Paridad, voto y veto

Acabo de mandar nuevamente a la Legislatura dos proyectos de ley claves para Corrientes: voto joven y paridad de género. Debemos garantizar a los jóvenes la posibilidad de elegir a sus representantes y asegurar la igualdad entre mujeres y hombres en política”, avisó el viernes 3 de julio, por Twitter, el gobernador Gustavo Valdés.
La utilización del adverbio “nuevamente” no es ingenua ni producto de la impericia en el manejo del lenguaje. Remite a un hecho reiterado, simbólico y concreto, no resuelto por obstáculos políticos que se suceden, pero no se declaran.

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El camino de Valdés a la gobernación fue tapizado por promesas de inclusión y desarrollo. Ya en el poder, pidió que se lo juzgue por indicadores de lastre atávico, como el de la pobreza. En el mismo acto, empezó a transitar el camino de construcción de su propio liderazgo poniendo en discusión temas centrales de una agenda más progresista y desusada en una provincia aletargada por el conservadurismo que se meció, por muchos años (pero sobre todo desde 2001 en adelante), bajo la brisa tranquilizadora del pago de los sueldos. En rigor, el mecanizado sometimiento del salario estatal, que ante la falta de mejores oportunidades, allegó una paralizante opresión con efectos sociales y culturales insondables, a la vista de quien lo quiera ver.
En 2019, no obstante, el gobernador Valdés pasó a los hechos. Encolumnó detrás de su figura al frente político que lo sustenta y encaró una campaña para las elecciones de medio término blandiendo las banderas que plantó en el instante de asumir: la obra pública; los procesos de modernización e inclusión con trabajo; y el pedido a los legisladores para aprobar las leyes de voto joven y de paridad de género. Se comprometió con las políticas de igualdad de derechos; de contención para la comunidad Lgbtq+ y las acciones de ataque contra la violencia de género.
En junio ganó las elecciones y el gobernador obtuvo los avales legislativos que necesitaba para avanzar con las reformas, las declamadas y las necesarias para el gobierno. Y las que demanda la sociedad en su conjunto, que se impone con su agenda aún cuando los líderes tengan otras.
Valdés y los suyos lograron una diferencia de más de 40 puntos en las elecciones de 2019 y consiguieron, a partir del 10 de diciembre, no sólo mayoría sino dos tercios en ambas cámaras legislativas. Así y todo, los proyectos oficiales tropezaron contra una llamativa, férrea y silente quietud. El discurso se dió contra la evidencia. Y donde no se requerían las mayorías de otros, también hubo tropiezos. Lo que se dice no es igual a lo que se mantiene: un gabinete lleno de varones, veteranos en la función, incapaces ante la inclusión.

