“La inteligencia no sirve para ser jefe de Estado. Lo que cuenta en un jefe de Estado es la fuerza. El valor, la astucia y la fuerza”
Henry Kissinger
“Entrevista con la historia”
Oriana Fallaci
Aseguran que no hay ni habrá pelea, pero por las dudas llaman a la unidad. Invocan la necesidad de una cohesión interna, pero como reaseguro, porque nadie está pensando en quiebres ni en diásporas. Lo que hay, en todo caso, es la teatralidad de la disputa del poder, que a veces es teatro y a veces degüella de verdad. Y la sangre de verdad llega al río de verdad, generando problemas de verdad a una sociedad que mira desde un Coliseo distante, cómo se despedazan los hombres y las fieras. Y todo por el poder.
No ocurrirá aquí. Juntos, como hermanos o primos (como no se pudo en épocas de otros apellidos) los mandamases del principal partido de gobierno, la UCR, pusieron primera de cara a las elecciones de este año, comicios en los que Corrientes deberá elegir gobernador, intendentes, y una larga lista de legisladores comunales, provinciales y nacionales.
Los números que materializan las preferencias sonríen al gobernador Gustavo Valdés. No habría mayor margen en relación con ese tema, al menos puertas adentro de la Unión Cívica Radical, pues Valdés aventaja con holgura a Ricardo Colombi. A veces 2 a 1. A veces 3 a 1. Y son los que más miden en toda la alianza.
Hay quien dice, además, desde las galerías del rosado inquilinato del gobierno, que anoticiado de esos y otros guarismos, que entre el lunes a la noche y el martes a la mañana le mostraron Alejandro Catterberg (director de la consultora Poliarquía) y Andrés Rabossi (de la consultora Nordeste), Colombi sorprendió con el mensaje de unidad lanzado en el salón donde -distanciados por protocolo sanitario- se reunieron los popes del radicalismo vernáculo.
Sorprendió esa suerte de capitulación. Y sorprendieron después sus enojos impostados en entrevistas radiales cuando algunos periodistas le preguntaron sobre su relación con el gobernador. Molesto, el presidente de la UCR dijo que son los otros los que ven peleas allí donde él sólo ve unidad.
—No se discute la unidad. Hay algunos actores que están en una burbuja y tratan de crear discusiones todos los días, en un estado que no es real. ECO es una alianza social y política. La sociedad nos va a castigar con el voto si no hacemos las cosas bien. Tenemos que ser racionales, cautos, moderados, cerrar lo que tenemos que cerrar hacia adentro, consolidar hacia adentro y presentar un proyecto político hacia la provincia —dijo en Radio Dos.
Mensaje correcto, digno de impresionar a los ingenuos. Mensaje astuto, también, digno del avezado jugador que es con las piezas y los tiempos de la política. Sucede que Ricardo Colombi llamó a la unidad justo en momentos en los que viene hablándose -y mucho- de que él mismo estaría detrás de otras candidaturas que buscan esmerilar ciertas estabilidades internas, sin contar que no son pocos los dirigentes que lo ven dispuesto a dar nuevas batallas. Hay otros, también, que intentan jubilarlo, como él mismo dice.
Ahora bien, más allá o más acá de lo que se declara en la prensa, la cuestión central para el radicalismo estriba en la gestión de su propia interna. El resto de los socios parecen convidados en una conversación en la que se definirán cosas menores. El premio mayor parece problema de dos personas, y ello también, más allá de la gastada estrategia del miedo a la que apela Colombi para que los propios trabajen un poco más de lo que les permite el aburguesamiento que da como resultado el ser parte de un gobierno que lleva 20 años en ejercicio de la gestión. Y del poder.
—Hay declaraciones que no sirven para nada. Hay dirigentes que no recorren, que no salen del aire acondicionado, que no andan por la calle, que no salen del café y no hablan con el empresario, el docente, el policía, el comerciante, el productor —reclamó el exgobernador.
Muy parecido al reto de Cristina Kirchner cuando dijo que “hay funcionarios y funcionarias (de Alberto Fernández) que no funcionan”. Perecido, solo eso, porque los modos de la señora están lejos de los modos del señor.
