Colombi fijó un rumbo: queda adelante

“Corto en palabras/
hay gente que piensa que soy huraño”.
“Neike chamigo”

Chamamé de Zini y Sheridan.
Citado ayer por el Gobernador.

En su discurso, Ricardo Colombi hizo lo de siempre. Bordeó los asuntos urgentes, visó los temas importantes y, para cuidar las formas, convocó una vez más a todos los sectores a que aporten ideas para formular y sostener políticas de estado. Mencionó el consenso y subrayó el diálogo, pese a su escasa credibilidad en tales asuntos.
Minó su perorata de consignas más acordes a un ámbito comiteril que otro asambleario, de carácter protocolar y provincial. Apeló a la épica de la superación en la adversidad, lo mismo que del kirchnerismo se critica como relato. Enumeró algunas acciones, hizo un par de reconocimientos, admitió unas pocas falencias y echó mano, finalmente, a la muletilla de la correntinidad en clave de chamamé para arrancar aplausos de la platea, que esta vez estuvo raleada.

“Por eso digo/
para salvarse/
hay que juntarse y
arremangarse.
¡Neike, chamigo!”, recitó.
***

Pocas veces un discurso inaugural de Colombi fue tan desnutrido. Pocas veces, puede ser también, una vaciedad pronunciada en código de arenga dejó tanto al descubierto: la endeblez de los cimientos sobre los cuales el Gobierno construye su propia imagen y se proyecta hacia el futuro, ignorando su pasado que ya supera holgadamente la década.
Colombi habló de la estabilidad política y económica que genera su administración y de la proximidad con la gente, que además de ser un valor que no puede cuestionarse y mucho menos discutírsele al mandatario, ofrece posibilidades de equilibrio de cara al poder.
Sucede que el Gobernador, según dijo, es un receptor de señalamientos sociales. Tantas cosas le cuenta la gente al hombre que, al parecer, empezaron a llegar quejas por la burocracia que impide, traba, limita y desalienta a los emprendedores que el Estado dice querer ayudar. Burocracia que además crece y crece al calor de los fondos del erario.
No obstante esto, Colombi apeló a lo que viene sosteniendo con solvencia: la épica por lo hecho y por lo que vendrá en el futuro.
“Sabemos hacia dónde vamos”, reiteró mil veces. “Vamos para adelante”. Vamos hacia allá “con el acompañamiento de la gente” que, por lo que dejó entrever, tiene preferencias. Lo banca a él pero manifiesta cierto hartazgo de los ciclos políticos cuando se refiere a la Nación. Sobredosis de autoindulgencia.
Dijo además Horacio Ricardo que aborrece las “visiones excluyentes”, pero no ahondó en cuanto a las relaciones políticas que lo desmienten. Fabián Ríos tiene mucho para decir al respecto.
Habló de la inflación pero en el mismo renglón -cosa que tal vez tenga que ver con sus relaciones recompuestas con la Nación-, reconoció que el país avanzó desde la feroz crisis de 2001 y que “ese avance hay que cuidar entre todos”. (Sus funcionarios deberían tener mucho cuidado ahora, pues decir algo en contrario sería, al menos, desautorizarlo).
Se autohalagó por lo que llamó “una buena gestión pública” y aclaró que quiere para el futuro una “provincia productiva, con empleo de calidad y movilidad social ascendente. Sino, para qué demonios estamos en la política”, se preguntó.
La profundidad de la cuestión interpela a más de uno, y desde todos los tiempos. En el auditorio sólo hubo reconfiguración de mohines.
La producción de maderas, la cría de vacas y el cultivo de arroz debe industrializarse, pidió, aunque para ello haga falta infraestructura y mejorar los servicios que son de baja calidad. La energía por ejemplo. O los caminos. Reconoció en ese marco que tenemos problemas. Déficit habitacional, de energía, de conectividad, entre otros tantos, por lo cual llamó a todos los sectores a conformar una comisión: un consejo de políticas públicas, para llevar a la práctica la lista de buenos deseos contenida en el Pacto Correntino de Crecimiento.
Fue tal vez lo más concreto. Habrá que ver si sucede.

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¿Por qué ganó Ricardo Colombi?

(Lunes 16 de septiembre de 2013). Sólo si los datos de estas horas se confirman luego del escrutinio definitivo, se habrán confirmado también las tendencias previas. Y como las encuestas se convirtieron en votos ayer, puede decirse hoy que los ciudadanos de Corrientes se expidieron y decidieron la continuidad de Ricardo Colombi al frente del Gobierno de Corrientes. Ese dato constituye un hecho histórico, pues el mandatario mercedeño se convirtió en el primero en acceder por el voto popular a un segundo mandato consecutivo y uno de los pocos elegidos en sumar un tercer mandato desde que Corrientes se organizó institucionalmente.

Esta victoria obedece a un sinfín de razones, que trataremos de exponer en esta nota.

