Coimas en la obra pública: cuando estar en los cuadernos parece ser un privilegio

Muchos actores interesados de la política, acostumbrados a la hipocresía, andan golpeándose el pecho por la cantidad de causas que se ventilaron e investiga la Justicia y que tienen que ver con acciones de malversación de todas las caladuras posibles en las que están implicados varios elementos del gobierno anterior. Varios en ristra, a decir verdad.
Lo cierto es que la matriz está lejos de cambiar en el gobierno actual (que se debate entre seguir siendo y ya no ser). Los mismos que se escandalizaban por lo K, terminaron cayendo en la trampa M. O acuerdan con los mismos que están sospechados. O peor: se convierten ellos mismos en organismos infectados por el mal endémico de la Argentina que anida en la corrupción.
Al menos resulta difícil de creer que en los niveles más altos de conducción, en el plano nacional e incluso regional y provincial, los actores de la política o del poder económico que bailan al son de la política -vendiendo obras o servicios al Estado-, sean precisamente ingenuos. Podrían ser engañados. Claro. Pero también, como viene ocurriendo, podría ser que a la larga -tentados por la impunidad- algunos terminen convertidos en parte del sistema, sin más, hasta que el sistema se rompe. Allí crujen los pactos de silencio. Y empieza a tronar el “canto”.

—¿Que busca todo esto?
—Prevenir acciones futuras que puedan tener consecuencias aún más graves que las que aporta la escasez, por citar el caso de Corrientes. Más grave que la falta de infraestructura, de energía, de trabajo, etc. Más que la falta de oportunidades y de horizonte.
Y hay que poner la lupa sobre Corrientes porque la provincia está proyectando su despegue -según anuncia el gobernador Gustavo Valdés-, razón por la cual es más necesario aún encender las luces de alarma con filtros de cautela.

—¿Por qué habría que alarmarse?
—Hay varios motivos. Veamos:

El pasado lunes, El Litoral informó, por ejemplo, que como parte de la licitación internacional para la ampliación de la represa hidroeléctrica Yacyretá, ese día se abrieron los sobres con las ofertas económicas que realizaron los cinco consorcios precalificados. Desde la Entidad Binacional estimaron, en tanto, que en un plazo de 90 días se adjudicarían las obras civiles y determinadas partes electromecánicas, con el objetivo del aprovechamiento hidroeléctrico en la margen izquierda del brazo Aña Cuá.
Según lo informado por el organismo argentino-paraguayo, las ofertas fueron las siguientes:
1) USD 240.350.496,90 (Salini Impregilo SpA-José Chediack Saica. Itasasa -ATE).
2) USD 318.971.258,08 (Techint Compañía Técnica Internacional Saci, Benito Roggio e Hijos SA Panedile Argentina Saicf y Benito Roggio e Hijos SA Paraguay).
3) USD 225.159.270,46 (José Cartellone Construcciones Civiles SA, J. Malucelli Constructora de Obras SA- Talavera Ortellado SA).
4) USD 274.978.790,17 (Sacde Sociedad Argentina de Construcción y Desarrollo Estratégico SA-Power China Limited-CDD Construcciones SA) y
5) USD 193.241.731,33 (ATE Aña Cuá ART, integrada por Astaldi-Rovela-Tecnoedil).

—¿Cuál es el dato de esa lista?
—Que las empresas y empresarios de al menos cuatro de estos cinco consorcios que actuarían en Yacyretá, eventualmente, están mencionados, procesados o actuaron como arrepentidos en la causa de los llamados cuadernos de la corrupción. Esos cuadernos por ahora tienen la letra K, pero como queda visto, esas hojas podrían soportar todo el abecedario.
Sigamos:
El lunes pasado, además, se supo que el juez federal Claudio Bonadio indagó como sospechosos a cuatro ex funcionarios del gobierno de la ex presidenta Cristina Fernández que aparecen nombrados en la causa de los cuadernos. El magistrado sospecha que podrían haber participado del pago de coimas por la concesión de obras públicas o peajes.
Los sospechosos son Nelson Periotti, ex titular de la Dirección Nacional de Vialidad; Sandro Férgola, ex gerente de Obras y Servicios Viales y subadministrador de Vialidad; Sergio Passacantando, ex gerente de Administración de Vialidad, y Germán Nivello, ex funcionario de la Secretaría de Obras Públicas y subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda. Todos fueron detenidos el sábado en el marco de la misma causa que investiga los sobornos en la obra pública.
El Litoral informó también, el viernes y ayer, que Bonadio busca saber quiénes eran los responsables de 17 empresas entre 2003 y 2015, el período en que el gobierno estuvo en manos del matrimonio Kirchner y en el que investigan si funcionó una asociación ilícita que habría pagado o entregado coimas para conseguir o cobrar obras públicas y/o concesiones viales.

