Valdés apunta al bolsillo de Macri

 

Ocurrió hace una semana. El domingo pasado, y después de 16 años, Gustavo Valdés ponía fin a la lista de los Colombi en la grilla de mandatarios, y recibía los atributos del mando convertido minutos antes en el gobernador propietario número 59 desde que Corrientes se organizó institucionalmente en 1821.
Fue un hecho importante, sin dudas, pero no el único. Porque más allá de los protocolos, Valdés produjo otros hechos de trascendencia que pudieron resultar imperceptibles, pero que marcan un camino nuevo, distinto, mejor asfaltado que el de la confrontación que usó, como el kirchnerismo en la Nación, el colombismo en Corrientes.
Valdés ingresó el domingo a Casa de Gobierno haciéndose cargo de problemas pesados, que además eran sistemática y oficialmente ignorados.
– “Hoy hablaba de un tema que era central: el combate de la pobreza. (…) Nosotros tenemos que combatir la pobreza, esa pobreza estructural que durante mucho tiempo se quiso esconder debajo de la alfombra (…) Sabemos que la única manera de solucionar los problemas es reconociéndolos. Y sí, tenemos pobreza; por eso los correntinos tenemos que trabajar el doble, todos los días y todos juntos para que la pobreza se erradique de Corrientes y de Argentina”.
En ese sencillo, pero emotivo acto, Valdés asumió su gobierno, que es el de Corrientes, una provincia con índices sociales dolientes, infames. Reconoció el problema, y marcó de ese modo un punto de partida para tratar de morigerarlo y eventualmente solucionarlo. No se escudó en los índices ni en los sistemas de medición, como hizo su antecesor siguiendo lógicas que supuestamente decía combatir.
Pero hay más. Valdés lanzó, hace una semana, un llamamiento importante, tal vez el más inteligente de los últimos 16 años. Pero también riesgoso. Ubicó detrás suyo a la provincia y llamó al millón de correntinos a unirse en un reclamo superador, contenedor, hacia un “enemigo” externo, en este caso el Estado Nacional, que históricamente fue hostil y mezquino, y muchas veces también dañino con los intereses provinciales.
Los modos de Valdés son menos graves y no anticipan una guerra, pero sí los ubican en posición de tener que discutirle a la Nación una especie de reparación histórica, de endilgarle su voracidad y de desafiarle a cumplir con la ley y la Constitución.
En términos políticos, lo que pretende Valdés es algo que no conoce antecedentes inmediatos: la plata, pero también la gloria. Que Nación repare con recursos largos años de indiferencia, pero al mismo tiempo, que ello no implique un quiebre del gastado eslogan de la alineación Nación-Provincia-Municipios.
Lo que pretende Valdés, es que la relación entre las dos casas rosadas, la de Balcarce 50 y la de Salta y 25 de Mayo, encuentren un camino distinto al de la sumisión o el sometimiento. Que la relación sea el fruto de un consentimiento de partes en la que ninguna renuncie a algo que no esté pautado en términos de justicia y de entendimiento republicano.

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Parece candoroso. Parece más un reclamo de Colombi al kirchnerismo (en las épocas en las que no eran socios). Pero no. Y allí radica otra sutileza. Valdés tiene noticias del kirchnerismo, pero también fue tomando nota de las acciones que el macrismo hace o deja de hacer en función de las necesidades que tienen las provincias. Lo que está sucediendo ahora mismo con el tratamiento de la ley de reforma o ajuste previsional, según sea quien mire, enciende luces de alerta. Y una cosa es defender el proyecto, y otra cosa es comer vidrio.
Valdés plantea una reparación histórica, dinero o especies, pero a alguien que no se caracteriza por la generosidad. A alguien que puede ser tan insensible como para generar ahorro con la plata de los jubilados. He allí el desafío más grande del Gobernador: reclamar lo que es de todos, y tratar de conseguirlo, sin romper puertas ni ventanas ni puentes. ¿Podrá?
Podría decirse que se propuso una meta difícil.
– “Nosotros los correntinos no tenemos pobreza estructuralmente económica, nosotros tenemos recursos naturales y somos ricos, pero no nos reconocen desde Buenos Aires como tiene que ser. Fíjense, yo provengo de una ciudad que es Ituzaingó, era chiquito, y se instaló una oportunidad enorme que fue la represa de Yacyretá, la cual nos entrega a los correntinos tan sólo el 1% de lo que produce y la Constitución del 94 nos dice que los recursos naturales son de las provincias. Por eso como política de Estado tenemos que reclamar lo que es de los correntinos”.

