Nada es para siempre

 

 

 

 

“El futuro va a ser el que quieran los argentinos, nada es para siempre”.
Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de la Nación

Siempre Cristina Fernández estuvo un paso adelante. Fue presidenta por eso, y por eso mismo reelecta con 54 por ciento de los votos, algo que ni con la segunda vuelta puedo perforar Mauricio Macri, el nuevo presidente de los argentinos.

Cristina supo leer al electorado argentino, al que no obstante perdió en el camino, cuando extravió la brújula de la acción, de la construcción de su sucesor y cuando, agobiada por el calor del poder, perdió también la mesura y la prudencia se transformó en cadenas cargadas de soberbia que propició el hartazgo.

Ganó Mauricio Macri y con él nace una nueva Argentina: un país que debe sincerarse y reconstruirse después de 12 años de kirchnerismo, que aún con sus errores, tiene en ristra una larga lista de aciertos que, al decir de la propia Presidenta, “han empoderardo al pueblo”.

Macri llega ahora producto de sus méritos, pero también del cansancio. Es producto de una masa votante agobiada por el griterío, el manoseo y la mentira, más que por las cuestiones que pueden ponderarse desde el punto de vista de la gestión o de la acción de Gobierno.

Macri derrotó a un Scioli que, enredado en las dos puntas incompatibles de ser él mismo o ser el vocero del “proyecto”, tuvo salvavidas de plomo desde el primer momento; soldados que minaron su camino y referentes kirchneristas que lo incendiaron en público, sin el más mínimo reparo. Cargó en su lomo responsabilidades de su propia insolvencia, pero también otras que habría que buscar puertas adentro de la casona de Balcarce 50.

 

###

Corrientes, en tanto, ratificó su año de pertenencia peronista en el nivel nacional. Votó a Scioli en las Paso, en las generales y ayer. Pero ganó Macri.

Es justo decir también que los mismos electores vienen acompañando al oficialismo radical cuando se dirimen cuestiones internas, locales. Ayer votó por el gobernador de Buenos Aires rompiendo un régimen histórico en el mismo acto: aquel que sostiene que los correntinos siempre acompañaron candidaturas presidenciales ganadoras.

Pero el dato, además, se compone de otro detalle que no es menor: la elección de ayer dejó a Ricardo Colombi como el único gobernador del NEA en perder la elección. Chaco, Misiones y Formosa, provincias peronistas desde hace mucho, ratificaron al candidato de esos respectivos gobiernos.

No pasó así en Corrientes. Aquí ayer volvió a ganar Scioli, como en todas las elecciones nacionales anteriores, aunque el voto en bloque del peronismo local empezó a deshilacharse, producto entre otras cosas de la feroz interna entre Fabián Ríos y Camau Espínola, la falta de compromiso, de fondos, y el repliegue en esta tercera parte de la campaña. Ganó Scioli, pero festejó Macri.

Capital, últimamente esquiva al PJ y a su variante frentista -pese a las gestiones más que aceptables de Espínola y Ríos (sobre todo en comparación con la de Carlos Vignolo, por ejemplo)-, trocó el triunfo sciolista a nivel provincial para entregar su apoyo al actual Jefe de Gobierno porteño, lo que complica el futuro de los referentes peronistas que de no revertir semejante situación, tienen más cerca el llano que el gobierno de Corrientes que, dicen, es el objetivo general.

La elección de Colombi

Ricardo Colombi, asimismo, hacedor del frente y auto-sindicado como responsable de la victoria, en realidad debe cargar en sus espaldas una feroz derrota como la de octubre y una performance más bien discreta en los comicios de ayer que, por tratarse de un balotaje, por razones obvias polariza los guarismos con ganancia para todos.

Fue, siguiendo esta misma lógica, beneficiario de un repunte como también responsable de una nueva gran pérdida: la de ser el único gobernador de la región en no poder colocar arriba en los escrutinios a su candidato, el líder del PRO y a quien el radicalismo intentará usar de catapulta para llegar al poder al que no pueden acceder con nombres y proyectos propios.

Es decir: Cambiemos, en Corrientes, hizo una mejor elección ayer producto del balotaje, de la desaparición de las opciones, no de una estrategia de infalibilidad electoral como intenta vender el Gobierno de Corrientes en virtud de la necesidad de acomodar sus calchas con el macrismo, colectivo al que se subió más tarde que temprano y por más conveniencias que convencimiento.

 

Amnesia

Olvidando como prefieren en Salta y Mayo sus viejas sociedades con el kirchnerismo, dicen ahora que Macri es la tabla de salvación para los correntinos. Ojalá que lo sea, pero para el beneficio del millón de correntinos, no para abrir una claraboya por donde colar la institucionalización del feudo en el que se ha convertido Corrientes desde hace más de una década.

Puede que sea cierto que el Gobierno Nacional muchas veces actúa mal con gobernadores que no se dejan arrastrar de las narices o seducidos por la billetera; pero puede que sea cierto también que en estos tres lustros en los que gobierna el radicalismo, hubo tiempo suficiente para que Corrientes haga algo más que quejarse de los otros y empiece por asumir sus propias culpas. Que empiece por reconocer que tal vez haga falta una oxigenación, la misma que increíblemente reclamaban, en nombre de la república, para la Argentina.

Ricardo Colombi debe comportarse, también dentro de los límites provinciales, como pide que otros se comporten afuera. Mandó a criticar a Scioli porque usó un helicóptero oficial para venir a Corrientes en clave de campaña, y resulta que usó el avión sanitario para hacer de claque de Macri en Jujuy.

Actitudes como esta empobrecen su calidad democrática, tanto o más que las actitudes de Cristina Fernández que ayer, por la vía de Daniel Scioli, fue corregida dolorosamente, dejando al proyecto en los umbrales de una victoria y, por tanto, en la vidriera de una derrota.

Un país nuevo comienza ahora y se espera también por una provincia nueva, que se empape de los aires de cambio de los que tanto se ha hablado en los últimos días para renacer al trabajo, a la seguridad, al mejoramiento de los caminos, de la energía, de las viviendas, y de los parámetros educativos y sanitarios.

Las urnas hablaron y dejaron mensajes varios en el país como en la provincia, tanto para el oficialismo como para la oposición.

Cristina Fernández mostró ayer el sendero. Al mediodía, cuando fue a votar, dijo, en un acto de brutal lucidez, que “nada es para siempre”. A la tarde, millones de argentinos lo ratificaron, mandando a guardar el plan de continuidad. Algunos otros deberían tomar nota.