Horacio Ricardo Colombi, a sus 56 años, logró su reelección porque fue un buen gobernador que devino en buen candidato, casi por traslación.

Ganó porque la gente lo vio así: capaz de ser gobernador una vez más y pese a todas las deudas que los opositores pudieran endilgarle después de tantos años, suyos y de su primo, en el poder.

Ganó porque los ciudadanos vieron su fortaleza aún en condiciones de soledad política a nivel nacional. De hecho, esa fortaleza trocó en valentía para disputar contra el poder central, contra el sometimiento al que el kirchnerismo le tributa por sus triunfos políticos. Y esto pese a la sociedad que supo sostener con Néstor Kirchner y que forma parte de su pasado reciente.

Ganó porque pagó los sueldos en tiempo y forma y porque supo administrar los recursos del Estado pensando tal vez en la provincia, pero también en su propio pellejo. Dosificó tales recursos y llegó hasta este final en busca de su reelección con el apoyo del empleado, al que lo sostuvo con aumentos salariales progresivos y al que ahora lo benefició con la estabilidad.

También ganó por el temor. Por la posibilidad de que caigan todos los beneficios con el Gobierno. Empleados de las empresas proveedoras hicieron suyo el miedo de los dueños de perder el contrato actual. Y el trabajo es sagrado y multiplica, en este caso, los votos.

Colombi ganó porque, como un jugador de ajedrez, manejó siempre las piezas y los tiempos.

No hizo grandes obras, es cierto. Más bien hizo las suficientes para llegar con oxígeno a esta campaña. Reguló también los cortes de cintas y siempre estuvo en la consideración pública. De hecho siguió su propio axioma: “Cuando es época de elecciones, obras para arriba. Cuando no lo es, obras para abajo”. Así se expresó en una vieja entrevista con El Litoral.

Ganó también porque hizo buenas alianzas electorales, pese a que echó mano a lo peor del pragmatismo utilitario. Mostró un estómago de hierro y retomó las conversaciones con su primo Arturo, al que lo seguían algunos radicales; lo trajo consigo a Tato Romero Feris y usó la buena imagen de su esposa, Nora Nazar, para cosechar en las viñas del nuevismo; y puso en su lista por un lado a Pedro Braillard y por otro a Gustavo Canteros, agua y aceite en la gesta del 99 que además de ser histórica, atraviesa de contradicciones a la coalición entera. No importó.

Ricardo Colombi jugó con el enemigo externo, el kirchnerismo, y borró del horizonte local esas contradicciones del pasado. Jugó y ganó una batalla conceptual y cultural. Se dedicó a hablar de los valores del correntino, de sus luchas y llegó adonde quería: al corazón y al voto resultante.

Ganó porque supo elegir buenos candidatos para que lo secunden. Blindó las listas legislativas y obligó a los socios a sacrificarse por la causa. Miró estratégicamente y privilegió, como siempre, el contacto con la gente. Habló con ella de igual a igual, en su idioma y en su territorio.

Ganó porque supo usar los espacios y los medios. Porque supo comunicar su mensaje y su gestión, aún con los déficit que son muchos y estructurales, como los de vivienda y energía.

Ganó ayudado por el sistema electoral, por la sábana de papel, por la bolsita compradora, por el boleteo estratégico, por un acarreo eficaz y una fiscalización necesaria, aparatosa y costosa, restrictiva, pero útil.

Ganó porque estuvo bien asesorado, porque no se la creyó nunca y porque se granjeó el respeto de todos, aun de sus adversarios, por su enorme capacidad de trabajo que no empezó en agosto de 2013 con la campaña, sino en diciembre de 2005, cuando después de dejar a Arturo en el sillón de Ferré, se sintió echado del palacio. Entonces empezó su campaña. Volvió en 2009, por la puerta grande y cumpliendo una venganza intima. No se movió un ápice de ese norte y, habilitado por la ley, aspiró a la reelección que le fue arrebatada en su momento por las mezquindades de la política.

Perseveró y ahora acaricia las nuevas páginas blancas que le reserva la historia.

 

Por qué perdió Camau

En cambio, Camau Espínola perdió porque se apresuró. Se cegó en ser gobernador y apenas le alcanzaba para ser un buen intendente.

Perdió porque no pudo convencer a la gente de que su gestión era producto de un trabajo en equipo y no el resultado de cualquier administrador de billetera gorda.

Porque hizo pésimas alianzas electorales y porque como resultado armó listas indignas de un frente que pelea por el poder para ganarlo y sostenerlo.

Pagó caro, como cuentan de Esaú en el libro de Génesis, su hambruna de poder. La gobernación por lentejas. Así fue. Tarde es para arrepentirse.

Perdió porque así le fue con la batalla conceptual y cultural. Porque contrató profesionales para Hollywood, no para Corrientes. Porque hizo spot para los Oscar, no para que lo entiendan en el Iberá. Porque no supo llegar al correntino. De hecho ni al capitalino, para el que trabajó cuatro largos años.