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Pues bien: los proyectos murieron intoxicados con el polvo de los cajones legislativos y por eso, hace casi un mes, el mandatario volvió a enviarlos. A un año calendario de las elecciones generales de 2021, Valdés insistió “nuevamente” con sus proyectos. Los expedientes ingresaron el viernes 3 de julio por la Cámara de Diputados.
Hablando por radio en esos días, a prudente distancia de una interna que fluye en napas de profundidades variables, Valdés respondió a la pregunta más obvia de todas:
—Si el gobierno tiene mayoría en la Legislatura, ¿por qué no avanzan los proyectos enviados por el gobierno?
—No sé por qué tienen miedo a debatir la ley. (En todo caso) que los legisladores y legisladoras digan de cara a las mujeres que no quieren el proyecto de paridad y que les digan a los jóvenes de 16 años que no tienen derecho a voto —dijo Gustavo Valdés.
—Las mujeres tienen que exigir sus derechos. Y no a un hombre, sino a una Legislatura: todos cumplen el mismo rol ahí adentro —añadió.
Usar la frase “no a un hombre”, tampoco fue casual, como el “nuevamente” del trino inicial.
El “hombre” es el senador Ricardo Colombi: inspector que habilita o frena el avance de las leyes en la Legislatura y que, por lo que se vio, apuró el reenvío oficial luego de que el jueves 2 de julio pasado, sin que se le mueva un músculo de la cara, presidiera una conferencia virtual con mujeres tras la cual hizo decir que “con otros senadores estamos trabajando en un proyecto para que la paridad de género se dé en los tres poderes del Estado”. El expediente ingresó el miércoles último, y el jueves, en plenario, el Senado lo mandó a comisión.
—Son los desafíos que se vienen —dijo Colombi, escupiendo altas dosis de cinismo, recién enterado de una demanda que antecede a su voluntad de patriarca. —Esperemos que en el transcurso de este año lo podamos aprobar —anunció luego, ya en su rol de presidente de la UCR, en el cierre de la conferencia online “Estrategias para una sociedad más igualitaria”.
Del webinario otrora impensado para alguien plantado en las antípodas de cualquier virtualidad, participaron, entre otras, varias legisladoras que en privado todavía se quejan de los maltratos o ninguneos proferidos por el ahora “comprensivo y progresista” legislador, que por efecto de alguna magia efectiva decidió abrir los ojos y visibilizar a un colectivo como el de las mujeres, a las que trató casi siempre con distancia y reiterado desdén.
Aún así, a la luz del momento histórico, no deja de ser una buena noticia que Valdés y Colombi estén pensando lo mismo en cuanto a la inclusión y a la igualdad. Tal vez ahora sí avance el proyecto, pues depende de ellos el resorte legislativo.
La oposición -mínima y fragmentada- no talla en esta discusión. Varios de sus miembros ya adelantaron votos favorables, pero no es garantía. El PJ no estuvo a la altura cuando tuvo que demostrar que es verdadero su apoyo a la paridad. Patricia Rindel tiene mucho para decir al respecto. O Rubén Bassi, senador peronista que sopló el escaño de una mujer con votos radicales: sí, con el aval de los mismos que ahora parecen convertidos a la religión del igualitarismo. Una circularidad asombrosa.

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Tampoco fue casual este movimiento de piezas, en medio de la pandemia por coronavirus. No fue casual por cuestiones del momento histórico y político, por el atraso provincial en varias materias de debate candente, y por las acciones del propio Estado nacional. Sucede que el mismo viernes 3 de julio, el presidente Alberto Fernández, tras presentar el “Plan nacional de acción contra las violencias por motivos de género”, marcó un rumbo para enfrentar una problemática que no excluye a Corrientes.
El plan nacional tiene un presupuesto de 18.000 millones de pesos y responde a otro número escalofriante: hasta el 30 de junio se registraron 162 femicidios –81 durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio-, de acuerdo con el relevamiento del Observatorio “Ahora que sí nos ven”: el promedio fue de un femicidio cada 27 horas.
En Corrientes la cosa es igual de preocupante: hasta junio y con la cuarentena de fondo, se registró un caso de violencia familiar cada 30 horas, según la Inspectoría de Justicia de Paz del Superior Tribunal de Justicia.
Ante semejante presente, hablar de contención a las demandas de género o de paridad sólo en clave electoral parece por lo menos poco. Es un derecho que se reclama, no una dádiva que se espera.

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Corrientes está muy lejos de una “real inclusión” como manda la Constitución, y esta no es una apreciación sólo geográfica. Por ello resulta necesario que la intención se convierta en acción, y que el derecho esté por encima de la especulación proselitista, juego que practican al borde de la fascinación algunos referentes caudillescos de este firmamento político aldeano.
Los derechos inclusivos son fundamentales para cambiar realidades. Servirían para mejorar, ya que estamos en épocas de pandemia, los determinantes sociales de la salud.
Haber manejado con (relativo y todavía parcial) éxito la pandemia en la provincia, no fortalece la integralidad del sistema sanitario. Hablar de coronavirus en vez de los enfermos por siniestralidad vial, cardiopatías, desnutrición, chagas, dengue, o aborto, por ejemplo, no elimina la realidad que subyace al efecto totalizador de la peste. Para decirlo claro: silenciar no es erradicar.
Negar el aborto no disminuye la cantidad de interrupciones de embarazo que se siguen haciendo en la clandestinidad y que condena a muerte a muchas chicas desesperadas.
Corrientes tiene un código postal, al decir de la sanitarista Carolina Centeno, que determina también nuestra forma de vivir y de morir. Afecta más a las mujeres, sobre todo a las más pobres poco educadas, que son muchas en nuestro contexto. Esa es la conclusión de años de política negadora, internista, fratricida, excluyente, que convierte en tabú ciertos temas que queman como el fuego en cualquier sociedad del Siglo XXI.
Hay malas noticias: nada mata tanto como la costumbre.
También hay buenas noticias: tenemos una oportunidad para empezar a revertir el cuadro, ahora que internet llegó a ciertas cavernas.
¿Tenemos una nueva oportunidad?

