Con más de 335 plantas madre, Corrientes presentó un proyecto de cannabis medicinal e invertirá $250.000.000 este año

Publicado en La Nación

CORRIENTES.– La provincia de Corrientes presentó ayer su proyecto industrial de cannabis medicinal, desarrollo que ya completó su primera fase con una inversión de 80 millones de pesos y que proyecta una inversión de 250 millones de pesos para fines de año. Se trata de uno de los 29 desarrollos existentes en la Argentina, derivado de un convenio con la provincia de Jujuy, que canalizará su producción e industrialización a través de una empresa del Estado, con asesoramiento técnico y científico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la Universidad del Nordeste (UNNE).

El gobernador Gustavo Valdés encabezó el acto de presentación del proyecto de innovación productiva Caá Cannabis, desarrollado en el Centro Tecnológico de Producción de Cannabis, situado en las afueras de la capital provincial, en inmediaciones de la escuela agrotécnica Eragia-UNNE.

El proyecto se desarrolla a través de la Sociedad del Estado para la producción, fomento e investigación de cannabis medicinal de Corrientes, creada por ley, que tiene por objeto llevar a cabo el cultivo de cannabis y sus derivados con fines medicinales y terapéuticos, su producción, industrialización y comercialización en la provincia.

Según se informó oficialmente, lo producido se destinará inicialmente a tratar el dolor de pacientes oncológicos y a casos de epilepsia refractaria.

El proyecto correntino adoptó la marca Caá Cannabis, que significa planta de cannabis en guaraní
El proyecto correntino adoptó la marca Caá Cannabis, que significa planta de cannabis en guaraníGentileza

Esta primera etapa del proyecto –que incluye el cultivo y el desarrollo de un laboratorio experimental– implicará una inversión de 250 millones de pesos, que más adelante se ampliará con la construcción de laboratorios de investigación y desarrollo industrial de aceites medicinales tanto en la capital provincial como en las ciudades de Goya y Lavalle, donde el cultivo de cannabis se complementará con la producción de tabaco.

Caá Cannabis representa un hito para la salud, la ciencia, la producción, la industrialización y la economía de Corrientes”, dijo el gobernador Valdés, y resaltó: “Estamos profundamente comprometidos con la diversificación de la matriz productiva de la provincia, porque ello genera más oportunidades para los correntinos. Caá Cannabis se inscribe en esta visión”.

Reconoció asimismo que el cannabis medicinal “representa un verdadero desafío” y en ese sentido recordó que el asunto generó en su momento un debate complejo en el Congreso de la Nación, quedando en claro que debía abordarse como si fuera un fármaco, con pasos experimentales a fin de que cada uno de los Estados provinciales pueda tener su propia empresa para desarrollar y comercializar la sustancia para uso medicinal.

En este sentido, el mandatario señaló que Jujuy hizo punta en esta temática y en virtud de ello Corrientes firmó convenios con esa provincia para iniciar su producción. La empresa jujeña Cannava fue la primera del país en empezar y cerrar el circuito del cannabis medicinal, y hoy es una firma pública de relevancia internacional por ser un modelo único a nivel global basado en la producción pública, el cumplimiento de normas de calidad farmacéutica y el desempeño en línea con los más exigentes estándares de buenas prácticas agrícolas y de manufactura que el gobierno de Jujuy viene implementando hace cuatro años.

El gobernador Gustavo Valdés, en las instalaciones del proyecto de innovación productiva Caá Cannabis
El gobernador Gustavo Valdés, en las instalaciones del proyecto de innovación productiva Caá CannabisGentileza

En la actualidad hay al menos 29 proyectos de investigación que se desarrollan bajo las condiciones de las dos leyes nacionales que regulan la actividad. Los desarrollos se llevan adelante en las provincias de Jujuy, Salta, Corrientes, Misiones, Entre Ríos, Buenos Aires, Córdoba, La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, Neuquén y Chubut.

