que ese día no pasen los camiones recolectores. En el microcentro no es necesario porque está todo pavimentado. ¿Es justo entonces que en el centro haya un contenedor por cuadra porque los vecinos no quieren cumplir con el horario para sacar la basura? Hay que recuperar el sistema de vida en comunidad.

Se habla de algunas áreas comunales con bolsones de corrupción. ¿Está al tanto de eso?
Hay áreas de la Municipalidad que no se pueden jerarquizar por limitaciones legales. La reforma de la Carta Orgánica va dirigida en ese sentido. La cuestión medioambiental tiene que pegar un salto cualitativo.

¿Tiene algún punto para aportar a la reforma que pronto se pondrá en marcha?
Sí. La idea es desarrollar un poder de lobby que no se si es mayor o menor, pero es para sentar las bases expresivas de los nuevos tiempos y las herramientas que se necesitan. Por ejemplo: los Juzgados de Faltas no constituyen el Poder Judicial de la Municipalidad sino que son resortes administrativos. No es un poder del Estado. Son empleados de la Municipalidad que dependen de ella y no gozan de ninguna prerrogativa del Poder Judicial de la Provincia. Tienen que tener un código normativo que les establezca plazos. Por ejemplo para controlar y clausurar obras, que es uno de los puntos más discutidos.

¿Cómo será el financiamiento comunal?
Coparticipación y ayuda nacional. Lo de la ayuda es razonable que ocurra. Sucede que si un municipio mantiene un nivel de inversión en el tiempo va generando un crecimiento de la infraestructura. Cuando pasa como en Corrientes, que se frenó ese crecimiento, es necesaria una ayuda para acelerar el crecimiento. Sin la plata de la Nación no era posible este crecimiento porque en Capital hace más de 10 años que no se hizo nada. Ahora los recursos de coparticipación, bien administrados, dan para un crecimiento normal y natural, pero todavía hay tiempo perdido y sin duda hay que requerir ayuda.

El gabinete
¿Ya tiene gabinete de secretarios?
Todavía no.

¿Se puede quedar alguno de los actuales?
(Piensa). Cuando razonemos sobre el gabinete puedo tener esa respuesta.

¿Ya tiene algún nombre, por lo menos?
No tengo a nadie. Sí un grupo de gente que trabaja conmigo desde 1998. Pero no cubre toda la demanda de la Municipalidad.

¿Es posible que Camau integre su gabinete?
No creo que sea parte de mi gabinete. Es una decisión de él. Pero me da la impresión de que es un retroceso para él. Siempre busca ir hacia arriba.

¿La Nación le tiene un espacio reservado?
No lo sé.

¿Usted va a tener el mismo apoyo que Camau? ¿Se puede esperar el mismo volumen de obras?
Se mantiene todo igual, porque este tipo de cosas, generar una buena gestión, no se arregla levantando un teléfono. Se logra yendo y juntando orín (pide perdón por la gráfica). Tenés que tener paciencia y no enojarte. Hay que estar y golpear puertas. Nosotros vamos a seguir haciendo lo mismo.

¿Incluye a Santa Catalina y la autovía?
Esos proyectos están vigentes. (Nota de la Redacción: mientras Ríos respondía esto, el actual secretario multifunción de Espínola, Martín Barrionuevo, decía que el proyecto grande de Santa Catalina era posible si Camau resultaba electo gobernador. El intendente electo minimizó esa apreciación con lo que sigue). Antes de que se vaya Camau va a estar aprobado el plan urbanístico de Santa Catalina en trazos generales, para que lo del Procrear se inicie lo antes posible. Lo de la autovía lo mismo. Está firmado el convenido, ahora hay que licitar.

¿Licitar y listo?
Hay que hacer una licitación internacional, pero en 2014 se va a iniciar la obra.

 

“Creo que podemos entendernos con el Gobierno”
En un tramo de la entrevista Fabián Ríos se refirió a su contrincante en las elecciones del domingo pasado, Pedro Braillard Poccard, quien durante la semana dijo sentirse injuriado. También de Ricardo Colombi, con quien tendrá que convivir por los próximos 4 años.

¿Qué pasó con Pedro Braillard Poccard? Dijo que se sintió agraviado…
Revisé todo lo que había dicho y en ningún momento lo injurié en términos personales. Si en algún momento se me escapó algo que no estoy valorando, sinceramente pido disculpas, pero no he valorado nada que no haya sido posicionamiento político en diferentes circunstancias de la historia de Corrientes, que para el caso de Braillard Poccard arranca en la década del ‘80. Pero injuriarlo en términos personales o familiares jamás, porque no es mi estilo y nunca cruzo esa línea, aun cuando la crucen conmigo.
Si por alguna frase que haya tenido doble interpretación esa fue la idea que surgió, pido disculpas. Pero esto es política y uno para encontrar algunas respuestas del hoy tiene que mirar un poco para atrás.

