Las 10 lecciones de la elección Capital

Cuáles son las lecciones que han dejado las elecciones del pasado domingo 4 de junio en Capital? ¿Puede hacerse un análisis cualitativo, por encima de los números, aunque sin desconocerlos? ¿Hay espacio, en una democracia incipiente como la argentina y correntina para desafiar a la mayoría? ¿La gente que es acarreada para votar, lo hace con libertad? ¿Vota libremente quien por el contrario va por sus propios medios? ¿Es posible la libertad en una provincia donde manda el Estado por sobre todas las industrias? ¿Si ese genérico inconmensurable que se cataloga como “la gente” aprendió a votar -como dicen algunos-, por qué la lógica de todos los partidos políticos sigue siendo la del siglo XIX? ¿Para qué el acarreo, la bolsita, la plata de regalo, y la inmensa cantidad de souvenirs electorales, si la gente vota a conciencia?
En esta nota trataremos de entender (sin pretensión de agotar ningún análisis) dónde está la fuga: si en la mirada de quienes creen en la estructura que estructura -al decir de Bourdieu-, o en la hipocresía de quienes pregonan el humanismo tratando a los humanos como animales (de granja, por su docilidad). Ganó Tassano y este es un estado de cosas, el mismo si hubiese ganado Ríos, porque el sistema los atraviesa a ambos y los excede, generalizándose sin fin.

Lección 1
“Los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido político se viene abajo, no es el partido político quien tiene la culpa, sino el conductor”. Juan Domingo Perón

Siguiendo esta máxima peronista, Fabián Ríos es el responsable absoluto de la derrota del domingo 4 de junio. A su favor puede decirse que asumió inmediatamente la culpa y el cargo. No sólo reconoció su yerro, sino que lo hizo sin desparramar imputaciones. Y en el mismo acto, en el marco de un desusado republicanismo, saludó al vencedor, Eduardo Tassano, actitud que terminó por descomprimir todo el proceso que concluyó el jueves último con el acta de cierre y validación de las elecciones tras el escrutinio definitivo que arrojó este resultado: el cardiólogo radical aventajó al ingeniero peronista por 7.763 votos.
Pero como Perón hay para casi todo, podría decirse, asimismo, que el gran ganador del domingo fue el gobernador Ricardo Colombi: el radical más peronista de los que tienen algo de vida en el escenario nacional. Y esto, entre otras cosas, por lo que sigue:

Lección 2
“Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él. Juan Domingo Perón.

Esta frase del General, provocadora como todas, sustenta en parte el discurso de campaña de Colombi: cercanía y empatía con la gente de a pie. El humanismo entendido como aquel en el que nadie es más que nadie. Evidentemente, aquí hay una clave: el discurso del humanismo se impuso al de la planificación estratégica, despersonalizada. Los planes derrotaron a las obras. Triunfó el corazón por sobre las tripas. Al fin y al cabo, como dice el Gobernador, el asfalto no se come. Sí se come con el producido del trabajo (que es lo mismo para el albañil que para un asistente social), pero en el PJ no alcanzó el tiempo ni la inteligencia para explicarlo fácil.

Lección 3
“Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”. Simón Bolívar.

El pueblo de la Capital entendió esto hace rato. Tanto, que no le dio la reelección a nadie desde que puede hacerlo. En su historia no hay más que cuatro años para demostrar valía.

Lección 4
“La democracia es el proceso por el cual la gente elige al hombre a quien culpar”. Bertrand Russell

¿Culparon los capitalinos a Ríos, castigándolo con el voto? ¿De qué? ¿De haber hecho un acuerdo no sabemos con quién ni para qué? ¿Quién lo traicionó? ¿Lo culparon por tratar de exculparse del kirchnerismo? ¿O por kirchnerista cobarde? ¿Por haber despreciado a los propios que traccionaron votos capaces de darle la elección? ¿Lo culparon de soberbio como vociferan hoy algunos “compañeros”, agazapados para dar el zarpazo y dejarlo en el camino? ¿Es cínico el electorado o lo son los dirigentes? ¿Por qué el respeto que no fue posible durante el proselitismo recién apareció después? Apenas cerraron las urnas salieron (muchos) a reconocerle al Intendente su don de gente y su buena gestión, que entre otras cosas, eleva la vara para el médico que lo sucederá…

Lección 5
“Me hierve la sangre al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la Patria”. Manuel Belgrano

El domingo ganó una pretensión: reinsertar a la ciudad en el mapa político nacional. Una pretensión porque ocurriría recién a partir de diciembre (¿Hay que esperar hasta entonces?). Y porque la alineación total Nación-Provincia-Municipio se dará, o no, cuando se elija gobernador. Recién entonces sabremos si la ciudadanía está pensando en alinear o en cambiar y repartir el poder. Es una pretensión, finalmente, porque generalmente no ocurre. Siempre por H o por B, pero no ocurre, porque vencen las mezquindades por sobre el amor a la patria. Y cuando esto ocurre, desde el Estado no es otra cosa: es la antirepública, sin más.

Lección 6
“La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde un 51% de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49%”. Thomas Jefferson

Esta idea fue pensada y dicha entre los siglos XVIII y XIX. A la luz de nuestra realidad nacional nunca abandonó su vigencia. La grieta nos atraviesa, y lejos de disolverse, como prometieron algunos, se profundiza. Dijo Fernández Díaz en La Nación (hace 5 días) que Durán Barba mandó a insistir en el tema. He allí un problema, porque el macrismo que ganó prometiendo desterrar el kirchnerismo está cayendo en la misma trampa, usando las mismas mañas, matando con las mismas armas. Han demostrado no tener empacho en apelar a la fortaleza del Estado para seducir o comprar voluntades. Las elecciones del domingo lo demuestran. ¿No era eso lo que había que desterrar? ¿La billetera sigue estando para premiar y castigar? ¿En qué quedamos entonces? ¿Está bien que las inauguraciones y los anuncios de obras se amontonen las dos semanas previas a las elecciones, para después aletargar todo el funcionamiento estatal?
“La victoria no da derechos, sino obligaciones”, dijo Colombi el domingo del triunfo. Ojalá, para empezar, se entienda que el triunfo fue posible por la mitad más uno. La mitad menos uno cree en otra cosa. Y su dignidad no puede ser apaleada por una circunstancia electoral.

Lección 7
“Sigan a ideas, no sigan a hombres, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática”. Raúl Alfonsín.

Agotado constitucionalmente el ciclo más personalista de la historia reciente de Corrientes, corporizado por Colombi, este y los suyos dieron un vuelco: ahora ya no importan los nombres, sino el proyecto. Casi como pasó con el kirchnerismo, cuando al final del camino se encontraron sin frutos. Ello no obedece a otra cosa, sino a no haberse preocupado por la siembra.

Lección 8
“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Winston Churchill

Si algo quedó demostrado el domingo es que Colombi, corriendo con ECO+Cambiemos como vehículo electoral, es invencible. Salió de atrás, remontó, produjo el quiebre y ganó. Es, el Gobernador, una máquina electoral de una efectividad tan alta, que después no traduce esa efectividad en la gestión. Hay números que lo corroboran (pobreza enorme y estructural, falta de trabajo, niveles educativos bajos, mortalidad infantil alta, falta de infraestructura, caminos, energía, y muchos etcéteras que se apilan a los años que lleva de ejercicio). Lo mismo puede decirse de Cristina Kirchner. O de Camau Espínola. Son más candidatos que estadistas. ¿Por qué? Por el objetivo de su mirada.
Asimismo, el “ya ganamos” de Ríos, sustentado en encuestas fallidas, lo coloca en las antípodas, recordándole, en el mismo acto, un viejo saber popular: nunca es bueno cantar victoria antes de tiempo. Y menos si el competidor de enfrente es Colombi. El día que el PJ entienda que ir a las urnas con el jeque del paiubre no es ir a misa con la Madre Teresa, tal vez podría enderezar su rumbo electoral. Después, podrá empezar a ver cómo llegar a la gente, que son cosas distintas, por supuesto.

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Estos párrafos no tienen la intención de quedarse en la liviandad de una chicana discursiva. Se sostiene en la idea-deseo de que alguna vez, el esfuerzo, sacrificio, inversión de recursos humanos, técnicos y económicos puestos en una campaña electoral, se presten de la misma manera a la gestión de un gobierno exitoso, porque el producido de un mal gobierno no afecta al gobierno, sino a los gobernados.

Lección 9
“Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento. Nelson Mandela
La cosmovisión de Mandela, galvanizada en la realidad sudafricana, es universal porque bien puede aplicarse a Sudamérica toda, Argentina y Corrientes incluidas. Las estadísticas le darían la razón, se tome el Indec que se tome.

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Para terminar, dos visiones. Una pesimista y otra optimista de la política. También, dos posturas que se fundamentan teóricamente desde veredas opuestas, desde trayectorias personales y hasta de clases sociales distintas, para que cada uno haga la síntesis que mejor prefiera.

