Arturo sucedió a Ricardo Colombi en el año 2005. Ese traspaso de mando fue el primero entre radicales que registra la historia de Corrientes. El único entre primos y mercedeños hasta el día de hoy, aunque también una posta contaminada por una sorda disputa por el manejo del poder. El radicalismo propuso a Arturo, pero después fue su principal opositor. Esa crisis, que se extendió por todo el mandato, obligó al gobernador a buscar nuevos aliados a cambio de una reforma constitucional que es uno de los grandes legados del arturismo. Por eso y más, “lamento que de mi gobierno quede la pelea”, dice hoy el ingeniero Arturo Alejandro Colombi en el marco de una entrevista importante y llena de nombres propios.
—Arturo, ¿cómo llega usted a ser gobernador de Corrientes?
—Es todo un proceso. En 2001, en la salida de la crisis de la provincia de Corrientes, el radicalismo propone un marco de alianzas con propuestas de renovación. Eso fue lo que, en su momento, la provincia elige. Era muy fuerte en ese momento el poder de “Tato” Romero Feris. Fue una primera vuelta donde nos acercamos a un punto y medio y después sí, en segunda vuelta pudimos ganar. Eso en 2001. Es un proceso nuevo y yo formé parte de ese grupo. Y es así que después llego en 2005 con el apoyo del Gobierno y ahí estuvo mi candidatura.
—¿Quiso ser o una coyuntura política ayudó a que acepte esa candidatura?
—Hubo una coyuntura. También te reconozco que uno quiere ser. Yo era ministro, así que lógicamente… En esa oportunidad, en 2005, el entonces gobernador, Ricardo Colombi, había ordenado que se sondee al senador Sergio Flinta, en primer lugar. Eso fue un periodo de tiempo corto y después se define por Carlos Vignolo, ministro de Educación. Hacen campaña y recorren la provincia durante cinco meses, hasta que las encuestas no daban. Yo estaba beneficiado, por supuesto, por el apellido. Pero también el Ministerio de Obras Públicas tuvo una acción muy importante en esa etapa. Tuve roles importantes en los acuerdos políticos, fui nexo con la Legislatura, así que ahí, en ese contexto, mi nombre caía bien en la alianza política que habíamos construido. Esa fue la circunstancia, además de la ayuda del Gobierno. En ese momento, Ricardo sale con más del 80% de imagen positiva, termina el mandato así, y sin posibilidades de reelección, favorece mi candidatura y elección.
—¿Y qué provincia encontró cuando asumió? Porque ahí, por lo bueno o por lo mano, fue una herencia ese gobierno, ¿no?
—Sí, sí… En primer lugar, me encontré con una crisis política antes de asumir. Es decir, tenía al radicalismo que me había apoyado, y a gran parte de las autoridades del partido, en contra. Habían realizado un acto en Saladas con todos los diputados, concejales, intendentes, presidentes y autoridades partidarias y el único que no estaba era yo, y era el gobernador electo. Fue el 8 de diciembre, antes de asumir.
—¿Y para qué fue esa reunión?
—La verdad, hasta el día de hoy, no se entiende porque (mi candidatura) era lo que el partido había votado, había apoyado y habíamos trabajado. Y claramente no podíamos estar ante la opinión pública diciendo que esto era una cuestión de figura y no de política o de proyecto.
—Había una crisis política y después ¿qué más? ¿O eso fue determinante para todo el resto?
—Yo tenía absoluta minoría en Diputados, en el Senado, y una crisis política. Ese fue el escenario donde teníamos que trabajar y proponer lo que pensábamos con la experiencia previa del gobierno de transición que fue muy dura. Así que esa circunstancia hizo que potenciemos la idea de un gobierno con proyectos, proactivo, y de convocatoria abierta a muchos sectores. O sea, esa situación me hizo mirar a todo el espectro político.
—¿Para generar nuevos consensos?
—Para generar otro escenario, pero la convocatoria no se hace sin nada. Vos tenés que convocar con un proyecto. Eso me clarificó y me dio un poco de luz para saber por dónde había que ir y así fue.
—¿Eso lo condicionó durante todo el gobierno? Porque la crisis no terminó.
—No. Pero después me reconocieron todas las políticas. Sin decirlo, tomaron las políticas…
—¿Y la economía cómo estaba?