¿Y usted?
Yo tengo historia y me hago cargo. Me puedo enorgullecer porque toda mi carrera política la hice dentro de un partido político, y no fui saltando de un lado para otro según las conveniencias personales. Y si la respuesta a eso es: “Vos estuviste con Tato en la peor etapa del Panu”, me tengo que hacer cargo de que me lo digan. En cada cosa que le ocurre a la sociedad correntina hay actores.

No lo llamó Pedro entonces…
No, no, no lo hizo.

¿Va a conciliar las deudas que reclama la Provincia?
Aspiro a que haya sido una muletilla de campaña. Todos sabemos cómo se arreglan estas cosas.

¿Cómo cree que será su relación con el gobernador Ricardo Colombi?
Espero que sea normal.

¿Ya habló con usted?
No. Pero la relación tiene que ser normal y respetuosa. Eso creo y espero. El punto de inflexión en la relación con Camau, obligado por la circunstancia, fue cuando Camau exigió la refinanciación de deudas a todos los municipios. Nos vimos en la obligación de torcerle el brazo a Colombi. El quería firmar y luego ver qué hacía con las comunas.

Lo acusaron a usted de eso.
Era lo razonable. Era lo que había que hacer para proteger los intereses que nosotros teníamos que proteger.

Hay gente del Gobierno que dice que la relación con usted ahora será distinta.
Puede ser. Lo único que quiero es que mantengamos una relación de equilibrio, al menos en lo humano. Porque cuando se abren heridas, después se termina afectando la relación institucional.
Creo que podemos entendernos con el Gobierno.

Diálogo mudo y a oscuras

“Lo que no puedas ganar, empátalo.
Lo que no puedas empatar, enrédalo”.
25 de enero/ Los hijos de los días/ Eduardo Galeano

Desde hace tiempo, por no decir desde siempre, Corrientes asiste a una cadena de berrinches en clave de reproche político que mayoritariamente deja la culpa en la vereda del otro. Es ajeno el problema, la ignorancia, el error, la chiquilinada, el nervio.
Todos los sectores e incluso las personas, sobre todo las más connotadas, se sienten en condiciones de reclamar. Exigen las organizaciones, las iglesias, los gobiernos, los funcionarios e incluso la prensa.
En el idioma de la diplomacia se pide por el diálogo. Es ya un cliché de la política nacional: la de Balcarce 50, la de Salta y 25 de Mayo y también la de Salta y Mendoza, pero poco y nada se hace para conseguirlo. Se habla mucho, pero subordinado a las condiciones del monólogo.
Esta situación, entre otras de igual tenor y amplios niveles de hipocresía, lleva a la gente al hartazgo. Se cansan también los periodistas de mandar a decir eso del diálogo que bien saben que es puro verso, sin rima siquiera. Los demás, los que lo invocan siempre, parecen llevarse de maravillas con ese estado permanente de soliloquio falaz.

Allá
En concreto: ¿es creíble el Gobierno de la Nación cuando habla de diálogo y cierra las puertas de cualquier intercambio con los ajenos e incluso con los propios? El gobernador Scioli anda sabiendo de estas cosas.
¿Es democrático bajar línea casi en tono castrense, sin el derecho mínimo de tragar saliva? Hay una larga lista de anticlericales postrados ante el anillo de Francisco, creyentes de la repentina conversión presidencial.
¿Es “gorila” el disenso por el sólo hecho de plantear una mirada distinta? Esta respuesta queda a criterio de los compañeros.
El diálogo, aseguran los que saben, es un arte que hace mejores a los líderes.
¿Será que eso es posible en un Gobierno donde no está permitida otra charla más que la que mantiene la señora con su alter ego?
Sobran ejemplos para inferir que lo que podría verse como una plática puertas adentro de la Casa Rosada, no es más que una postura de obediencia debida.