Vignolo salió a tender puentes de plata entre Colombi y Ríos

A la luz de lo que se habla en los pasillos de la cuadra del poder, bien podría decirse que en el Gobierno se está tramando una jugada de alta política relacionada tal vez a una reforma constitucional y electoral, para lo cual se necesitan más que los avales propios en el parlamento. Puede que sea sólo un amague, pues Ríos pasó de ser despreciado a esta actualidad de idolatría sospechosa, casi sin escalas.
El tiempo dirá. Mientras tanto no puede dejar de señalarse la sorpresa que generaron ayer las declaraciones de Carlos Vignolo, ungido por el propio Gobernador -según dicen- como el jefe de la campaña oficialista.
Hablando para Radio Dos, el ex intendente dijo que “Colombi y Ríos demuestran estar por encima de la mayoría de los políticos correntinos”.
El ministro secretario general de la Gobernación resaltó el trabajo coordinado que viene dándose entre el Gobierno provincial y la Municipalidad de Corrientes, ante lo cual dijo: “Destaco la actitud de ambos”.
Sucede que “han demostrado que están por encima del promedio de la dirigencia política provincial. Celebro la inteligencia de Ricardo Colombi y de Fabián Ríos, ya que han sabido dejar de lado las diferencias, que son muchas y duras, para trabajar en pos de beneficios para la comunidad”, aseguró.
Al borde de quedar atrapado en la viscosidad de su propio almíbar, Vignolo añadió que “la agenda continúa con la plena intención de alcanzar los objetivos previstos”.
Subrayó asimismo que la relación institucional con el Municipio continúa y destacó la buena predisposición tanto del intendente Fabián Ríos como del gobernador Ricardo Colombi para mantener el diálogo a pesar de las diferencias y de las cuatro contiendas electorales pasadas.
“Hemos estado charlando con el intendente Ríos, y yo celebro la inteligencia que han tenido tanto él como el doctor Colombi. Han pasado 4 elecciones y sin embargo continúa el diálogo. Nos parece importante porque quienes vivimos en Capital sabemos que si hay complementariedad las cosas salen”, terminó.

Corrientes, ariete del voto desdoblado

 

Una vez más, como desde el retorno mismo de la democracia en 1983, Corrientes enhebró su voto como el resto del país: eligió a Daniel Scioli, aunque el aporte no haya alcanzado para para un triunfo efectivo; y a los candidatos a legisladores del Frente para la Victoria, coadyuvando de ese modo al triunfo local del ex motonauta y a la construcción de una posibilidad de cambio en la provincia después de tantos años de mando radical.
Esto último resulta central. El triunfo de los candidatos a legisladores del oficialismo nacional, convierte a “Camau” Espínola en senador (y en senadora a Ana Claudia Almirón, una ignota militante a la que pocos le conocen la voz y que apenas cumple la edad para acceder al recinto de sesiones más importante del país) y en potencial candidato a disputar la sucesión provincial en 2017, si es que logra sortear su propia interna y es capaz de construir el poder que necesita el PJ para organizarse en torno a un objetivo que esté más allá de los hombres y que responda al movimiento y a la Patria, como pedía el general Perón.
Ganó también “Pitín” Aragón, un camporista sin pergaminos que tuvo el mérito de estar en la boleta de Scioli, y la gracia de competir contra candidatos menos empáticos que él, como el ministro de Salud, Julián Dindart, que ahora irá al Congreso para evitarle a Ricardo Colombi la acción de un despido y darle, asimismo, la posibilidad de potenciar una cartera importante como la de Salud Pública. La lista de Diputados se completa con otros hombres y mujeres beneficiarios de la vigencia de la sábana prehistórica del régimen electoral argentino.
Alejandro Karlen, otro descastado, perseverante pero sin blasones, ahora pasará a ser la voz mejor paga de la provincia en un parlamento surcontinental. Una elección, por su novedad, con carácter histórica.
Capital, lo de siempre. La niña bonita del mapa electoral ratificó su pertenencia política a todo lo ajeno al peronismo. Ganó ECO, producto de una estrategia nuevamente acertada de colectoras múltiples invertidas. Un voto despedazado, síntesis de lo sucedido el 5 de julio cuando arrasó la coalición gobernante y lo acaecido el 9 de agosto, en las Paso, cuando la provincia entera se pintó del mismo azul que la boleta kirchnerista.

El voto conservador
Se hace difícil analizar, en medio de un escrutinio que aún no termina, el perfil sociológico del voto correntino o argentino registrado en las elecciones de ayer. Además de ser pretencioso, quien lo intenta podría incurrir en el error fácil de la falta de reposo y de datos suficientes para bosquejar el análisis. No obstante, hay una línea que se traza casi siempre con lápices conservadores. De otro modo no se explica cómo ganó Scioli y cómo Colombi logró sobreponerse a su estruendosa caída dos meses y medio atrás.
Hace años que el peronismo K padece su “fin de ciclo”. Eso es lo que dicen, al menos, los sectores opositores al Gobierno de la Nación, pero recien ahora, puestos los números de anoche, la cosa parece traducirse en la realidad electoral del país, más allá de que nadie garantice resultado alentador en la segunda vuelta del 22 de noviembre a nivel general.
Aquí el kirchnerismo pudo reinventarse más allá de que debió depositar su pellejo en torno a la figura “indigesta” de Scioli, que igualmente hizo sacrificios. Por caso, tuvo que revestirse en asbesto para soportar todo: la lista interminable de hechos de corrupción de gobierno de Cristina; el desplante de los ajenos y el desprecio de los propios, como el titular de la Biblioteca Nacional, Horacio González, que adelantó un “voto desgarrado” y con “cara larga” a candidatos que “no están al nivel de las fuerzas que representan”.
Scioli aguantó su propio karma y los ataques y convirtió en votos todo lo que le tiraron. Le pasó como a Colombi en Corrientes.
Es que cuesta encontrar banca ciega para el gobierno de Ricardo Colombi. Irrita su indiferencia y su trato hosco con los socios; sus gestiones pobres y sus culpas compartidas; su falta de generación de trabajo y de infraestructura. Pero a la hora de los bifes, el abogado del Paiubre convierte en favor electoral el pago de sueldos, su más sostenido y publicitado logro. Además, blande con éxito aquel discurso de “lo mejor está por venir”, sin que nadie repare en el tiempo que ya se perdió esperando eso mismo, desde 2001 a la fecha.
No obstante, siempre que jugó ganó, aun dando de ventaja el tiempo suficiente como para que el electorado pueda darse cuenta de que con los sueldos no es suficiente. Para que puedan comprender, entre otras cosas, que las inversiones que tanto reclama el propio mandatario, vendrían cuando haya suficiente energía y caminos en condiciones, por ejemplo, y cuando se asuma la cuota parte de responsabilidad de la situación complicada de los correntinos, que no siempre es culpa ajena.