—Estábamos en un proceso de normalización. Recordemos que en esos primeros cuatro años se terminaron de recuperar los bonos Cecacor. En esa etapa gobernaba ya (Néstor) Kirchner con viento a favor y la economía en crecimiento.
—Y ustedes en tándem.
—Exactamente. Recordemos la actuación de Eduardo Duhalde-Raúl Alfonsín, que permite gobernar ese proceso de crisis. Así que el radicalismo intervino, pero yo no estuve ahí, negociaba Ricardo, que era gobernador en ese momento. Pero la relación era muy buena, tanto con Duhalde como luego con Kirchner. Así que ese escenario era propicio para normalizaciones y el fortalecimiento de muchas cuestiones, más en el orden interno.
—Usted dice, “me reconocieron las políticas”. ¿Cuál cree que fue su obra más importante?
—Nosotros intentamos construir la idea de que teníamos que trabajar hacia el desarrollo. Hoy Gustavo (Valdés) vuelve a retomar eso, con otras palabras. Vuelve a convocar a los actores. Y yo creo que hay mucho por hacer allí. Vuelve a abrir el marco de alianza.
—Casi por la misma interna…
—Exactamente. Por eso hay que agregar mucha discusión de proyectos. Yo creo que a la política correntina le falta el análisis regional. Tenemos que ubicarnos en la región. Hay muchos temas que quedan pendientes ahí. Si hoy hablamos de pobreza y no miramos la región… ¿Qué vamos a hacer desde Corrientes? Hoy el NEA y el NOA, 9 provincias producen la pobreza en la Argentina, pero el poder central destina más fondos que la coparticipación de las provincias al Conurbano. Más fondos…
(…) Es decir, el desafío de Valdés será siempre buscar la apertura de las alianzas, pero con contenidos y mucha fuerza de proyectos. (…) Nosotros tuvimos programas muy importantes en cada una de las áreas. En Vialidad Provincial, por ejemplo, el último año de ministro hice un presupuesto a 10 años. También se rediseñaron los proyectos para hospitales de primeros auxilios, intermedios y de alta complejidad. Después, la idea de incorporar tecnología; el gobierno electrónico; darle importancia al medio ambiente. Firmamos el acuerdo con la fundación de Douglas Tompkins para la reinserción de especies.
—El Plan Iberá es de su época, ¿no?
—Ahí se firma el acuerdo y recuerdo a Sergio Sajarevich trabajando en ese tema. Y hoy vemos los beneficios y eso está muy bien. Ahí hubo continuidad. En Educación se informatizó todo el sistema y después hubo marcha atrás. Allí hay que volver. En una discusión, quién me va a decir que está bien volver para atrás un plan de informatización de un ministerio. No tiene explicación.
—También de su época es el aeropuerto, la costanera, y una cuestión de la que se habló, pero no se concreta: la radicación de papeleras. Porque, más allá de eso, es la falta de industrias y la industrialización en serio, ¿no?
—Bueno, ese es un tema pendiente en la Argentina. El peronismo y Kirchner tienen que explicar, alguna vez, por qué se opusieron a la industria del papel. ¿Cómo vamos a conseguir nosotros inversiones si le hicimos una causa nacional a los vecinos del Uruguay por una planta industrial que nosotros también queríamos? Y eso tiene que resolver la política. No puede ser que ellos sigan sin explicar eso. Todos nosotros anhelamos transitar el desarrollo y eso implica fábricas, industrializar nuestros productos primarios… Pero acá no van a venir pasteras hasta que se le dé seguridad, porque eso es un negocio de 40 años, es un ciclo muy largo. Entonces, no va a haber (radicación de industrias) si no hay estabilidad, mensajes claros, acuerdos políticos.
—Usted mencionó obras y mencionó gestiones y hay un hecho que fue muy anhelado y que no se dio en procesos anteriores y sí se dio en el medio de su gobierno: la reforma de la Constitución. ¿Cómo se gestó y qué significa hoy esa reforma?
—Surge cuando en el marco de la crisis política previa, automáticamente el día 11 de diciembre, después de asumir, busco construir mayorías en Diputados y Senadores. Tuvimos distintas conversaciones, aunque no creían ese escenario. No me creían.
—¿No lo creían capaz?
—Yo decía: “Necesito nuevos aliados porque la alianza que me trajo se volvió opositora, directamente, antes de asumir”. Y entonces surge. La oposición sabía que eso iba a impactar, pero también se analizó una herramienta que me permitiera gobernar los cuatro años. Entonces, ese escenario político, da la posibilidad de avanzar en reformas y esas fueron las circunstancias.
