Gustavo Valdés: “Me llevo bien con el Presidente y me quiero llevar mejor”

Publicaco en La Nación

A sus 52 años, Gustavo Adolfo Valdés (UCR) podría convertirse este domingo en el segundo gobernador reelecto de Corrientes. Pero además, su objetivo es llegar arropado por un acompañamiento político amplio, a la luz de histórico si es que se confirman los datos previos, consistentes en todas las encuestas conocidas hasta el momento.

En el tramo final, Valdés trajina la provincia con pequeños actos de cierre de campaña. Ayer protagonizó el acto central de clausura en la capital provincial. “L grieta no sirve porque destruye: me llevo bien con el Presidente y me quiero llevar mejor, porque es lo que debemos hacer cuando gobernamos”, remarcó en diálogo con LA NACION.

En paralelo, su fuerza ECO+Vamos Corrientes, se preparan para un eventual festejo, que podría contar con la presencia de varias personalidades del radicalismo nacional que ya confirmaron asistencia. Uno de ellos será el precandidato a diputado nacional por la UCR en la Provincia de Buenos Aires, Facundo Manes, que intentará capitalizar la victoria

-El Presidente reconoció a los gobernadores de la oposición porque, según dijo: “No hicieron la oposición que hizo la oposición”, en relación a la pandemia.

-Es que nosotros gobernamos. Una cosa es gobernar y otra cosa es tener el rol de un legislador que está en el Congreso. Nosotros estamos para gobernar y para aportar racionalidad al sistema. Yo creo que con la grieta no se construye, se destruye. Yo soy más dialoguista. Creo que nosotros tenemos que conversar mucho más. Creo que hay un reconocimiento de eso por parte del Presidente.

-Usted gobernó estos cuatro años con dos presidentes. La relación con Mauricio Macri fue muy buena, pero no lo fue menos con Alberto Fernández. ¿Es así?

-¿Y por qué en la política hay que pelearse con el adversario? Yo creo que la política tiene que servir como un instrumento de diálogo, de acercamiento. A mí me gustaría tener una mejor relación con Alberto Fernández. Me gustaría tener una mejor relación con los gobernadores del país y seguir mejorando las relaciones.

-¿Cuánto se retrocedió en materia de pobreza por el Covid?

-Creo que retrocedimos mucho por el Covid y por la devaluación. Nadie habla del proceso de devaluación. Si vos te fijas cuánto ganaba un empleado público cuando inicié mi mandato, ganaba creo que 800 o 900 dólares, como mínimo. Hoy un empleado público gana 200 o 300 dólares de base. Entonces, la devaluación fue tremenda y la pobreza se mide en dólares, le guste o no al Gobierno

-Ya en 2019 el índice de pobreza de Corrientes fue muy desfavorable.

-Cuando nosotros vemos que se cambian los índices de distribución de recursos en la Argentina, las provincias comienzan a crecer. Cuando se centralizan los índices de distribución y la Nación se queda con la mayor cantidad de plata, las provincias comienzan a pulular su pobreza. Y esto es lo que nos ocurrió en los últimos tiempos. En el Norte de la Argentina representamos el 30% de la población pero sólo el 15% de la economía. Eso está hablando de que hay una mala distribución de los recursos. Entonces, de esto se trata un poco: si nosotros no resolvemos las economías de las provincias distribuyendo de manera distinta, nunca vamos a poder resolver el problema y el dilema que genera el Conurbano bonaerense.

-En sus discursos usted habla de que durante todo el siglo XX y los primeros años del XXI, uno de cada tres o de cada cuatro correntinos se fue o se va porque la provincia no los contiene. ¿Cree que se puede frenar esa tendencia?

-No es un problema de Corrientes. Es un problema del Norte y del Sur porque los beneficios y las oportunidades terminan estando en el país central. El Conurbano bonaerense es la búsqueda de oportunidades de los ciudadanos del interior. Si nosotros no revertimos la distribución y el desarrollo en la Argentina, no vas a poder resolver jamás el problema del Conurbano. Nunca. Entonces, eso es lo que nosotros tenemos que cambiar. Si nosotros cambiamos la visión de lo que es la macrocefalia de la Argentina y logramos el desarrollo en nuestra provincia, muchos correntinos van a volver. Creo que esa es la única forma: generar oportunidades en la provincia.

-¿Qué provincia encontró cuando asumió?

-Creo que Ricardo Colombi marcó un proceso de normalización. Había cosas pendientes, pero ya con una provincia estabilizada. Pero en los números estábamos ahí, quietos. Creo que el desafío nuestro, con los sueldos al día, estabilizados, era comenzar el despegue y eso hicimos.