La razón política
Un triunfo electoral da derechos y obligaciones. Se impone una idea por la fuerza del voto y es obligación de quien la sostiene, no cambiar ese ideario hasta hacerlo realidad. En Argentina, pero también en Corrientes, hace años que se habla de modelo. Se trata de modos de ver el mundo.
Expresado el electorado, resta saber ahora quién se quedó con la razón política. ¿Es el kirchnerismo el que ha sido ratificado en Corrientes y por lo tanto, captor del beneplácito de la gente que dista de aquella amonestación constante de la que habla la oposición? ¿O es que ganó Scioli en su rol de componedor, de paloma entre tantos halcones; en su rol de moderado ante tanta soberbia y bronca acumulada? ¿Ganó Scioli o perdió Macri y su aparato aquí en Corrientes? ¿O todo está por verse, como pasó en las Paso y ayer?
¿Cuál sería el resultado según el gobierno de Corrientes? ¿Perdió Macri (que anoche sorprendía al país dando poco menos que un batacazo) o hay que ver también causas de derrota puertas adentro de una administración que lleva años navegando en superficie culpando a los demás de los propios yerros y que no obstante, ahora que el ocaso empieza a vislumbrarse, activa mecanismos de supervivencia trabadas por la Constitución? Es decir, ¿tuvo Macri aquí el contrapeso de sus socios?
¿La razón política de las urnas, nunca lineal, está hoy del lado del kirchnerismo o del colombismo, en el entrecasa correntino? ¿Potencia candidatos para 2017, en el caso de la puja entre fabianistas y camaucistas, o no es más que un dato como los que siempre capeó Colombi echando mano a su pragmatismo aceitado dentro y fuera de sus límites políticos, para sobreponerse luego, y gobernar como gobierna desde hace tres lustros?
Ricardo Colombi hizo saber en sus últimas declaraciones públicas que el adversario a vencer es Camau Espínola. Contra él apunta sus dardos envenenados y él lo cela cuando en ristra los funcionarios del Gobierno Nacional pasan por Corrientes sin pegarse una vuelta por la cuadra del poder. “Yo mando acá y me ningunean”, le dijo el otro día a un periodista radial. “Es como que yo venga acá y arregle la pauta con un empleado”, graficó.
Pero él manda y todavía mandará, hasta 2017, o hasta que la prudencia política indique, porque ya echó a rodar la posibilidad de una reforma que, si bien jura y perjura que será sin re-relección, no hace falta ello para poner sobre el tapete otro tipo de discusiones que en las usinas oficialistas ya se ponderan, y que tienen que ver con la consecución de un albacea que “cuide” el gobierno dos años más hasta que Corrientes reacomode su esquema electoral con el resto de las provincias del país. Inquietante.
El PJ y sus vertientes tienen por delante, por esto mismo, un doble desafío. Constituirse como opción de poder, y construir liderazgos que amalgamen la fuerza, no que potencien las internas que lo alejan de la posibilidad de gobernar una provincia como Corrientes. Y no es que el peronismo sea una tabla de salvación. Puede decirse que tal vez sea el esquema político que está más cerca de lograr una sucesión que aún defectuosa, le hará mejor a Corrientes que la pretensión trasnochada de algunos de conseguir para el Taragüí una versión mejorada del gildismo formoseño. Ni más ni menos.

Rodeado de amigos, Adalberto Balduino presenta su libro “Justo en el medio”

A dalberto Balduino consiguió lo que pocos. Llenó anoche, de amigos, el Salón Azul del Centro Cultural de la Universidad Nacional del Nordeste, espacio en el cual el conductor presentó su libro “Justo en el medio”, editado sobre la base de las columnas que escribe los martes en el diario El Litoral.
Balduino estuvo acompañado por el plástico Eugenio Led, responsable de la gráfica que ilustra magistralmente la portada y contratapa del libro; por el periodista Eduardo Ledesma, jefe de Redacción del diario El Litoral, medio que edita las columnas y por los músicos Oscar Mambrín y Pablo del Valle, que amenizaron la velada que se extendió hasta después de las 21 en la esquina de la cultura.
Fiel a su estilo, dado su perfil radiofónico, Balduino inició la presentación del volumen como un programa de radio, prologando la propia presentación con su inconfundible timbre de voz sobre una cortina de jazz.
Ledesma habló luego de la relación que une al comunicador con el diario y la importancia de sus columnas, que tienen el mérito de haber encontrado un lugar en la agenda de los medios, en este caso El Litoral, para referirse a cuestiones que de otro modo no podrían ver la luz.
Led, por su parte, habló de su amistad con el conductor y de las formas, las palabras y los silencios que fueron amalgamando el trabajo de cada uno en una amistad a prueba de años.
Ya sobre el final, Mambrín y Del Valle le pusieron música (“Volver”, de Le Pera y Gardel) al poema “Tango”, de Jorge Luis Borges, que el propio Balduino recitó como pocos. “Adiós Nonino” se escuchó luego, para dar paso al sublime cierre de los bandoneones al son de “La Calandria”, que terminó fundiéndose en aplausos.
“He aprendido que la compilación de artículos publicados es la mejor manera de apreciar el conjunto de lo hecho. “Justo en el medio” me permite hablar de mi experiencia personal en los medios como en la publicidad, como así también los que fueron memorables protagonizados por profesionales y que construyeron una escuela del oficio, como la radio, la televisión, el cine, y el mismo periodismo”… escribió Balduino en el prólogo de su obra. Anoche dijo que no se considera periodista, más bien un inquieto que bucea en los libros escuchando a la gente y a los amigos a los que cruza diariamente en las calles.
Para terminar dijo, en clave de entrecasa, pero con pretensión de perpetuidad: “Todo lo que perseguí en sueños lo conseguí. Y si compraron el libro, se joden ustedes. Las hojas están en blanco. Todo fue una excusa para tenerlos presentes aquí”. Vaya si lo logró.

Paso: algunas razones del triunfo de Daniel Scioli y Camau Espínola

En la Nación ganó la continuidad moderada encarnada por un perfil más silencioso y conciliador. Y en Corrientes la amenaza de un cambio que, aunque vacío desde el contenido, está lleno de voluntad por una formación alejada de la política que no descansa hasta conseguir los objetivos. Daniel Scioli y Camau Espínola son los nombres de este domingo electoral en Corrientes.
Más o menos y después del papelón de Capital Federal tras el ballotage del 19 de julio, los números de las encuestadoras parecieron preanunciar, desde entonces hasta el jueves, lo que al final pasó: la victoria de Daniel Scioli a nivel nacional, lo mismo que la lista kirchnerista de parlamentarios del Mercosur, que recién ahora, de cara a octubre, habrá tiempo para escudriñar.
Y ganó Scioli porque no es cierta la lírica desesperada de la derecha política, mediática y opinadora de las redes sociales acerca de la voluntad de cambio.
Es verdad que hay mucha gente en contra de las políticas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y grupos concentrados a lo largo y ancho del país que ni siquiera pueden diferenciar, a esta altura de los acontecimientos, lo que es política por argumentos y lo que son las reacciones del odio en cadena, tan o más perniciosos que la tan “molesta” cadena nacional utilizada a veces para hacer, además de anuncios, proselitismo no tan velado.
Ganó el ex motonauta porque la economía se las arregla para gambetear a la feroz inflación negada con la indiferencia de los tontos. Porque los logros son eso, después de tanto tiempo de desquicio. Porque la contención de la clase media y de los más humildes fue un hecho, más allá de las más variadas detracciones.
Ganó el Gobernador de Buenos Aires porque YPF no es lo que decían y porque Aerolíneas resulta que también vale la pena. Ganó el administrador de empresas, y aún debiendo revalidar este logro en octubre, semejante triunfo es su premio al gran “estoico”, a la perseverancia de haberse bancado lo peor de su propia interna que ahora, dado que no tuvo otra opción electoral ponderable, es su turbina, lo mismo que su lastre.
Ganó Daniel Osvaldo Scioli porque Macri no logra enamorar, y porque este país sufrió mucho el proceso de los cambios para creer en un ilusionista de ocasión que acomoda su discurso mirando las urnas o, lo que es peor, escuchando a un ecuatoriano que es capaz de cualquier cosa con tal de lograr sus propios objetivos.
Ganó el esposo de Rabolini porque Massa fue apenas un proyecto en gradiente: supo estar primero en las expectativas de la gente; bajó al segundo lugar (de las encuestas) después de varios desatinos y terminó tercero en las Paso, más allá de su relativo poderío bonaerense y de las posibilidades de redención en octubre o después de diciembre, si es que accede a los acuerdos electorales, que en la Argentina de la democracia estuvieron siempre a la orden del día.
Ganó Scioli porque el resto de los candidatos no supieron o no pudieron acomodar el discurso a los tiempos que se viven en un país con dificultades, muchas, pero propenso a escuchar propuestas y soluciones, no discursos mesiánicos o clichés de conveniencia.
Ganó el oficialismo porque la oposición no supo construirse con mayor seriedad. Y porque Scioli sí logró configurar una imagen más allá del kirchnerismo. Estiró la cuerda cuando lo maltrataron, pero jamás cortó su vínculo con Balcarce 50 y ello, pese a las quejas, concitó la atención del electorado que no quería a un puro (lo que explica la muerte electoral de Randazzo), pero tampoco uno tan distinto. Scioli fue, en suma, el cambio justo.
Y, entre otras razones, porque el peronismo conserva su aparato político en todo el territorio, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, que no es otra cosa que una garantía de triunfo en tanto no se cambien las formas vetustas de votación que a gritos piden los electores, pero que resiste con firmeza la casta dirigencial que se beneficia de sus recovecos.

