Ricardo Colombi: “A la sociedad le dejé las bases de una provincia diferente, que hay que consolidar”

Esta es la segunda entrega de una larga entrevista del ciclo “Gobernadores de la democracia”. Una charla que paseó por los tres gobiernos de Ricardo Colombi: por aquellos 12 años y varias de sus circunstancias más salientes, algunas de las cuales fueron buenas, y que convivieron con otras que no lo fueron; con situaciones polémicas y otras que transitaron el camino de la violencia. De eso y más trata esta nota, que puso el énfasis en su segundo y tercer mandato, y que cierra el “colombismo”, neologismo que no existe, según el propio Colombi, porque muchas veces, quizás, su carga semántica contuvo valores negativos.

He aquí entonces a Horacio Ricardo Colombi, el dirigente político, el radical y el mercedeño con más tiempo en ejercicio del gobierno de Corrientes.

—Siempre se dijo que buscó la reelección ya en el primer período. ¿Por qué cree que no logró la reforma en aquellos primeros años de gobierno?

—No era solo la reelección, a tal punto de que hoy tenemos un problema de interpretación del Artículo 156, de la convocatoria a elecciones. Era una reforma integral donde sí estaba incluida la reelección. Porque yo creo que es necesario adaptar la Constitución Provincial a la Nacional, que establece un período para ser reelecto en todos los cargos. Por eso estoy en contra de lo que se está trabajando en la provincia de Buenos Aires para derogar la ley que impide la reelección indefinida de los intendentes.

—Tal vez creían en ese momento que los otros institutos ocultaban el verdadero interés. ¿O por qué no salió?

—Y porque no hubo los números necesarios. Así de simple, si hay números sale y si no hay números no sale.

—¿No supo generar ese consenso?

—No, porque tampoco yo me puse a trabajar concretamente, sino que lo hice pensando que había cosas más importantes que la reelección. Porque la reelección no la voy a decidir yo, lo va a decidir la gente. Pero las otras cosas sí.

—De todas maneras, impedido usted, aparece la figura de su primo. Él dice que usted midió a Sergio Flinta y a Carlos Vignolo y que ninguno daba. ¿Por qué eligió a Arturo Colombi?

—Hubo muchos elementos y argumentos que llevaron a tomar esa decisión al igual que la de 2017.

—¿Cuáles fueron?

—No, eso solamente yo sé. Pero fueron las decisiones que llevaron a definir por qué un candidato en 2005 y por qué otro en 2017.

—¿No nos quiere contar?

—No, eso es de consumo interno.

—¿Qué fue lo más importante de su segundo gobierno?

—Darle la impronta a cuestiones que habíamos dejado en el primero, como el Fondo de Desarrollo Rural, la recuperación del Banco, la participación del sector privado en el Ministerio de la Producción para hacer uso de los recursos que generaba el campo. Profundizar la política social, cultural y deportiva. Comenzar a proyectar el tema de los parques industriales y ahí comenzamos a armar el parque foresto-industrial de Santa Rosa, que hoy es algo extraordinario y que no solo tiene una generación de energía a través de la biomasa, sino que ya está exportando a varios países de Europa. Comenzamos con planes de obras públicas, en ese momento pudimos hacer muchas viviendas, cosa que después lamentablemente se paralizaron. Después una fuerte política e inversión en hospitales y escuelas. Y por supuesto tratar de afianzar esa relación original del 2001 ya que en 2009 nos abrimos todos. Entonces, había que tratar de establecer los vínculos y la credibilidad, porque sabíamos que solos no íbamos a poder. Eso llevó su tiempo.

—¿Y del tercer gobierno?

—En ese entonces no tuvimos acompañamiento del gobierno nacional los dos primeros años, de 2013 a 2015. Corrientes fue muy castigada. Yo me acuerdo que nosotros habíamos conseguido créditos para pavimentar la Ruta N° 126, que en todos los planos aparecía pavimentada y nunca se pavimentó. Se comió la vaca la plata. Y cuando ya se hizo la licitación, por cuestiones políticas del momento, se transfirió ese crédito para hacer la autovía Concordia-Paraná.