-Cuando asumió usted habló de los desafíos en desarrollo, inclusión y modernización. Cuatro años después, ¿cuál es el balance?

-Es imposible soslayar la pandemia, pero sin excusas, creo que estamos en camino a eso. Yo miro el empuje que nosotros le dimos a los parques industriales y fue tremendo. Estamos generando las condiciones para el desarrollo. Avanzamos con dos empresas que también van a mejorar mucho la calidad de vida de los correntinos: Encorsa y Telco, una de generación de energía limpia y la otra que es nuestra empresa tecnológica. Estamos haciendo en este momento un nuevo ingreso a la ciudad de Corrientes. Me parece que esos son hitos, además de la construcción del puerto de Ituzaingó; y el de Lavalle. Pero también creo que es imposible que nosotros no pensemos en incluir a mucha gente que hoy está fuera del sistema y que no tiene posibilidades, porque nos toca un momento duro, un momento difícil.

-¿Para qué busca un nuevo mandato de gobierno?

-Creo que el primer tiempo fuimos más prudentes. Ahora tenemos que profundizar el estilo de gobierno y creo que hoy está claro el camino: tratar de generar valor a nuestros productos, generar empleo y darle para adelante con la industrialización; mucha educación; mucha inversión en salud. Esos serán los pilares si tenemos la oportunidad de gobernar nuevamente.

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Resistencia: capital nacional de la pobreza

La pregunta es tan dolorosa como la situación que describe: ¿por qué Resistencia se ha convertido en la capital nacional de la pobreza? Las respuestas son multicausales y van más allá de la ciudad, porque hoy es Resistencia la que encabeza el ranking, pero ayer fue Corrientes y anteayer, Concordia. No se trata de una infrecuente excepcionalidad chaqueña sino que es la regularidad de una región pobre.

Las causas también estriban en cuestiones que exceden los números que el Indec publicó el 31 de marzo, y que dicen que el Gran Resistencia tiene la mayor tasa de pobreza del país y la mayor tasa de indigencia de la Región NEA.

Con el 53,6% de su población afectada, es decir 414.823 personas, la capital del Chaco es la más pobre, entre otras cosas, porque no logra torcer su curva de deterioro que viene en franco ascenso hace años, pero que se aceleró desde 2018. Hubo tres factores: la pérdida de empleo, sobre todo empleo privado; la caída del salario, que además es uno de los más bajos del país; y los precios en alza de una inflación sin freno.

La tasa de actividad de Chaco, además, es muy baja. Tiene muchas personas que subsisten de programas sociales, pero que no alcanzan para cubrir la canasta básica. Fue, de hecho, la provincia que más cantidad de beneficiarios de Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) tuvo en relación con su población, alcanzando cerca del 30%.
A esto se suman cuestiones de carácter más estructural, que tienen que ver con las variables educativas y culturales, y el difícil acceso a las tecnologías. También con variables sanitarias y de infraestructura básica. Los datos que maneja el intendente de Resistencia, Gustavo Martínez (PJ), no son menos alarmantes. En diálogo con LA NACION dijo que unos “150 mil habitantes viven en asentamientos sin urbanización”: algo así como el 30% de la gente afincada en todo el ejido que gobierna.

Números
Una cuestión a tener en cuenta de la medición del Indec es que describe aglomerados urbanos. “Por ende, en el caso chaqueño, no contempla a toda la zona del Impenetrable o a localidades del interior donde la realidad socioeconómica es distinta. Proyectar el 53,6% de pobreza del Gran Resistencia a toda la provincia podría generar que el número provincial final pueda alcanzar hasta el 60%”, dijo Alejandro Pegoraro, director de la consultora Politikon Chaco.

“Sucede que no hay planificación de infraestructura ni de nuevos servicios ante el fuerte crecimiento de población de la capital, que contiene a la gente que llegó desde el interior en busca de mejores oportunidades para sus familias, expulsada por el avance de la concentración de las tierras. Una gran parte de esa población vive actualmente en condiciones de hacinamiento”, agregó Carlos Martínez, presidente de Libres del Sur Chaco.

El Gran Resistencia es un conglomerado urbano formado por distintas ciudades: Resistencia, Barranqueras, Fontana y Puerto Vilelas, que suman más del 50% de la población de la provincia. Son ciudades unidas, sin límites definidos. Están tan conectadas físicamente, que hasta parecen una sola, pero tienen intendencias distintas y muchas veces criterios desarticulados, lo que amplía la fuga de recursos.