—¿Qué es lo que usted se planteaba con la reforma?
—Aquellos legisladores que ya eran críticos con Ricardo me plantearon (la reforma) y ahí pude establecer una mínima alianza en Diputados.
—¿En función de ese instrumento?
—En función de empezar a discutir ese instrumento. Fue así que en febrero de 2006 se declara ya allí la necesidad de la reforma. Pero fue algo que surge en función de la realidad política, porque había que encontrar alianzas y buscar herramientas.
—Usted era considerado un radical K, en la era de la transversalidad planteada por Kirchner…
—Nunca me sentí así.
—No, bueno, pero era considerado así por la sociedad. Después el apoyo a Cristina Kirchner y a Julio Cobos, que también apoyó mucho su candidatura a la reelección. Esa relación se corta después con la pelea con el campo, en 2008. ¿Cómo afectó esa cuestión a Corrientes, ese quiebre con el Gobierno de la Nación?
—Marzo de 2008. A partir de ahí no tuvimos más relación. Corrientes no estaba beneficiada en el reparto de la obra pública. Todo lo que se hacía era con recursos propios; tuvimos muy poco dinero nacional. Y después de ese inicio del gobierno de Cristina Kirchner ya no tuvimos conexión.
—¿Ningún grado de relación con ella en ese tiempo?
—No, muy poco.
—¿Evolucionaron o involucionaron los índices socioeconómicos durante su gobierno?
—Es muy difícil decir. En ese momento había crecimiento económico en la Argentina y nosotros seguíamos esa situación. Pero mi preocupación estaba también -no sé si recuerdan- en el fortalecimiento de las instituciones. Para mí eso era muy importante. En junio del año 2006, yo hago cumplir la “Ley de coparticipación a los municipios”, que era de la década del ´80. A partir de allí, los considerados municipios de segunda y tercera categoría, empezaron a tener presupuesto.
—Después la reforma incorpora los puntos porcentuales.
—Después de la reforma aumentamos la coparticipación y el gobierno que continúa Ricardo aumenta 4 puntos y se pasa de 15 a 19 puntos la coparticipación a los municipios. Eso es un primer paso y está muy bien. Pero tiene que venir acompañado de acciones que midan la prestación de los servicios, la calidad de esa prestación. Hay que dar otro paso porque ahí resolviste el presupuesto, pero después hay que ver la calidad de los servicios, hay que trabajar en eso.
—¿Cuál es la gestión que hizo y de la cual después se arrepintió?
—Bueno, con el diario del lunes uno… Hubiese hecho otros acuerdos. En 2007 encargué al ingeniero “Rudy” Fernández, (exintendente) de Virasoro la construcción de una lista conjunta con el partido, que era mi principal opositor. Se llegó a un acuerdo que lo presentamos a (Gerardo) Morales, que era el presidente de la UCR y que él después lo desarma porque Ricardo… Es decir, las intenciones de acordar políticamente y de pasar a otro escenario, estaba en nosotros. Y esa fue una muestra de que nosotros trabajamos para el consenso con el radicalismo.
—¿Qué cree que faltó?
Evidentemente faltó más. Ahí yo me adjudico, pues para 2009 no pudimos resolver una cuestión política que era la pelea por el poder. A mi me molestaba armar otro partido. Pero yo tenía que gobernar los cuatro años de todas maneras.
—Según usted, en dos o tres calificativos ¿su gobierno qué fue?
—Yo creo que fue en parte transición y en parte dejamos ideas muy claras de mirada de largo plazo.
—Hay algo que no se resolvió y es la pelea con el intendente de Capital, Carlos Vignolo. ¿Eso era un derivado o había factores específicos?
—No. Automáticamente él tuvo un alineamiento a lo que planteaba Ricardo. Yo recuerdo que ni bien asumimos tuvimos que dar una nómina completa de sueldos porque era la herencia que recibía. O sea que tuvimos esa deferencia para crear otro ámbito. Lo que tuvimos como respuesta fue una marcada oposición, errónea. Supongo que él debe estar reconsiderando el error también, porque nos hacían participar a él y a mí en una pelea que no era nuestra. Y los dos con responsabilidad de gobierno.