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Diario El Litoral y Eduardo Ledesma estrenan ciclo de entrevistas

En el marco de una nueva apuesta, que incluye la incursión en los formatos televisivos a demanda, El Litoral y este sitio estrenan un ciclo de entrevistas con el que pretende además retomar un ejercicio sano como infrecuente: el debate de las ideas.
La primera temporada de este ciclo de conversaciones entre el subdirector de El Litoral y distintas personalidades locales, de la región y del país estará disponible en el formato on demand: a pedido, o, como se conoce en castellano simple, en el formato de televisión digital a la carta, de manera gratuita, a partir de las 21 de este miércoles 15 de mayo, a través de diversas plataformas virtuales. Una de ellas será esta y otra la del diario El Litoral.
En tanto, continúan las conversaciones para que el envío pueda redistribuirse también por la televisión analógica, para cumplir de ese modo con aquellas personas que todavía se sirven de las programaciones fijas curadas por los canales tradicionales.
El programa propone una serie de entrevistas a intelectuales, dirigentes políticos, artistas y profesionales de distintas ramas del saber y del hacer, para pensar sobre temas contemporáneos que nos atraviesan como sociedad: poder, política, género, cultura, arte. La voz y el silencio.
Contrario a los formatos más populares de los últimos años, este ciclo de entrevistas no hará foco en aquellas cuestiones que busquen ahondar en la intimidad o la biografía personal de los entrevistados, sino que fue pensado como un espacio intercambio sobre los desafíos colectivos de la sociedad en los tiempos que corren.
Cuestionamientos como cuál es el rol social de la universidad para el desarrollo de las provincias; qué es el género y por qué debe estar en la agenda política; cómo puede ayudar el psicoanálisis a comprender a una sociedad conservadora y superficialmente estática como la correntina; qué cantan los que cantan; qué cuentan los que cuentan; qué es el poder real y cuál el poder formal; cuál es nuestra relación con la discusión centro-periferia; en qué consistiría la reparación histórica que andamos pidiendo a diestra y siniestra, etc., etc.. Estos y otros interrogantes, no menos hondos ni complejos, forman parte de las consultas que comenzarán a ser respondidas desde este miércoles con la licenciada en Filosofía Guadalupe Arqueros.
Será esta la primera temporada. Al menos es esa la pretensión, pues su hechura de alta factura técnica/periodística desafía en estos momentos los pormenores y los pormayores de la crisis económica que golpea a los argentinos en general, y al periodismo y a los medios en particular.
Estas entregas, no obstante, tendrán como magnífico marco el centenario Teatro Oficial Juan de Vera, un escenario central para comprender la vida cultural e intelectual de la provincia de Corrientes y también de la región, ya que supone un espacio privilegiado para la contemplación y el intercambio con referentes de las artes y la cultura tanto provincial como regionales, nacional e internacional.
Ese es el espíritu que impulsa este proyecto: la posibilidad de discutir ideas, en el marco de una escena que en general embellece o sublima el pensamiento.
La producción es una realización del periodista correntino Eduardo Ledesma, subdirector del diario El Litoral, columnista del programa “Desayuno”, de Radio Dos, y del programa “No está todo dicho”, del Canal T5 Satelital. Cuenta además con la apoyatura técnica, en diseño gráfico, de Augusto Vilar, la fotografía de Nicolás Alonso, la estética audiovisual de la productora 20/47, la realización audiovisual de Hugo Zamora y Joaquín Dalmazzo y la producción general de Andrea de los Reyes.
El estreno se realizará este miércoles a las 21 a través de dos plataformas online: ellitoral.com.ar y eduardo-ledesma.com. Desde ese momento quedará disponible cada capítulo, semana a semana, hasta concluir la temporada que se calcula en 20 episodios.