Entonces, los dos primeros años tuvimos que aguantar con lo que teníamos. Recién en 2015, con (Mauricio) Macri, Corrientes comenzó su despegue, a recuperar el 15% de la coparticipación, créditos, el gas natural, los parques industriales, las energías. Y eso continuó después de 2017 hasta 2019, con Gustavo (Valdés), donde se hicieron también muchas cosas importantes. Ahora, en este momento creo que hay un parate en Nación con todos los fondos para la provincia.

—El relato del “colombismo” sacralizó hasta el cansancio la previsibilidad, el pago de los salarios y la paz social. ¿Cree que alcanza con eso hoy?

—No, eso era la base para recuperar la confianza de la sociedad. Por eso yo dije hoy, tenemos que retroalimentarnos. Hoy los desafíos no solo son esos sino otras cuestiones: hacer una provincia industrial, darle valor agregado a la producción, seguir invirtiendo en áreas clave como la Salud y la Educación, y hacer de Corrientes una provincia confiable en el tiempo. Pero esta es la base. Si yo voy a atraer a un inversor privado, pero no le aseguro lo esencial de la Administración Pública, indudablemente no va a venir.

Pero hay cosas sobre las que a veces se cargan mucho las tintas sobre la provincia, pero la provincia hace lo que está dentro de su alcance y facultades. ¿Y la Nación? Acá viene un problema mucho más grave: si nosotros no reformamos la Constitución Nacional y no volvemos a un sistema de elección indirecta, a los Colegios Electorales, no vamos a ser un país federal nunca. (…) Te doy otro ejemplo: las nueve provincias del norte, cuando hay que renovar legisladores, no alcanzan a cubrir la mitad de lo que le corresponde a Buenos Aires. Entonces, estas asimetrías van profundizando las diferencias como país. Fijate que ahora se aprobó este tema de la ley fría por el tema del gas y ¿por qué nosotros no tenemos la misma posibilidad con la electricidad, cuando viene el verano y aumenta el consumo?

Este es el problema que tenemos. Corrientes crece y hace todo lo que puede. Pero si yo quiero que venga una empresa a radicarse acá, la derogación impositiva es de acuerdo a las facultades que tiene la provincia. Pero hay otros impuestos que corresponden a la Nación. Entonces, este es el problema de fondo y de hecho, por experiencia puedo decir que todas estas reuniones con gobernadores del Norte Grande son para la foto, porque después no se concreta absolutamente nada.

—¿Temió que podía perder alguna de las dos elecciones; en 2009 y 2013?

—No. Yo estaba seguro. Sabía que los resultados iban a ser muy parejos, no podemos ser soberbios. Y por eso digo ahora que las elecciones no están ganadas, que tenemos que trabajar. El peronismo va con un piso del 30 o 35% a las elecciones. Sino fijate lo que pasó a nivel nacional: el piso y el techo de Cristina (Fernández). Ella puso su techo en un 35 y el otro 10% lo puso el resto, y ganó. No podemos confiarnos. Las elecciones en Corrientes, con este sistema, con estos dos modelos, siempre va a ser un poquito ajustada, no va a haber mucha diferencia. Tenés el ejemplo del 2017: sin Gobierno nacional, sin el Municipio, sin varios municipios más, ganamos por 50 mil votos.

—De la cuestión de las alianzas, dicen que usted es el arquitecto. Pero más que eso parece un gran proveedor de trabajo, porque le genera garantía salarial a todos los profesionales de la política que tienen sello. ¿O por qué cree que hay tantos partidos políticos en Corrientes?

—Yo estoy en contra de eso, además yo no fui el que habilité los partidos. Yo creo que hay que tener un piso. Bueno eso sucede a nivel nacional, responde al deterioro de los partidos más grandes. Que está bien que sean, pero hoy el piso del 3% para el reconocimiento de un partido me parece que debe aumentarse.

—Pero no hay 55 proyectos de provincias ni 55 proyectos para gobernar.

—No, no hay. A nivel país hay uno solo, o dos.

—¿Entonces? Porque eso después dificulta todo lo otro, todo el proceso electoral, el proceso de recuento…

—Pero mirá, si vos te vas al caso de Estados Unidos, la democracia más moderna, más participativa y demás, tardaron tres días para resolver quién fue electo presidente y acá nosotros con la cantidad de boletas, que eso no quiere decir que se mejore, a las 10 de la noche ya tenés la tendencia de quién gana. Así que tampoco está mal el modelo.

—Usted habla de la participación social y política, pero a la hora del poder, no es que se caracteriza mucho por distribuir el juego. Está bastante centralizado el poder en la alianza: en la UCR y en el gobernador.