Ayer mismo, en paralelo al acto de Corrientes, el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, participó en Concordia de una jornada para impulsar la producción de cáñamo y cannabis medicinal con la República Oriental del Uruguay. Autoridades de ambos países y especialistas intercambiaron experiencias y destacaron el potencial de esa industria en la región.

La marca

El proyecto correntino adoptó la marca Caá Cannabis, que significa planta de cannabis en guaraní, y se ejecuta en colaboración con el INTA, el INTI y la UNNE. En conjunto forman el Centro Tecnológico de I+D en Cannabis Medicinal, en el predio del Centro Tecnológico de Cannabis, con el objetivo de evaluar, investigar y desarrollar capacidades integrales.

Para cumplir los objetivos propuestos, se establecieron convenios marco con el gobierno de Jujuy, la UNNE, el INTA y el INTI, como así también con el sector privado, a través de las empresas Brest & Brest y Cannabis Patagónico SA, que se encuentran desarrollando actividades en esta naciente industria.

La producción de cannabis será también materia prima del primer estudio clínico a realizarse en convenio con la Facultad de Medicina de la UNNE, enfocado en dos líneas de interés: epilepsia refractaria y dolor.

El proyecto se desarrolla a través de la Sociedad del Estado para la producción, fomento e investigación de cannabis medicinal de Corrientes, creada por ley
El proyecto se desarrolla a través de la Sociedad del Estado para la producción, fomento e investigación de cannabis medicinal de Corrientes, creada por leyGentileza

De la UNNE también participarán en el proyecto las facultades de Ciencias Agrarias y Ciencias Exactas. La primera, junto al Instituto de Botánica del Nordeste (UNNE-CONICET), participará en la instancia de multiplicación in vitro del material genético, a fin de generar plantas con características estables en el tiempo. La segunda aportará distintos investigadores en la etapa de control de calidad de los extractos obtenidos y productos elaborados.

A su vez, en el Centro Tecnológico se está adecuando el laboratorio piloto donde se llevará a cabo la extracción experimental de los principios activos del cannabis medicinal. Haciendo foco en la calidad, se usará la tecnología de extracción por dióxido de carbono supercrítico para generar productos libres de solventes. Para ello se trabaja con la Fundación Argentina de Nanotecnología y el INTI en el diseño de la planta industrial por ubicarse en la ciudad de Goya.

Marco normativo

“Caá Cannabis es nuestra marca de empresa”, dijo Valdés ayer, quien además manifestó que la idea del centro experimental y de producción, es sumar ideas para potenciar el proyecto, generando mano de obra e ingresos, “sabiendo que tenemos capacidad para hacerlo y estamos acostumbrados a trabajar bajo coberturas en control de temperatura y humedad”.

En lo que respecta al marco legal, Corrientes adhirió en 2018 a la ley nacional de investigación médica y científica de uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados, mediante la ley provincial N°6457 que autorizó su uso en el sistema de salud pública provincial y la promoción de la producción pública de esas sustancias.

En diciembre de 2020 se sancionó la ley provincial Nº6551, de creación de la Sociedad del Estado para la producción, fomento e investigación de cannabis medicinal de Corrientes, instrumentada a través de los decretos 635, 898 y 1137/20, iniciando sus actividades en junio de 2021.

El gerente de Caá Cannabis es Valentino Mórtola. Tras la presentación, en conferencia de prensa informó que el proyecto ya está en marcha en la provincia y actualmente se cuenta con un invernadero de 300 metros cuadrados con más de 335 plantas madre y para principios de 2023 llegará a las 2500 plantas.

Para fin de año estarán en funcionamiento tres invernaderos sumando un total de 1300 metros cuadrados de cultivo.