Perdió porque arrastró la bronca antikirchnerista de una clase media y alta insultada en su ideología.

Porque no supo defenderse. Colombi atacó e hizo del ataque una forma de campaña. Acusó de cualquier cosa al kirchnerismo y al propio Espínola y este no logró desinstalar los agravios ni los rumores plantados por sus adversarios. Todavía resuenan, de hecho, aquellas suposiciones como la instalación de gente de villas porteñas en terrenos locales; aquello del supuesto estado de corrupción generalizado en la Comuna; un esquema de nepotismo exacerbado, según dicen; eso de que él es ella; o aquello de que Corrientes es y sería con más fuerza una escribanía de la Nación.

Perdió porque no pudo desactivar estas bombas de efecto ni demostrar que entiende la idiosincrasia del correntino. Porque estuvo mal asesorado.

Porque ocupó mal los espacios y los medios. Porque no supo comunicar su gestión, rica en obras como pocas. Porque no supo administrar  las acciones y los actos para crear las sensaciones de acompañamiento necesarias en una campaña.

Porque es suficiente con que Buenos Aires sea la capital como para que también sea centro de operaciones de una municipalidad a mil kilómetros de distancia.

Perdió porque la arrogancia porteña genera rechazo, y bronca la soberbia local de los que creen que han ganado todo y, las urnas lo demuestran, no han ganado nada.

Perdió porque no se gobierna por los medios ni para los medios sino para la gente. Una charla con un vecino es siempre más que una llamadita de tapa. Alguna vez lo entenderán.

Perdió porque la plata de la campaña hay que saber gastarla y aquí se gastó mal. Perdió porque se han cometido una serie larga de errores, de improvisaciones varias y porque jamás se pudo contener la interna que se desató al armar las alianzas, se agravó con los nombres de las listas y terminó de explotar con la derrota de las Paso.

Camau no perdió por kirchnerista, cosa que de hecho está en duda. Perdió por incauto y arrogante. Ojalá aprenda y pueda volver.