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Paridad de género: Corrientes relegada en el Nordeste

Hoy hablamos con Daniel Collinet acerca de la ley de Paridad de Género. De cómo está Corrientes en relación con las provincias de la región. Esta es una de las columnas que semanalmente tendré (a partir de ahora los días lunes) en el programa “No está todo dicho”, dado el año electoral y las necesidades básicas insatisfechas de desenmarañar la complejidad extrema del sistema y los procesos políticos correntinos.

Gracias Daniel por el espacio, que espero sirva para que entre todos nos ayudemos a pensar lo que nos pasa y por qué nos pasa.

Mirá el video aquí:‼️?

EDUARDO LEDESMA PARIDAD DE GÉNERO

¿De qué se trata la paridad de género? ¿Se cumple en la política correntina? Eduardo Ledesma nos contesta

Posted by No Esta Todo Dicho on Tuesday, April 9, 2019

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La fe de la imposición

Argentina volvió a correr el arco de sus propios derechos merced a un trabajo arduo en el que estuvieron involucrados, además de organismos sociales, la dirigencia política en su conjunto.
El Congreso Nacional, así, más allá de las disidencias propias del sistema democrático, volvió a ponerse en sintonía con viejos reclamos civiles, ampliando bases de inclusión con votos unánimes o mayoritarios. (1)
Se trata de las leyes de muerte digna y de identidad de género, que sumadas a las de matrimonio igualitario y otras de similar tenor, convirtieron al país en vanguardia a nivel mundial en el amparo de este tipo de nuevos derechos inclusivos, aunque, sobre todo, de un fuerte sinceramiento.
Pero la semana pasada fue también pródiga en discusiones por la decisión del Gobierno de la Nación que, en coordinación con el Inadi, planteó la necesidad de enseñar en las escuelas, aún en los niveles iniciales, que existen en la realidad actual familias constituidas que pueden ya no reflejar los viejos modelos de padre y madre sino también, familias con dos madres o, a la inversa, con dos padres. (2)
Muchos fueron los comentarios sobre el tema, a favor y en contra de la iniciativa. Siempre ocurre cuando lo que se debate roza alguno de los hilos de la urdimbre establecida: la de las creencias e incluso la de las ideologías.
En esencia no está mal. Lo que puede cuestionarse, tal vez, es la tendencia de mucha gente a la imposición de su fe en nombre de la fe.
Sectores progresistas de la comunidad no solo están de acuerdo con esta y otras iniciativas sino que en algunos casos hasta son impulsores de las mismas.
Lo contrario ocurre con sectores más bien mesurados que resisten la sanción y posterior cumplimiento de normas que relativizan ciertos mandatos transmitidos de generación en generación casualmente desde el poder. Resisten, pero además pretenden incidir fuertemente en decisiones de la política y, en consecuencia, del Estado.
El hecho futuro de la enseñanza de las nuevas formas de familia, avaladas por el Ministerio de Educación y el Inadi, chocó en Corrientes con los fundamentos de su realidad.
Desde el gobierno local hablan de la dificultad que encierra transmitir estos conocimientos a niños tan pequeños. Reconocen incluso que otras leyes, como la de educación sexual, cuestan enseñar por la escasa formación de algunos docentes.
Más allá de la queja, hay en esa declaración una suerte de comodidad al atar ese obstáculo al statu quo y a cuestiones supuestamente exógenas: presiones de instituciones como las iglesias, que se oponen enérgicamente a enseñar lo que consideran, sin medias tintas, una especie de degeneramiento de la humanidad. (3)