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La historia de María Luisa, una enfermera de la isla

 

 

Todos los días, desde hace ya treinta años, se levanta a las 5 de la mañana. Prepara y toma unos amargos con “Otto”, su esposo. Se muestra un poco más despreocupada ahora que los chicos crecieron y son autosuficientes. Depende del tiempo, ordeña la lechera que pasta sin prisa por la isla, limpia un poco, arregla su casa, ayuda a sus hijos o se entretiene con su nieta mientras se prepara para cruzar con su primogénito, o a veces sola, el brazo del Paraná que la aparta del mapa capitalino. Desembarca en suelo firme con tiempo y muchas dudas, pues como el servicio de transporte es irregular, de cuando en cuando no tiene más remedio que andar de a pie los seis kilómetros de tierra arenosa que la separan de su trabajo. Y se prohibió llegar tarde.

Nació a mediados del siglo pasado cerca del Hospital Psiquiátrico, por la calle Vélez Sarfield, en esta capital. Por sus venas corre una mezcla de sangre italiana y española. Viven seis de sus siete hermanos. Tiene 53 años bien llevados, cuatro hijos y una nieta. Y es un ejemplo aunque le parezca mucho.

Se dedicó a sus hijos y lo sigue haciendo, pero ahora comparte su amor maternal inconmensurable con los chicos y grandes que, necesitados, se acercan hasta la Sala de Atención Primaria ‘Dr. Mauricio Open’ donde presta sus servicios de enfermera desde el año 2000. Es por eso, por su amor y su entrega, que María Luisa García de Stern recibirá en días más el título de ‘Vecino Benefactor’ que otorga el Concejo Deliberante correntino. Porque desde 1997, año en que empezó a trabajar en el Puesto Sanitario El Perichón, y hasta hoy, no ha faltado un solo día. Jamás llegó tarde a su trabajo, pese a que primero el río y después varios kilómetros de tierra, se levantan como una barrera infranqueable para cualquier mortal que no tenga su temple.

El frío, el viento, el sol, la lluvia; ni siquiera la correntada furiosa del Paraná que pasa a sus pies, la hicieron rever su compromiso. A ella le gusta ayudar. ‘Tengo la obligación de hacer el bien sin mirar a quién’, dice, tras salir del asombro. Es que Luisa no sabía, hasta que este medio la visitó, que alguien había redactado un proyecto para declararla vecina entre las vecinas de la ciudad; mucho menos que la iniciativa ya tomó estado parlamentario en el Concejo, y que podría ser aprobada no bien el parlamento comunal retome sus actividades después de la feria administrativa.

DOÑA LUISA ESTABA FUERA DE CASA. Estaba en la ciudad con Horacio, su hijo menor, haciendo algunas compras. Por estos días el inflexible horario de trabajo no es problema. La enfermera está de feria, y aprovecha el tiempo para hacer sus cosas, aunque confiesa que no le gusta mucho la idea de abandonar su lugar, la Isla Mesa que compraron hace más de 70 años los padres de su marido, los Stern, alemanes de raza laboriosa.

Desciende la rampa del conocido Puerto El Alemán, cargando ella misma una pesada bolsa de maíz que alimentará a sus patos y gallinas. Mira expectante las cámaras fotográficas que la persiguen, pero pronto baja la guardia. Sonríe por la noticia del título honorífico. ‘El doctor Esteban Ibáñez (subsecretario de Salud de la Municipalidad) me dijo el otro día que tenía una sorpresa para mi, pero nunca sospeché que era una cosa de éstas’, dice como pensando en voz alta. Después hace silencio y aguarda en el muelle la llegada de ‘La Negrito’, ‘La Tomasa’, ‘La Antonito’ o de ‘Augusto’, algunas de las canoas familiares que están prestas a zarpar cuando alguien desde la tierra se hace ver o grita algún nombre, generalmente el de José, hijo mayor de Luisa, estudiante de Licenciatura en Sistemas de la Unne que por ahora prefiere estar cerca de casa, ayudando en lo que haga falta, dando una mano a los pescadores, ofreciendo sus servicios de guía o de taxi náutico, o alquilando los cascos a los más aventureros.