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Las Paso en 30 pasos

Las paso, en 30 pasos
» 1. Mucho puede decirse de las elecciones del domingo pasado, pero lo cierto es que las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias las ganó Ricardo Colombi. Dicho de otro modo, las Paso las perdió Camau en Corrientes, Cristina en Buenos Aires y el kirchnerismo en gran parte del país.
» 2. La victoria fue muy contundente para ECO porque se compuso de una serie de victorias: ganó en Capital y en otros departamentos clave, como Bella Vista y Monte Caseros, donde gobiernan barones y baronesas del firmamento K. Pero además retuvo las comunas propias, la mayoría al menos. En cambio, el kirchnerismo perdió Capital pero ganó en Goya, sustento del ricardismo bajo la figura del intendente Ignacio Osella.
» 3. Gustavo Valdés ganó su interna, razón de ser de las Paso. Fue tanta la diferencia que la lista oficial casi se queda con los tres casilleros disponibles para competir en octubre. Pero el liberal Emilio Lanari hizo una excelente elección y rompió la hegemonía del colombismo. Ahora el PL, sin sello que sigue abrevando en ECO, reclama un trato preferencial.
» 4. Carlos Rubín, por su parte, también ganó su interna. Con comodidad impuso su condición de caballo del comisario. No obstante, Tito Meixner, de buena elección con ayuda del aparato comunal en Capital, salió segundo, relegando a un tercer cómodo puesto a Alejandro Karlen.
» 5. Nito Artaza fue la sorpresa. Salió tercero sumando los votos que hoy le faltarían al kirchnerismo para empatar la elección. Antes hacía reír y ahora se ríe de todos. Si mantiene el caudal puede convertirse en árbitro de septiembre.
» 6. Lo de Toto Gutnisky fue un bochorno. Apenas consiguió 10 mil votos. Apenas superó el mínimo requerido para participar en octubre. Apenas fue candidato, pues renunció cuando se contaban sus últimos pocos avales. Tuvo tanta mala suerte que hasta renunciar fue un problema para el doctor. Escribió su renuncia y cuando fue a presentarla al Partido Nuevo le dijeron que Tato estaba con Ricardo. Entonces llevó su renuncia a Partido Autonomista: allí le dijeron que Pocho se fue al kirchnerismo de Camau. Don Toto entonces renunció ante Natalio Aides.
» 7. Mientras hablaba tocó un nervio: dijo que sus votos se los cedía a Valdés, porque está en contra de las re-re. Es complejo, pero Valdés está medio en contra de las re-re. No quiere otro mandato de Cristina, pero quiere otro o varios otros mandatos de Osella, Vischi, etc, etc.
» 8. “Hay que votar a la oposición para frenar al kirchnerismo”, dicen ahora los que fueron socios del kirchnerismo, no un día, sino 6 de los últimos 12 años. Pero tienen razón. Hay que votar a la oposición, como se votó en su momento a Roldán o a Josefina. Ellos solitos después se vuelven oficialistas.
» 9. El voto nulo, producto del desconocimiento absoluto, le ganó al ARI, al Panu-PA, a dos candidatos de ECO y al de Es Posible. Derrotó casi a la mitad de los 12 competidores de las Primarias.
» 10. Cerca de la medianoche del domingo. Ricardo festejó el triunfo. Camau no se hizo cargo de la derrota. Los derrotados dijeron que el 15 de septiembre será el turno de Camau (¿?).
» 11. El lunes temprano Ricardo Colombi retomó su campaña por el interior. Camau Espínola salió a media mañana a ver obras y a hablar de la derrota.
» 12. El Panu empezó a hacer campaña en Capital y a dialogar con candidatos a intendentes, menos con el del Partido Popular, que es el candidato a intendente al que tendrían que apoyar.
» 13. La candidata a vice de Ríos, enojada con el STJ, salió a por radio a pedir el voto para cambiar todo y sacar a Corrientes del ostracismo. Todavía intentan explicarle que Camau hizo una de las mejores gestiones de las que se tenga memoria en Capital. Y que ella es candidata de Camau. Que el PL, pese a que le cueste digerirlo, ahora es socio del PJ y, a través del ellos, aliados del kirchnerismo.
» 14. Por el contrario, a Chango Pérez y a Josefina Meabe intentan explicarle que ya no son aliados del peronismo. Que la Justicia hizo justicia y bajó la alianza y las candidaturas que sustentaron ese frente en base a conveniencias casi personales. También intentan explicarle que muchos de los liberales están de acuerdo con la Justicia.
» 15. Mientras eso pasa, los afiliados del peronismo tratan de entender el negocio que hicieron sus negociadores: se asociaron con sellos vacíos y ahora se quedaron también sin los sellos. Y sin los espacios que canjearon por casi nada.
» 16. Un analista desprejuiciado se acordó de Marito. Bofill aprendió a cobrar después de la deuda de Sussini, recordó, y tras anotarse él también hizo un hueco para su esposa. Y aprendió a callar después de haber dicho, como dijo en 2009, que se retiraba “definitivamente de este difícil mundo de la política” por temor al robo, según conversó con uno de sus hijos.
» 17. Otro se mofa de los autonomistas que deambulan sin rumbo detrás de un bocado de lo que sea; otro de los liberales que arriaron todas sus banderas y blasones; otros de los hermanos Pocho y Tato Romero Feris, que fracasaron en las Paso pero ahora al menos comen juntos; y otros se mofan de Ricardo, que después de haberse peleado con el mundo aprendió que la pelea no lleva a nada y tragó saliva y varios sapos. Todo sea por seguir.
» 18. No obstante, el exceso de pragmatismo que suele dar buenos resultados, no garantiza un buen tránsito hacia las urnas. Sino que le pregunten a dos de los ex gobernadores que se aglutinan en ECO. Aun no logran digerir la alianza que comparten bajo su celaduría de Colombi, al punto que ni siquiera pudieron compartir una foto en el zoológico del Chino García que con apuro de campaña se abrió el jueves en Paso de la Patria.
» 19. En política, todos lo saben, hay sumas que restan. Y votos que no se quieren terminan en corte de boleta.
» 20. Y a propósito de corte, todavía hay quienes intentan explicarse, sobre todo en el PJ, que pasó con la jueza Herrero, que primero prohibió la candidatura de Alterats y después habilitó las peticiones de más de una decena de intendentes oficialistas. Una vuelta de campana bajo el alegato de la obediencia debida. Maestra.
» 21. Después están las camaristas Altabe, Billinghusrt y Puig. Ellas son profesoras. Y enseñan con sus fallos que está bien lo que desde un principio diseñó el Gobierno para ganar estas elecciones. Fenomenal.
» 22. El Superior Tribunal de Justicia, en tanto, empezó a tallar en las cuestiones electorales y empezó a mostrar diferencias. Chaín, que antes no disentía, ahora disiente con Rubín, Semhan y Codello. Niz no habla ni disiente. De hecho, ni falla.
» 23. La mediocridad de la política tilda de mediocre a la Justicia, y sustenta en esa característica el miedo de éstos a perder la inamovilidad del conchabo con una intervención. Por eso la amenaza, que apunta a desestabilizar el confort de los jueces más que a estabilizar el sistema judicial.
» 24. Mientras tanto y aunque no haya pruebas, los que llaman chacarero al chacarero es mejor que se llamen a silencio. El hombre no ha dado puntada sin hilo y después de tanta bronca aparente, ganó otra elección y se puso en situación de expectativa a 12 años de su primera conquista.
» 25. En las carpas del kirchnerismo, por el contrario, manda el rencor que busca a los culpables. Y perfiles de traición despuntan ante la posibilidad de una catástrofe que termine por inhumar una carrera política apenas infante.
» 26. De todos modos, nada está dicho hasta el final. Hay que remontarse sólo a 2011 para entender que las cosas pueden cambiar. En aquel tiempo, el FPV consiguió más del 60% de los votos, contra el 17% de ECO en las Primarias. Las provinciales de septiembre fueron para Colombi, y la tendencia ganadora volvió a imponer a Camau con diferencias aún mayores en octubre.
» 27. Eso mismo puede pasar ahora. Cualquiera puede ganar el 15 de septiembre. Pero el tránsito hacia la victoria no se logra sólo con el pulgar hacia arriba o mirando el horizonte.
» 28. Hay quienes dicen también que la próxima elección se diputa, desde ahora, en el plano psicológico. Y observan que en el Gobierno andan de ganadores y en la Municipalidad fueron a buscar traidores hasta en las bolsas de los obsequios.
» 29. De todos modos, si algo tiene de bueno esta serie electoral de 2013, es que gane quien gane o pierda quien pierda, tendrá a mano los argumentos de una u otra cosa.
» 30. Ante tamaña incertidumbre, sano es para todos no confundir la foto de domingo con la película entera que recién se estrenará, en todas las salas, a finales de octubre.