—Eso responde a una forma y a un modo de ver las cosas, y para que no existan compartimentos estancos. ¿Qué era el Pacto? Era un gobierno de compartimentos estancos: un ministerio para un partido, otro ministerio para otro y cada uno hacía lo que quería. Entonces, era imposible que haya resultados. Y acá no estamos para regalar, estamos para gobernar y esa es la filosofía que se tiene.

—¿La alternancia es viable dentro de Encuentro por Corrientes?

—Y si hay opciones, sí. Cuando haya opciones superadoras a las que uno tiene, bienvenido sea. Por eso en el partido no debemos ser soberbios y tenemos que estar atentos a las cosas que van ocurriendo. Porque si nos quedamos y no avanzamos en algún momento va a haber otro mejor candidato.

—¿La política le dio amigos?

—Sí, me dio amigos. Un amigo en política fue Eduardo Galantini. Impensada esa amistad que nació en la época de estudiantes secundarios, en los famosos intercolegiales. Después en nuestra vida de estudiantes universitarios cuando veníamos en tren, cuando viajábamos a dedo, cuando paraba en mi casa. Cuando ya fue parte de esa idea en el 97 y no lo pudimos concretar. Lo hicimos en 2001.

—¿Y enemigos?

—No, enemigos, no. Uno puede tener por ahí momentos de malestar, pero yo no soy rencoroso y al no ser rencoroso yo no tengo enemigos. La vida es una calesita y en algún momento se traba y ahí se…

—¿Qué no haría de volver a gobernar?

—En este momento pensar qué no haría… Sí podría decir qué tendría que seguir haciendo, que es lo más importante. Y tal vez no haría: no caer en esos momentos que la misma gestión, el encierro, esa burbuja, palabra tan de moda, a veces impide ver un poco más allá. Por eso yo recorría permanentemente el interior, para abrir la mente, para no estar encerrado, para ver directamente.

Yo, por ejemplo, a las 7 de la mañana me juntaba con el tesorero, veíamos los recursos que entraban, lo que había que pagar todos los días. Ese fue un modelo que sigue ahora y eso le da la tranquilidad al inversor, al proveedor, al ciudadano, al empleado de la Administración Pública: que sus obligaciones van a ser cumplidas en tiempo y forma como corresponde.

—¿El poder lo confundió en algún momento?

—No. Si me hubiese confundido no estaría hablando con vos acá.

—¿Por qué?

—Hubiese estado haciendo otra cosa…

—¿Sintió alguna vez la soledad del poder?

—No sentí la soledad. En algunas cuestiones sí sentí la falta de mayor acompañamiento; en cuestiones circunstanciales muy importantes.

—Cuando vuelve en el 2009, dice: “Llegué sin la prensa”. Y esa relación con la prensa fue bastante tirante siempre.

—Sí, no es la mejor.

—¿Por qué?

—Por muchos motivos. Por lo que yo pienso que debe ser el trabajo y la información. Puedo estar equivocado, no soy el dueño de la verdad. Porque vivimos en un mundo donde se publica lo malo y nunca lo bueno. Porque por ahí se piensa que lo malo de todo es la política y la prensa vive de la política. Yo estoy hablando no de la persona, sino en términos institucionales. Entonces, yo desde marzo del año pasado, desde la pandemia, no veo más ningún programa televisivo, ni que responda al oficialismo o a la oposición, porque pueden tener cosas ciertas o no, pero nunca objetividad que permita al lector o al ciudadano tener una visión clara de lo que está pasando.

—¿Usted quiso condicionar o quiso controlar la prensa alguna vez?

—No. Si no me llevo bien con…, bajo ningún punto de vista.

—Bueno, pero una cosa no quita la otra. ¿Usted cree que hay cierta inclinación al discurso único cuando se está en el gobierno?

—Sí, en muchos lugares hay. Acá en Corrientes, no.

—¿Es muy difícil desde el gobierno soportar la crítica de la prensa?

—No. Si uno tiene una claridad de objetivos y la conciencia tranquila, te puede molestar en el momento, pero después en el análisis en frío, no. Esto es como lo que se publica en las redes sociales: 7 de cada 10 personas no creen. Entonces, no. Tiene que ver mucho con la formación de quién consume esa información.