Corrientes peronista
Y en Corrientes gano Camau para confirmar que aún conserva los votos que le reportan su buena imagen. Para fundamentar el miedo de los personeros del colombismo que amarrados a las poltronas del poder, hace tantos años, vieron de cerca el cruce de la guillotina en 2013 y ahora nuevamente, en clave de alerta para lo que pueda ocurrir en 2017, cuando su protector, salvo un desquicio constitucional, tenga que volverse a las canchas de Mercedes por no haber encontrado un heredero digno, empático con la gente y, sobre todo, ajeno a las traiciones a las que son afectos las familias correntinas cercanas al palacio de Salta y Mayo.
Camau Espínola ganó porque la gente supo interpretar que una cosa era julio y otra distinta agosto. El electorado correntino desdobló su voto entre el “colombismo” del pago en tiempo y forma y el “camausismo” que hizo una gestión municipal histórica (sobre todo en comparación con sus predecesores). Y después de asestarle un golpe en las elecciones de julio a los cálculos electorales futuros de Fabián Ríos, redireccionó su voto para rescatar al PJ de su rol perdidoso, lo que además confirma el peso de la feroz interna que viven (aunque acostumbrados) los compañeros justicialistas.
Ganó Carlos Mauricio porque es, a la luz de los resultados, el mejor de los candidatos provinciales. Porque fue más creíble su discurso vacío que las excusas profesionales del resto, sobre todo de los candidatos más promocionados. Mantenidos por la política desde el principio de los tiempos que no conocen otro camino que el de las excusas para tratar de morigerar el impacto de su propia impericia.
Ganó el ex atleta olímpico porque tal vez entendió que la soberbia que lo llevó contra el paredón en 2013, lejos de ser buena consejera, puede ser el vehículo de la ruina. Camau entendió algunas cosas, según él mismo dice, aunque es largo el camino por el que debe transitar para demostrar esa verdad y convertirse, primero en senador en el mes de octubre, y desde allí en la opción que todos creen que será si construye, políticamente, en los próximos dos años.
Ganó el múltiple medallista de las velas porque el PJ entero entendió los beneficios de la política aliancista bien hecha. Sumó de a poco y de a muchos votos y redobló el beneficio en virtud de la diáspora que sufrió el oficialismo de ECO, que, además de partir sus votos en cuanto candidato a presidente hubo, quebró también su línea discursiva.
Votaron a un representante de la derecha en vez de a su propio candidato; acompañaron a los peronistas de toda laya en boletas y boletitas y, por si fuera poco, el vicegobernador Gustavo Canteros salió a jugar de cuerpo entero con Daniel Scioli, que al parecer no es tan malo como dice Ricardo Colombi que son los kirchneristas, que, al parecer, son otros distintos a los que fueron sus socios de los primeros tiempos.
Ganó Camau Espínola porque conserva su peso electoral pese o gracias a lo playo de su entendimiento político, y porque más allá de lo que dice, pudo demostrar que es capaz de hacer, cuestión que vale mucho en relación a lo poco que hacen los que están y lo descalifican.
Scioli y Camau. Ambos deportistas del agua y cultores de las “p” de la perseverancia, prudencia y paciencia, consiguieron ayer el respaldo de las urnas. Todavía no ganaron nada, pero tienen por delante un rumbo cierto si no desconocen el sentido y la velocidad de los vientos de la política.

¿Por qué ganó Ricardo?

Puede que hayan muchas otras, pero a los efectos de esta nota, se resumen sólo algunas, tal vez las más notorias razones que sustentaron ayer una nueva victoria de Encuentro por Corrientes, el vehículo electoral que maneja a mano firme el gobernador Ricardo Colombi.

El más ganador. Desde el retorno de la democracia ocurrido en 1983, hasta la actualidad, Horacio Ricardo Colombi se constituyó en el referente político más importante de la provincia, ratificado no sólo por la clase política (que se ha subordinado a su estatura de mandatario) sino por la ciudadanía que lo acompañó con su voto toda vez que se postuló o pidió el sufragio para los suyos. El correntino le cree y lo vota y, cómo él mismo dijo, esa manifestación política debe respetarse como tal.

Sin cambios. Colombi ganó y con él Encuentro por Corrientes, siguiendo una lógica que están sosteniendo todos los oficialismos del país. En cada lugar donde hubo elecciones, hasta el momento, mayoritariamente ganaron los partidos de gobierno, lo que indica una postura del electorado de mantener lo que le parece aceptable en cuanto a su representación. En Corrientes esto viene sucediendo desde hace tiempo, y ello incluye la posibilidad de que en las Paso de agosto y en las generales de octubre, los mismos correntinos que ahora lo acompañaron, no lo hagan después. No en esta medida al menos.

Blindaje electoral. Colombi volvió a ganar porque sabe, como pocos, cómo se mezcla en la alquimia de los votos. Hizo una buena alianza, pensando en cada voto; pero además manejó su interna (que la tiene) a mano dura e infundiendo el temor en los propios, que ante la posibilidad del llano se avinieron al trabajo de campo, más allá del gusto personal de varios de los integrantes de su gobierno, más afectos al sillón que al barro.

Diálogo. Ganó Colombi porque sabe leer la política y las urnas. Y por eso mismo anoche salió con discurso componedor. Salió a llamar al diálogo y a felicitar a los ganadores, especialmente a los del Frente para la Victoria, de los que necesitará en el Senado. Incluso bajó un cambio en la disputa con el jefe comunal Fabián Ríos, aún pudiendo hacerlo, ahora que ECO duplicó en votos al FPV capitalino, lo que representa, además de un logro de la estructura local de la coalición gobernante, una feroz derrota para el fabianismo, que no tuvo otra que ponerle la cara al asunto.