“La pobreza viene creciendo a pasos agigantados. Hay más actividad callejera: gente pidiendo dinero o vendiendo cualquier cosa en el centro para poder llevar un plato de comida a su mesa”, dice Sonia Cardozo, coordinadora provincial de Barrios de Pie.

Sumado a ello, la falta de políticas de impulso industrial hacen que la población de este conjunto urbano mueva su economía al ritmo del Estado, que es el mayor generador de empleo.

Hay más: Resistencia tiene más del 50% de sus trabajadores activos en la informalidad. El intendente Martinez reconoce toda la problemática, y agrega que la capital, “al no tener un perfil industrial que permita la generación de empleo”, se inclina por el comercio y los servicios, que fueron severamente afectados por la pandemia.

Críticas en clave política
El intendente de Resistencia plantea también una serie de quejas en cuanto a la administración de los recursos, pese a compartir espacio político con el gobernador Jorge Capitanich y con el presidente Alberto Fernández. Dice que las ayudas estatales “son muy importantes, pero han sido devoradas por la inflación”. “Resistencia necesita ayuda provincial, nacional o de cualquier organismo internacional, porque no podemos pedirle más aportes al contribuyente de la ciudad”, agregó.

Martínez fue el intendente que más cuestionó las decisiones iniciales con las que el gobierno de “Coqui” Capitanich intentó gestionar la pandemia. El gobernador, de hecho, solo atinó a reconocer que los últimos datos son “muy dolorosos” y que tienen dos culpables: la recesión acumulada en el último tramo del gobierno de Mauricio Macri y el Covid. No admitió, hasta ahora, las responsabilidades que le toca al justicialismo que gobierna el Chaco desde 2007.

El diputado radical Livio Gutierrez señala que el Chaco recibió la mejor coparticipación per cápita anual de Argentina. En 2020 fueron más de 82 mil pesos por habitante, cuando Mendoza recibió 40 mil y Buenos Aires 23 mil. “Los recursos, en todo caso, están mal direccionados. Además hay mucha mentira estadística, porque estos niveles de pobreza no se condicen con los índices de desocupación, por ejemplo. O se miente, o directamente la gente no busca trabajo porque se siente incapaz o porque se siente desahuciada por la situación”, señaló en contacto con LA NACION.

Es verdad también que la estructura de la pobreza es atávica en el norte del país. Por eso este tema ocupa la agenda central de los gobernadores de las diez provincias del Norte Grande que se reúnen una vez por mes y casi siempre con el Presidente. Tales encuentros ya empezaron a fructificar: en marzo, en Catamarca, Fernández anunció un sistema de reducción de aportes patronales para las diez provincias, como llave de promoción para la generación de empleo. Ahora se trabaja, entre otras cosas, en compensaciones del costo energético.

La arquitecta Claudia Leguiza, secretaria general de la fundación Conin Barranqueras, analizó la situación por encima de la fría estadística. Hizo hincapié en la cuestión cultural y en el modo en que se encadena la vida de las personas marginadas. “Esa gente muchas veces debe optar entre la comida o la ropa o la escuela o limpieza. Pero además, si come, consume harina, grasa o aceite”, señaló.

A la pobreza estructural se le suma ahora la pobreza extrema que golpea más a las familias numerosas, generalmente con mujeres al frente. “Si no revertimos esa mentalidad de la pobreza hereditaria (”nací pobre, muero pobre”), de nada nos sirve el trabajo de contención que hacemos nosotros, o los subsidios. Tenemos que trabajar y mucho, sobre todo con esas madres adolescentes de 14 o 15 años”, agregó.

Efecto covid
De día, el centro de Resistencia es el recuerdo de lo que fue en épocas prepandémicas: una ciudad colmada de actividades culturales y sociales y de estudiantes universitarios. Hoy casi todo está cerrado y los estudiantes no están. La actividad económica es muy menor. Los comerciantes que pueden, subsisten, pero malgastando renta o achicando ahorros. El que no, cierra. Las persianas bajas se convirtieron en una constante a lo largo y ancho de la ciudad. Sólo en la peatonal hay entre un 30 y un 40% de locales vacíos, según datos municipales.

La reconversión de algunos rubros también es una constante. Allí donde antes había una florería o una librería hoy hay alguna rotisería o una verdulería. Las calles y avenidas de las afueras acompañan esa desolación. El pavimento está agrietado y de noche los bulevares son oscuros.
En los barrios la cosa es todavía peor porque la capital del Chaco le ganó espacio a las lagunas y bañados y convive con riachos interiores, tributarios del río Paraná. Hay algunos patios pegados a los terraplenes que intentan ser una defensa ante las cíclicas inundaciones. Y con basurales a cielo abierto que denuncian la inexistencia de servicios, pero también el deterioro de las condiciones socioambientales.