Esta vez José prefirió quedarse. Otto comandó ‘El Guáscara’ (una canoa prestada) hasta la costa del Perichón para regresar a casa a Luisa y esta vez, también a dos cronistas.

Ya más cómoda, entre los suyos, Luisa sorbió un mate. Saludó a sus hijos y tomó en brazos a Luisana Abril, su nieta de seis meses que es la luz de la familia. Sentada casi en la punta de una mesa larga, la que descansa ahora es Sofía. Tiene 25 años y estudios en Criminalística que canjeó por ver crecer a su hija, en la isla, el único lugar posible, pensado, querido…

PERO LUISA TENÍA OTRAS OBLIGACIONES. Caminó por su terreno hablando ahora distendida, respondiendo intimidades que tal vez nunca pensó hacerlas públicas. Tenía 24 años cuando conoció a quien hoy es su marido. Otto Stern trabajaba en el acopio de pescado y así se relacionó con don García, padre de Luisa, un español que aceptó el noviazgo ‘a la antigua’ que duró un año.

En 1974 la enfermera de alma se cruzó a la ínsula para quedarse. Nacieron José, Sofía, otra niña, Miriam, que heredó como todos, en los ojos, el color de la vegetación que abraza las 90 hectáreas del arrecife. Hoy, la niña que alguna vez compitió por un reinado tiene 23 años. Estudia Veterinaria en la Unne y al igual que su madre, muchas veces sola debió arreglárselas con los remos para cruzar el canal de agua y partir caminando hasta donde algún colectivo, para llegarse hasta su facultad.

Horacio, el menor, estaba en camino cuando Luisa y Otto decidieron formalizar su matrimonio. Se casaron en Santa Ana de los Guácaras hace poco más de 20 años. Relucían las alianzas cuando aquel niño llegó al mundo. Hoy estudia Ciencias Económicas en Resistencia, y como tiene una tía en la ciudad, evita cruzar todos los días el río. Lo hace dos o tres veces por semana, o cuando haga falta.

Los cuatro la hacen sentir orgullosa. Luisa habla de sus hijos con un dejo de satisfacción. Reconoce que ‘se pelean como cualquiera’, y que las nenas ‘son muy celosas de los varones’. Igualmente se la ve contenta cuando dice que Otto ‘es un paciente disciplinado, que no se toma una aspirina sin consultar’.

EL SOL DEL MEDIODIA SE MEZCLABA CON UNA BRISA DEL NORTE, y la historia de Luisa se iba reconstruyendo. Alguna vez quebró la tierra y abonó su entraña. Sus manos pescaron el sustento, domesticaron a remo el insondable río y acariciaron luego, con sutileza, la piel clara de sus vástagos. Pero también es peluquera… A eso se dedicaba antes de curar.

Luisa pesca como cualquier isleño, labra la tierra como algunos, corta el pelo con buen pulso y cura como nadie, pues ella es el antídoto. ¿Qué reclamarle entonces a esta mujer que trabajó toda su vida y no conforme, esperó que sus hijos crezcan para estudiar y seguir trabajando?.

Sin que nadie se lo pida, colaboró ad honorem, por dos años, en el puesto sanitario del barrio Perichón como ayudante de enfermería autodidacta. Alguien le dijo, con el tiempo, que podía recibirse de enfermera si es que en verdad esa era su vocación. Lo planteó en familia y emprendió la empresa. En 1992, a los 41 años, María Luisa García recibía su título de enfermera otorgado por la Asociación de Trabajadores de la Sanidad de Corrientes. En 1997 empezó a cobrar por su trabajo en el Perichón, hasta que en 2000 ingresó al SAPS que está pegado al Control Policial Nº 4, por Ruta 12 frente al ingreso a Santa Ana.