Pago de sueldos antes de tiempo y en forma. La Administración Pública sigue siendo el primer empleador de la Provincia. La cantidad de empleados públicos directos representan al menos un 15% del electorado que estuvo habilitado para votar ayer. Si se hace una multiplicación simple de ese jefe familiar empleado en el Estado, por cuatro miembros de un clan tipo, sólo de allí, sin entrar a sopesar ideas, se obtiene un número de apoyo similar al obtenido por ECO en las urnas.

Hábil utilización de la escena discursiva. La discursividad del Gobierno se sustenta en frases hechas sin contenido político y en aparente contradicción, que no obstante es interpretada positivamente por la ciudadanía. El propio slogan oficialista es “Vamos para adelante”, cuando el propio Ricardo Colombi, toda vez que toma contacto con la gente en actos masivos o a través de los medios, insume su tiempo de su alocución en dar clases de historia. Es el pasado en realidad lo que guía al gobierno, que tiene urticaria cuando tiene que prever el futuro.

La personalización de la política. Hay quienes sostienen que el correntino gusta mucho de aquellos jefes que se pasean con la fusta bajo el brazo. Colombi representa -por sus formas- esa imagen de caudillo que sabe dosificar su cuota amable y sensible con su más rudo ataque o su peor indiferencia. Eso que está mal en la Nación por el autoritarismo de Cristina Fernández de Kirchner, increíblemente está bien en Corrientes con Colombi. La oposición nunca pudo desarticular este esquema de relación con el electorado.

Distinta vara. Para el Gobierno de Corrientes, y específicamente para Ricardo Colombi, los legisladores del kirchnerismo no son más que “alcahuetes del Gobierno central”. Sin embargo, él mismo se puso al frente de la campaña de ECO, llamó a votar por “los candidatos de Ricardo” y pretende hacer parecer que esos candidatos lejos de ser alcahuetes, tienen firmes convicciones políticas, pero que en todo caso, se alinean con las del gobierno de Corrientes. La gente también lo entendió de esta manera y la oposición, por su parte, pagó en las urnas su falta de pericia para desestructurar este mensaje.

El pasado. Los spots de campaña del oficialismo hicieron mucha referencia al pasado. Hablaban de los nefastos años 2001 en contraposición con el orden de la actualidad. Está disociada la participación de muchos de los integrantes actuales del gobierno con su propio pasado. La gente, de memoria corta, tampoco recuerda las sociedades del gobierno con el kirchnerismo, o las veces que muchos de los hoy defensores de la autodeterminación provincial, levantaron presurosos sus manos para pedir por la intervención de la provincia. La oposición, una vez más, fue incapaz de marcar este punto.

La épica. Es parte del ADN del correntino y Ricardo Colombi sabe, como buen retórico, cada uno de los puntos de contacto con el sentir correntino. “Nadie nos va a decir lo que tenemos que hacer”, dijo en uno de los spots de campaña, reforzando en vivo la idea de que “nuestra libertad no se vende ni se negocia”. Sumado a ello, el análisis de sangre que hace cuando puede, y que nos convierte en herederos de San Martín, Cabral, Berón de Astrada, Madariaga, etc, etc; llena el corazón del correntino y lo motiva claramente a la acción. Al voto pasional que no repara en aquello de que casi la mitad del tiempo que lleva el colombismo fue socio del kirchnerismo; y que es relativo eso de las negociaciones, porque fue este gobierno y no otro el que sacó el pie del acelerador cuando había que ir a fondo por una reparación histórica por todas las deudas que la Nación mantiene con la Provincia.

El gran elector. Encuentro por Corrientes ganó una vez más las elecciones provinciales, porque tiene al mejor elector y al mejor estratega político-electoral que ha dado la provincia en las últimas décadas. La sola presencia de Ricardo Colombi logra eclipsar a todo el abanico de becados al que convertirá en legisladores. Fue él quien decidió sacarle la palabra a los candidatos para reducir su margen de error. Es que pudo comprobar, cada vez que hizo lo contrario, como éstos se lapidaron en sandeces. El nivel es muy bajo y de esto tampoco dio cuenta la oposición que, para ser justos, en este ítem también va en zaga.

Promesas vacías. Defender lo hecho para seguir avanzando; para seguir transformando; para sostener la caja de jubilaciones; la seguridad fiscal; la coparticipación a los municipios; los parques industriales y el gas natural; la cultura y la memoria; para mejorar la calidad de vida de los correntinos. Ese es, a grandes rasgos, el menú proselitista de Encuentro por Corrientes. Eso es lo que la gente votó y, una vez más, lo que la oposición no pudo deconstruir ni siquiera con datos concretos acerca de los índices educativos, sanitarios, de infraestructura, etc.; que al menos en parte desmienten la realidad de la que hablan en Salta y Mayo.

La zanahoria adelante. Uno de los candidatos a diputado provincial que sí hablaba en los actos de campaña, sostuvo en el cierre capitalino que avanzar significa, por ejemplo, tener una fuerte expectativa de que próximamente se instalará en la provincia una fábrica de jugo. Eso es, para él, ir para adelante. También dijo que están convencidos de que el camino es generar empleo.
Por suerte hay gente como los candidatos de ECO que piensan en la importancia de una fábrica de jugos y en la generación de empleo, al promediar la segunda década del tercer milenio. Sí que es avanzar. Y si esa es la propuesta ganadora, da miedo saber cuál habrá sido la de los perdedores, que por suerte perdieron.

El relato. Ganó el Gobierno porque es convincente en su relato, al menos para la mayoría del electorado. Porque defiende la integración de la familia aunque sean escasos los resultados en materia de drogadicción, que es una de las cosas que la desintegra; porque rinde más la entrega de ambulancias que ponerse a pensar que se necesitan esos vehículos porque en el interior, por ejemplo en San Roque, las mujeres ni siquiera pueden tener a sus hijos por falta de profesionales, e insumos en algunos casos. La oposición tampoco vio esto. O no lo supo transmitir.

El gran pez. Toda esta lista argumental debe, no obstante, balancearse ante la capacidad estratega de Ricardo Colombi. Un hombre del interior que sin renegar de su origen, conoce como pocos el pulso de la gente, de los correntinos, y actúa en consecuencia. Volvió a ganar una elección. Es su mérito. Pero así como el acompañamiento electoral da derechos, también da responsabilidades. Sería bueno, por tanto (no solo por él y sus cucardas personales), que en estos dos años que le quedan por delante a su tercer gobierno, pueda redestinar al menos parte de las energías que le dedica a la política electoral, y fortalezca la gestión. La provincia, además de votarlo, le estaría eternamente agradecida.

Colombi abrió la Legislatura llamando al diálogo, pero desperdigando crít

“Estamos convencidos de que nuestro rol es la superación de los problemas, dejando en un segundo plano el juicio histórico, más propio de la academia, la prensa y la opinión pública”.
Ricardo Colombi,
ayer, ante la
Asamblea Legislativa.