—¿Y eso qué tiene que ver?
—En el listado de firmas que recibirán las requisitorias judiciales están Caminos del Paraná y Rutas del Litoral SA, que operan en Corrientes. La primera cobra los peajes del puente Chaco-Corrientes, el de Riachuelo y el de Ituzaingó, mientras que la segunda es una firma constructora.
Se sospecha que la información podría ser la antesala de más indagatorias. Fuentes judiciales indicaron que los procedimientos se llevaron adelante el jueves la Capital Federal y en Corrientes, Formosa y Córdoba. Los objetivos son empresas dedicadas a peajes, a obras del transporte y a distintas obras de construcción.
Las otras firmas sobre las que se requirió información son: Andesvial SA; Autovía Bs. As.-Los Andes SA; Carreteras Centrales de Argentina SA. También figuran Cincovial SA; Corredor Central SA; Corredor de Integración Pampeana SA; CV1 Concesionaria Vial SA; HS SA y Abengoa SA. El listado se completa con Teyma Abengoa SA; Creaurban SA; Electrificadora del Valle SA; Elecnor de Argentina SA; Ruta 18 SRL; Rutas del Litoral SA y Vialnoa SA.
Bonadio lleva adelante varias causas paralelas que nacieron o se activaron después del expediente por las anotaciones del chofer Oscar Centeno. Una de ellas es la cartelización de la obra pública y otra, las coimas que habrían pagado las concesiones viales.
Mientras todo esto ocurre, hay otros empresarios que se quedan afuera de los negocios lícitos con el Estado porque, al no ser parte de la timba o de la fiesta de las coimas, dejan de tener actuación, dejan de ser arbitrados y, por lo tanto, dejan de tener calificación para aspirar a alguna contratación u obra.

—¿Por qué pasa esto?
—Porque para hacer un puente, por ejemplo reparar el Iribú Cuá (paso caído en mayo de 2017 sobre Ruta 12, unos 25 kilómetros después de Itatí), una empresa debe demostrar que hizo una obra similar en los últimos 3 o 5 años. Es un requisito obligatorio para poder calificar.
Lo que están mostrando los hechos es que, en el caso de Yacyretá, por ejemplo, se puede volver premiar a quienes la Justicia está investigando porque habrían caminado por los atajos que habilita el Estado corrupto. Es allí donde se exhibe la circularidad que el gobierno de Cambiemos no suele querer ver.
La observación, entonces, al final, es también para el Gobierno de Corrientes, que está anunciando una serie de obras que demandarán la participación de empresas variadas y de distintas capacidades (para puertos, aeropuertos, edificios, caminos, etc.).
Habría que estar atentos, abrir grande los ojos y cinchar bien antes de salir, para no correr el riesgo de caer en lo que criticamos, cuando sea demasiado tarde.

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Valdés dejó ir a otro colombista

El gobernador Gustavo Valdés decidió darle salida a otro ministro. Al de Obras Públicas. Es el segundo que despide desde que asumió en 2017. Es también el segundo colombista puro que sobrevivía del proceso regimentado que empezó 2001. A la luz de lo que se sabe, es muy bueno para su gestión, porque el cambio se sostiene en el trabajo o, mejor dicho, es producto de su falta. Lo malo es que la continuidad del gobierno responda a pactos políticos que mantienen una inercia que se queda corta y se muestra exhausta para los tiempos que corren, los procesos electorales que se avecinan, y las necesidades que –en provincias como estas–, no merman.
Lo auspicioso es el movimiento, en todo caso. Que Valdés, a diferencia de Colombi, suprime el lastre a cambio del llano, y no a cambio de promociones costosas para el erario público como la de los ex ministros Julián Dindart u Orlando Macció, a los que facilitó becas de diputado nacional y de asesor en Consejo Educación, respectivamente.
Puede que pronto Rodríguez u otro desocupado aparezca en alguna lista legislativa amiga, pero ya no será lo mismo que hacerle peso al gobierno desde adentro del gobierno. Veremos.