—¿Qué es lo que más le molesta de eso?

—No es que me molesta. Para mí tendría que tener una visión mucho más de formación, mucho más de… A ver, yo soy un tipo que consumo, ahora no porque no llegan, diez diarios por día. Y a mí lo que me nutría era la información de capacitación; números, análisis económicos, cuestiones sociales, artículos que tienen que ver con problemas de salud, educativos, cosas que conlleven al común de la gente, no tanto que vaya en detrimento de una persona o de otra. Me parece que la información tiene que estar más orientada a lo objetivo que a lo subjetivo.

—¿Por qué usted tiene esa relación tirante, a veces jocosa, pero tirante y de choque con los periodistas? De hecho, muchas veces fue tomado como…

—El muerto se asusta del degollado.

—…como maltrato. E incluso nos mandaba a muchos a recorrer la provincia porque no sé qué. Decía que no veíamos y que estábamos acá en Capital.

—Es cierto eso.

—Pero muchos somos del interior.

—Pero también es cierto que no salían.

—¿Cómo debería ser la prensa según usted?

—Pero la prensa no, tiene que ser la persona. La persona hace la prensa. La prensa es algo inmaterial. La persona es la que tiene que estar preparada, capacitada, profesional si se quiere. Que se capacite, en realidad, que estudie, que sea objetiva. Bueno, yo pienso que tiene que tener ese rol. No estoy haciendo una opinión crítica destructiva. Creo que esto ocurre en todos lados, no solo en la prensa. Y también ocurre en la política. En la prensa o el medio no escapa a la crisis global que vivimos. Entonces, tenemos que ver cómo convivir y plantear nuestros temas. Yo sé que vos me pegás todos los domingos en el diario, pero yo por eso no me puedo enojar, sino no te hubiera dado esta nota. Seamos objetivos. Cuando vos decís que yo soy responsable de todo, digo no, este está equivocado. Y por ahí me enojo, pero no por eso tengo que dejar de darte esta nota. Entonces, tenemos que ser lo más abarcativos, lo más reflexivos posible.

—Bueno, lo cortés no quita lo valiente. Si usted me dice eso, yo también debo reconocer que en otra situación con otro actor político esta relación que usted dice tal vez sea imposible.

—Es que yo no tengo por qué enojarme con vos de por vida. Vos sos un ser humano que tenés virtudes, defectos, errores y aciertos, como yo los tengo.

—Pero no todos lo entienden así.

—Pero esos errores y aciertos, virtudes y defectos entre dos personas… ¿Qué es lo que nos diferencia de los animales? Cierto grado de raciocinio, la inteligencia. Bueno, eso es lo que tenemos que entender. Y a lo mejor, seguramente vos sos de River.

—No, de Boca.

—Bueno, listo, en algo coincidimos. (Risas) Pero no podemos pelear. No sé, yo creo que hay cuestiones superiores que son más importantes. Por eso te digo, este modelo de provincia, de vida…

—También otra cosa que me parece importante señalar: que las diferencias siempre fueron, en todo caso, equivocadas, pero en el plano político: nunca se pasó de esa línea.

—Está bien. No podemos pensar todos iguales. Si pensáramos todos iguales esto no sé qué sería.

—¿Qué es el “colombismo”?

—No, no existe. El “colombismo”, lo quieren hacer aparecer, pero no existe, por eso yo creo que aquí lo que hay que priorizar es la forma, el modo, el proyecto si se quiere, que por ahí puede ser una palabra bastante bastardeada. Y cuáles son los objetivos que tenemos que trazarnos para que las generaciones que están ahí, al lado nuestro, puedan tener las mismas posibilidades que tuvimos nosotros y mejores.

—¿Por qué quiso ser gobernador no una sino tres veces?

—Porque creía que había que profundizar el camino. Teníamos que afianzar la relación, consolidar esa unión social y política. Y bueno, que después otro tome la posta con más energía, con más fuerza, con más ganas, sin desviarse del camino.

—¿Piensa en un cuarto gobierno?

—No. Yo creo que hay que seguir trabajando y hay que ir forjando hombres y mujeres con las mismas condiciones y las mismas posibilidades, más capacitados y acordes con las exigencias del momento.

—¿Qué cree que les dejó a sus hijos?