—¿Por qué cree que, en general (pasó con Ricardo y Nora Nazar, con usted y Vignolo, después Ricardo con Camau Espínola y con Fabián Ríos), hay siempre una tensión allí, con el intendente?
—No sé. Lo lógico es tirar juntos digamos, pero ni bien asume el intendente le dicen, “vos sos el próximo gobernador” y a partir de ahí empieza una acción política. Eso ve el gobernador y lógicamente que anula esa acción. Y sucedió con todos.
—Están muy cerca, ambos poderes.
—Pero lo más lindo es que se lo plantean y le dicen, “vos sos el próximo”.
—¿Se lo plantearon a Vignolo?
—A cualquier intendente que asuma. Y a partir de ahí, viene la pelea política.
—Por lo que usted me cuenta el apoyo del Gobierno es directamente proporcional a la aspiración o no del intendente a ser otra cosa, pensando más arriba.
—Y bueno, eso es lo que se planteó siempre. Por eso están los problemas y son errores muy graves.
—Se habló mucho de cuando tuvieron una reunión de transición, cuando Ricardo vuelve al gobierno. Hubo una reunión en Casa de Gobierno que duró mucho tiempo y fue secreta. Nunca se supo nada de esa reunión. ¿Qué pasó ahí?
—Era una reunión de transición y de entrega del poder. Recuerdo que había un listado que creo que hizo (Enrique) Vaz Torres, donde me pedían toda la biblioteca del ministerio (de Hacienda). Le dije que sí y ahí terminó la reunión porque venían y decían “dame todo esto”. Y ahí le recordé (a Ricardo) que la Tesorería tenía 7 millones cuando dejó el gobierno, no 100 como dijeron. Yo dejé con 8. “Mirá que quedó 7, no 100”, le dije a Ricardo.
—¿Usted cree que él tiene responsabilidad en las causas que usted tuvo que afrontar después en la Justicia?
—Sí, sí, él, Flinta, César Sotelo. Hoy los carteles de Gustavo (Valdés) son iguales a los míos. Los que hizo Ricardo después son iguales a los que yo tenía. Por eso tuve una causa. O sea, claramente hay una decisión, una petición. Ahora el tema fue apelado al Superior Tribunal y yo supongo que se arregla. Pero ahí se utilizó a la Justicia como parte de la pelea política. (…) La verdad dejan muy mal a la Justicia, porque todo esto funciona con órdenes políticas.
—¿Usted cree que la Justicia está manejada políticamente?
—En estos casos, sí. No sé si ustedes tienen información del juicio. Claramente quedaron demostradas allí muchas cosas, como una pericia trucha, armada. Por supuesto, está apelado al Superior. En este caso, se inhibió (Guillermo) Semhan porque dice que era mi amigo y él había actuado en el 2013 en esta causa. Yo no dije que era mi amigo, porque no es mi amigo, fue compañero de escuela. O sea, en 2013 actuó y ahora dice “no, no puedo actuar”. Así que mejor no hay que utilizar a la Justicia para resolver cuestiones políticas. No le sirve a nadie. Y por lo demás, hoy hay una campaña institucional de Valdés. Hoy está la campaña que dice gobernador…
—¿Lo dice por usar recursos del Estado para hacer proselitismo, una cosa así, en la cartelería de la calle?
—Y bueno, era la campaña institucional. Es decir, todas las campañas empiezan con algo institucional para ir después a la campaña específica. Todos tomaron los afiches de la campaña institucional que decía “Gobernador Arturo Colombi”. Hoy está en la calle la campaña de Valdés: Gobernador Gustavo Valdés. Esa campaña, la mía, tomaron para judicializarla.
—Todos los gobernadores que entrevistamos dicen que hay una utilización política de la Justicia, pero después ninguno asume es—o. ¿Usted manejó algún juez?
—No, no. Yo nunca hablé con un juez, salvo con el presidente, con (Eduardo) Farizano.
—El extinto presidente del Tribunal.
—El presidente del Superior Tribunal. Siempre que salía una terna de jueces yo recibía su opinión y después remitía los pliegos. El único contacto que tuve en los cuatro años de gobernador.
—¿Por qué no pudo lograr su reelección?
—Bueno… Porque la sociedad votó otra cosa. También porque Ricardo había conseguido todo el apoyo del gobierno nacional, de Kirchner, y eso fue muy fuerte. Todas las encuestas indicaban otra cosa, pero la campaña dio como resultado eso.
