Chamamé

Hasta siempre, Ofelia

Se la va a extrañar, Ofelia. Tal vez no haga falta que se le diga semejante cosa, pues no debe haber en el firmamento chamamecero artista más querida por su público. No necesita de la prensa para darse cuenta del valor de su presencia y del vacío que dejará su ausencia. Se sentirá allí, entre la gente, de donde usted surgió a fuerza de talento y preparación respetuosa.
Se van a extrañar, Ofelia, sus largos y magistrales conciertos; sus palabras justas; su emoción a flor de pecho y, porqué no, su recuerdo permanente y sincero a Rosendo, su gran compañero ido.
Se va a extrañar, Ofelia, su canto de calandria herida, pero también la cadencia reposada de su alegría, su disfrute por la vida y, por eso mismo, la pelea que de añares mantiene con su salud y de la que participa sin sobreactuaciones a su pueblo chamamecero.
Se despedirá esta noche, Ofelia, en el mejor de los lugares. En el Cocomarola. En el Sosa Cordero. En la cuna dorada del chamamé que usted y su extinto compañero ayudaron a criar desde cuando los señores lo miraban de reojo.
Se despedirá, Ofelia, ante su gente que no dejó entrada sin vender. Ante la nación chamamecera que mil veces coreó su nombre y otras tantas miles de veces, egoístamente, impidió su descanso pidiéndole más y más.
Se la extrañará, Ofelia, como se extraña a los amigos entrañables. A los padres y abuelos queridos, a los hermanos del alma. Su propio ñanderekó, su personalísima forma de ser y estar, la han traído hasta acá, hasta el final de su carrera que, al ser decretada por usted misma, reviste de dignidad esa dolorosa decisión.
Que le vaya bien, Ofelia. Cuídese. Y sepa que puede volver cuando quiera. A su público no tendrá que pedirle permiso ni darle explicaciones.

About the author: Eduardo Ledesma

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