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No soy de aquí ni soy de allá

“Prefiero seguir a pie
y no en caballo prestado,
alguien por una manzana…
para siempre quedó endeudado”.
No soy de aquí ni soy de allá
Facundo Cabral

No se sabe si es por burla o ignorancia. Si creen que “la gente” no tiene noción de la ficción o si en realidad muchos de los dirigentes que ahora moldean alianzas electorales entienden que conocerse o encontrarse unos con otros en los pasillos del Juzgado Electoral constituye el acta fundacional de un entendimiento estructural o programático.
Este tipo de acuerdos, los programáticos, hasta donde se sabe, refieren a una serie de puntos, discutidos previamente, sobre los que se piensa actuar en determinado momento. Si estos lo suscriben dos o más partidos políticos, significa que dos o más partidos políticos debatieron profundamente estos temas y sobre ellos encontraron puntos de entendimiento, como Julio Cobos con Cristina Fernández cuando se votó la Reso-lución 125.
Acuerdos programáticos son los que llevaron a viejos enemigos po-líticos, como por ejemplo Ricardo Colombi y “Tato” Romero Feris, a cerrar un compromiso bajo el pa-raguas protector de Encuentro por Corrientes, sello frentista que, según los archivos, fue inscripto por primera vez el 14 de agosto de 2001. En ese entonces, los dueños de aquel blasón eran “cavallistas correntinos decepcionados”.
Programático es el acuerdo entre los primos Horacio Ricardo y Arturo Alejandro, quienes hasta hace no más de unos pocos meses tenían en común sólo el factor y grupo sanguíneo. Debatieron largamente y acordaron que la boleta de Arturo diga Ricardo a cambio de que aquel no se mezcle con el candidato de este, que es otro: Gustavo Valdés.
Pura coherencia por obra y gracia de la evolución del carácter y el parecer de los hombres es contener en el mismo espacio a Néstor Pedro Brai-llard Poccard y a Raúl Rolando R. F.; hasta dicen que volverán a hacer campaña juntos. Aquí nadie puede dudar acerca de los puntos en común y de los planes compartidos por ambos desde hace años.
Programática es la incorporación de Libres del Sur a esta misma escena, a la del pragmatismo formidable de ECO, pues otros eran los tiempos de la lucha y la resistencia. Este es el momento de la construcción y la permanencia. Antes se era K; ahora se es anti K. Lo importante es que la K sigue siendo un eje transversal.
Programático, además, es el acuerdo de “Nito” Artaza con los peronistas de Unión Popular. Tienen todo que ver. Una lástima que Ariel Báez, el acordeonista de Los Alonsitos, prefiera seguir tocando y más si es en los festivales de “Camau”. “Nito” lo quería de intendente pero el músico dijo que no. Por el momento lo único que seguirán compartiendo son los escenarios.
Lo de Compromiso Correntino es todo un ejemplo. Después de haber paseado por todas las galerías, la agrupación decidió refugiarse en la soledad interior de Manuel Sussini. Iría solo, pero se-gún dicen, muy bien acompañado. Hay que reconocer que Manuel siempre se las rebuscó para tener buenos contactos. Ahora anda festejando el día del amigo con Sergio Massa, con quien comparte desde hace tiempo el ideario post kirchnerista.