—Se partió primero en tres pedazos la torta electoral, fueron a una segunda vuelta y ahí…
—Ahí el peronismo vota con Ricardo.
—¿Qué pasó con su capital político? Mucha gente que estuvo con usted empezó a volver con Ricardo Colombi. Pero usted se mantuvo al margen de la disputa, al menos pública, ¿por qué?
—Evidentemente, no se dieron las condiciones para ello. Después… vos me estás haciendo acordar de muchas cuestiones que por ahí uno las deja de lado. Pero lo que yo lamento es que se hayan desarmado muchas políticas, muchas acciones nuestras.
—Pero ¿usted tiene ganas de volver? No tiene una inhibición vigente, ¿no?
—No, apelamos. Espero que por un afiche no me inhiban. Mirá: la actividad es la política. A mi me interesa resolver las cosas, las cuestiones. Cuando yo digo ahora, nuestro gobernador tiene que llevar la discusión al NEA y al NOA, es porque yo realmente lo pienso. No sé si estoy en lo cierto o no. Pero lo digo con honestidad de que hay una discusión regional que no se puede abandonar.
—¿Valdés lo llamó alguna vez?
—Hablamos. Yo me acerqué, apoyé y hablamos dos o tres veces.
—¿Qué recuerda de esa noche en la que entregó el poder?
—A mí me interesaba la normalidad institucional y nada más. Y cumplimos. Más allá de la pelea política, se cumplió con la Constitución.
—A usted lo tildan o lo tildaban de “monje negro, de armador, de estratega”. Es decir: funcionaba de una manera detrás de escena, pero después la vida política lo puso delante de la escena. ¿Dónde se siente más cómodo?
—En las dos. (Risas) No, no sé lo de “monje negro”. La idea de hacer acuerdos también es importante. Nosotros nacimos en la política cuando era indirecta la elección de los intendentes y gobernadores. Tuvimos esa gimnasia de acordar porque el sistema te imponía eso. Así salió Ricardo intendente.
—¿Disfrutó o padeció el poder?
—No. Problemas no tuve en ese sentido, porque tenía muy claras las cosas que tenía que hacer.
—¿Cómo fue su relación con la prensa?
—Yo entiendo que buena. Pero esa relación con la prensa también estaba tensionada por la crisis política. Porque ellos los acusaban a ustedes de… fueron cuatro años, que el presupuesto, que esto, que lo otro…
—¿Qué fue la Agencia Corrientes?
—Eso fue… No llegó a ser una agencia.
—Pero se llamaba así.
—Nosotros queríamos tener un sitio donde poder cargar contenidos de todos los temas y ser una fuente. Y contratamos a un diario digital para que cargue contenidos. Eso fue la agencia.
—La agencia tuvo un director que murió: Hernán González Moreno. Apareció suicidado a balazos un ratito antes del cierre de campaña de ballotage. González Moreno había denunciado a Ricardo Colombi por corrupción y después aparece muerto. Y Ricardo después dijo que le tiraron un muerto…
—No es un buen recuerdo. Dentro de todo, el trabajo que le habíamos pedido a Hernán lo había hecho: un diario digital. Era un diario de contenido. Y ese desenlace realmente lo lamento. Un muchacho joven que haya tomado esa determinación. Ese hecho hace pensar cuestiones políticas y yo entiendo que fue una cuestión personal.
—Pero instigado por fotografías, por mensajes mafiosos, según la causa.
—Eso yo no sé. La verdad.
—¿Traicionó a alguien?
—No. Políticamente, no. Al contrario.
—¿Se sintió traicionado por alguien?
—Yo no lo llamo traición. Yo creo que fue un error político que el propio partido que me propuso haya sido mi opositor.
—Pero ¿usted le asigna esa responsabilidad a todo su partido?
—Bueno, fue gran parte del partido. La conducción de ese momento hizo algo que fue innecesario. No había un solo motivo para que hagan eso.
—Claro… ¿Cuál sería la motivación para trancarle la puerta de ingreso a la Casa de Gobierno? ¿Usted ya lo sabe hoy?
—Fue una pelea por el poder.
—¿Qué cree que le dejó usted a sus hijos?
—Convicciones. Yo estoy convencido de que puse lo mejor de mí en la política. Así que es eso lo que les dejo.
—¿Se arrepiente de algo?
—Me arrepiento y lamento no haber solucionado esa crisis política que no servía para nada.