Más acá
En Corrientes no pasa distinto. Pero aquí, a las dificultades comunicativas con el mundo exterior se suman las carencias que produce una deficiente interrelación política. Se creó entonces un gobierno defensivo: de los correligionarios más ambiciosos, de los socios que pierden la paciencia esperando el turno que no les llegará y de los adversarios que brotaron por estos pagos y en Buenos Aires. Ser la única provincia radical del país tiene sus costos (históricos), pero también sus beneficios (coyunturales).
Poder marcar el contraste es una ganancia, aunque más no sea desde el punto de vista del relato, ring dialéctico donde hoy se dirimen los diferendos.
De hecho, el devenir de estos días rememora pasajes de los gloriosos tiempos conservadores, que lideraron los destinos provinciales casi siempre, desde cuando la patria quiso ser nación. Una cita de la investigadora María del Mar Solis Carnicer es clara al respecto:
“En el discurso del vidalismo de esos años aparece claramente el enfrentamiento que se quiso hacer entre nación y provincia, contrastando sus realidades. De acuerdo a la óptica vidalista, la nación estaba desquiciada por la tiranía, mientras que Corrientes, gobernada por conservadores, era un ejemplo de progreso y desarrollo”.
Es una descripción política de los años del yrigoyenismo. Mandaba la UCR en casi todo el país. En Corrientes, el Vidal del Partido Autonomista, no sólo era amo y señor: era también uno de los máximos detractores regionales de don Hipólito.
Podría decirse siguiendo esa lógica transversal, que abona por igual el orgullo de autosuficiencia pero también un aislamiento sin sentido, y que pone a Corrientes necesariamente en la vereda opuesta a la del resto del país, que esta conceptualización de hace un siglo, bien puede leerse, fuera de su contexto, como una declaración de ayer, dicha por algún ministro desbocado, que los hay en el firmamento colombista.
En ese marco, ¿puede este Gobierno pedir gestos de civilidad cuando actúa atendiendo no más que la sabiduría del rebenque? ¿Está en condiciones de responder con su lomo lo que dice su boca? ¿Puede exigir intercambio de ideas cortando en el mismo acto todas las vías posibles de relación? Más se parece a una patota mercantil de la razón: si no la tiene la compra.

La otra cuadra
Capital tampoco es la excepción. Es el territorio donde se define gran parte de la contienda y es también la cuna del postulante que con alguna seriedad y muchos billetes prestados osa disputarle el poder al hombre fuerte de la provincia desde hace más de una década.
Esto, que en sí mismo es un mérito, termina subsumiéndose en la soberbia de los que se creen todopoderosos y ganadores, aun sin haber ganado, y que forman parte de una claque a sueldo que está para contraprestar aplausos más que pensamiento crítico.
También en la ciudad se sacraliza el diálogo, pero sólo en las condiciones que la ciudad quiere. Se detesta la vieja política, pero aplicando los mismos métodos. Se aborrece el pasado, hasta que se asocian con él. Se habla del otro en el discurso, pero en los hechos se aplican los números de la mayoría sin que importen los argumentos. Se sueña un lugar de ensueños para todos y todas, pero se actúa en función de la propia ambición, al mando de una realidad creada a medida.
Lo lamentable es que más allá de todo, tarde y temprano, la culpa será de la prensa, fundamental en su rol de estafeta, pero traidora en su rol de analista. Y no es una queja. Es parte de los riesgos que corre el periodismo al sinergiarse con el poder, cualquiera sea su origen y condición.

La puja
Resulta saludable, en todo caso, que la agenda de estos días (llena de cortes de luz y amenazas y deudas que aparecen como zancadillas a la estela de un fantasma) se muestre desnuda a la vista de todos. Todo el mundo ve cómo se diputan las poltronas en una provincia donde escasean las sillas, no sólo las mesas y lo que suele ponerse arriba en horas de la siesta y de la noche.
¿Será que no hay otra forma de confrontar electoralmente?
La fuerza, dicen, es el enemigo de las ideas. ¿Será este el caso?
Muchos partidos que conforman el menú electoral correntino ya muestran heridas y heridos, y ni siquiera abandonan la etapa de los escarceos internos. De hecho, todavía ni empieza la campaña “fuerte”, la que en su momento se llevó a Casco y hace unos años a González Moreno.
Esto es lo que vuelve mezquinos a los dirigentes, lo que los aleja de una realidad que se mide claramente en otros términos, no siempre en la timba hedonista de las encuestas.
Vivir en sociedad implica organizarse políticamente. Las partes, que son muchas, conforman el todo que se refleja a sí mismo. De ahí que es necesario asumir compromisos, primero personales y después colectivos, para mejorar entre todos. Si hay otro camino, no hay más que exponerlo. Los correntinos sabemos qué nos pasa cuando nos desconocemos entre nosotros. ¿Sabemos?