Yo bailo con mi canción;
y no con la que me tocan

Lo bueno de estos acuerdos programáticos, hay que decirlo, es que como está por encima de las coyunturas, morigera todos los dolores y facilita todas las gestiones. Facilita, por caso, el asunto del cuarto oscuro a los que pensaban que en su vida tocarían una boleta del Frente para la Victoria. Con poner en el sobre la del Partido Liberal alcanza.
Pero no solo hay para celestes. Los autonomistas de pañuelo colorado van al cuarto oscuro y agarran la boleta 52. Votarán por Camau, pero de última, si les pesa demasiado, alegan conducta partidaria u obediencia debida y se terminó la cosa. ¿O los radicales hoy anti K no se acuerdan de los carteles del pingüino y el carpincho? ¿Se acordará el kirchnerismo de cuando eran so-cios?
Lo de José Antonio Romero Feris es un ejemplo de coherencia. “Po-cho” sabe que no es muy programático eso de ser anti-K el 11 de agosto, en compañía de su hermano “Tato” y en favor de su amigo “Toto”; y ser K un mes y 4 días después, el 15 de septiembre. Renunció a la presidencia del centenario Partido Autonomista, dejó como estaba su programa de TV, marcadamente opositor desde hace tiempo y de paso, cañazo, recurrió a una vieja fórmula.
Sucede que hace 10 años, por problemas con la conformación de alianzas, “Pocho” ya había renunciado al PA. Volvió después, como siempre, a pedido de los amigos. Eso mismo ya está sucediendo ahora.

No soy de aquí, ni soy de allá;
no tengo edad, ni porvenir…

Por culpa de estos programas acordados desde hace tiempo y que son inflexibles, como queda demostrado, el Partido Comunista que en los últimos tiempos compartió por beneficiosas las características del modelo Nac&Pop, perdió todo su espacio en el Frente para la Victoria. En cambio se sumaron autonomistas y liberales y reeditaron bajo ese esquema el glorioso pacto. Darwin estaría regocijado con esta capacidad evolutiva de estos seres.
Programático ciento por ciento, como dice el slogan de la Feria Provincial del Libro, es lo del PL. Desde hace tiempo tienen una rueda en cada riel. Es parte de su programa desde hace varios lustros pelearse y después encontrar la ma-nera de volver a estar juntos. Es tan buena esta estrategia que la usaron todos. No hay que olvidar las antiguas y actuales mil variantes del PJ; las fracturas radicales, etc, etc, etc. Eso sí que es coherencia. Para el descreído, están los archivos.
Sucede que, por decir algo, está increíblemente ligado con las an-sias de poder eso de (sólo por poner un ejemplo): pelearse, intervenir, ser el interventor, aliarse, conseguir un lugar y luego colocarse en ese lugar. Casi tanto como que los esposos le hagan lugares a sus esposas; los padres a su hijos; los hermanos a sus otros hermanos y los primos a los primos.

Elegir, yo siempre elijo
más que por mi por mi hermano;
y si he elegido ser águila
fue por amor al gusano
Pero si todo eso parece broma, esperen a ver lo que pasó con un partido nuevito, nuevito. Se llama Uni-dos por Corrientes. Es un desprendimiento del Partido Autonomista. Hace poco consiguió personería jurídica. Trabajó todo este tiempo para sumar ideas al gobierno radical. Pero resulta que el municipio peronista, más generoso en la grilla de diputados, convenció rápidamente a Mar-celo Chaín de los beneficios de profundizar el modelo. Chaín firmó entonces con el kirchnerismo. Trai-cionó algunas ideas, pero siguió el rumbo trazado por sus ex líderes del PA. Entendió todo rápido. En su partido, y es una pena, algunos no son tan rápidos de reflejos. Por ejemplo, su apoderada. Se negaba a firmar el acuerdo. Fue despedida. Volverá cuando aprenda cómo es la cosa, incluida la “marchita”.
Tal vez este caso se estudie algún día. Aún no votaron y ya se pelearon. No tienen ningún registro electoral, pero consiguieron un mejor lugar que otros con siglos aplicados a esta ciencia de las urnas.
Como puede verse, este cierre de listas, como tantos otros, hacen posible lo que no puede lograrse en años. Por el segundo puente no hay acuerdos posibles hace 20 años. Para ir juntos en una alianza que podría trabajar por el segundo puente, hacen falta sólo unos minutos.
Dicen los que saben que no hay nada más gratificante que conocer a tu aliado programático en los pasillos de un juzgado dos o tres minutos antes de que venza el plazo para presentar las listas. Es como una cita a ciegas. Se necesita mucha confianza. Pero demuestra también que no todo está perdido. ¿O no?

Perdón si me propasé
y me puse moralejo;
nadie puede dar consejos:
no hay hombre que sea tan viejo

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Pasado

“A intervalos regulares -los ciudadanos- tienen derecho a introducir una papeleta en la urna, a elegir para que rija sus vidas, a una persona perteneciente a la casta de los jefes. Después se supone que tienen que volver a sus casas y dedicarse a sus cosas, consumir, ver televisión, preparar la comida, y sobre todo, no molestar”.