Esta situación llevó al Chaco a ser una de las primeras en recibir el embate más fuerte de la pandemia. Fue noticia todo el primer semestre de 2020 por el ensañamiento del Covid pero también por deficiencias en la gestión de la peste.

“Hoy las organizaciones sociales somos un factor fundamental para los sectores más vulnerables. En plena pandemia nos transformamos en esenciales, ya que sin nuestra ayuda, sin las ollas populares, no hubiese sido posible paliar esta situación por la que estamos pasando”, dijo Sonia Cardozo.

Según datos del Indicador Familiar de Acceso a la Alimentación (IFAL-Chaco), entre octubre del 2019 y mismo mes de 2020, aumentó un 43% la concurrencia de vecinos a los comedores y merenderos comunitarios, tanto en la capital como en el interior provincial.

Los más afectados, en el Chaco como en todo el país, son los niños y niñas, porque ven obstruidos y vulnerados sus derechos esenciales a la alimentación, a la educación y a la salud. Un 66% de los niños chaqueños consumen menos de las tres porciones diarias de lácteos que se recomienda como óptimas, pese a que poseen tarjeta Alimentar; mientras que el 61% come una sola fruta al día o no come ninguna, según la misma encuesta IFAL a la que accedió LA NACION.

La situación de alta pobreza impacta también en el resto de la sociedad. Todas las fuentes consultadas coinciden en este punto, pues la pobreza estructural limita las posibilidades de desarrollo general. Una ciudad donde uno de cada dos personas es pobre, es una ciudad que está estancada y donde no hay mercado para explorar sus potencialidades. El caso de Resistencia es una muestra de ello: en la agenda política de la última década, por lo menos, figura la necesidad de explotar las potencialidades del turismo, algo que no se logra porque las necesidades sociales son mucho más grandes a la vez que urgentes. “Lo mismo ocurre con la cuestión laboral: al ser una ciudad de alta pobreza y relativamente baja instrucción, la oferta laboral (privada, registrada) es poca y la que aparece está más enfocada en emplear personas de baja instrucción, porque son la porción mayoritaria y más barata”, concluyó Alejandro Pegoraro.

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Chaco, una provincia cercada por la crisis y la angustia

Publicado en el diario La Nación

La situación de crisis por la pandemia no da tregua en el Chaco . El Gobierno confirmó ayer la tercera muerte por el nuevo coronavirus en la provincia -igualando el trágico récord de la ciudad de Buenos Aires-, además de la cantidad de infectados, que son 49 y en aumento acelerado, entre otras cosas porque se incrementaron también los procesos de detección del virus en un laboratorio local.

En tanto, hoy se conocerá el análisis efectuado a otro paciente, de quien se sospecha estaba infectado por el nuevo coronavirus, que murió ayer en Resistencia. Era un empresario de una cadena de ventas de materiales para la construcción, de 59 años, y con antecedente de viaje al exterior.

Pero como si no bastase con la angustia del aislamiento y la situación de zozobra de muchas familias de la provincia -abrumadas por el parate de sus economías informales-, en las últimas horas surgió una polémica por un acto del gobernador Jorge Capitanich, que rompió el aislamiento para reinaugurar un monumento en el Día de la Memoria.

Si bien fueron pocos los funcionarios que asistieron e incluso guardaron la distancia de seguridad requerida, Capitanich y su equipo rompieron el protocolo de aislamiento. Y las críticas no se hicieron esperar. La gente reaccionó inmediatamente, sobre todo haciendo notar que por ese incumplimiento hay centenares de personas detenidas.

Diversos sectores opositores consideraron que “Capitanich es un mal ejemplo”. En esos términos se manifestaron dirigentes de la UCR y de Encuentro Cívico. Cuestionaron la “irresponsabilidad” de Capitanich al realizar un acto en plena cuarentena nacional. “Falta de respeto a la población, a quien se le pide no salir de sus casas, bajo pena de ser multados o llevados a prisión”, insistieron. Desde el Gobierno optaron por no responder nada sobre este episodio, ante la consulta de LA NACION .

Fue en este marco de inquietud que el Ministerio de Salud Pública del Chaco informó ayer el fallecimiento de una paciente con diagnóstico de Covid-19: una mujer de 73 años que se encontraba internada en una institución de salud privada de Resistencia desde el 19 de marzo, cuyo diagnóstico fue confirmado anteayer.