Una hora de su tiempo le insumió al gobernador Horacio Ricardo Colombi leer las 20 páginas prolijamente estructuradas sobre las que le escribieron su mensaje de apertura de las sesiones ordinarias del año en curso. Comenzó a las 10,35 y concluyó a las 11,31 luego de hacer un repaso por los logros de su gestión, por las deudas que aún tiene con la ciudadanía que gobierna hace tantos años y luego de desparramar en andanadas, reconvenciones muy fuertes contra el Gobierno de la Nación en retirada.
El pleno parlamentario, presidido por el vicegobernador Gustavo Canteros, quien estuvo acompañado también por el presidente de la Cámara de Diputados, Pedro Cassani, cumplió rápidamente con las formalidades para luego conformar una comisión que fue a buscar al mandatario hasta su despacho ubicado a unos pocos metros de allí, en Casa de Gobierno.
En el recinto de sesiones de la Legislatura aguardaban ellos. Ministros del Superior Tribunal de Justicia, entre ellos su titular, Guillermo Semhan; los ministros del Gabinete, de asistencia perfecta; funcionarios de todo rango, concejales de la ciudad, autoridades de las fuerzas vivas y el mismísimo intendente Fabián Ríos, que fue la novedad en el marco de una tregua con el Gobernador que por momentos pareció tambalear ante las críticas que el mercedeño apuntó directo al corazón del kirchnerismo.
No estuvo el arzobispo, monseñor Andrés Stanovnik, cosa desacostumbrada; como tampoco la ciudadanía de pie. Apenas unos pocos militantes de la UCR se ubicaron con espacios en los balcones y algunos, menos osados, aguardaron afuera, detrás del cordón policial y de la Banda de Música que le puso sonido a la tranquila y radiante mañana dominguera en la cuadra del poder.
Tampoco fue ninguno de los ex gobernadores de la democracia, salvo Pedro Braillard Poccard, que estuvo pero en su rol de ministro de Seguridad.
Asistieron sí algunos dirigentes políticos y contados familiares, desapegados de esta formalidad anual que tiene, no obstante, su relevancia institucional y política innegable y que se pone en evidencia por su propio peso.
Esa fue la platea, completada por periodistas, ante la cual el gobernador Colombi fue a dar su décimo discurso con el que entrará en el promedio de su tercera gestión al frente del Poder Ejecutivo de Corrientes.
Luego de hacer el balance -en el que habló básicamente de política, con menciones contundentes al año electoral en marcha y a la necesidad de “venderle” el modelo correntino a todos los candidatos a presidente-, ponderó la necesidad de diálogo, del que se dijo su adalid, con tal de generar las condiciones de desarrollo negada desde hace tiempo a la región y, por consiguiente, a la provincia de Corrientes.
Hizo una mención elíptica al caso Nisman, habló de gravedad institucional y después descargó contra la encerrona del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, a la que hizo responsable de una situación que quiere, en palabras del primer mandatario, a provincias de rodillas si es que estas manifiestan su propio punto de vista.
Habló de las materias pendientes, sin entrar en detalles, aunque haciendo hincapié en la necesidad de de- sarrollo, en la urgencia de solucionar el tema energético y de infraestructura, de agregar valor a la producción, de propender al desarrollo turístico y de seguir sosteniendo la salud, la educación y la cultura.
Puso como tema central el de la inseguridad por la matriz excluyente en la que se desenvuelve la vida de los correntinos; pidió compromiso judicial para tratar de controlar el tema y también puso de relieve, como uno de los aspectos negativos, al de la drogadicción y a la pérdida de los valores fundantes, como el de la familia.
No hizo más que mención a la suba de la tarifa energética, pero la ligó al sostenimiento de políticas heredadas desde los 90, según aclaró.
Elogió el equilibro fiscal del año pasado, sobre todo porque se logró ese objetivo en un contexto inflacionario; el crecimiento de la masa salarial; el 82% móvil con el que se paga a los jubilados y además reconoció, con un agradecimiento, a docentes, tutores y a referentes sindicales, que permitieron que Corrientes pueda iniciar las clases con normalidad por sexto año consecutivo.
Volvió a exaltar el aporte coparticipable a las comunas, los avances del Pacto Correntino de Crecimiento, la pronta inauguración de parques industriales, de la instalación de la planta de Coca-Cola y la inauguración del primer tramo de la red de gas natural que se hará esta semana en Paso de los Libres. Habló de la construcción de unas 5 mil viviendas y luego fijó pautas que considera son necesarias para el crecimiento. Puntos conceptuales para los que pidió acompañamiento, sobre todo a la dirigencia política, a la que exhortó discernir entre lo coyuntural y lo estratégico.
Cerró, como siempre, apelando a la emoción de los correntinos, mencionando Malvinas y a otros atributos de nuestro “ñande reko”.
Habló todo el tiempo de nosotros. Agradeció a los legisladores por el acompañamiento en asuntos clave y los instó a seguir trabajando en conjunto, celebrando acuerdos políticos, según dijo, en base al diálogo.
La repetida referencia a los entendimientos resultantes del intercambio de ideas, cosa que puede discutirse por la historia misma de este Gobernador y su modo de relación con socios y adversarios políticos, generó varios cruces de miradas entre los legisladores y representantes opositores, sobre todo porque muchos de ellos, por traslación, fueron blanco de las más ácidas amonestaciones del doctor Horacio Ricardo.
Desde el fondo del hemiciclo, cuidadosamente ubicada, Estela Barattini, la primera dama provincial, ataviada con un sobrio traje azul y negro seguía el discurso con lectura atenta, asintiendo tímidamente.
Sólo en cuatro ocasiones los aplausos de la platea le dieron a Colombi un respiro a su alocución, por momentos monocorde.
Cuando terminó, acomodó su corbata roja con detalles rayados en celeste y ocre, con un remedo del gesto billardeano de llevar la mano derecha a la garganta y luego reposó, en el sillón principal del estrado, bajo el cuadro de San Martín, conversando con Canteros y Cassani; esperando, tal vez, que desalojen la sala. Impidió, ese gesto, el que todos estaban esperando: el saludo público y con testigos con el intendente Fabián Ríos.

Colombi: “Nuestra provincia fue castigada por su posicionamiento político”

Un funcionario del gobierno correntino dio tal vez la definición gráfica más contundente, fuera de los oropeles discursivos, de la reprimenda institucional que Ricardo Colombi descargó ayer contra Cristina Fernández y su gobierno. Semejante reconvención no se la dedicó nunca antes un gobernador y menos ante una Asamblea Legislativa, pero es verdad también que nunca antes el kirchnerismo estuvo tan cerca de los cuarteles de invierno como ahora.
“Hoy hasta el heladero le pega a Cristina”, dijo en clave de sorna, el mencionado funcionario, otrora concejal, reconociendo agriamente que nunca se le animaron a tanto a la señora, mucho menos cuando el Gobierno de la Provincia, en sus distintas versiones, a lo largo de la última década, estuvo más cerca que lejos, cuando no transitaba los períodos de sociedad plena con el kirchnerismo.
En ese contexto, pero sin dejar de lado el período electoral que se avecina, debe leerse el mensaje de Colombi que causó ardor a más de uno en la mañana de ayer.
Lo que sigue es un resumen de las frases más picantes del extenso discurso del primer mandatario:

Estamos transitando una etapa política altamente sensible, en la que se requiere de mucha sensatez, y para ello no hay que dejarse llevar por pasiones, ni enfervorizarse livianamente.

El momento es especialmente delicado. El país convive con la sensación de haber perdido una oportunidad.