—¿Estaba en sus manos?
—Sí, lógico, yo era gobernador. Sí.
—¿Cómo quiere ser recordado?
—Como un gobernador que impulsó muchas políticas, generó el debate, trató a todos por igual. De esa manera.
“En la pelea por el poder Ricardo no
estuvo solo, tenía su mano de obra”
—¿Cree que su gobierno estuvo signado por la pelea con su primo?
—(Asiente con la cabeza) Aparte, no se discutían políticas.
—¿Era solo la pelea por el poder?
—Era la pelea.
—Desde dos días antes de la asunción, Ricardo Colombi ya le quería manejar el gobierno. Nunca se fue. ¿Era eso?
—Era él y todo el resto. No es que era solo él. La mano de obra era de varios.
—¿Quiénes eran esos varios?
—Sergio Flinta, Carlos Vignolo. Porque a Vignolo se lo midió como gobernador y después fue el primer soldado en contra. Una cosa insólita.
—Usted dijo alguna vez: “Me querían designar los ministros por radio”. ¿Por qué dijo eso?
—Y sí, porque sucedió.
—¿Con qué ministro?
—Fue con (David) Dos Santos, pero también “Toti” Dos Santos era mi amigo, entonces tomé el hecho y no dije el nombre. Pero claramente era así todos los días, cuando la responsabilidad era otra.
—¿Y la pelea se daba en todos los ámbitos? ¿Era política, institucional?
—Sí. Yo creo que pudimos sortear eso y gobernar los cuatro años. La Unión Cívica Radical nunca objetó ninguna política y todos los ministerios estaban con acciones concretas. Así que fue una pelea digamos interna, que no llegaba a la sociedad, llegaba simplemente a los que estaban ahí, a los funcionarios.
—La pelea después se llevó al ámbito electoral. Estamos en el año 2007, hubo tres elecciones seguidas y las tres las ganó usted. Una que tiene que ver con la Convención Constituyente. Después está una recordada elección que es la única que pierde Ricardo Colombi a manos de Vicente Picó, que fue su primer candidato a senador. En esa elección se rompe la alianza, Ricardo se va del Frente de Todos. Y bueno después la elección nacional. ¿Qué recuerda de todo ese proceso?
—Nosotros trabajábamos en otro sentido. Habíamos construido una lista y les ofrecíamos 50 y 50.
—Y tampoco eso aceptaban.
—Tuvieron que decir que sí, pero después la desarmaron y la armaron de otra manera. Lo que yo te puedo decir es que la idea de construir y de hacer política con contenidos, proyectos, eso empezaba a cobrar fuerza. Ese era nuestro andarivel, más con esos triunfos.
—¿Estuvo muy peleado o enojado mucho tiempo con su primo?
—No, yo no tengo ese sentimiento ni rencor. No soy rencoroso, no me sale, aunque quisiese. No, trato de darle vuelta a la cosa a ver cómo se soluciona.
—¿Están reconciliados?
—Sí. No hay problema.
—¿Pero se juntan como parientes?
—No, pero nos saludamos.
—¿Y como políticos?
—Hablamos muy poco.
—¿Se consultan?
—No. No. Muy poca es la relación.
“La UCR tiene que terminar con el negocio de
los sellos: en Corrientes no hay 55 partidos”
—Más allá de que era un vehículo para generar consensos políticos, la reforma de la Constitución del año 2007 incorpora muchos institutos. ¿Qué cree que es lo más importante de la reforma?
—Yo creería que el capítulo educativo. Y lo que se refiere al Iberá también es importante, donde se da mucho valor al parque provincial. Me hubiese gustado avanzar en reformas electorales. Yo entiendo que hoy están dadas las condiciones para que se avance en eso. Estamos en un escenario de pandemia y de cuarentena, prácticamente el Gobierno está solo. No hay oposición a los temas. Es un momento para plantear este tipo de cosas.
—Pero posterior a las elecciones, porque creo que ya no hay tiempo para esto…
—Pero por boleta única lo podés hacer. En la reforma nosotros hicimos boleta única de alianza. Es una cuestión de voluntad política y la Unión Cívica Radical tiene que dar ese paso: ser el partido que lo promueva.
—Ahí se le termina el negocio político a mucha gente. Es lo que dicen al menos.
—Bueno, pero ese no es el negocio del radicalismo.
