Arrasó Valdés e hizo historia

0 Shares
Ganó Gustavo Valdés y se convirtió en el segundo gobernador reelecto de Corrientes, en el marco de una victoria histórica, puesto que arrasó en todo el territorio de la provincia con un porcentaje superior al 75%. Tal diferencia, de alrededor de 50 puntos porcentuales frente al candidato peronista Fabián Ríos, que cosechó el 24%, convirtió al mandatario en el hombre más votado que registre el devenir institucional de la provincia.
Semejante nivel de acompañamiento popular consolidó el liderazgo político interno de Valdés, que ahora se proyecta al país en clave de espaldarazo para sus correligionarios radicales que se juegan y mucho en las Paso de septiembre, de cara a las Generales de noviembre.

Ganó Valdés y lo hizo en el marco de un proceso limpio, que se mantuvo ajeno al epílogo violento que tuvo, vaya paradoja, una campaña de las más tranquilas que haya registrado la provincia desde que se organizó institucionalmente hace 200 años, en 1821.

Si alguien buscó una pesca abultada revolviendo las aguas con el tiro que recibió el diputado Miguel Arias, ese alguien debería replantearse sus estrategias. El resultado electoral deja en claro que la ciudadanía supo separar un hecho de extrema gravedad, repudiable sin cortapisas y que debe investigarse hasta las últimas consecuencias, de un acto político, democrático, cuya institucionalidad goza de una consolidación que no registra antecedentes en más de un siglo.

Pero más allá de la coyuntura de la jornada de cierre de campaña, ensombrecida por los episodios de Tapebicuá, el triunfo de Valdés tiene anclajes más profundos. El enorme apoyo conseguido viene de más lejos. Algunas de las claves podrían ser las siguientes:
La alianza ECO+Vamos Corrientes, el radicalismo correntino e incluso el propio Valdés supieron transmitir un modelo creíble, inmune a los efectos desgastantes de una estadía prolongada en el poder por parte de la alianza; inmune al aburguesamiento de sus funcionarios y a la lentitud de los procesos de cambio que demanda parte de la ciudadanía.

Valdés y el gobierno que lidera supo generar anticuerpos para los ataques externos, para las crisis imponderables, pero sobre todo para la protección interna, mecanismo que funcionó incluso contra sus propios errores, muchos de los cuales se cometieron por error o descuido en el último tiempo.

La reelección de Valdés es el resultado natural de haber encarado el proceso electoral en su mejor momento personal, avalado por una aceptación popular muy alta, y también en el mejor momento de su gestión, que se valoró, en contraposición de los excesos, por un manejo exitoso de los efectos devastadores, sanitarios y económicos, de la pandemia de coronavirus.

Ganó por sus acciones, más que por sus argumentos. Y porque se convirtió en la personalización de una fe en el futuro, suficiente para el 75% de los correntinos que ayer fueron a las urnas. El hospital de campaña, el asunto inicial de los respiradores, la construcción de la nueva cárcel, la gestión tecnológica y de los parques industriales e incluso la intervención en el interior, pero sobre todo en Capital, hablan por sí solos.

La reelección de Valdés viene de lejos, desde 2019. En las elecciones de medio tiempo plebiscitó su gestión y no solo capitalizó un triunfo histórico, ya entonces con una diferencia de más de 40 puntos, sino que además sumó a su favor la atomización de la oposición que sigue sin poder encontrar el rumbo.

Desde diciembre de 2019 Valdés gobernó con mayoría calificada en ambas cámaras de la Legislatura, incluso así no pudo conseguir la aprobación de normas clave, como el voto joven o la paridad de género. Esa negativa parlamentaria, que cualquiera pudo haber leído como debilidad, fue otra fortaleza, porque, por un lado, no forzó cambios abruptos para los que muchos no están aún preparados y, por el otro, se mostró como un gobernador republicano, respetuoso de la división de poderes y mesurado a la hora de hacer uso de esas mayorías legislativas.

Hábil negociador, Valdés superó a su mentor, Ricardo Colombi, con un trato sustentado en el diálogo y la cooperación, luego de haber construido para adentro un liderazgo fuerte, pero un liderazgo horizontal para afuera, lo que se materializó en el armado político aliancístico más nutrido desde que este modelo empezó a funcionar en el año 2001.

No las tuvo siempre fácil. Debió lidiar muchas veces con la interna radical (que es la interna más seria que enfrenta), pero antes que quebrar logró encapsular a los díscolos, muchos de los cuales, criados en las lógicas del colombismo, tuvieron que avenirse a las nuevas formas del ejercicio del poder.
Además, sin olvidar nunca aquel postulado de la “continuidad con cambios”, pudo sortear las críticas que reciben algunos miembros de su gabinete heredado, pero además, para afuera, construyó una relación personal e institucional seria con el presidente Alberto Fernández. Esto le permitió una convivencia que hace tiempo no se veía entre ambos estamentos del Estado (en tanto opositores), con los beneficios que eso acerca en planos de la administración y gestión. Y también en el plano político. Valdés nunca descuidó este plano y más allá de Fernández, se convirtió también en una referencia del Consejo Regional del Norte Grande, que es la llave diplomática para futuras realizaciones.

Valdés ganó la escena pública, mediática e incluso supo colonizar el nuevo territorio digital. Es uno de los que mejor entiende esa nueva lógica de comunicación y eso también fue un factor coadyuvante de la victoria de ayer. Consiguió su reelección y, en su condición de gran elector provincial, ayudó también a la reelección de Eduardo Tassano, quien en ese mismo acto quebró un maleficio histórico que impedía repetir a todos los intendentes capitalinos que lo intentaron.

El PJ aceptó la realidad, prometiendo no dejar las convicciones. Resta ahora saber si este mismo Frente de Todos que se reunificó atado al recurso del autoindulto, frizando sus errores y peleas internas, pasadas y presentes, podrá reponerse para los compromisos que vienen: las elecciones nacionales que, en perspectiva histórica, siempre les fueron más favorables.

Dados los resultados de 2019 y los de ayer, el caudal electoral de la oposición es un cimiento todavía lejano y movedizo.
El replanteo tal vez incluya un plan que supere la mera crítica, o el vacío pedido de oportunidades por el solo hecho de que el otro ya tuvo suficiente tiempo.

Tal vez el replanteo modifique el estado de resignación con el que el PJ fue a esta campaña, dejando al Gobierno más que una zona liberada para que consiga lo que logró ayer: la diferencia más abultada en una primera vuelta que recuerde la historia.

Quedan muchas dudas: varias cuestiones que la oposición provincial deberá resolver en nombre de la política, de la república y del libre juego de la democracia, si es que de verdad quiere ser una opción real de poder y no un mero relator enojado. Porque, aun siendo verdad que los otros hacen las cosas mal, eso solo no habilita a pensar que los propios lo hagan bien. Hay un mensaje a escuchar, salido ayer de las urnas.

0 Shares

About the author: Eduardo Ledesma

Leave a Reply

Your email address will not be published.