Lección 10
a. “Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor. ¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden, y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los políticos nacionales”. Jorge Luis Borges
b. “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo. Fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando con que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de igualdad”. Pepe Mujica

Llegar hasta aquí es sólo darse cuenta de lo relativo de las cosas. Entender la necesidad de ver la vida como un devenir, donde del camino es la lucha lo que importa. Al fin y al cabo, como dijo alguien, ECO no hace más que ganar elecciones. Y el PJ no más que perderlas. No es así si se mira a 4 u 8 años. ¿Pero y si se mira a 40?

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El palmar donde se estancó el diluvio

“Llovió cuatro años, once meses y dos días. Hubo épocas de llovizna en que todo el mundo se puso sus ropas de pontifical y se compuso una cara de convaleciente para celebrar la escampada, pero pronto se acostumbraron a interpretar las pausas como anuncios de recrudecimiento. Se desempedraba el cielo en unas tempestades de estropicio, y el norte mandaba unos huracanes que desportillaron techos y derribaron paredes, y desenterraron de raíz las últimas cepas de las plantaciones”

Cien años de soledad
Gabriel García Márquez

Producción fotográfica: Nicolás Alonso

Yo quería casarme en Itatí. Pensaba ir con ella en un auto nuevo. ¡Y mirá!: me case desnudo en un hospital. Las vueltas de la vida…
–Ya vendrán tiempos mejores.
–Y sí. Dios da todo. Pero lleva todo otra vez. ¡Malo está!

Quien lo dice es Angel “Tate” Aguirre, clase 32, natural de Herlitzka, Quinta Sección de San Luis del Palmar. A sus 85 años, acaba de contraer matrimonio en únicas nupcias con Paulina Ramírez, 5 años mayor que él. Ambos son padres de dos hijas: Rita Ester y Marcelina -que les dieron 8 nietos y 27 bisnietos-, fruto de un amor de 65 años que transcurrió con algunos sobresaltos en el límite de Campo Grande y el paraje Borja Cué, donde aún no llega la luz eléctrica.
Borja Cué casi nunca fue noticia, ni tendría por qué serlo. Allí no llega ni el aire fresco. Visto de arriba no sería hoy más que un bosque y algunas casas tapadas por el agua. Pero es ese el lugar al que se aferró esta pareja de ancianos. Tanto, que en toda una vida no pudieron ir a Itatí en el auto nuevo que nunca compraron, ni casarse allí como Dios manda, con la Virgen de testigo.
Cuenta ella que la noche de la inundación sintió el agua. La vio de lejos venir con fuerza. Cuando pudo llamar para pedir asistencia (con su celular de la era pre-digital), el agua ya había entrado a la casa y no pediría permiso para subir hasta la ventana de su rancho.
El no quiso dejar todo. Abrazado a los horcones que son la prueba tangible del sacrificio de su vida, se quedó a esperar que escampe para hacer el recuento de los daños. Su bota pinchada lo indujo a que recorriera descalzo su patio convertido en valetón sin taipas, hasta que un clavo oxidado dio en la zona plantar del pie izquierdo, debajo del dedo gordo, zona que los reflexólogos ligan con el corazón.
Herido en su orgullo e inclinado de dolor, “Tate” Aguirre fue socorrido e internado en el hospital de San Luis pueblo. Todavía tratan de controlar la infección y el dolor que no le quita el buen ánimo. Después de todo está recién casado, así que bromea con invitar a una farra, ni bien escampe y el agua se retire.
–Ahora no se puede. Agua y cielo nomás se ve -dice, y sus ojos se esconden detrás de un nubarrón.
–Yo tenía todo: vacas, caballos, naranjas dulces, dulces… Comíamos palomas, patos, chajá, caraú.
–¿Se come el carau?
–Uh. ¡No sabes lo rico que es!
Paulina oye un tanto menos, pero habla mucho. Cuenta sus alegrías con alegría y sus penas con silencio. Ataja el llanto cuando hace el balance de sus pérdidas: una cama con sus ropas, ropas con su ropero y un saco con su harina.
Lamenta tanto que el agua haya hecho engrudo con ese insumo que ella convierte en pan, que de su inventario parece lo más preciado.
–Se van a recuperar -digo, tratando de convencerlos.
–Si, pero a nuestra edad… ¿Cuántos años pasarán?
En eso interrumpe “Tate”:
–Me hizo llorar este -dice, y con el dedo índice señala la extremidad que acaba de ser examinada por el médico y nuevamente vendada por la enfermera. Cierra fuerte los ojos. Suspira. Todavía creo que no señaló el dedo gordo de su pie izquierdo, sino su corazón agujereado por el clavo con ponzoña.

***

San Luis del Palmar es un pueblito pintoresco de casas bajas bien arregladas, pavimento, mucho ripio y calles de tierra, ubicado a no más de 25 kilómetros de Capital. Se llega rápido enancado a la Ruta Provincial 5, pese a que, por estos días, una bomba de desagote en uno de los barrios de las afueras de la ciudad de Corrientes ralentiza el paso rutero.
Centralmente católico y arraigado en sus tradiciones, es un pueblo peregrino que cumplirá el próximo 16 julio, 117 años de marcha devota con su patrono, desde su Iglesia, hasta la Basílica de Itatí.
Progresó mucho en los últimos años, pero cada tanto cae en las garras de la naturaleza, que a su paso se ensaña y cobra caro la disida oficial y particular, porque hay de todo. Es un pueblo satélite de la Capital que crece, en escala, casi a su ritmo. Fundado el 31 de mayo de 1806, el miércoles se cumplirán 211 años de la puesta en vigencia del documento expedido por el obispo de Buenos Aires, Benito de Lue y Riega, por el que se creó el Curato y por lo tanto, el primer asentamiento de San Luis del Palmar.
Tiene campos productivos y gente laboriosa, hoy en la ruina.
Sólo en San Luis, de las 18 mil personas que la habitan, se cree que unas 10 mil fueron afectadas directa o indirectamente por lo que ya fue calificada como la peor catástrofe de su historia. En el ejido urbano, unas 200 viviendas fueron sepultadas por el agua. En el campo la situación es peor: son menos, pero perdieron más. Lo poco que había. 

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La situación de San Luis, epicentro humano del desastre, se entiende en su contexto provincial.
Desde cuando las aguas llegaron, hasta hoy (el primer embate ocurrió el 25 de abril y el segundo el 13 de mayo), Corrientes acumula pérdidas por millones. A los miles de evacuados y autoevacuados, hay que agregar que ya se murieron por inanición unas 50 mil cabezas de ganado bovino, otras tantas de ganado ovino y caballar. La provincia tiene un rodeo de 5 millones de cabezas bovinas y de ellas, un millón y medio se encuentra en la región inundada.
El ministro de la Producción, Jorge Vara, es claro en sus conceptos. Y le pone el pecho a las balas en nombre de su gobierno que reacciona más bien lento:
–La producción más afectada sigue siendo la ganadería, en especial la bovina en el Norte, y los pequeños productores tienen afectadas unas 12 mil hectáreas, pero no cultivos importantes. Están comprometidas entre 400 y 500 mil cabezas de ganado por los anegamientos de campos.
En los últimos días actualizó los valores:
–La gravedad de este fenómeno climático se situó en el eje de las localidades de Loreto, Caá Catí y Berón de Astrada. En esa zona llevan caídos 2 mil milímetros en cuatro meses, lo que generó inconvenientes en las 350 mil hectáreas que integran la cuenca del río Riachuelo.
Tal situación, además, desmejoró el estado de los caminos rurales. Hay campos que han perdido hasta el 80% de la superficie. Los pasos consolidados están tambaleantes y los caminos principales, como la Ruta 12, ya vio caer uno de sus puentes. Otros tantos están en riesgo.
La inundación afecta a 2,5 millones de hectáreas de campo en once departamentos. Las pérdidas económicas ya superan los $900 millones, y si bien se declaró el estado de excepción, el Fondo Nacional de Emergencia creado por ley para toda la República Argentina es de $500 millones. Absolutamente insuficiente.