Estas circunstancias son graves, y no se superarán por un resultado electoral, cualquiera sea el mismo.

El Gobierno Provincial tiene errores y aciertos, pero su norte es la calidad de vida de los correntinos, y no la confrontación con sector alguno de la vida política y social.

La sensación institucional a nivel nacional es preocupante y nos duele. No porque veamos un escenario conspirativo. Nos preocupa el clima enrarecido, la vuelta de la violencia a la vida pública. Nos parece delicado, que problemas de esta naturaleza no nos encuentren a los Argentinos juntos, buscando soluciones.

Compartimos la crisis energética con el país, pero eso no nos saca el peso de la responsabilidad, simplemente lo señalamos porque en la base de esta compleja situación se encuentra una política tarifaria nacional que ha agravado el funcionamiento de las empresas del sector.

La política energética actual tiene la misma matriz que en la década de los años 90’. Desde aquel momento hasta hoy, con una continuidad aterradora, se ha seguido la política de transferir problemas a las provincias.

Nosotros creemos que el país tiene deudas históricas, que para saldarse, necesitan de la cooperación de todos, gobernantes y ciudadanos.
El Gobierno Nacional ha elegido otro camino. Tiene siempre un responsable a mano al que señalar, y se ha centrado mucho más en dichos señalamientos, que en superar los obstáculos, con el concurso de los argentinos de bien.

Ignorar el pasado es un error, vivir en el pasado también lo es.

Las crisis se engendran en silencio, cada vez que la cerrazón política le gana al espíritu de construcción.

Hoy, percibimos un clima de exagerada hostilidad y ausencia de apertura.

La persistente tendencia a no dialogar con la oposición, el manejo de la mayoría parlamentaria como instrumento de imposición, y otros desvíos de esa naturaleza, han empobrecido la vida política.

El Gobierno Nacional ha confundido vocación transformadora con obstinación, y ha hecho un uso indebido del poder, que una mayoría electoral le ha conferido.

Construir poder no significa ir en contra de esa conquista; ni tampoco usar la movilización popular como una forma de asedio a las instituciones.

Faltan pocos meses para las elecciones presidenciales, tenemos la esperanza de que se abra un tiempo de cooperación y diálogo, para que cerremos la grieta y nos pongamos a trabajar juntos, como nos reclama la ciudadanía.

La Nación toda sabe que se están consolidando elementos de una transición traumática que deberíamos evitar.

La deuda pública nacional está sin acuerdo, y por lo tanto con dificultades para ir al mercado de capitales, las tarifas atrasadas, la inflación sin tratamiento adecuado, las economías regionales en crisis. Todo esto no puede esperar al próximo gobierno.

Debemos recordar, que así como la crisis del 2001 no perdonó a ninguno de los responsables, una nueva crisis engendrada desde ahora, no eximirá de responsabilidades a quienes no hayan hecho lo suficiente por evitarla.

Dejemos de hablar de un golpe que no existe, se trata de una circunstancia superada, sencillamente porque el pueblo argentino está del lado de la democracia, de las instituciones y de la paz.

El Gobierno Nacional no debería dejar pasar la oportunidad de poner estos grandes problemas en una mesa, mostrando sensibilidad y grandeza; y la oposición debería sacarlos del debate electoral.

Esta provincia fue castigada por su posicionamiento político, recibiendo ostensiblemente menores inversiones federales que sus vecinas. Lo que planteamos no lo hacemos en una actitud de víctima, decimos que la democracia argentina no se merece esa degradación.

Necesitamos que la inversión pública federal siga criterios racionales, porque el país lo precisa; porque es necesario recuperar la confianza de los ciudadanos en el Estado, porque a la larga no le hace bien ni al que da, que queda cuestionado, ni al que recibe que debe pleitesía.

Nosotros optamos por un camino digno: apoyar lo que creemos conveniente y plantear nuestras disidencias con respeto institucional.

Lamentablemente, debemos señalar que la lógica amigo/enemigo ha envuelto la política. Debemos apostar por salir definitivamente de ese enredo. Quienes han optado por otro camino no son nuestros enemigos, muchas de sus causas son justas. Nosotros, tampoco nos consideramos enemigos de nadie, por hacer los señalamientos que creemos justos.

Ni las diferencias deben enfrentarnos definitivamente, ni las coincidencias llevarnos a una complicidad inmadura. La Nación eligió una senda excluyente, y nos perdimos la oportunidad de colaborar.

En la provincia hemos tratado por todos los medios de evitar esas circunstancias, y a la vista está demostrado cómo el Gobierno Provincial se despliega en todo el territorio sin consideraciones políticas, con las obras y gestiones que se necesitan.

Es sencillo, sólo hace falta la voluntad política de reconocer liderazgos plurales, y entender tanto el consenso como el disenso.

Nos inspira el futuro y hacia él vamos, sin temores, sin aflojar y sin mentiras ni engaños.

Anotaciones al margen del #18F

Más allá de los números -cuya disputa parece más una pelea de gavilanes para corroborar la longitud de su virilidad-, es innegable, a estas alturas de los acontecimientos, la magnitud de la manifestación del 18 de febrero. En Corrientes como en todo el país.
Su significado sigue siendo ajustado por unos y otros de acuerdo a su conveniencia, lo que ratifica también su perfil claramente político, más allá de que miles y miles de personas, manifestantes ellas, hayan participado del convite de los fiscales solo por cuestiones de respeto y acompañamiento humano a los familiares del fiscal muerto en circunstancias extrañas.
Aquí algunas anotaciones que podrían ayudar a pensar el alcance del #18F. No tiene otro objetivo más que, tal vez, mostrar las contradicciones que envolvieron a la multitudinaria convocatoria:

* Todo empezó el 18 de enero. Ese día, ya de noche, apareció muerto en su baño el fiscal especial de la causa Amia, Alberto Nisman. Un día antes de su presentación ante el Congreso, cuatro días después de haber denunciado por encubrimiento a la Presidenta.

* La marcha fue convocada por fiscales y jueces, miembros ellos del Poder Judicial, principalmente para pedir Justicia, cosa que los atañe directamente.

* Solapadamente en todo el país, pero expresamente en la marcha porteña, según consignaron todos los medios nacionales, se acusó a la presidenta Cristina Fernández de asesina. Sin embargo la manifestación llegó hasta la vista de su despacho para pedirle a ella misma esa generalidad llamada justicia.

* Dicen que la marcha se agrandó por obra y gracia de la soberbia del Gobierno. Que mucha gente se sumó porque la Presidenta no fue capaz de brindar las condolencias a un fiscal que después de estar muy cerca del mundo K, la denunció y por poco no pidió su detención.

* ¿Se le exige semejante grandeza a CFK porque es CFK, porque es la presidenta, o este deber ser moral se elaboró al efecto de correrle el arco a un punto que muchos de los manifestantes ni siquiera están en condiciones de acercarse?

* Se dijo que la del #18F fue la marcha más numerosa contra el gobierno. Se intenta conceptualizar, además, que la manifestación ciudadana, respetable como tal, no reviste carácter político. Tal vez se quiera decir que no tiene un carácter partidario, pero fue, es y será, con mayor fuerza conforme pase el tiempo, una manifestación política.