—Mirá, yo haciendo un análisis después de salir de esa burbuja que es la Casa de Gobierno, pienso que hubo días en que a mis hijos yo no los veía, por ejemplo. Cuando yo era intendente, me iba a las 7 de la mañana y ellos estaban durmiendo, el más grande se iba a la escuela. Y cuando yo venía a las dos de la tarde, el más chico se iba al jardín. Cuando yo me iba él venía y cuando yo volvía a las 10 u 11 de la noche, él ya estaba durmiendo. A veces, pasaban 3 o 4 días sin verlo despierto. Y eso con el tiempo pasa factura. Pero creo que he tenido la suerte de que hayan sido y son buenas personas, buenos hijos. Nunca habrán escuchado una actitud de ellos. Ni los conocen tal vez.

—Está muy preservada su familia.

—Sí. Ese legado que yo les puedo dar a mis hijos, es el que me dejaron mis padres: la humildad, la honestidad, el trabajo, los valores, la participación. Es lo más importante que uno le puede dejar a los hijos.

—¿Y a la comunidad, qué cree que le está dejando?

—Yo creo en ese sentido que no soy yo, sino un equipo que le ha dejado en su momento las bases de una provincia diferente. Que hay que consolidar, que hay que trabajar, que hay que afianzar, es cierto. Pero esta matriz social y política vino para quedarse por mucho tiempo. Los ingredientes podés ir cambiando, pero la matriz es esta.

—¿Cómo quiere ser recordado?

—Como un ciudadano común. Yo siempre digo que un cargo no hace a la persona sino la persona al cargo. Yo puedo salir, transitar las calles, estar, compartir, comer un guiso, tomar un vino, jugar al fútbol, practicar deportes, comer un asado. Común, silvestre. Cocinar. Sencillo, como es la vida de cada uno. No tiene por qué ser diferente. Fui un gobernador, tuve la posibilidad, tuve el acompañamiento. Pero bueno, eso que evalúe la sociedad. Yo pienso así.

 

 

“No me siento responsable de la pelea con Arturo; él estuvo mal asesorado y se equivocó”

—Cuando aparece su primo Arturo en la escena, también aparece la pelea que determinó la política de Corrientes por los próximos 4 años, desde 2005 hasta 2009. ¿Por qué?

—Porque se desvió el rumbo que nosotros habíamos trazado. Y yo no quiero que eso ocurra en el futuro, por eso tenemos que consolidar la alianza y tenemos que saber perfectamente bien cuál es el camino que debemos transitar, de dónde salimos y a dónde debemos llegar.

—Usted dice que se desvió el rumbo y Arturo Colombi dice que usted le quiso manejar el gobierno desde antes de asumir. Incluso, más, que le hacía los gabinetes por radio.

—Es que había funcionarios que eran muy buenos en ese momento. No se puede llegar y cambiar todo.

—Pero él dice que ni había llegado todavía.

—Y buuueno. Lamentablemente, son cuestiones políticas que ocurren en…

—En toda la familia.

—No, son cuestiones políticas, no de familia.

—¿Qué quedó de todo eso?

—Un sabor agrio, porque yo lo hice convencido de por qué teníamos que seguir por ese camino. Y creo que no estuve equivocado en renunciar a la diputación nacional en el 2007, para venir a pelear a la provincia porque sabía que en dos años más perdíamos el gobierno. Yo tenía el pleno convencimiento de que perdíamos. Entonces tuve que venir con un montón de gente, amigos, dirigentes, intendentes que pensábamos lo mismo y nos unimos para preservar un gobierno que no era nuestro, sino un gobierno que tuvo su origen en 2001 y que mucha gente hizo esfuerzos y no podíamos tirar a la borda así nomás toda esa cuestión.

—Usted me dijo alguna vez que le dolió esa pelea con su primo.

—Por supuesto, porque a cualquiera le molesta una cuestión familiar.

—¿Pero se siente responsable?

—Yo no me siento responsable.

—Después de lo que pasó con su primo Arturo, ¿sigue confiando en los dirigentes políticos que usted, vamos a suponer, forma y que después muestran su autonomía, incluso de usted?

—Es difícil eso. Pero yo no le doy tanta importancia. Puede molestar y duele a veces la conducta y la actitud de ese tipo de personas. Pero yo siempre priorizo la cuestión de fondo que es el proyecto. Entonces, como se dice vulgarmente, “tragamos varios sapos”, pero no perdemos de vista el objetivo superior.