De hecho, Colombi pidió desperezarse y evitar los aires triunfalistas porque “el Gobierno nacional intentará poner a un peronista en el sillón de Ferré”. Y lo dijo como si fuera una novedad, aunque sonó más bien como si fuera un demérito o una ilegalidad esa aspiración. Además de una posibilidad que debe conjurarse con trabajo.
Más allá de esto, lo cierto es que la UCR largó su campaña. Dicen que en breve llamarán a los socios, que empezaron también a moverse. Y a reclamar.
La maquinaria de la política empezó a rodar en busca de los espacios, mientras en paralelo azuza la pandemia y hay urgencias que todavía no tienen manuales protocolizados: por caso la vuelta a las clases, que es una prioridad para el Gobernador. Para el Presidente. Para todos. Será, al parecer, un trofeo en este año electoral.
Pero de nuevo en Corrientes, será ese un punto crucial para Valdés, porque conseguir la apertura de las escuelas y el retorno de la escolaridad presencial será una señal positiva para el futuro y una plataforma de lanzamiento ideal para su reelección, cosa sobre la que pocos dudan a estas alturas.
Colombi, mientras tanto, intenta marcar la cancha, como siempre. En su rol de regente del partido, dijo que recién en abril o mayo se decidirán las candidaturas. Seguramente será así, pero “las candidaturas” no son lo mismo que “la candidatura”.
Tal vez falte un poco más, sí, para terminar de definir la estrategia de Capital. Algunos referentes del Gobierno, como Carlos Vignolo, aseguran que habrá una repetición de fórmula y que Eduardo Tassano irá también por la reelección. Hay otros que ponen ciertas reservas; quizás el propio Colombi sea uno de ellos. También algunos funcionarios y varios socios.
Para colmo, la tormenta de la semana pasada reavivó un viejo fantasma: el de las lluvias enancadas a inundaciones pasajeras, fenómeno que eyectó a Fabián Ríos de la Municipalidad de Corrientes y, en el pliegue inverso, potenció la candidatura de Tassano, arropado por la publicidad de un plan hídrico que mostró algunos avances, pero que se demostró insuficiente. Funcionó en la seca, pero en la primera gran lluvia la ciudad volvió a nadar en sus peores recuerdos.
La oposición, que tampoco pudo hacer mucho cuando fue gobierno, salió a recordarle a Tassano sus déficits: “¿Se acuerdan del plan hídrico?”, preguntó con acidez el diputado Pitín Aragón en sus redes sociales, subido al tren de una candidatura con boletos kirchneristas. Para colmo de males, el ecónomo todo terreno de la Comuna, “Cuqui” Calvano, salió el mismo martes de la lluvia a decir que Tassano merece más tiempo porque hizo lo que nadie, y de eso, hizo muchas cosas que no se ven (sic).
En connotadas parcelas oficialistas ensayaron sonrisas ante esa frase que puede querer decir otra cosa, pero que no fue indiferente a la ponzoña de las chicanas en tiempos electorales.
—Obvio que no se ven. Las obras que se ven en la Municipalidad las hace el Gobierno —ironizó alguien que conoce los pormenores puertas adentro de ECO y que no se escandaliza por los códigos de tanteo a los que se apelan en épocas de campaña.
En ese marco, todo está por verse. Y como todos perciben, números en mano, que la reelección de Valdés es posible, nadie quiere quedar afuera del reparto. Es un asunto difícil porque los espacios son exiguos y los pretendientes son muchos, en ambos esquemas provinciales. Veamos.
En las últimas tres elecciones a gobernador, el electorado polarizó su decisión. Ganó siempre el Gobierno, pero el PJ estuvo allí, cerca. Esa polarización, que parece razonable en términos políticos e incluso ideológicos (pues el mundo democrático se debate entre tres o cuatro ideas de administración y gobernanza), no se condice con la cantidad de partidos que viabilizan el voto. Ni con las visiones o proyectos de provincia que se explicitan, que hace rato son más bien conservadoras.
En Corrientes, aun así, en las últimas elecciones estuvieron habilitados 41 partidos políticos: 41. He allí la dificultad que tienen siempre los armadores y estrategas. Veremos cómo se resuelve esta vez. La carrera entra en tiempo de definiciones. Y de escarceos. Lo que no habrá es pelea, por suerte.