Desde que efectivizó su condición de trabajadora y a partir de que cobró por ello, Luisa no ha faltado nunca. Ahora la pasa mejor, pues sus canoas tienen motores que la hacen prescindir del remo. Antes, ‘tenía que salir remando, y como a veces no había plata para la nafta, no podía irse en la camioneta que tenemos. Y si no conseguía tomar el colectivo, caminaba de ida y de vuelta los seis kilómetros que hay desde el Perichón hasta la Sala’ cuenta Horacio en la despedida, sin que lo escuche su madre para evitarse un llamado de atención…

UNA HISTORIA COMPARTIDA. Toda la familia está ligada de alguna manera a la salud y a la solidaridad. Al escuchar un grito, los Stren no tienen reparo de la hora ni de las condiciones del tiempo, y salen cuantas veces sea necesario a ayudar a algún accidentado o a trasladar a una parturienta. Esa es su forma de vida. Trabajan y estudian, pese a no tener luz eléctrica y un montón de otras comodidades, y ayudan. ‘Hacer el bien sin mirar a quién’, repite Luisa.

‘No debes hacer lo que no te gusta que te hagan. Por eso yo trato bien a todos y trato de darles lo mejor de mí. Por eso no falto nunca. La gente viene a vos con un problema y tenés que solucionarlo, si está dentro de tus posibilidades’. Es así de simple para esta mujer que sabe perfectamente de lo que habla pero tal vez no lo dimensiona.

Igualmente Luis está en otra cosa, en cuestiones trascendentes: que sus hijos estudien o trabajen según su elección, y que no les falte nada. Cuida de su marido y honra su trabajo. Gana 380 pesos mensuales pero es lo de menos. Ella quiere ayudar. Por eso no pide nada, aunque bromea diciendo que debe cambiar su chaqueta, vieja por el uso pero impecable, tal vez un poco arrugada…

No le interesa la política pero confesó, para después arrepentirse de lo dicho, que votó a Raúl Romero Feris y en la última a Ricardo Colombi. “Pero más allá del nombre -aclara-, confío y espero que las cosas mejoren”. Sucede que pese a que es su trabajo y lo desarrolla con la más profunda entrega, cualquiera advierte que le hace mal ver a los chicos desnutridos o con otra enfermedad acelerada por la pobreza. De todas maneras Luisa prefiere siempre el lado bueno. Y al hablar de su labor opta por contar sonriendo que es “compincha de todos, y más de los chicos. Mi habilidad es amansarlos”, grafica, con un dejo de satisfacción.

“El Guáscara” se prepara para emprender el regreso. Entonces el cronista mira sus anotaciones, las revisa. Un dato faltaba precisar: cómo hizo Luisa para faltar nunca y llegar tarde jamás a su trabajo. Ella no sabe cómo responder porque la humildad de su ser no le deja entender que lo suyo es una proeza. Igualmente ensaya una explicación: “Nunca tuve una enfermedad grave, y las otras me las aguanto. Hasta ahora no tuve motivos para no ir. Además, hasta mi madre fue oportuna: murió un sábado. La enterramos el domingo y el lunes pude ir a trabajar. En la sala no me dejaron, y entonces tuve que volver”…

 

“Hay que seguir trabajando”

De la desconfianza María Luisa pasó a la sorpresa. Ya más distendida, sonrió. Luego, escuetamente dijo: “De todas maneras hay que seguir trabajando”.

Sin dudas le interesa el título honorífico que recibirá del Concejo Deliberante, pero no la cambiará en mucho. Seguirá levantándose temprano, seguirá atendiendo a sus hijos, a su marido y su nieta, incluso si por esas cosas de la vida se le resiste el premio, cosa improbable.