“La mujer, que permanecía con asistencia respiratoria mecánica desde el inicio de su internación, tenía comorbilidades: diabetes, hipertensión y obesidad”, señaló Salud Pública en un comunicado oficial.

La paciente había sido internada el jueves último y, según el director de Emergencias Sanitarias del Chaco, Nicolás Ivancovich, no había viajado al exterior, pero sí había tenido contacto con un caso confirmado anteriormente. Otras fuentes, algunas de ellas eclesiásticas, atribuyen a un sacerdote que dio positivo, pero que antes de saberlo celebró varias misas. Por ese mismo caso se activó el protocolo de aislamiento, protección y seguimiento de casos en una localidad de Corrientes, de donde el religioso es oriundo.

Días pasados, en contacto con LA NACION , Ivancovich había puesto la alerta sobre la necesidad de trabajo conjunto en el Noreste Argentino (NEA), sobre todo entre las provincias más cercanas, que son las de Chaco y Corrientes, a las que separa y une el río Paraná.

“Cuando salten los primeros casos en las otras provincias, esperemos que no sea tarde”, había dicho Ivancovich, sustentando esa línea argumental en la estrecha relación que tiene la población de la región. Entre otras muchas cosas, tienen en común extensas fronteras con Brasil y Paraguay, que son a su vez puertas de ingreso y salida del país.

La relación de Chaco y Corrientes es más estrecha aún. Ambas provincias comparten todo: de la educación superior que brinda la Universidad del Nordeste, con sede en ambas orillas, a intrincadas cuestiones familiares y relaciones laborales que, sin conciencia preventiva, o en estado de ignorancia, como el del sacerdote, ofrecen posibilidades de desarrollo a una pandemia como la del coronavirus.

En Chaco cunden los nervios por la situación sanitaria general, por la angustia que genera en su gente verse a diario en el tope de los rankings de la pandemia a nivel nacional, y porque ya se advierte la falta de recursos para afrontar la situación.

“Pocos dimensionan la situación sanitaria. No tienen en cuenta que no hay recursos ni para una situación normal”, agregó, en contacto con LA NACION , el dueño de una pyme que se encuentra cerrada, con vencimientos y la proximidad del pago de sueldos a sus empleados.

La situación es dramática, además, entre los actores de la economía informal, que es en Chaco, como en la mayoría de las provincias norteñas, tanto o más importante que la economía que mueve el Estado, el mayor empleador de la región.

Dentro de este panorama, la buena noticia es que hasta el momento no se confirmó circulación viral, al menos oficialmente. Las últimas muestras fueron analizadas en el Instituto Malbrán y en el laboratorio del Hospital Perrando de Resistencia, dado que a partir de esta semana Chaco está habilitado a realizar los estudios de las muestras, lo que agilizará los procesos y anticipará medidas preventivas.

“A la fecha se han elevado 344 muestras, de las cuales 300 analizan en Malbrán y 44 en Chaco”, agregó ayer la ministra de Salud, Paola Benítez, en conferencia de prensa. Indicó que los médicos que tuvieron contacto con los casos confirmados, están cumpliendo aislamiento social absoluto.

Dada la situación, asimismo, en las últimas horas el Hospital Perrando sumó respiradores e insumos para atender los casos de coronavirus. Son en total 10 nuevos respiradores enviados por la Nación para afrontar la posible creciente demanda ante la emergencia.

Estos equipos se suman al servicio de terapia intensiva para atender los posibles casos de afecciones respiratorias por coronavirus. Mientras, siguen las obras de refuncionalización de otros sectores del hospital para poder sumar otras 52 camas. Y avanza la construcción de un hospital modular que sumará 80 camas de atención de emergencias, según informó el Gobierno.
Por: Eduardo Ledesma

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Carlos Gelmi: “El periodismo está confundido, tergiversado, ya no es lo que era”

 

 

 

 

Con Gustavo Lescano y Sebastián Bravo. Hace un tiempo fue protagonista de un episodio que lo alejó temporalmente de la Redacción. Su salud le impuso un paréntesis que se resiste a cumplir porque le cuesta, como le costaría a cualquiera quedarse en su casa a ver televisión después de haber entregado 55 años de su vida a una profesión en la que se generan los contenidos de los que habla la televisión.

Carlos Alberto Gelmi, el decano de El Litoral, a su vez medio decano de la región, accedió a esta entrevista para hablar, en las vísperas del Día del Periodista, que se conmemora el 7, de la actualidad de la profesión. Una charla sin tapujos donde la crudeza del contexto del oficio se ofrece a borbotones. Un punto de vista tras medio siglo de trayectoria.