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En verdad, hoy Valdés disimula como puede ese dato que lo envuelve: que de los 13 ministros que lo acompañan desde hace poco más de un año, 8 venían de las gestiones inmediatas anteriores. Hubo uno incluso que venía de 2001: Enrique Vaz Torres, el primer echado.
Disimula que más del 80% de los ministros constituyen una herencia que le daba continuidad, sí, pero le restaba poder de fuego.
Ya con Vaz Torres en la calle Valdés demostró que no está para soportar desplantes de los que antes eran sus iguales, pero ahora son sus subordinados institucionales. Ya con Vaz Torres envió un mensaje multipropósito, a la política externa y a la interna. A la ciudadanía. Con Bernardo Rodríguez da otro mensaje que impacta de lleno en la interna, ahora, en la hora de la interna.

—¿Qué fue lo que pasó?
—Que el ministro de Obras y Servicios Públicos, Bernardo Rodríguez, presentó su renuncia, texto que fue aceptado el viernes por el gobernador Valdés. Que el alejamiento del popular “Gringo” se dio 48 horas después de la cesantía del subsecretario de la repartición, Miguel Angel Tombolini.
(Dos bajas en una semana en el mismo sector. En un ministerio clave para mostrar hechos que acompañen lo que por ahora se ve en soledad: la trabajosa voluntad de Valdés de estar cerca de las demandas de la gente en todo el territorio, justo en momentos en que el clima, además, hace notar la pequeñez humana, pero también las falencias de las políticas públicas y los déficits estructurales, mantenidos y acrecentados por los gobiernos anteriores. De los inmediatos anteriores, incluso, el actual gobernador fue parte. Negar eso es tan errado como echarle la culpa a un empleado por decisiones mal tomadas por el CEO de la empresa.

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Según se dijo oficialmente para salir del paso, al promediar la semana el arquitecto Tombolini habría tomado la decisión de irse de su oficina para acogerse al beneficio jubilatorio. Otras voces dicen que el subsecretario venía arrastrando diferencias con el Gobernador, que se agravaron por asuntos privados del funcionario que tomaron estado público el año pasado. Que reclamos vecinales de su pago chico, mal gestionados, y con costos para el propio Valdés, precipitaron la decisión.
Dicen también algunos hombres bien informados que merodean el Ministerio de Obras, que Valdés echó a Tombolini.
—En ese tema no dudes. Valdés lo echó. Ahora si quiere se jubila —dicen con énfasis los maestros del hormigón armado. Aseguran además que esa decisión “no le gustó” a Rodríguez.
—No le gustó y entonces renunció.

Al hacerlo, al alejarse de su puesto de ministro de Obras y Servicios, Bernardo hizo trascender que habría renunciado por “motivos personales” y “para dedicarse de lleno a su actividad privada, ya que tiene una empresa de transporte de materiales”. Justo de materiales.
Lo llamativo de la cuartada es que los Rodríguez, él y sus dos hermanas, vienen ocupando cargos públicos y partidarios en la UCR desde que Ricardo Colombi llegó al poder, hace casi 20 años. Nunca hubo problemas con la empresa familiar. Tal vez ahora haya a un exceso de crecimiento o un exceso de crisis económica, razones que demanda la atención de sus propios dueños. El tiempo dirá.