Valdés plantea una reparación histórica, dinero o especies, pero a alguien que no se caracteriza por la generosidad. A alguien que puede ser tan insensible como para generar ahorro con la plata de los jubilados. He allí el desafío más grande del Gobernador: reclamar lo que es de todos, y tratar de conseguirlo, sin romper puertas ni ventanas ni puentes.

Allí hay otra clave. Lo que propone Valdés no tendrá la fuerza que necesita si la ciudadanía no lo avala, no acompaña, no se encolumna.
– “Lo mismo nos pasó con Salto Grande -siguió el Gobernador-, y eso tiene que ser vital para nosotros. Y no hablo de nuestra alianza gobernante, hablo de todos los sectores sociales y políticos que tenemos que tener esta visión para poder desarrollarnos. Somos una provincia supuestamente pobre, pero somos una de las más ricas en recursos naturales”.
Somos la primera potencia forestal y nosotros tenemos que lograr industrializar nuestra madera. Eso son nuestros desafíos y esos son los desafíos que tenemos que hacerlos juntos”.
La Legislatura tomó nota y acompañó con voto unánime el proyecto de ley para provincializar los recursos de Yacyretá. Responde a un proyecto similar que tiene estado parlamentario en el Congreso Nacional y que fue presentado en su momento por el entonces diputado Valdés.
De eso, además, habló el Gobernador con el ministro Juan José Aranguren el miércoles pasado. También se lo comentó al presidente Macri.
– “A nosotros por ahí nos criticaban cuando decíamos que teníamos que alinear Nación, Provincia y Municipios. Tal vez el término alinear sea un término erróneo, pero nosotros decíamos que alinear democráticamente, porque todas las provincias constitucionalmente fuimos concebidas para tener autonomía e igualdad, por eso queríamos nosotros volver a integrarnos al concierto de las provincias para tomar las decisiones y así lo hicimos, ahí estuvimos, férreamente defendiendo lo que es de los correntinos con este pacto fiscal, que seguramente vamos a tener que trabajar y mucho para lograrlo”.
Todo eso dijo Valdés el domingo pasado. También habló de la modernización. Se quejó de la discriminación nacional, otra vez, pero recordó que “la gran avanzada del mundo implica tener conectividad, y nosotros tenemos que modernizarnos y ese es un desafío enorme que tenemos que brindar y hacerlo juntos”. Juntos.
¿Le alcanza a Valdés con sólo pedirlo? ¿La oposición política entendió, en menos de una semana, que Valdés no es Colombi? ¿Los correntinos que no votaron por el abogado capitalino-ituzaingueño, y que en números constantes desde hace 8 años constituyen el 45 por ciento de la población, están dispuestos a acompañarlo bajo la bandera de la unidad, que es un activo en baja en este momento del país?.
Sobran preguntas y escasean respuestas. Por lo pronto el Gobernador parece dispuesto a avanzar con decisión aún si enfrente está el Presidente. Pero reclama acompañamiento. Gente en su rincón.
Porque mientras diseña lo que aspira que sea el perfil de su gobierno, debe atender cuestiones menos sublimes y más acuciantes: el reclamo de varios intendentes (muchos de la alianza ECO+Cambiemos, pero también y sobre todo de la oposición), que sin un auxilio de la Provincia difícilmente puedan pagar sueldos y aguinaldos. Una amenaza que podría empañar la primera Navidad del heredero no ya de Colombi, sino de una forma de hacer gobierno con poco más que la garantía de los salarios. No es poco.
Valdés lo sabe, y dicen cerca de él que, que tras analizar caso por caso, en los próximos días dará una respuesta a los jefes territoriales.
Mirando el reloj están los más complicados: Eduardo Tassano de Capital; e Ignacio Osella de Goya.

About the author: Eduardo Ledesma

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