¿Cuál sería su definición de periodismo y de periodista?

Se repite todos los años a esta altura del partido, y pese a todo el tiempo en que uno está en esta temática no se puede llegar nunca a ninguna conclusión. Primero, porque cada uno va a tener una definición porque depende de cómo le fue en la feria. Y segundo porque es indefinible.

¿Pero qué es ser periodista?

Si hace 55 años me hubieran preguntado habría dicho la misma respuesta que ahora, es decir, por lo menos mostraría coherencia: diría no sé. Nadie me puede discutir porque eso es una cosa totalmente privativa de mi criterio, de mi forma de pensar que seguramente va a disentir de cada uno de los que me están escuchando que están queriendo interpretar mi pensamiento y nadie me va a poder discutir.

Eso es como la mamá: mi mamá es la más linda del mundo y la más buena. Eso es periodismo. Ahora, qué es ser periodista, eso es mucho mas difícil de definir, porque periodista puede ser cualquier persona que trabaja en un periódico o diario. Eso es ser periodista. Ahora, ¿se desempeña bien como periodista? Ahí está el asunto. Hay muchísima gente que no tiene la oportunidad de desempeñarse en un medio y sin embargo es buen periodista y no lo sabe.

Entonces, ¿hay una forma de hacer periodismo que puede ser distinta de la del periodista?

¡Sí! Sí, esa persona humilde, anónima, valiosa, los hacedores sociales, esos personajes que trabajan en los barrios y que a veces nosotros le negamos protagonismo, que están olvidados, a los que llamás por teléfono para preguntarle sobre los problemas de su barrio y te hacen una descripción increíble que nadie lo puede hacer tan bien como él, como ella. Esa persona es un periodista porque lo ha captado, lo ha vivido, lo ha interpretado. Es capaz de traducirlo y de interpretarlo. Y sobre todo transmitirlo, hacerlo entender.

En ese marco, ¿usted cree que hay categorías de periodistas, o está primero el periodista y después el medio y sus categorías?

Sí, al final, en el fondo, pero cada vez menos. Es la calidad que está oculta, que está tan desvalorizada, que se nota muy poco. Es decir, ahora por ejemplo, qué es lo que más se cotiza por imperio de la televisión: la imagen. Es muy difícil encontrar que triunfe en la televisión una chica que no sea bonita. Es más fácil que triunfe una mediocre pero que sea bonita. O un muchacho con buena pinta. Se privilegia la imagen sobre la personalidad, sobre la calidad. Pero la calidad al final se impone.

Igual, aflige un poco que a 55 años de trayectoria no tenga una definición de la profesión. Es decir, ¿a qué se debe esa negativa, ese no sé en cuanto a la definición?

Porque no creo que haya una persona que pueda decir “este es periodista”, es muy difícil. Por lo menos yo no la tengo, es como una vocación, es como cuando te dicen: hace 55 años que estás haciendo periodismo, entonces esa fue la vocación de tu vida. Y yo no sé si fue la vocación de mi vida. Lo único que sé es que siempre me gustó leer, escribir. Pero a mí, hace 55 años, me llegó un momento crucial: tenía que trabajar para comer. La opción en ese momento se dio en una redacción, en el diario La Provincia, que fue antecesor de este diario. Y bueno, entré y nunca más salí, se convirtió en mi vocación, se me metió el veneno en las venas y no pude salir. Pero qué habría pasado si en vez de meterme en la jaula de una redacción me hubiera metido detrás de un mostrador de una tienda. Hoy hubiera sido vendedor de telas, de zapatos. No hay una vocación original, una vocación nueva.

¿Fue casualidad o causalidad, finalmente?

Pudo haber sido las dos cosas. Yo hice mucha fuerza porque me gustaba, y no hice ningún esfuerzo para salir de esta tortura porque vos viste que los periodistas tenemos una característica también, siempre estamos protestando: que para qué me metí; que si puedo salir de esto me voy a meter en otra cosa. Si yo pudiera cambiar de profesión cambio, pero siempre vamos por lo mismo. Y así nos pasamos la vida. Es uno de los presupuestos esenciales del periodista: protestar y protestar, pero siempre aferrado a lo mismo.

Bueno, pero ahí está un concepto: la necesidad de protestar, la profesión es eso…

Sí, por supuesto.