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Las historias se repiten entre los afectados, aunque varía en la gravedad del perjuicio. Y al drama de la creciente, en San Luis, se le suma la desgracia de la evacuación, de las condiciones de sobrevida en comunidad entre gente que, a veces, ni siquiera puede convivir consigo misma. Hubo enojos y peleas varias. La impotencia se siente. La angustia flota en el aire. Casi que es posible verla trenzada con bronca y con la ansiedad que genera un futuro sin certezas.
La Policía ya tuvo que intervenir una que otra vez para evitar que crezca el infierno de este pueblo chico, caído en desventura un poco por los fenómenos del cielo y otro poco por la voracidad del capital y de sus dueños; por la impavidez estatal, muchas veces cómplice de los patrones de todo, y por la indiferencia social. Criminal, simplemente.
Me pregunto luego, alejado de la catarsis, cómo procesarán los más chicos esta catástrofe. Una vez un psicólogo dijo que en realidad los más chicos, los niños, están mejor preparados para elaborar el problema y superarlo. ¿Y los más grandes? ¿Dónde se ubica, por ejemplo, Marisol Romero, 20 años, madre de un niño de 2, de una nena de 1 y de un tercero en camino?
¿Qué será de la vida de Juan José, 9 años, nacido cuesta abajo de la igualdad de oportunidades en un paraje rural de San Luis que ha perdido hasta su denominación?
Juan José se acerca y ya sabe qué decir:

–Necesitamos una heladera, una tele, una cocina, una cama. Todo nomás. Perdimos todo lo que teníamos.
–¿Tus papás dónde están?    
–Se fueron al hospital. Mi mamá está enferma.
–¿Vas a la escuela? ¿A qué grado vas?
–A tercero parece. Pero ahora no voy más.
–Necesitamos una heladera para mi leche -insiste, y yo trato de decirle que va a tener su heladera, que no se preocupe. Me siento mal por mentir, porque en realidad no sé si sucederá, pero tampoco sería bueno -me consuelo- agregarle distancias a sus deseos.
Quiero salir del lugar y entonces me despido de Juan José. Cepillo su pelo chuzo con la mano y el chico se me prende. Su abrazo largo y fuerte terminó por hacer añicos mi entereza. Ladran los perros mientras los chicos del Secundario dan clases ahí nomás, a unos metros, en el Colegio Nacional. Pese a todo, hay rumor de escuela en la escuela intrusada por la humanidad del desastre. Juan José sigue abrazado y yo lloro por dentro. Por fuera la llovizna se hace lluvia en ese instante.

***

Eulalia Vanesa Giménez apenas habla. Balbucea y sonríe, como pidiendo perdón por las molestias ocasionadas. Barre unos metros de galería de la escuela que desde hace un mes es como su patio. En el primer salón del ala izquierda, destinado a los evacuados, Eulalia vive con su marido y su hijo de 8 años. Ropas desacomodadas por cualquier parte, dos motos, una bicicleta de reparto y otra de niño, color amarillo. Una olla y una pava, negras de ollín de leña; y una docena de pomelos desparramados cerca de un destartalado camioncito de juguete. Tres colchones tirados en el piso de una pieza grande donde, paradójicamente, se regala diariamente lo que esta mujer no tuvo: la oportunidad de la educación.
Por eso manda a su chico a la escuela, y se alegra de que aún en estas circunstancias haya podido regresar a clase.
-Quince días falló. Pero ahora ya volvió.
–¿Qué pasó?
–No encontrábamos la mochila con los cuadernos. Después apareció flotando.

Eulalia perdió todo. De su casa se ve la mitad de arriba. Muestra unas fotos: es el agua adentro de unas paredes de ladrillos sin revoque. Allí donde antes había un hogar hoy no quedan más que ruinas.
Eulalia no sabe qué hacer. Su marido no tiene trabajo. Cree sensatamente que nadie como ella caerá en la trampa de comprar ese terreno inundable que ahora está inundado y además dice que desde el Gobierno ya le advirtieron que deben buscar otro sitio para reubicarse.
¿Puede alguien ser tan inescrupuloso? -me pregunto-. ¿Puede alguien aprovecharse sin culpas de la ignorancia de esta gente y sacarle lo que no tiene por el vicio de acumular monedas sin sudor?
En eso se cae una estampita de la bolsa de las fotos que Eulalia muestra al que quiere ver. San Miguel Arcángel, príncipe, jefe de los espíritus y de la milicia celestial. La protección contra los demonios: los del mundo y los de uno mismo.
-Necesito ayuda -dice la mujer, y enumera sus prioridades, que podrían traducirse así: alguien que nos escuche, alguien que nos quiera, y alguien que tenga la decencia de no estafar nuestros sueños.
–Ya va a pasar -digo en la despedida.
–Si, si, señor -responde, y entra al salón que custodia lo material de su vida, resumido a casi nada por la impiedad de la lluvia y el desborde del río.

***

A los 700 evacuados en promedio que siguen en los 13 centros habilitados en todo el territorio de San Luis, hay que adicionar un número incierto, no calculado con precisión, pero por lo menos igual al primero: son los autoevacuados. La mayoría es del barrio San Cayetano, un conjunto de 170 viviendas ubicadas en la esquina que marca la Ruta Provincial 5 en su intersección con el Riachuelo. Estas casas, como las de toda la extensa zona de ribera, hasta la semana pasada bajo el agua, aportaron damnificados silenciosos que tuvieron que irrumpir en la escena pública para ser escuchados y contenidos.

Tienen casas del Invico y la mayoría un sueldo del Estado. El resto se la rebusca: comerciantes, mecánicos, carpinteros, artesanos, changarines varios. Son los que sostienen, hoy, los reclamos de soluciones estructurales. Son los que vuelven a creer, como hicieron en 1998, cuando las promesas llegaron de otros funcionarios igualmente cultores de las mañas que los desacredita: la mentira bajo la máscara de una obra que nunca se hace, como está ocurriendo justo ahora.
Nada cambia, y eso que Corrientes mantiene relativamente constante sus ciclos de inundaciones. La de mediados del ´60, por ejemplo, quedó registrada en una formidable crónica de Rodolfo Walsh publicada en 1966 y que aún genera urticaria: “Carnaval caté”:
–“Había grandes zonas inundadas y las pérdidas eran tremendas: 90% del algodón, 60% de tabaco, 80% de arroz. Pero lo que desesperaba al señor Boschetti era la posibilidad de que las lluvias arruinaran, además, el carnaval”.

Desde entonces hasta hoy tuvimos al menos cuatro experiencias como para aprender y hacer algo. ¿Qué pasó? Muy poco: hay canales que recién se están haciendo y otros que nunca se mantuvieron; dragas que se prometen, pero que no funcionan. Hay estudios hechos, pero permisos que no llegan; y permisos que corren detrás de ciertos acomodos sin estudios del más mínimo impacto. Hay privados sin sofreno que achican el cauce de los riachos para darle un parque a los dueños del dinero y a los amigos del poder que compran sus terrenos. Hay mucho estado ausente, ruin y justo en este momento electoral, mucha carroña política.
La campaña transcurre tan sucia como el agua podrida de los bajos sanluiseños, y se escucha cualquier cosa. Lo de menos es el cinismo: que ahora sí la Nación hará lo que no hizo en 12 años. Que ahora sí la Provincia hará lo que no hizo en 16. Que ahora sí en Municipio hizo lo de nunca…
Las presentes inundaciones ya dejaron pérdidas multimillonarias que todavía no se pueden terminar de definir. La sangría quedará al descubierto cuando las aguas se vayan. Mientras tanto, como si hubiera margen para ello, la dirigencia política correntina se debate en chicanas y denuncias de cotillón. Gastan escasa inteligencia y muchos recursos públicos en ver cómo afectan al oponente. De soluciones ni hablar.
Así, por ejemplo, algunos encumbrados correveidiles del Gobierno de Corrientes dicen que en Capital y en otras comunas llamativamente administradas por la oposición, el desastre natural afecta mucho más por falta de obras. En la Provincia, evalúan estos mismos cerebros, el desastre hace de las suyas sólo porque es una catástrofe. Algo así como que, hasta el próximo domingo, en Capital, la culpa de las inundaciones será de Ríos. Y hasta las elecciones de octubre, la creciente en la provincia será sólo culpa de Dios.

***

En San Luis los vecinos tratan de organizarse. Reclaman a las autoridades, hacen trámites, buscan ayuda, tocan timbres de sus funcionarios provinciales y nacionales, pero mantienen a raya a los que pretenden sacar réditos electorales con la catástrofe.
Los autoevacuados, algunos de los cuales ya volvieron a sus casas y conviven con el olor de la cloaca y de los desinfectantes, hacen cuentas de sus pérdidas. Lloran por igual hombres y mujeres: flaquearon en algún momento, pero se repusieron, generaron vínculos antes inexistentes y ahora hasta saben quiénes son esos vecinos. Ya no los une sólo el espacio físico, sino su calidad de inundados, perdidosos, desamparados, y el deseo de que la unión en la desgracia pueda seguir más allá. Su profeta: Julián Zini, que alguna vez escribió:
Ojalá que tanta agua /tanto río al por mayor, /nos purifique los ojos, /la mente y el corazón, /y así como nos iguala /al poriajhú y al señor, /nos dé una mirada nueva /y una mejor comprensión.