Del gobierno de la política al gobierno de las urnas

El Gobierno cierra un año que se desarrolló en la llanura de sus propias acciones, pero que fue incansable en la gestión de la política. El tono electoral, siempre presente, adelantó una disputa que en los próximos meses dirimirá nada menos que la continuidad o el cambio de rumbo.
Ricardo Colombi y el gobierno que él comanda terminaron el año cansados de su propio desgaste, pero tienen aliento para seguir andando, sin prisa aunque también sin pausa. Por mínimo, no deja de ser un mérito. Sucede que ni el más trabajador de la política (casos no abundan, además) puede dejar de reconocer el incansable peregrinar del Gobernador, que no es de ahora, y que sin embargo, repitió religiosamente todo el 2012 que se va.
Anduvo todo el año, como siempre, recorriendo la provincia. Tomó contacto con la gente -sin intermediarios- como le gusta. Habló de política con propios y ajenos; con intendentes radicales y de los otros. Con más de uno, incluso, hasta jugó al fútbol apostando obras al resultado.
Sin embargo, pese al trajín, no ensayó cambios sustanciales en el gabinete más que los que surgieron de sumar las piezas que hacían falta, por lo que tuvo que recurrir, siempre que fue imperioso, a los golpes de efecto para disimular el tranco cansino en el que a veces cayeron sus colaboradores, cuya grilla, a estas alturas, puede repetirse casi de memoria.
Mirando el recorrido, alguno podría preguntar por qué tanto peregrinar: si es por alguna devoción; por el simple gusto de andar o, eventualmente, por algún interés que no se sacia en Capital.
Los resultados electorales, una de las variables objetivas para medir semejante disquisición, parecen darle a Colombi la razón.
Ahora abre nuevamente esa puerta y se muestra dispuesto, una vez más, a echar mano a su suerte, aunque niegue que su senda esté atada a lo que nadie duda y que no es más que la realidad de su candidatura.
En eso lo encuentra este fin de año. Tiempo de un balance que poco tiene de distintivo.
Como en los anteriores, el gobierno que conduce Horacio Ricardo cerró el año 2012 con apurones: con los gremios que amagan con las huelgas; con una Legislatura adversa (a su gusto, mezquina) que volvió a negarle créditos para infraestructura; sin mayores obras habilitadas y con el espectro de la energía escasa que agobia más que el calor, casi siempre.
Colombi cierra el año, además, con cuestionamientos hacia la Justicia que supo conseguir a lo largo de los años y con una campaña que no parece tener muchas ganas de respetar códigos ni tiempo.
Según dicen, al Gobernador no le place hablar de elecciones inoportunamente, aunque sus acciones se vean obsesionadas con las urnas. Dicen que le gusta menos todavía que lo fuercen a hilvanar conjeturas proselitistas cuando otro lo ha madrugado en la iniciativa.
El asunto es que las cosas se adelantaron y sin querer queriendo se le apareció un candidato que tiene todas las intenciones y una buena madrina para intentar al menos dejarlo con las ganas de su revancha: aquella que surgiría de hacer uso, por primera vez, de la reelección que su primo Arturo le negó pensando en su propio pellejo, pero que luego no pudo usufructuar por el castigo de las urnas.
Le guste o no, últimamente, todo indica que Ricardo Colombi será el candidato del Gobierno y que armará la alianza Encuentro por Corrientes a su gusto y paladar. Que puede tener contrincantes donde hoy hay socios y que disputará con el Intendente de Capital, en serio, el sillón de Ferré, pese a que aquél tampoco se defina, no se sabe si por miedo o por conducta estratégica.
Por lo demás, tal vez mucho de lo que hizo el Gobierno en 2012 no esté en esta nota. Tampoco este escrito tiene la pretensión de rigurosidad que demanda el almanaque, que tendrá sus días buenos y otros no tanto. O quizás estas líneas sean tan respetuosas de la rigurosidad que hay poco para mencionar de este año que termina sin la proyección imprescindible hacia el año que comienza y que, para Corrientes, podría significar un antes y un después.
Es que este año definirá el destino político del mediano plazo. Puede que siga Ricardo, haciendo historia y acercándose a las hazañas de Ferré; puede que un golpe de timón, igualmente histórico, deposite en Salta y Mayo al peronismo en su versión K, que espera agazapado retomar el legado que Julio Romero dejó al partir. O puede que aparezca, por esas cosas mágicas de la política, un espacio superador que hoy siquiera tiene quién seriamente lo impulse.
Vaya si es importante este 2013. Definirá el verdadero peso de los rejuntes políticos; del asfalto urbano disfrazado de gestión o de los sueldos en tiempo y forma que se venden como realizaciones, cuando son una obligación.
Tal vez no sea mucho, pero es una base para cuando la política decida dejar de atender sólo los intereses del palacio y vuelva la mirada, al menos por piedad, hacia la plaza que todavía espera.