—¿Usted cree que su primo lo traicionó?

—No, no, no. Estuvo mal asesorado y ese mal asesoramiento lo llevó por mal camino.

—Y por supuesto, usted no considera que lo traicionó a él.

—No, porque yo estaba del otro lado.

—Vuelve en 2009, se queda hasta el 2017. Ahí hizo uso de su reelección y entonces aparece la figura de Valdés. En ese caso, ¿por qué lo eligió a Valdés?

—Gustavo tenía muchos elementos muy claros y era la persona que nos aseguraba unas elecciones favorables y, de hecho, los números así lo indican. El justicialismo, el peronismo, el kirchnerismo, como quieras llamarlo, no tenía Gobierno nacional, ya había perdido el Municipio y ganábamos por 7 puntos, por 50 mil votos nada más. Entonces, hubo una serie de factores que llevaron a elegir a Gustavo como candidato.

—¿Qué fue el “perdieron, perdieron y perdieron”, golpeándose la mano?

—Así (golpea con una palma el dorso de la otra mano), esto que les molesta a muchos.

—Exacto. ¿Qué fue eso?

—El candidato de la oposición decía que era mentira, que ellos habían ganado. E hicieron conferencia de prensa y bueno, era un poco de marketing, también. (Risas)

 

 

“Yo no manejo la Justicia, los que dicen otra cosa que traigan una prueba”

—En 2009 vuelve, después de una feroz disputa con su primo. Una disputa electoral, política…

—Con tres sectores, con tres. No te olvides de que el peronismo también fue afuera.

—Está bien. Vuelve luego de atravesar situaciones violentas, incluso, muy violentas: estamos hablando de que a usted lo denunciaron, varias veces. Pero en 2009, básicamente, Hernán González Moreno lo denuncia por el regalo de la casa. González Moreno aparece muerto y algunas personas lo hicieron responsable. Usted, en ese momento, dijo: “Me tiraron un muerto”.

—Exactamente, fue así.

—¿Qué quiere decir con “me tiraron un muerto”?

—Yo te contesto con estas palabras: si no, no hubiera ganado las elecciones con el 77% de los votos. Respondeme eso y vas a tener la respuesta a tu pregunta.

—¿No se rompieron todos los límites permitidos para la política?

—Había posiblemente actores y factores que sí. Pero yo te digo llegué y gané por el 77%. Si vos me contestás y la gente me contesta esto, está.

—Pero yo le estoy preguntando otra cosa.

—¿Que si se rompieron códigos? Sí se rompieron códigos. Códigos no, sino actitudes y formas y modos lamentables que trataron de ensuciar y embarrar la cancha.

—El asunto González Moreno y la pauta oficial terminaron en juicio. Su primo Arturo, entre otros, fue acusado y condenado en una causa que sigue. Él dice que usted, Flinta y Vignolo, le armaron esa causa a modo de venganza. ¿Es cierto eso?

—Nunca. Yo no soy de esas personas vengativas. No estoy formado así. De hecho, te darás cuenta de que después de 2009, muchos funcionarios que estaban con el gobierno de Arturo siguieron conmigo. Yo los elijo por la capacidad no por otra cosa. Bajo ningún punto de vista soy esa clase de personas. Sí me duele cuando ciertos actores tienen ese tipo de conducta hacia uno.

Yo no estoy formado así. Sino andá y analizá: 30/08/57, que es mi fecha de nacimiento y ahí te va a dar cómo soy yo. Sacá la conclusión: 30/8/57.

—¿Usted cree en todas esas cosas?

—Sí, sí. Pero está, ahí está.

—Sin embargo, hay otros que también se quejan de usted en ese asunto de la Justicia, por ejemplo, “Tato” Romero Feris, Fabián Ríos, que lo acusan abiertamente de manejar la Justicia.

—Bueno, es lamentable que aquellos que fueron actores del manejo de la provincia durante años y de lo que fue no solo la cuestión política sino judicial vengan a decir esas cosas, no tiene sentido bajo ningún punto de vista. Y Fabián, más que nada, sabemos su posición: fue uno de los que peleó por la intervención del Poder Judicial en el 2013. Así que está todo dicho.

—¿Y qué pasa cuando, por ejemplo, Gustavo Canteros o Pedro Cassani dicen o amenazan o hacen ese juego de la política de querer irse y a los dos o tres minutos se empiezan a mover sus causas judiciales?