***

La religión es una matriz para los sanluiseños. Es un pueblo creyente, peregrino. Devoto de su santo, de su virgen, de su dios. Es un pueblo temeroso de Dios. Por eso mismo, en las peores circunstancias, se recuestan por la fe, que es su única certeza.
Cuentan que hace poco más de una semana, el sábado pasado, cuando los vecinos reclamaron y lograron ser escuchados por funcionarios provinciales, se armó una reunión en la Capilla San Cayetano que fue subiendo de temperatura hasta que como el río, estuvo a punto de desbordarse. El cura del lugar, Epifanio Barrios, se iluminó en un instante y calmó la gresca incipiente haciendo entrar una imagen de la Virgen de Itatí.
-Parecía que no se iban a entender y cuando vi que la reunión se estaba poniendo fea, hice entrar la imagen peregrina. La gente comenzó a aplaudir y cantar. Por un momento salió de su problema, se fueron calmando y después lograron seguir bien con la reunión. A tal punto que de las tres comisiones que había, lograron conformar una sola. Y el lunes cuando fui a celebrar la misa, ya me dieron una lista con las cosas que necesitaban.
Ese momento místico, culminante, increíblemente real, corta alambrados para mezclarse con las historias mágicas de García Márquez.
Dios da y quita, pero siempre ayuda, según esa cosmovisión. Aprieta pero no ahorca. No es casual, por tanto, que las iglesias y parroquias del departamento sean los principales centros de asistencia, ya como refugio o como lugar de reunión. O como carpas de campaña para los operativos sanitarios, tan necesarios hoy como el retroceso de las aguas.
Uno de esos centros sanitarios está, al momento de esta visita, en la Capilla de la Inmaculada Concepción. Un tinglado a dos aguas con cielorraso de machimbre de pino que cobija hostias y jeringas sin mayor conflicto filosófico. Es un centro de operaciones, pero de una guerra sin balas. Allí se atiende gente, se les provee de alimentos, se los escucha.
Una psicóloga social describe la situación y lo sintetiza:
–Estas personas, más allá de sus casas y sus cosas, ha perdido el hogar. Deben hacer un duelo, es una carga demasiado grande. Por eso nosotros hacemos lo que podemos. Tratamos de determinar si hay casos clínicos que demandan atención sistematizada y de ayudar con una escucha activa a los que tienen problemas asociados con la catástrofe.
Hay también allí una nutricionista. Preocupada por el balanceo alimentario en el medio del desastre, posa sus ojos cansados más allá de las costas rebalsadas.
-Los chicos e incluso los grandes están perdiendo peso. Eso nos puede complicar la recuperación -dice la jovencita, que a sus 30 años está haciendo sus primeras armas en medio de una borrasca sin fin.
El panorama claramente no es el mejor, pero todos coinciden en algo. Dicen que esta vez están trabajando en red, con lo cual pueden coordinar acciones y eficientizar los pocos recursos con los que cuentan. Se enorgullecen de ello. Y no es poco.

***

La Iglesia nodriza del pueblo, templo de San Luis Rey de Francia y de su huésped de honor, María de Itatí, está cerrada a las misas. Sólo unos bancos quedan en su lugar. Sólo el presbiterio guarda apariencia sacra. El resto es un montón de todo: montañas de comida, ropa, agua, artículos de limpieza, escobas de paja. Tan surreal es la imagen que, en uno de los costados, justo debajo del sepulcro vidriado de un Cristo de yeso con cara de tránsito hacia la resurrección, se acomoda una piragua ancha de fibra de vidrio azul. El bote fue adquirido por el Comité de Emergencia para llevar asistencia a los lugares infranqueables hasta para los poderosos Unimog del Ejército.
Tan impactante es la imagen que bien puede ser la síntesis de estos días de diluvio. Esa pequeña barca, que en situaciones de normalidad podría representar a la de Pedro, aquí más bien parece una maqueta de la famosa arca de Noé preparada para salir a flote del fin de los tiempos.

Al día de hoy, la organización de ayuda a los afectados, sólo de San Luis, llevan distribuidos cerca de 30 mil kilos de alimentos. Los dividen en paquetes que van armando de acuerdo a las necesidades de la gente y a sus paladares más bien autóctonos que muchas veces distan (bastante) de lo que se grafican los burócratas de escritorio de las administraciones centrales.
Por eso mismo entre la basura hay kilos y kilos de cartón. Provienen del “packaging” de los 500 módulos oficiales, de 5 artículos, que la Provincia envió hasta el momento, más preparados para dar volumen a la publicidad de una gestión raquítica que para matar el hambre de los afectados, que son más en número y comen al menos dos veces al día.
Por idéntica razón se apilan, casi intactas, cajas y cajas de sopas súper nutritivas que una firma del rubro hizo llegar para expiar culpas por la claraboya de la solidaridad.
–¿Y estas sopas por qué no las reparten? -pregunté a una mujer que intentaba ordenar parte del caos.
–Y… fijate -me ordena.
Leo: “Sopa crema Sensaciones. Camarón con vegetales y un toque de sabor a vino blanco. ¡Sabor y cremosidad aprobados por chefs!”.
–El otro día probamos una. Capaz si le agregamos un poco de mandioca o batata pueda funcionar en los comedores -dice José María Servín, coordinador y vocero del Comité de Emergencia.
Tal vez sea posible, pero ya va más de un mes y la prueba no se hace.

***

Mientras tanto, vamos con José María en busca del padre Barrios. Viene siendo una celebridad porque hace lo que debe, es decir, cumple con su misión pastoral de ayudar al otro: respaldando, corrigiendo y acompañándolo.
–Sólo soy un cura. Si no tengo a la Iglesia detrás, no soy nada.
El sacerdote, experimentado en esto de las crecientes, pues ya tuvo que lidiar con la del 1998 estando en Santa Ana de los Guácaras, se calzó de nuevo las botas y no dejó paraje sin recorrer, sin asistir a la gente, sin escucharlos, sin confesarlos, sin llorar con ellos. Emulo posmoderno de las cruzadas medievales del San Luis que hoy venera y cuida como vicario.
–¿Qué les dice a las personas que han perdido todo?
-Les transmito esperanza, algún consejo, les doy consuelo. El agua lleva todo, pero sobre todo los afecta emocionalmente.
–¿Y usted cómo hace para no quebrarse?
–Varias veces me quebré, pero entonces llamo a mi obispo, a algunos de mis hermanos sacerdotes que me ayudan a encauzarme cuando me desoriento.
–¿Qué es lo que más ve en medio del agua?
–Que la gente está enojada y eso hace que nos peleemos entre hermanos. Desconfían de todo, por eso incluso, cuando llega la ayuda -mucha ayuda gracias a Dios- descargamos a la luz del día y a la vista de todos.

Es increíble, pero sucede en las mejores familias. Llega la ayuda y hay quien cree que se la roban. Hay quien cree que se guardan algunas cosas y si bien hay muchas manos (cuyo número igualmente se va achicando conforme pasan los días), también hay mucha miseria.
Hay quien denuncia que no es que el Gobierno haya mandado poca ayuda o que se desentienda de las obras.
-Mandaron hasta colchones, pero los bajaron en la casa de una funcionaria que es una potencial candidata a intendenta -dice agriamente un muchacho que merodea por el Municipio.
Para cortar por lo sano con todo el chismerío, el cura Barrios decidió peregrinar con el pueblo en el mes de julio. Irán a Itatí, en sus carretas de siempre, con chicharrón de vianda, como hace más de un siglo, a pedir a la Virgen lo que no cumplen los políticos; y tal vez a agradecer que escampó y siguen vivos.
–A pedir fuerzas para volver a empezar con la esperanza de que no vuelva a pasar -dice el cura, que habla fuerte, con una voz que al parecer está siempre al borde del llanto.
–¿Sabe padre que lo están midiendo, no? ¿Qué su tarea está siendo evaluada políticamente?
-No me preocupa. Mi tarea trasciende lo humano. Mi tarea es llevar a la gente al cielo y agarrar la pata de alguno para poder entrar yo también.

***

En el negocio de Ramón Meza todavía se limpia, pero ya se vende. Un 75% menos, porque el barrio todavía parece un asentamiento fantasmal. Sacar fotos hoy, en el bajo del San Cayetano es hacer una retrospección. Son las fotos de Miramar, Córdoba, al promediar la década del 70. Son las fotos del Epecuén, Buenos Aires, inundada en los años 80, escurrido casi totalmente ahora, tres décadas después. La diferencia, aquí y ahora, es que los sanluiseños no son turistas. Son nacidos y criados que tienen amigos y familiares que los socorren, pero esa ayuda no es eterna.

El barrio es hoy un valle de lágrimas: el riacho desbordado, las calles anegadas, barro mezclado con ripio, basura flotando, un piletón maloliente donde ayer nomás fue una canchita de fútbol. Por allí hay un CD tirado, brillante, hundido. Fue tal vez de música. De fotografías. Hoy no es más que una moneda de plástico sucumbida, rastro de vida en medio de la destrucción.
El barrio San Cayetano es hoy un montón de mierda flotando. Es una planta de residuos cloacales que se levanta en el corazón del lugar, como un Caballo de Troya diseñado por el enemigo y utilizado por los perversos que creyeron alguna vez, en su sinrazón e ignorancia técnica, que una cámara para 170 casas sería lo mismo que para 3000, donde más o menos viven las 12 mil personas que pueblan el palmar encharcado.
La barriada es hoy lo que queda de mejores épocas: resiste a la inundación con una pujanza austera pero digna de quienes provocan el progreso autosuperándose. Son hileras e hileras de casas multicolor uniformadas en dos tonos: el negro del excremento que brota de los sumideros colapsados y el verde que deja el agua como estigma de su paso arrasador.