* No sólo es política per se. Lo es por el sinfín de reclamos encadenados cuya respuesta no se encuentra en el Gobierno. Tampoco en la oposición.

* También está en discusión aquello de lo partidario, puesto que la marcha estuvo nutrida, aquí como en todos lados, por referentes de los más variados tonos antikirchneristas.

* Fue convocada además por fiscales enfrentados con el gobierno, lo que de última no quiere decir nada, en tanto y en cuanto no se quiera vender gato por liebre.

* Un error garrafal en la argumentación oficial, de este punto, tiene que ver con aquello de que la marcha “fue convocada por fiscales opositores”. El solo acto de decir eso, desde las usinas del poder, constituye el reconocimiento de la existencia de fiscales oficialistas, lo que todo el mundo sospecha pero nadie espera que se reconozca. He allí también, en paralelo, la relatividad de los discursos puros provenientes de ese colectivo llamado Justicia.

* La gente salió a la calle a decir basta, graficaron algunos. El destinatario: el Gobierno. Acusaron a CFK de asesina, o, en todo caso, de instigar un crimen político. Nisman, sin que la justicia aún lo haya dicho, ya fue asesinado. Nadie admite hoy aquella teoría del suicidio.

* La certeza del suicidio de Nisman no movilizó a la gente. Más bien fue la sospecha del asesinato.

* El Gobierno se defiende: dicen que la marcha fue un golpe a medio camino, una desestabilización. ¿Puede una marcha cívica ser destituyente? ¿Qué hay de los reclamos por corrupción, por aprietes?

* ¿Cómo sigue ahora la vida de los fiscales vitoreados masivamente? Llenaron calles, pero, ¿investigan? ¿Su trabajo no está en sus despachos, en sus causas y en los expedientes?

* ¿Se trata, como escribió ayer la propia CFK, del nacimiento del Partido Judicial? ¿Hay algo de sustento en esa acusación presidencial? “Allí esta el verdadero hecho político e institucional de la marcha del 18F”, dijo.

* “Unanse”, afirman, fue el pedido que recogieron lo dirigentes políticos que asistieron a la manifestación. La gente les pedía unión ¿para qué? ¿Para ayudar a pasar este momento a la familia de Nisman o para generar una oposición que es imposible de vertebrar hasta el momento? ¿Qué otra unión? ¿No estaban allí todos juntos?

* Pasó incluso en Corrientes. En fila estuvieron todos los sectores ahora antikichneristas. Muchos de ellos fueron en algún momento socios de Néstor o de Cristina. Pero aún unidos por el espanto, serían incapaces de juntarse pensando en un armado mínimamente electoral.

* Se escandalizan por el decreto de alegría con el que atacó CFK y ponen como garantía la honra de los marchantes, los usos y las buenas costumbres. Y si bien es condenable aquello del baile sobre los muertos, también lo es la pretendida honra de algunos que, con sus rostros endurecidos, salieron a pedir justicia cuando en ristra tienen cuentas pendientes con ella, justamente, por haber abusado de sus poderes cuando fueron mandatarios.

* En el medio de estas posturas, al parecer antagónicas, se marca una tercera posición imposible que espera el veredicto de las urnas, en tiempo y forma. No antes ni por vías inconfesables.

Multitudinaria marcha por Nisman: Corrientes hizo sentir su “silencio”

Una columna de al menos 7 cuadras de longitud, cargada de personas en silencio, con carteles, banderas y antorchas encendidas, partió alrededor de las 20 desde el mástil ubicado en el puerto, en la esquina de Costanera y La Rioja, para pasar primero por Casa de Gobierno y luego por la Municipalidad de la ciudad, para retomar por calle Mendoza hasta la zona portuaria. Fueron alrededor de 3 mil personas, según cálculos policiales, las que se manifestaron ayer en Corrientes, replicando lo sucedido en todo el país y algunas ciudades del exterior.
El #18F correntino también se sintió fuerte, ya que el silencio convocante se rompió con palmas y con la entonación del Himno Nacional que a capela cantó la muchedumbre para hacerse sentir pidiendo justicia, para homenajear al extinto fiscal especial del caso Amia, Alberto Nisman, y para acompañar a su familia en este difícil momento.
Marcharon por el esclarecimiento de esta muerte dudosa, y para pedir que el Gobierno de la Nación abandone su estado de confrontación.
Claro que la gente común, mayoritariamente de clase media que nutrió como pocas veces la avenida costera de la ciudad, se cuidó de mencionar cuestiones relacionadas con la política, pero no lo disimularon los dirigentes sindicales, referentes partidarios y hasta funcionarios, todos opositores, que buscaron las cámaras, los encuentros y saludos para marcar presencia, pensando tal vez en alguna cosecha futura, en épocas electorales. El tiempo dirá.
No obstante, el momento culminante de la marcha -luego de pasar por la cuadra del poder local, con carteles en los que se leían varias consignas, pero sobre todo aquella que de “Yo soy Nisman” o “Nisman vencerá”-, se registró en el punto de encuentro donde algunas personas tomaron un alta voz para hacer saber sus opiniones y la razón que los motivó a la movilización.
Todo terminó con un minuto de silencio que los miles de concurrentes transcurrieron con el dedo índice apuntando al cielo, que se quebró después con un aplauso y el Himno Nacional. Un “Viva la Patria” y un “Nisman, presente”, coronó la actividad convocada por fiscales federales, que recogió con el correr de los días adhesiones de todo tipo: personales, partidarias y de organizaciones civiles y religiosas.
El perfil de la marcha correntina, asimismo, podría describirse así: mucha gente autoconvocada, vecinos indignados por la situación actual, de entre los cuales se destacaron cientos y cientos de jóvenes; varias decenas de magistrados, funcionarios y empleados de la justicia correntina; referentes políticos de todos los sectores opositores al kirchnerismo, legisladores y ex legisladores, funcionarios y ex mandatarios provinciales, algunos de los cuales salió a reclamar justicia aún teniendo cuentas pendientes con ella.
La Casa de Gobierno mantuvo sus puertas cerradas al paso de los manifestantes, pero ninguno de sus despachos dejó guardia. Varios ministros del Gobierno de la Provincia, secretarios y subsecretarios, además de empleados de distinto rango salieron a sumarse con su presencia.
La Municipalidad, en cambio, estuvo abierta, y con el asesor letrado, Justo Pío Sierra, balconeando el paso de los transeúntes que frente al palacio aplaudieron más fuerte, corearon el pedido de justicia y hasta se animaron a una renovada versión del Himno.
No hubo más que eso. No hizo falta tampoco. La masividad de la concentración fue en sí misma un mensaje de una sociedad en estado de reclamo. Tal vez hasta en situación de cambio. De esto sabe y mucho la clase política que en masa salió a cosechar abrazos en la noche correntina, pensando tal vez que alguno pueda convertirse en voto.
Estuvieron grupos enteros de militantes radicales, peronistas arrepentidos, populares, liberales, autonomistas, nuevistas, referentes de ELI, del PRO, del Frente Renovador e incluso dirigentes sindicales en busca de nuevos rumbos. Marcharon por Nisman, pero también bajo el paraguas de un sentimiento común que se distingue con nitidez en contraposición con el gobierno nacional pretendidamente en retirada.