—¿Quién es Rodríguez entonces, un funcionario de carrera-militante o un próspero empresario?
—El ahora ex ministro es oriundo de Curuzú Cuatiá. El “Gringo” es hermano de Alicia, histórica y leal secretaria privada de Ricardo Colombi; y de Graciela, actual senadora, pero que supo jugar todas las canchas que el ex gobernador le pidió. Ricardista de paladar oscuro, fanática hincha de Boca, pero a la vez un cuadro de excepción, en comparación con muchos otros.
Es decir que Rodríguez, dados sus pergaminos y pedigrí, es un peso pesado en la simbología “eco-frentetodiana”. Fue el primer secretario privado del mercedeño cuando éste asumió la Gobernación en 2001. Fracasó luego en una candidatura a intendente en Curuzú. Volvió para quedarse en la segunda gestión Colombi. Asumió la “Sub-Intervención” del Instituto de Viviendas, sillón que se compró a su medida. En 2011 asumió la titularidad del organismo. Hasta el 10 de diciembre de 2017 ocupó ese cargo (sin mayores logros a juzgar por el acuciante déficit habitacional de la provincia), para luego jurar como ministro de Obras, lugar que quedó vacante cuando Aníbal Godoy asumió como diputado provincial.
El “Gringo” permaneció 14 meses como ministro, pero empezó a flaquear y se tuvo que ir. Su salida, segunda cronológicamente y en importancia después de que Valdés echó a Vaz Torres, aviva el fuego de muchos comentarios. Los de siempre tienen que ver con otras renuncias. En el bolillero, por alguna razón, siempre están el ministro de Salud, Ricardo Cardozo, y el de Desarrollo Humano, Federico Mouliá, pero empiezan a aparecer otros nombres conforme crece la demanda de trabajo político, de alineamientos internos y de compromiso con el líder. Con este que gobierna.

—Algunos deberían tener cuidado —dijo alguien cerca de Casa de Gobierno. —La inoperancia se cubre un tiempo con acuerdos políticos. Pero esa misma ineficiencia mezclada con deslealtad, puede ser explosiva.
—¿Qué más dicen en el Gobierno?
—Que Rodríguez deja el Estado para dedicarse a su familia, y para trabajar -tal vez ahora sí- como administrador de su empresa.
—¿Qué quiere decir “tal vez ahora sí”?
—Y no se si no te diste cuenta, pero ya venía haciendo la plancha hace rato.
—Pero el gobernador también lo sabe desde hace rato: de él y de otros dicen lo mismo…
—Hablemos del Gringo. Venía con freno de mano, desganado, desmotivado, haciendo poco.
—¿De cansancio nomás, o porque no estaba de acuerdo con el Gobernador?
—La verdad es que demostraba poco interés en hacer algo a favor de la gestión. Apostaba al juego de la marioneta, y eso no es así. Ojo.

Al parecer, el que de golpe también se está dando cuenta que eso no es así es el propio Colombi. El viernes por la noche apenas saludó a Valdés: apretón de manos (mano flácida, como siempre con los que detesta), mesa de por medio y obligado por el protocolo en la recepción nocturna a los embajadores que visitaron la provincia el fin de semana.
—Todo muy frío —dijeron los que los vieron.
—¿Y cómo será la sucesión en el Ministerio?
—Para reemplazar a Rodríguez suenan al menos tres personas, todos hombres y con perfiles bastante distintos. Uno de ellos descolla en la actividad específica: Claudio Polich, un cuadro de alta formación y expertise que desde hace tiempo da muestras de eficiencia y que espera su momento. Fue, a la vista de todos, uno de los puntales en la victoria de la elección capitalina, en junio del 17, al ponerse al frente de los trabajos de recuperación de caminos y asistencia vecinal en las épocas del diluvio infernal que ahogó las chances de reelección de Fabián Ríos.
Consultado al respecto, dijo ni.
—No tengo confirmación de nada. En estas horas estuvimos charlando, pero no del tema. No tengo idea de qué decidirá el Gobernador.

En breve se sabrá. Pero ya hay una certeza: nadie que juegue el juego de la marioneta se sumará al gobierno. Ojo.

***

Las teorías políticas que estudian los tipos de liderazgo, tratan estos como otros asuntos. La teoría de las “democracia delegativa”, por ejemplo, estudió mucho en cuanto a los colaboradores directos de los líderes, que cuando son compartidos, dejan de ser verdaderos aliados.
—¿Y porqué es tan importante?
—Porque gobernantes como Colombi no aceptan más que empleados autómatas. “Obedientes seguidores que no pueden adquirir peso político propio, anatema para el poder supremo del líder”, escribió en su momento el cientista político Guillermo O´Donnell.
Esos líderes tampoco tienen en realidad ministros, ya que ello implicaría un grado de autonomía e interrelación entre ellos que es, por la misma razón, inaceptable.

Valdés se está armando. Necesita colaboradores: mente y acción al servicio del gobierno, y no correveidiles de un poder que ya no es.

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