Es la casa de Mercedes, 24 años, un hijo. Con mucho esfuerzo le agregó una piecita al espacio mezquino de las construcciones sociales, pero no aguantó el embate y sufrió de lleno la crecida del río que pasa por su frente, casi siempre manso.
Mercedes habla resignada. Era una niña cuando su familia y ella misma se escaparon de la creciente del 98. En la misma casa aguanta ahora esta inundación que fue y vino dos veces en un mes, llevando lo poco que tenía.
-Lo que más bronca me da es el ropero. Caro me salió y justo ahora que lo terminé de pagar, no sirve para nada.
El ropero de melamina, obeso de humedad, descansa sobre el canto de una cama desnuda que hace las veces de andamio para sostener lo salvado.
–Hay algo seguro: lo que no te mata te hace más fuerte -digo para animarla.
Me mira, hace silencio, baja la mirada y luego sentencia:
–Y sí. Contra Dios no se puede.

***

Ya casi en la despedida, en un alto de la tarea, camino hacia una esquina y allí me quedo, en el medio de la encrucijada a contemplar el estrago que se manifiesta en tiempo presente. Me lo avisa el repiquetear de la lluvia sobre el piloto que uso de protección durante la visita a la zona ribereña de San Luis del Palmar.
Una mujer airea su casa con resignación cristiana, como casi todos, y entonces caigo en la cuenta de que en el marco de la ventana frontal se exhibe un trofeo.
Me pregunto qué haría un galardón de plástico, símbolo de la superación en competencias del hombre contra el hombre, en medio de la calamidad. Cuál sería la historia detrás de ese objeto que materializa un recuerdo y que está allí, entre las prioridades a proteger de la inundación.

Pinky me lo cuenta. Ella es la madre de Lucas Zabalich, jugador de fútbol, 22 años. El chico, varias veces premiado por su rendimiento, militó en Mandiyú y ahora juega en Juventud Naciente, allí en su pueblo, puesto que alterna el deporte con sus estudios. Está cursando el profesorado de Lengua.
Hay más de una condecoración deportiva en esa pieza que da a la calle y que ahora es poco menos que un depósito que concentra olores cloacales, de cloro y gasoil, potente desinfectante recomendado en situaciones límite, como las actuales.
El cuadro es absurdo a primera vista, pero sólidamente fundamentado en la potencia de los recuerdos, en el esfuerzo que uno es capaz de hacer para rescatar algo que, sin valor dinerario aparente, concentra una salvaguarda emocional capaz de mitigar las dolencias más profundas.
Ese trofeo es el vestigio del hogar en la vivienda hoy sumergida en puro estropicio, pienso, y salgo de allí gambeteando los charcos del minúsculo patio delantero convertido en ciénaga. Me topo con un rosal lozano que acaba de abrir capullos.
-La vida sigue, y ese impulso vital hace que uno renazca pese a todo –parece querer decirme esa flor rosada, desde ese jardín marinado en barro.

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Campaña sucia, política hedionda

Qué elegirá Capital el próximo 4 de junio? ¿Cuáles son las variables en juego en esta ciudad histórica sacudida en sus bordes por la inundación? ¿Qué importancia tienen las personas o los partidos que corren tras el sillón principal de 25 de Mayo y Mendoza? ¿Importa más el prestigio o el carácter? ¿El conocimiento personal o la estructuración de un equipo?
A poco más de 20 días para las elecciones, hay dos empresas que están prosperando en Corrientes: las que se dedican a hacer encuestas y las que se encargan de decodificarlas y luego de actuar en consecuencia. Estas últimas son las compañías más diversificadas, porque son las que trabajan con productos creativos, las que asesoran en estrategias y las que articulan soluciones de permanencia para los puntos altos y de subversión para los aspectos negativos de cada candidato. También prestan servicios sanitarios, porque la mayoría se dedica a los desagües de la política maquinando y difundiendo productos que se inscriben en el submundo de la política con el genérico de “campañas sucias”.
Corrientes no está inaugurando nada en materia de política comunicacional, hay que decirlo. Las traiciones, cruces, pases de factura; la ventilación de trapos hediondos y los carpetazos llenos de resentimiento con los que se nutren ciertas “informaciones” existieron siempre, causando mayor o menor daño según el caso. Hubo campañas en las que se alternaron mitines con sepelios, por lo que la marcha actual de la carrera electoral es más bien nimia en los términos primitivos de la política correntina.
Desde el punto de vista creativo es la campaña más insulsa del último tiempo (pese a algunos destellos de lucidez teórica), pero no obstante viró su estado zen y cayó en una ferocidad desusada cuando echó mano a una variante que ofrecen los pozos negros de la política: los operativos de prensa, que hay que reconocer también, encuentran siempre mano de obra disponible entre el colectivo periodístico. Esta vez fue un medio televisivo porteño el que ofertó su pantalla al mejor postor para tallar en la discusión correntina.
Amigos del dinero más que del dato o del hecho –en tanto insumo aspiracional de la verdad-, ciertos comunicadores posaron sus garras sobre Corrientes no para vencer la censura (cosa que solía suceder cuando los valores eran otros) sino para tirar basura de uno y otro lado. Para enlodar y sacar ventajas, no porque les interese el futuro de la ciudad que rara vez visitan, sino porque Corrientes está adelantando la disputa nacional de este año y ofrecerá, el 4 de junio a la noche, un dato electoral objetivo con el cual hacer análisis, aplaudir a los vencedores y condenar a los vencidos, hacer ajustes o simplemente tirar la toalla.
El resultado de la elección de Corrientes se nacionalizará o localizará de acuerdo a los intereses de quien lo esgrima. Y ya hay argumentos de uno y otro lado, según se gane o se pierda. Tanto en “Haciendo Corrientes” como en “Encuentro por Corrientes” hay especialistas en este arte, aunque la delantera la lleven los voceros de Salta y Mayo, acostumbrados -tal vez por el ejercicio dilatado del poder- a usufructuar la memoria cortoplacista de la gente.
Por esa claraboya, por ejemplo, se metió en esta campaña como un valor, eso de que por fin la ciudad y luego la provincia alinearán los planetas con el Gobierno de la Nación.
La sintonización del tridente Nación-Provincia-Municipio fue siempre una pretensión de la política. Una meta democrática a alcanzar, pese a que la historia de Corrientes desmienta que esa haya sido alguna vez una posibilidad institucional, sobre todo desde la irrupción de los grandes partidos nacionales que quieren someter, más que respetar la diferencia sustentada en la pluralidad. Los padres fundadores de la institucionalidad local ya advirtieron, al menos dos siglos antes, que federalismo político sin federalismo económico es lo mismo que nada o, peor, porque oficializa la dependencia. Basta con leer los tratados de Pedro Ferré de 1830 (insospechados de kirchnerismo o macrismo) para ahondar en el tema.
Por lo demás, los correntinos sabemos de sobra como opera esa independencia política desfinanciada. Por eso mismo, el discurso de relaciones carnales que hoy venden como la panacea los cancerberos del colombismo, se da de bruces con el discurso de los (mismos) cancerberos del colombismo que dicen que las cosas de Corrientes las resuelve Corrientes.
Se da de bruces con lo que ha sucedido en los últimos tres lustros, pese a que hubo ocasión de sobra para concretar esa tan ansiada (y hoy muy conveniente) meta del acuerdo multilateral entre los tres niveles del Estado.
Nadie dice que ser parte de la provincia, el país o el mundo no constituya una fortaleza para una ciudad como la de Corrientes, que es víctima de ninguneos varios desde hace largo tiempo. Tal destrato afectó a nuevistas, radicales y peronistas. A todos por igual. Sino que lo digan las víctimas del delarruismo-kirchnerismo-macrismo en las cuatro etapas del colombismo: Nora Nazar, Carlos Vignolo, Camau Espínola y Fabián Ríos.
Pero una cosa es la discriminación por diferencias ideológicas y otra muy distinta es aceptar que la alienación es la única salida posible, porque eso sería negar los beneficios del reparto del poder -siempre saludable en una democracia- y tributar mansamente a las hegemonías a las que ciertos dirigentes parecen bastante afectos.