—Pero tiene que contener de alguna manera a los socios, ¿no?
—Pero en Corrientes no hay 44 partidos. En Corrientes hay 6 partidos que hacen convenciones anuales. Entonces ¿por qué tenemos 44 boletas? (*)
—Por el negocio político.
—Bueno, hay que terminarlo. Yo digo que un acierto de Ricardo fue proponer a Valdés como renovación. Los correntinos apoyaron eso y se ve en los sondeos. Bueno: no hay que abandonar ese rol. Yo creo que éste es un tiempo propicio para profundizar ese escenario de renovación que él encarna. Entonces, eso que usted dice de “negocio político”, es una herramienta que se tiene que renovar.
¿Usted cree que estamos en condiciones de hacerlo?
Absolutamente. Tenemos tiempo porque eso es acuerdo político y se puede hacer tranquilamente. Seríamos la segunda provincia con boleta única (la otra es Santa Fe). Esos son actos de transparencia importantes.
(*) Nota del editor: esta entrevista se grabó antes del cierre de alianzas, por eso Colombi habla en esos términos en cuanto a la boleta única y por eso dice 44 partidos, que era la referencia anterior a los 55 que en total se inscribieron para las próximas elecciones.
Notas al margen
Arturo Colombi asumió el sábado 10 de diciembre de 2005. Juró en la Legislatura y después recibió los atributos en Casa de Gobierno. Fue la primera vez en la historia que dos radicales se sucedieron en la gobernación.
El lunes 1 de mayo de 2006 Arturo Colombi fue a la Legislatura a abrir el período ordinario de sesiones. No estuvo Ricardo Colombi. El protocolo apenas disimuló la discordia que ya carcomía a la UCR. En ese marco Arturo dijo que hay que avanzar con planes y proyectos, “porque hay más cuentas pendientes que laureles conseguidos”. Regía la transversalidad con el kirchnerismo.
En febrero de 2007 hubo elecciones y el 12 de marzo empezó a funcionar la Convención Constituyente. La declaración de la reforma estuvo lista un año antes, y fue el instrumento con el que Colombi conformó una nueva mayoría y esquemas de consenso para contrarrestar la interna radical. Su partido fue su principal opositor.
El lunes 30 de abril de 2007, en lo que fue la jornada de debate más larga de ese cuerpo, la Convención Constituyente, aprobó la reelección del gobernador. Arturo pudo estrenarla, pero no consiguió los votos para hacerla efectiva.
Para el martes 1 de mayo de 2007, el Gobierno anunció un triple aumento salarial para empleados del Estado. Colombi fue a la Legislatura y en su segundo mensaje esbozó algunas críticas sutiles a su partido, mientras llamaba a un nuevo consenso parlamentario.
El 10 de diciembre de 2007, Néstor Kirchner le cede los atributos presidenciales a su esposa, Cristina Fernández.
Tras la reforma de 2007, las Asambleas Legislativas dejaron de hacerse el 1 de mayo. Se extendió el tiempo de trabajo de los legisladores, que desde entonces sesionan de marzo a noviembre, con posibilidad de sesiones extraordinarias fuera de ese período.
El desarrollo fue el eje central del primer discurso de la nueva Constitución ocurrido el sábado 1 de marzo de 2008. El gobernador dijo que llegó la hora del crecimiento, pues “con la reforma terminó la transición”.
El 25 de febrero de 2009, en plena crisis política generada por la pelea con el campo y el voto no positivo de Julio Cobos, Presidencia de la Nación retiró los Granaderos de Yapeyú. El acto presidido por el gobernador, que contó con la presencia del vicepresidente Cobos, debió hacerse con niños vestidos de granaderos. La zancadilla política, en este tema institucional, generó un enorme revuelo político.
En su último mensaje, el domingo 1 de marzo de 2009, Arturo Colombi pidió diálogo pero al mismo tiempo fustigó el vacío legislativo. “No permitiremos una desestabilización política o sabotaje económico que busque la ruptura de la paz social”, dijo. Su mensaje fue el más duro de los 4 años, provocó enojos y el retiro de varios legisladores.
El jueves 10 de diciembre de 2009 entregó los atributos. Fue un acto histórico por varios motivos. Desde 1983 hasta ese momento, nunca se había visto esa normalidad institucional. Nunca antes, claro, las tres veces del apellido Colombi y nunca vista la tercera sucesión entre radicales, mercedeños además.