—Hay que decirles que yo no estoy en el Gobierno. A mí no me echen la culpa. No me hagan responsable de cosas de las que yo no tengo nada que ver.

—Pero yo le estoy preguntando otra cosa. ¿Qué mensaje le estamos dando a la sociedad cuando pasan esas cosas?

—Y, mirá, yo no le daría artículo. Yo seguiría igual convencido de lo que hay que hacer. A mí una causa judicial no me va a parar, más si yo tengo razón y la conciencia limpia para seguir adelante con el proyecto.

—Pero también sabe que hay factores políticos que se mezclan con la Justicia.

—Bueno, pero cada uno tiene más espalda o menos espalda. Cada uno tiene que resolver.

—Bueno, pero la seguridad jurídica de cada uno se supone que se rige por otros parámetros.

—Está bien, pero tiene que ver con la seguridad, la tranquilidad y la conciencia que cada uno tiene si es o no responsable de la situación judicial que se está analizando.

—¿Todos los gobernadores manejan la Justicia?

—No.

—¿Y usted?

—No, si yo hubiera manejado la Justicia me hubiese equivocado ferozmente.

—¿Usted sabe que dicen eso?

—Y bueno, alguna prueba a ver. ¿Qué prueba hay?

—Que maneja no solamente jueces sino fiscales, no solamente los provinciales sino incluso los federales.

—¿Qué prueba hay de todo eso? Es lo mismo que yo te puedo decir, y no te lo voy a decir porque estamos al aire, lo que dicen sobre vos. ¿Y qué pruebas hay? Entonces, yo no voy a decir pue. Claaaro, yo te puedo dar 10 mil cosas que dicen sobre tu figura, sobre tu persona, y no te voy a decir porque no es cierto. No creo.

—Por suerte…

—No tengo pruebas.

 

 

Notas al margen: Ricardo Colombi, segunda parte

En 2009 volvió Ricardo para configurar el tercer gobierno radical seguido. Juró el jueves 10 de diciembre. Su primo Arturo Colombi le entregó los atributos. Tras la asunción dijo que abrirá el gobierno a todos, incluso a la Nación. “El que lo entiende lo entiende, y el que no, también lo va a entender”, dijo.

El lunes 1 de mayo de 2010, en su primer mensaje ante la Asamblea Legislativa, pidió consenso, se comprometió al diálogo y habló de sueldos para los estatales, También prometió convertir a la Dpec en una sociedad del Estado.

El martes 1 de marzo de 2011, también entre los legisladores, criticó a Nación por las deudas e incluso por los datos dibujados del Indec. Pidió mayor inversión empresarial.

En 2012 apeló a las fortalezas económicas y pidió mayor esfuerzo.

El viernes 1 de mayo de 2013 no hubo grandes anuncios pero sí críticas cruzadas, sobre todo contra el kirchnerismo y “Camau” Espinola, intendente de la ciudad y futuro contrincante directo a la Gobernación.

Ganó el domingo 15 de septiembre y el martes 10 de diciembre de 2013 reasumió el gobierno consumando la reelección. Fue un acto histórico. En su discurso trazó como objetivos la profundización del modelo sustentado en la previsibilidad, el respeto por la palabra, la mesura y la paz social.

En la primera Asamblea de su tercer período de gobierno, el sábado 1 de marzo de 2014, Colombi pidió crear una comisión para debatir políticas públicas. Los aliados calificaron el discurso de desarrollista; los opositores, de una alocución vacía.

“Nuestra provincia fue castigada por su posicionamiento político”, dijo el domingo 1 de marzo de 2015.

En 2016 abrió la Legislatura pidiendo un paquete de leyes, entre los que se destacaban el Código Electoral y el Procesal Penal. Hubo críticas al kirchnerismo y una bienvenida para Mauricio Macri.

El miércoles 1 de marzo de 2017 dio su último mensaje ante la Asamblea Legislativa con un aumento salarial incluido. Dijo que en Corrientes sí se puede hablar de la “década ganada” y pidió estar unidos en el nuevo proceso.

En la despedida, después de jurar como senador, juntó a todo su gabinete, les entregó reconocimientos y después hizo un repaso de sus 12 años de gobierno. “Valdés va a ser mejor”, dijo, al dejar el poder.

About the author: Eduardo Ledesma

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