Pero por encima de la opinión que pueda forjarse cada individuo, conforme su propia historia, lo que no deja de hacer ruido es la resignación de algunos funcionarios: se entregan sin dar batalla a los nuevos desafíos de la hora; denuncian abiertamente presiones institucionales y en el mismo acto, bajan los decibeles de las acciones del Estado por temor a campañas opositoras que puedan surgir desde los púlpitos. Esa es la fe de la imposición.
La religión cumple un rol y debe seguir siendo albacea de valores. Puede incluso imponer a sus feligreses las normas que mejor cuadren a su sostenimiento. Lo que se le reclama, en todo caso, es dejar hacer. Algo mucho más complejo que la simplificación del autoritarismo o la intolerancia con la que se responde a lo que no se conoce.
El Estado provincial se ha manifestado abiertamente en la misma línea que la Iglesia Católica en muchos de los temas candentes que generan intercambios últimamente. (4) El Gobierno de la Nación, en cambio, cumple sostenidamente una bitácora de nuevos derechos, pese a que la Presidenta y otros tantos funcionarios, incluso los legisladores del partido de gobierno, declinan su acompañamiento cuando la conciencia es la que manda.
Por eso la mira está puesta en otro lado. Está en la necesidad de reconocer al otro, al distinto, en sincerar realidades.
Duele revisar archivos enteros y encontrar que gobiernos y otras tantas entidades, milenarias algunas, se resignan a creer que “pobres hubo siempre” para no hacer nada que los saque de esa situación. Pues con ese criterio bien puede decirse que siempre hubo lo que la ley de hoy reconoce.
Puede decirse, en todo caso, que subyace en esto una negación y una dosis concentrada de hipocresía que lejos de ayudar, carcome los cimientos que se pretenden cuidar.
Tachar de conservadora a una comunidad para luego tirarse a muerto -al decir de Roberto Arlt- no es más que una proyección de la propia incapacidad. Las personas son libres de tener sus creencias, pero la parte no puede tenerse por la totalidad y menos desde el Estado, porque podría estar evadiéndose de las necesidades de las minorías.
¿Quién podría negar valores como la vida, la paz, la solidaridad, la compasión o el perdón? Entonces, lógico sería reconocer que el afecto que madura en el corazón bueno de un niño o niña, no importa si es de mamá, papá, o de los dos; o de mamá y mamá o, tal vez, de papá y papá.
Ejemplos sobran para todo. Incluso para hacer notar las desviaciones de muchos individuos criados en senos familiares constituidos como mandan las escrituras.
La gente que vive en un barrio privado acepta las normas que rigen en ese ejido para después compartir los ordenamientos generales. Eso no se cuestiona. Sí sería controvertible que las normas del barrio quieran imponerse en el resto de la ciudad.
Los derechos de hoy no son los del centenario y no serán los mismos dentro de 100 años. Cambia, como la vida, porque evoluciona. No pensarlo de ese modo, vacía los dogmas a los que muchos se aferran, porque la realidad termina superándolos.
La vida, por tanto, tal vez sea un punto de acuerdo. La vida en todas sus formas.
¿Quién puede estar en contra de ella? Ahora, negarse hoy a la posibilidad del aborto, por ejemplo, ¿no contradice el silencio sobre los 30 mil asesinatos de los años de plomo? ¿Acaso una vida vale más que otra? (5 y 6)
Estuvo bueno poder preguntar. Está bueno poder debatir. Estaría bueno que se escuche a todos.

REFERENCIAS
1. Ley de muerte digna. Se aprobó en Diputados el 30 de noviembre de 2011. El Senado lo convirtió en ley por unanimidad el miércoles pasado. Lo mismo pasó con la ley de identidad de género.
2. Agencia Oficial Telam. http://www.telam.com.ar/nota/24348/
3. Diario El Litoral. http://bit.ly/JrC1T4
4. Diario El Litoral. http://bit.ly/KzkYy6
5. Diario Página 12. http://bit.ly/IYugm5
6. Diario El Mundo (España). http://mun.do/JMF2x9

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