El pasado es un problema. Duele si fue malo; se lo recuerda con nostalgia si fue bueno; angustia en el presente si no hay forma de superarlo y casi siempre termina idealizado, razón por la cual la gente suele dejarse llevar por una máxima de dudoso sustento que sostiene que todo pasado fue mejor.
Es tan jodido el pasado que demanda, siempre, que se lo conozca. No hacerlo implica el castigo de volver a encontrarlo, y no siempre la que aparece en segundas nupcias es la mejor versión de aquel pasado al que ninguneamos con indiferencia en el presente. Tanto es así que el filósofo George Santayana tuvo que ponerlo por escrito: “Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo”.
Por tanto, la memoria cotiza en alza. Es que sólo los pueblos que tienen memoria son capaces de la evolución. Y todo esto viene a cuento del tiempo electoral que se transita para decidir, en septiembre, el destino próximo de Corrientes, que se debate hoy entre más de lo mismo y lo nuevo de muy poco.
Pero la cosa no termina allí. La complejidad del proceso electoral que está en marcha está dada por el lugar que viene ocupando el pasado en el presente. Ese pasado al que gran parte de la ciudadanía echó a patadas en el ‘99 y lo confinó al ostracismo, para recordarlo en su justa medida, porque lo consideró nocivo para el ideal de construcción social de aquellos tiempos. No fue el arrebato de un afiebrado. Fue un sentir colectivo.
Ese pasado, el de los desmanejos, el de la cárcel, el de los hilos y el de los títeres, el que cimentó la Plaza de la Dignidad, nada menos, se reparte hoy el privilegio de ser un pretendido socio exigente, el demandante de un autoproclamado progresismo que al parecer no está a la altura de los tiempos o no sabe cómo estarlo.
De hecho, constituye una frustración no haber podido superar la instancia de la inhumación completa de todo vestigio de aquel pasado triste y doliente de niños sin clases, maestros sin sueldos y el resto sin futuro. Es un fracaso de la dirigencia que se erigió en continuidad, salir ahora a mendigar el acompañamiento de las vetustas estructuras “conservadoras” (quienes lo dicen no son revolucionarios, hay que aclararlo por las dudas, porque sino parece que Corrientes está lleno de Che Guevaras proscriptos) para ver si se puede rapiñar la gobernación: los últimos 4 años o los primeros, depende de si se está en Salta y 25 de Mayo o en 25 de Mayo y Mendoza.

***

La actualidad política correntina muestra hoy:
1) La indignidad del Partido Liberal, que asaltado por unos pocos y voraces dirigentes, ligó el sello celeste al kirchnerismo al que siempre combatieron y con el que tienen poco en común, por caso la ambición de poder.
2) A lo peor de una parte de la dirigencia del PJ que derrumbó cenotafios políticos para encaramarse bajo el calor de la candidatura de Camau Espínola y tratar de ganar sin votos y una vez con bastón y banda, sitiarle la gestión al candidato más taquillero que supo conseguir el justicialismo, vaya paradoja, desde afuera de sus límites.
3) Exhibe como reivindicación la inutilidad de los enjuiciados y desapoderados, de aquellos que asumieron con pasividad convertirse en el hazmerreír de los patrones de los ‘90.
4) Expone a la luz de todos el más oscuro de los acuerdos. Sellado con sangre de hermanos y de primos hermanos, los correntinos debemos aceptar la reconciliación y el entendimiento, mas no reclamar por el tiempo perdido, décadas tiradas a la basura por las miserias de alguno que otro clan.
Lo peor del caso es que no es una exclusividad correntina. “Una teoría casi oficial, más extendida en Estados Unidos que en Europa, asegura que la democracia es un sistema en el que las personas son espectadores, pero no actores directos. A intervalos regulares, tienen derecho a introducir una papeleta en la urna, a elegir, para que rija sus vidas, a una persona perteneciente a la casta de los jefes. Después se supone que tienen que volver a sus casas y dedicarse a sus cosas, consumir, ver televisión, preparar la comida, y sobre todo, no molestar”. Lo dice un tal Noam Chomsky. Nosotros peleamos por tener el derecho de pensarlo, al menos.
5) Evidencia la desesperación de los que gobiernan, que para ganar están dispuestos a venderle el alma al diablo o a revivir hasta a los muertos, haciéndose encima de los manuales en los que abrevó su filosofía. Y en eso de revivir a los muertos, hoy resulta que los muertos son los más vivos. De golpe pasaron de ser cadáveres políticos a la chica más linda del baile.