No se trata aquí de machacar siempre sobre la postura a veces medieval del Gobierno de Corrientes para lograr su subsistencia en el poder (cosa que se acompaña del volumen político de Ricardo Colombi y su contracción al trabajo político-proselitista). Pero no hacerlo es aceptar que lo que dicen sus más encumbrados dirigentes es real: una verdad revelada o el camino seguro de la salvación, como en la Edad Media: en nombre de Dios, cualquier tropelía.
No poner en duda ese pensamiento es aceptar sin más el discurso único que se propala oficialmente mientras al mismo tiempo se denosta al kirchnerismo por haber cultivado el árbol del “relato”. (El cinismo no es exclusividad de un gobierno, pero algunos abusan).
Hace unos días, en la exposición de candidatos organizado por la Iglesia Católica, un aspirante salió desafiante a reclamar transparencia. Llamativo, puesto que representa a una alianza muy reticente a mostrar declaraciones juradas, cuentas de inversión, la marcha de los presupuestos, datos educativos, de salud o de seguridad. Llamativo brío del reclamo al otro, además, porque no hace mucho calló ante la posibilidad de una re-reelección, oposición fundante de su partido, pretendidamente republicano.
La prensa puede equivocarse. Este cronista puede hacerlo, pero a riesgo de plantear una visión distinta del realismo mágico que se multiplica uniformado por las usinas oficiales. Callar es otorgar. Y Corrientes padece cuestiones que difieren de los discursos que blanden quienes tienen más intereses en la continuidad de sus becas que en el crecimiento y desarrollo de un colectivo social que vive en una ciudad con carencias y chatura de horizontes.
A los correntinos nos pasa de todo. No estamos bien y sólo empeoramos con las promesas de siempre de que vamos a estar mejor.
Subidos al tren de la estadística, los correntinos en general y los capitalinos en particular se sienten inseguros y visualizan la temática como una de sus principales dolencias. Es una ciudad que ve crecer dramáticamente sus parámetros de violencia y de marginación asociada con la droga. Por si fuera poco, la economía está estancada (desde Nación para abajo) y repercute en la prestación deficiente de servicios elementales, como los de salud, educación y vivienda. Hasta ahí nada que nadie medianamente informado no conozca, más allá de que la mercadotecnia gubernamental insista en que vivimos en el país-provincia-municipio de las maravillas.
Los nuevos datos -en constante movimiento- tienen que ver con la economía. Los correntinos califican muy mal a la política económica, y si bien esos resortes son nacionales y eventualmente provinciales, se reclaman soluciones a todos los niveles dirigenciales, por lo cual será una variante a tener muy en cuenta en las elecciones del próximo 4 de junio.
Corrientes transita además un momento de inestabilidad política de cara a futuro. Como nunca antes se siente ya la ausencia del líder “modelo Colombi”, que para propios y extraños es un modelo cómodo. La oposición puede criticarlo fácil (aunque sin mucho éxito) por la enorme cantidad de flancos abiertos que deja la tosquedad de sus movimientos. Los propios encuentran en él una argamasa que evita la diáspora, pero también a un gestor que les soluciona problemas e incluso cura sus heridas. Una voz de mando a la que finalmente todos se cuadran, más allá de que alguno, enojado, lance un par de ladridos, más a la luna que a la cara del amo.
A Colombi se le puede endilgar el desencuentro consuetudinario de sus palabras con sus acciones, pese a la pila de años que lleva en el gobierno. Pero el hombre sabe que el funcionamiento sistematizado del tema salarial lo aleja de cualquier zozobra. En una provincia que básicamente vive del Estado, no es un dato menor.
Habrá que ver si Eduardo Tassano logra acarrear para él esa fortaleza. Lo que Ríos puede exhibir en ese punto es más concreto: paga los sueldos lo mejor que puede en tiempo y forma, pero no hace de esa cuestión un bastión electoral. Está centrado más en las obras y en las directrices de la nueva ciudad, que es Santa Catalina; lo que le vale, ciertamente, las críticas más fuertes: “La gente no come asfalto”, le enrostra el Gobernador. “La ciudad es más que Santa Catalina”, dispara Sonia López, la otra candidata.
El asunto es que más allá de todo los capitalinos se sienten orgullosos de su ciudad y de sus tradiciones. Algunos incluso recomiendan vivir en ella, aunque tengan, en paralelo, una larga lista de temas no resueltos, muchos de los cuales afectan la imagen de la gestión municipal.
Por lo tanto, ¿qué votarán los capitalinos el 4 de junio? ¿A quién o a qué frente?
Hay cierto consenso entre los analistas. Los capitalinos votarán por quienes creen que pueden aportar soluciones a los problemas de inseguridad. Por quienes generen condiciones para paliar la erosión de los bolsillos como producto de la inflación y de la política económica que no encuentra rumbo cierto. Votarán por quienes garanticen la continuidad de las obras públicas que mejoren las condiciones de vida de la gente y por quienes garanticen la prestación de servicios de calidad.
Otro punto de consenso: la falta de obras estructurales y la inseguridad son problemas integrados que permean a todos los estratos sociales y capas etarias. La mayoría, asimismo, cree que muchos problemas no se atienden por falta de dinero o de atención de los estados supramunicipales.
La mayoría de los capitalinos siente frustración por los niveles elevados de pobreza, por la discriminación y el desprecio del que son objeto desde hace años. No obstante, se sienten a gusto en su ciudad, pero también la califican de peligrosa y con delito en aumento, relacionado a la falta de oportunidades y de trabajo. Dicen que progresa poco y que la gente ha perdido los valores de la educación y el respeto. Se jactan de tener en Capital un punto turístico-cultural de relevancia y al mismo tiempo reconocen el esfuerzo que se hace en la Comuna para atender el déficit de viviendas generalizado en la provincia.
Lo mejor conceptuado, pese a lo que uno puede llegar a creer: la recolección de residuos. Lo peor: la transparencia en el manejo del dinero público. Quizás por esto no sea casual que los operativos mediáticos contra el intendente Ríos apunten a esa matadura.
¿Quién ganará la elección? Sería una insensatez arriesgar un nombre. Se puede decir no obstante que será una elección polarizada que premiará al que mejor responda a las demandas concretas, esbozadas más arriba, no al que malgaste recursos en Buenos Aires para comprar materia fecal (las bananas con la cara de Tassano; las casas no construidas de Ríos; Colombi y el narcotráfico; Cemborain y los medicamentos firmados, Perugorría y la financiación de la campaña de Espínola) con olor a desesperación.

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Dardo Ramírez Braschi asumió como miembro correspondiente en la Academia Nacional de la Historia

En sesión pública y solemne, ocurrida el pasado martes 9 de mayo en Buenos Aires, la Academia Nacional de la Historia incorporó formalmente como miembro correspondiente por la provincia de Corrientes al académico esquinense Dardo Rodolfo Ramírez Braschi, quien además funge como presidente de la Junta de Historia de la Provincia de Corrientes.
El profesor e investigador fue designado ya en el año 2014 a instancias de los doctores Ernesto J. Maeder e Isidoro Ruiz Moreno, pero su proceso de aceptación se cumplió hace 4 días en el marco de un acto de presentación oficial, en el que, además, Ramírez Baschi disertó sobre “La provincia de Corrientes y su aporte a la construcción del republicanismo argentino”.
El acto se llevó a cabo en la sede de la Academia, un lugar histórico que preserva el original del primer Congreso de la Nación del año 1864, y que hoy se encuentra en Balcarce 139 de la ciudad de Buenos Aires, dentro del edificio que en la actualidad ocupa la sede central de la Afip.
El notable historiador y docente correntino, de 51 años, pronunció su conferencia de incorporación ante los miembros de la mesa directiva de la institución. Allí, también, estuvieron su esposa y los correntinos, Fernando González Azcoaga y señora, el señor Leonardo Moglia y el historiador Juan Carlos Raffo.
“Haber sido designado Miembro Correspondiente en la provincia de Corrientes por la Academia Nacional de la Historia constituye para mí una distinción irrepetible y única, que lo expreso con orgullo. A la vez genera un compromiso que implica volcar con todo mi esfuerzo y entusiasmo al estudio de la frondosa historia de nuestro país y de la provincia de Corrientes”, dijo para comenzar.
Seguidamente, el profesor Ramírez Braschi honró la memoria del académico de número Dr. Ernesto J. Maeder “quien ha sido -para los actuales historiadores del Nordeste argentino- la referencia intelectual del pasado regional”.
Asimismo, homenajeó a los correntinos que formaron parte de la Academia. “Todos de una talla intelectual desbordante”, describió. Nombró así a los Miembros de Número: Manuel Florencio Mantilla, Manuel Vicente Figuerero; y a los Miembros Correspondientes: José Antonio González, Ismael Grosso, Federico Palma y Ricardo J. G. Harvey.
Ramírez Braschi es, por tanto, el quinto correntino en sumarse a la academia fundada por Bartolomé Mitre en 1893.

-¿Qué significa para usted esta incorporación?
-Para todos los que trabajamos con la Historia, ingresar a la Academia Nacional es como ingresar al Olimpo de los historiadores. Que tus pares te reconozcan como uno de ellos es realmente un orgullo.

Lo que dice el profesor tiene relación con el prestigio acumulado por la Academia, y porque en ella no solo se nuclean las referencias historiográficas más importantes del país, sino también los académicos nacionales y extranjeros que producen los documentos sobre los cuales se estudia o se discute el devenir político, social y económico del país.

-¿Qué incidencia tendrá esta incorporación en sus trabajos o investigaciones?
-Mucha, porque la Academia está reconocida como la principal referencia en nuestro campo, dedicada a la investigación y promoción del conocimiento histórico argentino y sudamericano mediante publicaciones, grupos de trabajo, cursos, congresos, conferencias y dictámenes sobre temas de su incumbencia.
Es, además, la institución de su tipo más antigua del país. Por lo tanto, respalda mi trabajo, pero a su vez me obliga a esforzarme no sólo para producir escritos, sino a que los mismos puedan servir de referencia para el resto de los colegas.

