Esta es una entrevista que generosamente me hizo Nicolás Alonso para su programa Intimo, nuevo emprendimiento televisivo. El nombre, en este caso, puede llevar a cierto engaño, porque no hablamos casi nada de ninguna intimidad y mucho de cierta actualidad del periodismo. Tal vez sirva, sobre todo para los estudiantes de Periodismo o de Comunicación. La invitación está hecha.
Ética y calidad periodística son gemelos, nacidos en la misma cuna. Siempre que uno encuentra un buen trabajo periodístico descubre que allí se entrelazan en una unidad indisoluble, la ética y la técnica. No sucede lo mismo con otros productos industriales, cuya calidad es medible con la ayuda de estándares internacionales y de los mecanismos de evaluación que utilizan los expertos en mercadeo.
En la calidad periodística intervienen intangibles de difícil cuantificación que se relacionan más con las actitudes que con las habilidades, aunque éstas hacen parte de los exigentes requerimientos de la actitud de servicio eficaz y de la responsabilidad para con la sociedad.
Por eso, cuando se habla de ética es forzoso que se esté aludiendo a la calidad y viceversa. Los periodistas argentinos que mantuvieron en los tres años anteriores una activa reflexión de los asuntos éticos de la profesión, no han tenido que cambiar de registro para concentrarse ahora en el tema de la calidad periodística. Ética y calidad son dos temas que se exigen mutuamente hasta el punto de que el uno podría quedar incompleto sin el otro.
Y si se piensa que la fuerza o debilidad de la democracia en nuestros países tienen una relación directa con la calidad del periodismo, es forzoso entender que la calidad, animada por la ética profesional, adquiere la categoría de necesidad urgente e inaplazable.