Tratar de cambiar algo…

Sí, así como criticar, nosotros no estamos para aplaudir, no vamos a poner hacer una nota elogiosa para un médico que hizo una operación, salvo que esa operación sea excepcional, porque sino, ¿para qué está el médico? Nosotros estamos y siempre nos quejamos.

¿Es una protesta por la falta de reconocimiento, por trabajar hasta los días en que todo el mundo descansa?

Sí, pero también tenemos que tener en cuenta los privilegios que tenemos y que muchas veces nos echan en cara y nosotros lo dejamos pasar y miramos para el techo haciéndonos los distraídos. Nosotros tenemos muchos privilegios, por el solo hecho de ser periodistas; tenemos acceso a muchos lugares que otros no tienen, reuniones por ejemplo, donde va gente importante.

No me estoy refiriendo solamente a un ágape especial, cosa por la cual somos muy criticados y con mucha razón, porque tenemos una fama tremenda de ser grandes consumidores de sándwiches y otros bocaditos gratuitos.

¿Y cómo ve la profesión hoy?

Totalmente confundida, tergiversada, ha dejado de ser la profesión que era. No estoy haciendo la comparación en cuanto a su calidad, sino a los límites de su actividad. Está metida en cosas en que no tiene que estar metida y está ajena de cosas en las cuales debería estar metida.

Está tremendamente politizada y ha llevado a esa guerra de canibalismo entre el Gobierno y las empresas Clarín y La Nación. No sé quién tiene la razón, tal vez los dos tengan un poco cada uno, pero seguramente sean más las culpas. Así que eso que lo arreglen entre ellos pero sin mezclar a la gente.

Ni siquiera le echo la culpa a ambos sectores, sino a nuestros colegas que se dejan utilizar, que son personas inteligentes pero son lamentablemente aprovechadores de una circunstancia en las que buscan un beneficio muy especial, por lo menos circunstancial.

¿Cree que esa pelea Clarín-Gobierno se los llevó puestos a los periodistas?

Sí. A muchos se los llevó y otros se dejaron llevar. Pero no sé, ni me atrevo a pensar los costos. Cada uno tendrá su costo estampado en el orillo. Inclusive es fácil dar nombre: cuánto debe cobrar Víctor Hugo Morales para hacer esa campaña que está haciendo. Pero hay otros, como Mariano Grondona. Todos los cuestionamientos o todos los halagos que podés decir de Grondona tienen vigencia siempre. No cambió ayer ni va a cambiar mañana, no. Pero hay otros que cambian de ayer para hoy y según cómo viene. Si alguien del gobierno le hace un guiño no tiene problemas de cambiarlo. Como dijeron alguna vez: “Bueno, yo tengo mis principios, pero si no les gusta lo podemos cambiar”.

Usted fue en su momento editor de Clarín. ¿Qué siente hoy con este conflicto?

Eran tiempos totalmente diferentes. Esto es como decir la selección nacional con Messi, o la selección nacional con Labruna. Son diferentes.

¿Hoy proliferan más las operaciones de prensa o bien se puede notar más por la mayor cantidad de medios que hay?

Sí, hoy se nota mucho más porque ahora se mueve más dinero. En mi época (lo digo tocando de oído, porque de una de las cosas que me jacto es de que nunca me mezclé con la basura), se movía mucho dinero, pero ahora se mueve muchísimo más. En aquella época era, digamos, dinero barato: beneficiarte con un viaje, incluirte en una comitiva que viajaba a un determinado lugar, unas vacaciones pagas. Ahora es una cosa de fábula. Toda una familia empleada… Además, con un descaro sin rubor. Antes si se decía “fulano trabaja para tal partido, para tal gobierno”, uno no salía a la calle. Ahora se jactan, llevan una cucarda en el pecho.

Pese a esta descripción tan desalentadora, ¿cómo hacemos para preservar al periodismo?

Es que no hubo cuestionamiento. Nosotros vivimos pidiendo a los partidos políticos que hagan una autocrítica. ¿Y nosotros cuándo hicimos eso? Por qué tenemos que llegar a esta pelea de que un medio sea hoy de fulano y mañana es de otro, pero resulta que en los papeles aparece un tercero siendo el dueño. Acá hay medios que no sabemos de quiénes son.

¿Y esta pelea Clarín-Gobierno? No es una forma de autocrítica, de cuestionar al periodismo?

No, porque ellos no se cuestionan.