Dardo Rodolfo es abogado, magister en Ciencias Políticas y doctor en Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Sus principales actividades académicas actuales se focalizan en la docencia universitaria con el cargo de titular por concurso de la materia Historia Constitucional Argentina de la Facultad de Derecho de la Unne.
Igualmente, realiza actualizaciones, perfeccionándose, en el área de la historia constitucional Argentina e historia política correntina. Desde el 2006 es Director de Investigación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la Unne. Desde 2014, se ha dicho, es miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, es también miembro correspondiente de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de la República Argentina y, miembro de número de la Junta de Historia de la Provincia de Corrientes.
Tiene múltiples publicaciones y un trabajo académico dilatado que lo hacen más que merecedor de la distinción que pone con él, a Corrientes, en la cumbre del academicismo histórico a nivel nacional.

-De ese gran abanico de temas que estudia, ¿cuál diría que es su especialidad?
-Corrientes. La evolución constitucional correntina del S. XIX. La formación del Estado, los partidos políticos, la justicia, y las constituciones. Incluso una que encontré y sobre la que voy a hablar en el Congreso de Historia de la Provincia de Corrientes que tendrá lugar entre el 15 y 16 de junio en Empedrado.

El doctor Ramírez Braschi habla con apasionamiento de la historia, y es capaz de despertar insomnios con su narración, pero también con los golpes de efecto discursivos sustentados en datos que, en su voz, son reliquias que se observan por el lustre de su sapiencia.
Hace poco presentó un nuevo libro: “La provincia de Corrientes y el pacto federal de 1831”. Ahora, sigue escribiendo e investigando. Habla de hechos y de fechas, como buen historiador, pero en su voz hay un timbre alegre de hombre agradecido.

-La verdad es que me siento honrado y es un orgullo para mí ser una referencia de Corrientes en la Academia Nacional de Historia.
-Se lo merece.
-Gracias. Pero es también el corolario de un trabajo de 20 años que venimos haciendo entre muchos historiadores y estudiosos apasionados que nos nucleamos en la Junta de Historia.
Saluda y se va, recomendando lecturas, claro.

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Macri, Mandela, el Papa; un libro sobre Corrientes y el juego rústico de Colombi

Si un detalle bastara para definir el presente de un momento histórico y de “relaciones carnales” (1) entre el refinado macrismo nacional y el bucólico colombismo vernáculo, el mismo se exhibe sin impostaciones en la antesala del despacho presidencial de Casa Rosada: un libro sobre estancias correntinas que propone a los invitados de Mauricio Macri un paseo por el Taragüí.
La obra de Aníbal Parera (2) está allí, casi como un descuido sobre una mesa ratona de la Secretaría Privada del Presidente. Los periodistas de la región que esperan acceder al lugar más importante de la institucionalidad argentina -que paradójicamente antes era sólo un comedor- se sorprenden por el cumplido gubernamental que simboliza, vaya si lo hace, el cambio de época.
No había semejante trato en tiempos de Néstor Kirchner. De cuando El sostenía la transversalidad. “En tiempos de Ella sólo había maltrato”, se quejan aún hoy los radicales correntinos que a veces acuden a la amnesia para exorcizarse de su pasado parento-kirchnerista.

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Es lunes de siesta en Buenos Aires. La temperatura por un lado y la humedad por el otro, multiplican al infinito las quejas de los porteños por el calor. En la Casa Rosada hay refrigeración de sobra, pero no alcanza a morigerar la calentura que viene de la semana anterior por la entente opositora entre el “impostor menos confiable de la política nacional”, Sergio Massa, y todos sus ex amigos, aquellos de los que se había separado por las esquirlas de otras traiciones.
En eso se hace la hora. Una puerta se abre y se deja ver el despacho del Presidente de la Nación: impoluto, millonariamente remodelado entre la última década y el último año. En el fondo el viejo escritorio, testigo mudo de éxitos y fracasos, de avances y retrocesos. De las mayores glorias y de las peores tragedias del país. Una computadora, un velador, un portapapeles-lapiceras de bronce. Portarretratos de la actual familia del ex jefe de Boca Juniors y muchos oficios encarpetados. Ningún libro a la vista.
El ventanal que da al jardín del fondo, hacia “El bajo”, deja entrar luz a la sala. Cortinados de colores naturales y la Bandera completan la escena solemne que envuelve de un halo especial al remedo del Sillón de Rivadavia.

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Sólo Dios sabe de aquel sillón. El que ofrece reposo a los mandatarios de estos días no fue el que usó Bernardino sino el que llegó para la primera presidencia de Julio Argentino Roca. Data de 1885 y está hecho de madera de nogal italiano. Fue decorado con la técnica “dorado a la hoja”, con láminas de oro, y adquirido en la Casa Forest de París a fines del siglo XIX. Ha sido utilizado desde entonces por todos los presidentes.
Un manual consultado dice que hace unos años Cristina Elisabet Fernández mandó a recuperar antiguos sillones de madera que había adquirido el propio Julio Argentino. Fueron lustrados y retapizados en cuero color crudo para acompañar la clásica mesa de reuniones que está en el punto culminante del despacho presidencial.
Así se compone actualmente el mobiliario de mando. Se completa con varias mesitas auxiliares. Una en particular sostiene, en el fondo y en blanco y negro, un retrato de Nelson Mandela: un inspirador del presidente Macri.
Dicen que el espíritu de convivencia y reconciliación contenido en el libro “La sonrisa de Mandela”, de John Carlin, ayudó a Mauricio a superar situaciones difíciles con gente muy distinta a él. También, aseguran algunos conocedores del mundo Vaticano, que fue aplicado por el propio Papa Francisco para construir una nueva relación política e institucional con Macri.
Uno podría pensar que Mandela estaría complacido con el reconocimiento y los halagos del primer mandatario argentino, pero tal vez haría algunas observaciones por la distancia que se registra entre las buenas intenciones del “populismo cool” (3), rabiosamente democrático, eso sí, y la severa matriz político-económica neoliberal con la que hace equilibrio su confeso admirador.
Si viviera Mandela, contradiciendo la lógica anterior, tal vez hablaría con Macri de los temas más reales y dañinos que esas viejas nomenclaturas de la política de izquierda y derecha, herencia de la Revolución Francesa. Tal vez hablarían de la grieta. ¡Vaya grieta la de Sudáfrica! Blancos y negros. Como acá, pero a los tiros.
No es casual, por eso mismo, que el montaje de esa mesita incluya también al CEO del cristianismo. Y pese a todo lo que se dijo sobre la adustez del Papa a la hora de recibir a su ex vecino de cuadra (4), dos fotos se exhiben en el pequeño mostrador: en compañía y en soledad, Mauricio Macri se muestra con Jorge Bergoglio, pero el de versión sotana y solideo blanco.
Sean amigos o no, una foto con el “Papa peronista” (5) claramente deja dividendos en términos políticos y simbólicos. No es poco para ese lugar y para este momento.

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Se sabe oficialmente que además de restaurar sillas de la época de Roca para los visitantes del presidente, CFK mandó a recuperar y colocar en su despacho antiguos cuadros de sus próceres preferidos: José de San Martín, Manuel Belgrano, Mariano Moreno y Manuel Dorrego.
El presidente Macri optó por sacar esos cuadros de los próceres de la Revolución de 1810 para poner gigantografías de la ciudad de Buenos Aires y otras piezas de arte contemporáneo: optical art, abstracto, algunas notas del neoplasticismo de Mondrian y obras de Luis Benedit, el pintor que coleccionaba “Amalita” Fortabat (6).
-¿Por qué sacaron a los próceres?
-Esto es mejor. Los otros te miraban feo todo el tiempo -argumentó el vocero Iván Pavlovsky, buen anfitrión de la entrevista-.

En realidad, según se supo en su momento, Mauricio Macri se afectó negativamente por el gusto con el que estaba decorado el despacho: anticuado y ambientado como un museo. Dicen que tenía dolores de cabeza y ningún analgésico le hacía efecto. Por ello no sólo quitó las pinturas sino que mandó a curar energéticamente el salón, tal vez siguiendo a su guía budista, según escribió en su momento un periodista metropolitano.
Y hablando de símbolos y de limpieza, Macri también mandó a sacar la mesa larga que encabezaban El y Ella y la reemplazó por un coqueto living (madera y telas en color crudo) recostado sobre el hogar de hierro fundido, madera labrada e incrustaciones de metal dorado. Es el centro geográfico de la sala. En el fondo, el sillón de Roca que suple al de Rivadavia; en el frente, por donde entran los visitantes, una mesa redonda, más bien chica. Living y mesa redonda. Poder horizontal, cercano, empático, trabajo en equipo. PRO.