Según dijo, llegado ese día, el del premio, se lo dedicará a sus hijos, a su familia. Y no volvió a hablar del asunto. Es que Luisa es así. No dialoga mucho, o se reserva y dice lo suficiente, evitando hablar de ella misma. Es una correntina de pura sepa. No muy alta, morocha, trabajadora, pero con unos ojos claros, verdes, que la hacen hermosa, aun hoy, con el tiempo y el trabajo que acarrea encima.

Los que la conocen, no tienen más que palabras halagadoras para ella:

– “Buscamos a la señora García”, dijo el cronista de esta nota al llegar a la Sala Dr. Mauricio Open.

– “Luisa está de feria, así que debe estar trabajando en la isla”, respondió Epifania, de guardia en la salita. “Si van para allá mandale saludos de mi parte, de Epi, decile”, completó con una sonrisa quién sabe ser su compañera de trabajo.

Más allá de la anécdota, claro queda una cosa: es imposible separar la vida de Luisa de la palabra “trabajo”.

Coincidió con ello Mercedes, su concuñada. “Ahora no es nada. Antes era mucho más difícil y sacrificada la vida de ella. Trabajar en la casa, criar a los chicos, llevarlos a la escuela”. Siempre trabajo, siempre sacrificio. “Rasgos de vida extraordinarios” como dice el proyecto de Ibáñez. Nada más acertado…

 

Ciudadana ilustre

La movida para que el Concejo Deliberante capitalino analice el proyecto que contiene la declaración de “Vecino Benefactor” para María Luisa García, empezó el 1 de julio pasado. El doctor Esteban Ibáñez, subsecretario de Salud de la Municipalidad, que venía enterado de la gesta de su enfermera, se documentó y redactó un proyecto que más que eso “es un gusto, una necesidad para mi”, según contó.

Una semana después, la nota oficial, un recorte de prensa y la foja de servicio de la enfermera, ingresaron a la presidencia del Concejo. El 8 de julio, por afuera del orden del día preparado para la sesión de ese jueves, el proyecto tomó estado parlamentario y pasó a la comisión de Cultura.

Antes de cumplirse ese trámite, el presidente del cuerpo, Aurelio Díaz, hizo leer el expediente. En el mismo se expone el “caso de la Sra. María Luisa García, enfermera del Saps Dr. Mariano Open, con siete años de servicios sin registrar faltas, retrasos ni sanciones. Todo lo contrario: una admirable vocación y dedicación a su trabajo”.

“La mencionada enfermera vive en la Isla Mesa, y todos los días cruza el brazo del río Paraná que la separa del Perichón, en su canoa, remando ella misma, y luego camina más de 5 kilómetros para llegar a su lugar de trabajo”.

“En la isla tiene todo tipo de hortalizas y frutales que ella misma cultiva, y brindó desde su humilde posición económica una formación extraordinaria a sus hijos, logrando que dos de ellos estén cursando carreras universitarias de alta exigencia”.

“Creo, señor presidente -dice la solicitud-, que estamos en presencia de una persona de rasgos de vida extraordinarias, lo que motiva mi solicitud de que se la declare “Ciudadana Ilustre” de nuestra ciudad”.

“Si así fuera, estaría el Concejo Deliberante reconociendo a una humilde trabajadora de la Salud Municipal que además de cumplir con su trabajo con una hoja de servicio impecable, logró superar las barreras sociales y económicas y logró posicionar a sus hijos en una situación educativa mucho mejor para enfrentar la vida”.

Tras la lectura de estos párrafos, el proyecto fue girado a la comisión de Cultura, aunque con título cambiado. Lo que se analizará, según se advirtió en esa sesión del parlamento, es la posibilidad de otorgarle el título de “Vecino Benefactor” y no el de “Ciudadano Ilustre”, seguramente por los requisitos formales que demanda la ordenanza que regula la entrega de estos reconocimientos.

“Sea cual fuera el título, María Luisa García ya es una ciudadana ilustre, de moral y ética insobornable”, sintetizó el doctor Ibáñez al ser consultado por este medio sobre la motivación de esta digna iniciativa.

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