Pero la pelea deja al descubierto todo esto que estamos hablando y en definitiva la gente puede llegar a sacar sus conclusiones…

Sí, por supuesto que sí. Yo por ejemplo trabajé 16 o 17 años en Clarín, pero jamás supe que había acciones metidas en la TV; y hoy resulta que tiene 210 estaciones de cable, inmobiliarias, pilas de cosas. Si a vos te dicen “esto es El Litoral”, vinculás todo lo que así se llama; pero si se llama Pirulo no lo vinculás. Al final, todo parece que es para cambiar el collar pero es el mismo perro. Porque quieren destruir el monopolio de Clarín y La Nación para hacer el monopolio del Gobierno. Qué garantías tengo de que no será así.

En medio de esta disputa, ¿el periodista que hoy comienza tiene mejores perspectivas de encauzar su profesión?

No, siempre va a ser igual. Acá hay una relación empresa-empleado y así será, igual. Esa discusión sobre de “no hay libertad de prensa, sino de empresa”, siempre va a existir. Además, se puede plantear como propiedad privada.

Y los periodistas ¿tienen propiedad sobre algo?

No. Tienen los derechos que marca la ley sobre su estabilidad de empleo y nada más.

¿Y sobre su creación intelectual?

Bueno, sobre eso sí. Pero dónde la publicás. Si yo empresa te digo “no, esto no va”, por más que vaya con tu firma…

Entonces cómo hace el medio, ante este escenario, para generar cierta confianza con la gente, ¿falta autocrítica solamente o también decir cuáles son los intereses que te mueven?

Y, cumplir sus enunciados fijados como misión desde su fundación como medio, su rol social. Sin embargo, nadie controla que se cumplan esos objetivos fundacionales. Hay un descontrol absoluto. Hay diarios que podrían considerarse clandestinos y se venden en el kiosco de la esquina. La gran falla, por ejemplo, es que no tienen editor responsable.

¿Cuál sería, entonces, la principal motivación o misión del periodista?

Tenemos que ser sinceros: la principal es ganar el sueldo, sino no trabajarías de periodista. Hay una realidad cruda, que sangra a borbotones y es que mucha gente está dejando el periodismo por la función pública. Porque en la función pública trabaja mucho menos y gana mucho más. Y allí nadie le pide que rinda cuentas sobre su forma de pensar y cada dos años hay elecciones y cambia la forma de pensar.

¿Qué está planteando: un medio despersonalizado, que demuestre cuál es el atril desde el que habla y haga un pacto con el lector sin camuflar ideología, posicionamiento político?

Todo lo que digamos sobre eso, es inútil. Lo que pasa es que nosotros, los periodistas, creemos que los lectores son tontos, que los engrupimos, que lo que decimos ellos creen. Pero en la mayoría de las veces, el lector nos engrupe. Lo que pasa es que los periodistas somos como los artistas, somos vanidosos, egoístas, orgullosos. Que te feliciten nadie rechaza, lo malo es que te la creas, que te engrupas. Y el lector no es tonto, de ninguna manera.

¿Usted cree que el medio es el mensaje?

Sí, yo creo que es así.

Y si tuviera que empezar de nuevo ¿qué haría?

Y por ahí me empleo en una tienda. (Hay una escapatoria: haría lo mismo pero mejor).

 

Versión local

¿Cómo ve el periodismo de Corrientes hoy?

Que como mensaje no existe. Mientras siga vigente la situación económica general, y ahí involucro fundamentalmente el sustento económico del empresario periodístico, va a seguir siendo así. No se puede vivir pendiente de los humores de los funcionarios. Es diferente en Buenos Aires, donde hay fortaleza económica. Acá no tenemos absolutamente nada dónde rebuscarse. Al contrario, te castigan. Además, en ese sustento económico no sólo está el dinero que entra sino también está en una columna principal el dinero que debés.

Entonces, ¿somos presa del discurso único?

Exacto.

¿Cómo se resiste?

El día que descubramos eso, somos Clarín o La Nación.

 

La era digital

¿Qué suma o qué resta Internet en el periodismo?

Internet es lo mejor que hay. Hay esos cuestionarios en que se pregunta cuál es el hecho más importante de la historia. Y dicen el descubrimiento de la penicilina, el trasplante de corazón, la llegada del Hombre a la Luna, el descubrimiento de América. No, es Internet, no hay nada superior.

Y en el periodismo también, es el que más se beneficia por la inmediatez, pero es una partecita. Es una máquina de fabricar novedades. De la historia que viví yo, es una evolución de novela.

Y en el caso del periodismo, ¿hay una mayor variedad o una unificación más amplia? ¿Democratiza el mensaje o es una propaladora del discurso único?

Y eso lo tenemos que ver sobre la marcha. A ver si no es el Gran Hermano.

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