Desestimado doctor Dindart

(Domingo 03 julio 2016).

Desestimado doctor Dindart. Me atrevo a escribirle esta carta porque no estoy seguro de poder soportar, con usted presente, una conversación calma sobre el tema que, dado los acontecimientos, al parecer lo consterna, tanto, que es capaz usted mismo, sin ayudas, de cometer varias veces el mismo exabrupto.

No es que importe lo que piense, pues está en su derecho de hacer lo que le parezca. De última es su problema. No se puede tampoco, por respeto a su investidura, intentar siquiera que usted deje de cometer sus imprudencias. Pero preocupa un tanto que piense lo que piense en su rol de representante de un pueblo que -a juzgar livianamente, como usted mismo enseña- desprecia profundamente.
Está claro que nada garantiza que estas palabras puedan significar algo para usted, pues se confesó “insensible” ante sus pares, pese a su condición de pediatra. Eso sería mucho pedir para un completo desconocido como yo, sobre todo si usted no hizo un acto de contrición cuando se lo pidió su amigo personal el gobernador Ricardo Colombi, que hizo todo lo que estuvo a su alcance para protegerlo cuando, como ministro, lo hundió en las barbaridades de sus palabras, contradiciendo el mensaje de cercanía y comprensión que pretende hacer llegar a la ciudadanía el Gobierno de Corrientes del que usted es parte.
Podría decirse que mucho le debe usted a su amigo el Gobernador, que en vez de degradarlo encontró una salida decorosa pese a su comportamiento. ¡Lo puso en una lista, Julián! ¡Lo hizo legislador nacional, para que ahora usted vuelva sobre sus pasos!
El asunto, desestimado, es que usted ya no sólo no está en Corrientes paseando su insensatez sino que representa a la provincia en el Congreso de la Nación, entidad que le confió (vaya a saber por qué) la presidencia de la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, como parte de un gran entramado político que tiene a su partido, la Unión Cívica Radical, como socio del frente gobernante Cambiemos.
Es saludable que haya renunciado a la comisión. También es saludable que usted sostenga lo que sostiene. ¿Por qué? Posiblemente crea firmemente que las mujeres, sobre todo las más jóvenes, se embarazan para cobrar un plan, pese a que los números que usted mismo mandó a hacer en su época de ministro de Salud lo desmientan categóricamente.
Se le rescata en su obstinación, más allá del yerro, que crea que lo que dice es verdad y que en todo caso el arco político, sobre todo sus correligionarios, en realidad piensan lo mismo pero están tan absorbidos por la política que no les queda otra más que ser lo que son, una parva de hipócritas.
Puede que en algún momento de la historia usted consiga algo de paz con esto que lo aqueja, pero hoy no es el momento. Los que antes lo defendían, sus amigos de Corrientes, están obligados a negarlo más de tres veces, como pasó incluso esta semana, porque estamos cerca de una campaña; porque sus partidarios se juegan mucho más que lo que pueda valer su cabeza, y porque usted, ni más ni menos, cometió otro error grave en el sostenimiento de su verdad: dijo algo que ni el más facho de sus correligionarios diría, por más que lo piense.
Usted se puso a la derecha del propio Macri, diputado Dindart, lo que es mucho hasta para el más osado de los alcahuetes del poder. No puede dejarse llevar por la banalidad de “decirse encima”, más allá de que esté rodeado de gente que elabore las vicisitudes del mundo como usted.