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Todo está listo. Los equipos de grabación preparados. Libretas abiertas.
Además de los periodistas que ya estaban acomodados para escuchar al Presidente -perfectamente identificados con cartelitos de mesa hechos para la ocasión-, todo el gabinete comunicacional de Presidencia: el vocero Pavlovsky, el subsecretario de Comunicación Pública, “Juano” Gentile, y el secretario de Comunicación Pública, Jorge Grecco.
Atentos y tomando nota, pero en silencio absoluto, los cancerberos rococó de contenido macrista se limitaron a explicar la modalidad de charla y a cronometrarla.
Cumplidas las formalidades, la enorme puerta fortificada de madera color caoba del fondo de la oficina se abre y entra Macri: zapato marrón, pantalón y saco azul, camisa blanca cuadriculada con líneas oscuras, un tanto ojeroso, cansado y con media voz producto quizás de haber gritado los goles de Boca del día anterior (7) o de haber maldecido todo el fin de semana largo a los impíos de la política tradicional que le clavaron la daga del Impuesto a las Ganancias.
Eran horas cruciales para este segundo fin de año del Gobierno. Las reuniones se sucedían y se suceden todavía hoy con el fin de frenar ese intento o de encontrar, en el mejor de los casos, tiempo y luces suficientes para convertir la derrota al menos en un empate que disimule la falta de experiencia o de timing legislativo, claraboya por la que se han colado, desde el minuto uno, las derrotas políticas del nuevo régimen.
Macri saluda uno a uno. A los hombres, apretón de manos y mirada fija a los ojos. Un beso a la mujer. Se sienta, se acomoda y ordena:
-Empecemos.

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El marido de Juliana Awada y papá de Antonia (y de Agustina (34), Gimena (31) y Francisco (27), de su primer matrimonio con Ivonne Bordeu) reconoció, ante preguntas de El Litoral, no que mintieron pero sí que “generamos expectativas que no cumplimos porque el punto de partida fue catastrófico”.
No es menor que lo diga, ya que si bien pone en la columna de la “herencia recibida” parte de los fracasos iniciales del Gobierno, relativiza el relato de los súbitos alcahuetes del poder que intentan depositar en la mochila de la oposición la generación de expectativas que responden a la lógica de Baglini (8).
Ese razonamiento dice que “el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder”. Aplicándolo al gobierno de Cambiemos, dejaría a más de uno con la boca abierta a la luz de los resultados. O le daría a esos mismos la oportunidad de mantenerla cerrada. Pero ese es otro análisis.
Siguiendo con la entrevista, Macri también dijo que espera “que se me juzgue por si puedo o no reducir la pobreza”. Se le reconoce haber puesto en valor al Indec -pese a que aún hay varios índices y todos muy distintos- y ahora se espera que los gobiernos provinciales, entre ellos el de Corrientes, puedan seguir la misma línea con sus oficinas estadísticas, de receso estratégico hace años.
A propósito de Corrientes, el Presidente sostiene que “necesita conectividad”, que “lo único que tiene son caminos destruidos y está aislada del país”.
Dijo asimismo, respondiendo a El Litoral (pero de Santa Fe, insospechado de inmiscuirse en la interna de esta provincia) que “los gobernantes que sólo pagan sueldos no aportan mucho” a la comunidad. Algunos dirigentes peronistas hicieron interpretaciones locales sobre esta afirmación general, ciertamente sustentada en un sentido de responsabilidad gubernamental que excede la lógica del almacén de pueblo.
No obstante, siguiendo esa línea de conceptualización económica, Macri aseguró estar convencido de que “la inflación es la mayor estafa que uno le puede hacer a los que menos tienen” y que trabajan en revertirla. Se trata de un trabajo arduo, de largo aliento. Más aún: “Este cambio de época requiere de coraje, autenticidad, visión de largo plazo”, enumeró.
Reconoció asimismo que “todavía hay mucha gente enojada” y que “razones tienen porque se les mintió mucho durante muchos años”.
Verdadero. Siempre fue así.
Ahora mismo sucede con aquello del aluvión de inversiones, con la devaluación, con el segundo semestre, con la desocupación, con la pobreza cero. Con el aumento de las tarifas (despacito o todo junto) y con el anuncio, hecho por el propio Presidente, de que el calor de este verano vendrá con cortes de luz.
(Y a propósito de la mentira, en algunas radios correntinas todavía resuena como eco el jingle oficial más descarado de los últimos tres lustros: “La cortamos con los cortes”).
Por eso mismo “estoy apostando desde el primer día al valor de la palabra”, insistió Macri, y a quienes lo acusan de usar los mismos métodos del kirchnerismo (la eficiente disciplina de la billetera) los desafió: “Si alguno sale a decir que hay presiones debería caérsele la cara de vergüenza”.
En eso estaba. Hablaba relajado y exponía a la perfección su solvencia en temas específicos de las regiones que atiende a través de los medios provinciales agrupados en bloques. De repente se irguió, pidió disculpas y se fue:
-Un segundo muchachos, tengo que hacer una escala técnica.

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La parada demandó varios minutos. Los periodistas, mientras tanto, dialogaban de cualquier cosa, hasta que alguien hace una pregunta inquietante:
-¿Ustedes saben cuál es el paradero de “Lole” Reutemann? -senador crucial para el oficialismo, que hace bastante tiempo está retirado en cuarteles de silencio-.
Los asesores se miraron, ninguno puede responder esa pregunta.
-Tal vez el Presidente lo sabe -arriesgó uno de ellos-.

-¿Saben cómo votará “Camau” Espínola el Impuesto a las Ganancias en el Senado? -tanteó El Litoral-.
-Silencio. Risas. Luego silencio: vuelve el Presidente.

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La ronda específica con cada provincia se cumple y El Litoral avanza sobre la coyuntura.
-¿Colombi es el cambio? ¿Qué tendría para aportar que no haya aportado después de 15 años?
-La política de Corrientes en sí misma constituye una situación particular. No son las generales de la ley. Valoro mucho que Ricardo (Colombi) sea un tipo de larga tradición política que haya creído en el cambio y entendido la necesidad de una política más cerca a la gente, ligada a la obra. Es un hombre que está siempre muy encima de las obras y de las transformaciones que hace en su provincia. (Y) está preparando en su equipo distintos candidatos para continuar.

-¿Tienen candidatos?
-Creemos que hay gente muy preparada y capaz, a la que se agrega gente de otros espacios de Cambiemos. Surgirá en algún momento el candidato con más apoyos para ir a elecciones contra, seguramente, (Camau) Espínola y alguien más…

-¿No descarta un candidato del PRO?
-No. Será un candidato de Cambiemos.

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El Presidente da por terminada la entrevista y sus asesores le indican que aún queda tiempo para una foto grupal. Accede, y mientras tanto, hay espacio para una última pregunta. Tiene que ver con su amigo el gobernador de Corrientes.
Dicen que hay mediciones que le dan muy bien y que en ello podría sustentarse la estrategia electoral de ECO para 2017. Desdoblar elecciones permitiría, por caso, que Colombi vaya varias veces de candidato. ¿Qué hará? Nadie lo sabe aún.

-¿Usted cómo lo ve a Colombi, Presidente?
-Es un dirigente muy importante, una persona muy inteligente.

-Si se queda desocupado el año próximo -las deidades no lo permitan- ¿lo traerá al Gabinete?
-A jugar al fútbol lo vamos a traer.

Colombi en realidad ya juega el picadito de los miércoles con el equipo de los amantes de Gilda y de los globos amarillos. Por eso, ya en la despedida, el vocero Pavlovsky completa la respuesta del Presidente.
-Es rústico. Colombi putea mucho pero no se mueve.
Quien esto escribe quiere suponer que hablaba del juego…

Referencias
1. La frase pertenece a Guido Di Tella. Fue un ingeniero, economista y político argentino, ministro de Relaciones Exteriores durante el menemismo. “Relaciones carnales” fue la expresión con la que el ex funcionario buscó demostrar el alineamiento de la Argentina con los Estados Unidos. Se remonta a 1991. Di Tella la pronunció en un encuentro con las máximas autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo, en Washington, explicando la política que la Argentina quería mantener con los Estados Unidos.
-No queremos tener relaciones platónicas: queremos tener relaciones carnales y abyectas.
2. “Estancias de Corrientes”. El libro fue presentado en diciembre pasado con invitación del Gobierno de Corrientes.
3. Populismo cool: categoría propuesta por Beatriz Sarlo en el marco de un ensayo publicado por la revista Noticias el 7 de diciembre pasado.
4. Vecino de cuadra: la Catedral y sede del Arzobispado de Buenos Aires se ubica enfrente del edificio y despacho que hasta 2015 usó el jefe de gobierno porteño, que no era otro que Macri.
5. “Papa peronista” fue la calificación que el gobernador Ricardo Colombi otorgó a Jorge Bergoglio en una entrevista con El Litoral publicada el 3 de abril de 2016. (www.ellitoral.com.ar/407146)
6. María Amalia Sara Lacroze Reyes de Fortabat (Buenos Aires, 15 de agosto de 1921 – 18 de febrero de 2012) fue una empresaria, multimillonaria, filántropa, mecenas y coleccionista de arte argentina. Nacida en el seno de una familia aristocrática, sus primeros idiomas fueron el francés y el inglés. Durante su juventud se convirtió en un ícono de la moda de la clase alta y participó en diversas obras benéficas.
7. En un emocionante partido, Boca Juniors ganó el Superclásico en cancha de River. Fue 4 a 2 a favor del equipo del Presidente y de Barros Schelotto.
8. En Argentina se denomina “teorema de Baglini” a un concepto que sostiene que el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder. Fue enunciado en 1986 por Raúl Eduardo Baglini, abogado y político argentino, que ha ejercido como diputado y senador nacional entre 1983 y 2003.

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