***

Déjeme decirle algo, Julián. Probablemente no cambie en nada la situación, pero es importante. No soportaría que usted leyera esta carta y crea que se funda sólo en apreciaciones libres, como las que usted garabatea para sostener sus equivocaciones.
Las estadísticas más actualizadas disponibles (sepa disculpar la ambigüedad, pero en Corrientes es difícil conseguir estadísticas) sostienen que la tasa de fecundidad adolescente tuvo un ligero incremento en el período interanual 2009-2010, pero se mantiene prácticamente estable desde 1990, desde cuando mandaba el neoliberalismo de Carlos Menem, aquel que pauperizó a la sociedad, ¿le suena?
En Corrientes, asimismo, desde el año 2011 se mantiene el índice de natalidad según las estadísticas difundidas por el Ministerio de Salud de la Nación y el informe elaborado por el Ministerio de Salud Pública local.
En cuanto a porcentaje de embarazos de mujeres jóvenes, hay un incremento escalonado en proporción al crecimiento poblacional desde 2001, estancándose entre 2006 y 2014, entre 19 y 20 por ciento.
Es raro que le diga esto Julián, créame, porque antes de ayer leía en un diario que su sucesor en el Ministerio de Salud, el doctor Ricardo Cardozo, confirmaba estos conceptos con datos oficiales, locales y nacionales, de cuando usted era funcionario, desestimándolo. Una pena.
Más aún. Una organización nacional “chequeó” sus palabras, ¿sabe? Esa organización, cuyo producido se puede ver en la página chequeado.com, insospechada de parcialidad, dijo que lo suyo es insostenible, Julián.
“No hay datos disponibles que prueben una incidencia directa de la AUH en el aumento de los embarazos. Un estudio alternativo da cuenta de un impacto sobre la fecundidad, pero se trata de un efecto moderado y restringido a cierto grupo”, concluyeron.
Por lo demás, cuesta creer que en “su” ministerio sus propios correligionarios quieran dañarlo. Pero déjeme decirle también, por las dudas, que al menos lo desconocieron, desde el ministro secretario general para abajo. Usted fue un problema para ellos esta semana, como lo fue reiteradamente cuando fue ministro.
Quisieron terminar con sus enchastres mandándolo al Congreso y lo único que lograron, a un puñado de meses de su asunción, es que usted magnificara sus deposiciones.
(Entre nos: ¿usted creyó en serio que mantendría un secreto en el Congreso desalojando periodistas de un recinto? ¿Si usted cree firmemente en lo que dice, por qué no quiere que la sociedad lo escuche?).
Debería asesorarse mejor, desestimado Dindart, que para eso el pueblo argentino paga buenos cupos. Ocúpelos al menos para no incinerarse y actuar como el carbón (prendido quema y apagado ensucia) con sus amigos que trabajaron duro para que usted sea diputado.
Como ciudadano uno se pregunta, diputado, si usted estaría a la altura de sus responsabilidades si no fuera porque es amigo del Gobernador. Uno se pregunta si le importa en serio la salud pública, la familia, la niñez y todo eso. ¿Le importan, Julián?
Usted fue ministro de Salud Pública en Corrientes durante muchos años y entre otras cosas ¿sabe lo que dejó?: muchos malos índices. Tantos, que ni siquiera vienen al caso. Hay médicos que dicen que su gestión fue desastrosa y lo hacen públicamente.
¿Podría hacerse cargo de ello alguna vez? ¿O no tiene tiempo más que para quejarse por medidas que otros desarrollaron para tratar de incluir a una sociedad como la nuestra Julián, muy pobre, estructural y culturalmente?
El gobierno que usted representa, Julián, está hace mucho tiempo en Corrientes. ¿Usted cree, en todo caso, que las condiciones para que las chicas se embaracen y cobren un plan dependen de un capricho adolescente?
Julián, ¿usted cree que una chica cargaría con un hijo, haciendo malabares con un plan de unos pocos pesos, si tuviera opciones de estudio, trabajo, vivienda digna y oportunidades de desarrollo personal y profesional?
En fin, diputado, no quiero que pierda más de su valioso tiempo con estas nimiedades.
Estoy seguro de que usted respetará esta opinión, aun las menos fundadas, pues es así como usted procede.
De cualquier manera, puestos a decir barbaridades, si las mujeres se embarazan por un plan que con suerte paga dos paquetes de pañales descartables, usted, que cobra unos varios miles de pesos por mes, ¿lo hace para decir lo que dice y actuar en consecuencia, es decir, estigmatizar, enjuiciar y condenar desde el más recalcitrante prejuicio y resentimiento poco menos que clasista?
Aunque si lo pienso me parece que es una barbaridad.
Perdóneme Julián.
No debería dejar que digan semejantes cosas de usted.

Atentamente.

 

(más…)

Para hacerse escuchar, la campana debe sonar

 

“A los médicos, la intolerancia, la incertidumbre y el narcisismo nos hace vivir los aciertos como producto de nuestra capacidad, olvidando el azar, y responsabilizando de los errores a algún otro o al azar, olvidando o negando nuestra incapacidad.”
Alberto Agrest. Médico académico.

 

La muerte de Agustina Cristaldo, la nena de 3 años que el lunes ingresó al Hospital Pediátrico en busca de atención médica y ayer fue sepultada, cuanto menos actualizó el debate sobre las condiciones del sistema público de salud, la responsabilidad de los gobiernos encargados de su organización y gestión y sobre la pericia de los médicos y asistentes que son la cara visible de ese sistema.

Entendidos en la materia hablan de la necesidad de reorganizar el esquema de atención; de hacer funcionar la descentralización que se pretendió con la implementación de las salas y centros de salud y, por lo tanto, de contar y contener al material humano encargado de aplicar las políticas sanitarias definidas, se cree, como políticas de Estado.

Las limitaciones presupuestarias jaquean siempre ese deber ser. De ello hablan los gobiernos para justificar su intransigencia ante el reclamo de los gremios, y de ello también hablan los gremios para justificar sus paros. Pero una realidad se da de bruces con esta cuestión: los profesionales preparados en Corrientes hoy ejercen en otras provincias, incluso más pobres que esta, aunque cueste creerlo. Entonces, ¿no hay dinero, voluntad, o lo que escasea es la inteligencia para administrarlo?.

No hace mucho, por caso, el Pediátrico fue un hospital de referencia en el país, capacitado para atender a pacientes que demandaban prestaciones de alta complejidad. ¿Que pasó ahora con esta niña? Dicen que la Justicia se encargará de revisar el caso. Pero mientras tanto, ¿quién se encarga de lo otro, de reorganizar el sistema, de equipar los hospitales, de capacitar médicos y rentarlos de acuerdo a sus responsabilidades?.

Los gremios del sector vienen desarrollando medidas de fuerza por estas y otras cuestiones. Advirtieron en más de una oportunidad que este (la muerte) podría ser el resultado. Ahora que está la muerte sus responsables aclararon rapidito que el Pediátrico no estuvo de paro. ¿Cómo es entonces? ¿Hay o no hay precariedad laboral?

En el Juan Pablo II, como sucedió ya en otros hospitales, sus directivos primero salieron a proteger la prestación de sus médicos, después a colaborar con la justicia por el esclarecimiento del caso de Agustina y en las últimas horas a quejarse por la falta de médicos, de enfermeros pediátricos y de otros asuntos que no siempre están en la agenda de charla con los responsables políticos del Ministerio de Salud. Si de eso hablan, alguien no entiende o no hay respuestas.

En paralelo, médicos con jerarquía dentro de la institución, no tuvieron mejor idea que recurrir a las estadísticas. “Atendemos a más de 250 mil niños por año”, aseguró ayer un doctor en contacto con la prensa. O pretendió con ello revivir el recuerdo de viejas glorias o, lo que sería peor, intentó justificar la muerte por una cifra.

Pero fueron más allá todavía. Este y otros profesionales salieron a cuestionar la tarea de la prensa, como queriendo matar al cartero. Resulta que para estos doctores, y también para algunos chupamedias de profesión, integrantes de una claque de pseudo comunicadores de moralina, la prensa informó sobre el caso de manera parcializada. Reflejó el dolor de la familia y no la rotura de unos vidrios, la bronca amenazante de los padres y no la voz oficial.

Tal vez tengan razón. En cuestiones como esta, la prensa suele defender al más débil, dándole voz al que no tiene, no al que la oculta. Pero además, deben saber los doctores -y los serviles-, que una campana se escucha si la hacen sonar. Es muy difícil para la prensa acceder al campanario, es decir, defender una posición que no conoce.

Ni el director del hospital (salvo en una mini conferencia de prensa), ni las autoridades del Ministerio de Salud, ni la fiscal de la causa, ni el jefe de los fiscales respondieron requisitorias periodísticas tras el escándalo. Este diario los buscó infructuosamente. Ese vacío lo llenó una familia desbordada de dolor por la muerte de una niña y por el (mal) trato humano de los médicos y enfermeros.

La crítica elíptica, no obstante, activó los teléfonos. Ayer, cual corporación, los médicos quisieron explicar sus verdades, casi como el dueño del chancho pateado que cuenta el refrán. Hasta hubo una reunión interna en el hospital. Raro, teniendo en cuenta “un caso” en 250 mil al año.

La prensa también comete errores, graves algunos. Pero no es error de la prensa no acceder a la información por una negación de quienes detentan circunstancialmente el poder de administrarla. Y mal que les pese a algunos, periodismo se hará siempre. Y será del bueno si horada las posiciones soberbias de los grupos dominantes, cualquiera sea su origen.