***

Un gran maestro del periodismo correntino solía decir, hace unos años, que entre los caudillos contemporáneos de Corrientes la única diferencia era la barba. Tenía razón. Y la tiene si aún la sostiene. La única diferencia entre los líderes viejos y los actuales se asienta en la estética, por eso tal vez desde hace tiempo ya no importan ni la ideología ni la trayectoria en el sostenimiento de ciertos valores. El pragmatismo venció a la idea.
De allí para abajo poco importa, aún aquello que hace no más de un año proclamaba como importante la dirigencia política y social de Corrientes. En septiembre de 2012 El Litoral buscó opiniones políticas entre los líderes correntinos. La conclusión de aquel trabajo se asentaba en la necesidad de desterrar “el nepotismo dinástico”, “la prebenda pública” y los males de las “corporaciones”, “generadoras de poderes absolutos en ciertos integrantes de su grupo, que conforman, no es casual, el Estado mismo: algunos como políticos, otros como jueces, otros como académicos y el resto, desde sus lugares, como sustento, justificación y reproductores del sistema”.
“La falta de dirigentes con volumen político y contenido técnico, el desinterés por lo público y la falta de controles en general (…) constituyen lo más dañino de la evolución (decía el informe), que no puede desprenderse del todo de las peores prácticas políticas que llevaron a la provincia a conocer el abismo en reiteradas ocasiones”.
Se reclamaba, también, “poner el Estado al servicio de la gente y fortalecer las bases para que los nuevos actores, emergentes sociales que hay y muchos, puedan garantizarse la representación de sus intereses”.
“En este concierto actual y aun con sus esfuerzos (concluía el trabajo), es difícil advertir en los partidos un espacio de formación que engendre y haga parir, en cantidades suficientes, dirigentes de peso, con sustento político, contenido técnico y solvencia moral para encarar los desafíos que van más allá, hoy, de una administración prolija y andariega, o de otra que cimenta su futuro con fondos de otras cuentas”.
Como verán, nimiedades comparado con conocer alguna propuesta o con saber quién será el vice de “Lalaca” o “Camau”, que aparece en góndola como la clave para descubrir antes de tiempo si el 15 de septiembre próximo se va a ahondar o en todo caso hundir el modelo.
Hasta en eso comparten matriz. Las dos cosas refieren a las profundidades abisales de la política.

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Los cínicos

Declaró Ryszard Kapuscinski en un libro así titulado, que “los cínicos no sirven para este oficio”. Se refería a los periodistas, él que es de los más destacados en el mundo de la prensa.
En contrario, podría decirse que el cinismo es sustento de la política actual por propia definición: desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
Queda claro que cínicos hay en todas partes, y es justamente eso lo que asegura la germinación de tal semilla en los almácigos correntinos.
Lo sucedido en los últimos días es una sucesión casi perfecta de hechos que podrían analizarse bajo estos términos, a saber:

El procesamiento

La jueza Graciela Ferreyra, apegada a una interpretación de la ley se olvidó del contexto y la oportunidad y salió a encarcelar a uno y procesar a otros dos funcionarios municipales, entre ellos al intendente Carlos Espínola, por la causa que se sigue para conocer la responsabilidad civil e institucional por el derrumbe de una obra en construcción ocurrido el 22 de marzo de 2012, y en el que murieron 8 personas y otras 3 resultaron heridas.
Procesó a 10 personas, la mayoría empresarios y trabajadores calificados, pero una de ellas es nada menos que el intendente y candidato a gobernador por el kirchnerismo, lo que entraña una remota posibilidad de proscripción que fue suficiente para desencadenar un rosario de penas y reactualizar un viejo culebrón local: la utilización de los juzgados para resolver asuntos de los partidos o, más allá, de las urnas. La embopa, por supuesto, quedó por Colombi.
La respuesta no tardó en llegar. En fila, legisladores del PJK salieron a recordarle al gobernador que también tiene asuntos pendientes con la Justicia: un muerto (Hernán González Moreno, quien apareció con un disparo en la cabeza en un campo de Goya a días de la segunda vuelta electoral de 2009) y la denuncia del muerto, que hace pie en una supuesta evasión fiscal por más de medio millón de pesos por la mansión que recibió el primer mandatario como un gesto dadivoso por parte de un amigo insolvente: Hernán Laslo.

La foto

En el medio estuvo el 25 de Mayo, fecha patria que sirve para izar la bandera, ir a misa y tomar chocolate. También para que gobernador e intendente se encuentren en la plaza y puedan charlar, reírse un poco y sacarse algunas fotos.
No es un dato menor porque en este caso gobernador e intendente lo que menos quieren es verse. Tal como ya ocurrió con este mismo Colombi y Nora Nazar; y con el otro Colombi y Carlos Vignolo. Soportan el protocolo como pueden, sonríen y ya está. Un rato después, a la hora de digerir el locro, o los pastelitos, ambas partes ya están pensando de nuevo en la lucha. Lo que se dice hipocresía.
Eso sí, con cara de usted tiene razón asienten cuando el obispo Stanovnik dice que hay que construir ciudadanía desde la solución, no desde los problemas. “La democracia no se construye agudizando conflictos, sino concretando ideales de una verdadera amistad social”, dijo el prelado en el tedéum. En primera fila estaban ambos: Lalaca y Camau. No se sabe si lo oyeron. Desvergüenza hipoacúsica.

La Justicia

Pero volviendo a la piedra del conflicto: ¿Está bien lo que hizo la jueza Ferreyra? La prensa tiene poco tiempo y menos elementos para determinarlo. La academia consultada, no obstante, da algunos indicios. Se escuda de opinar porque, dicen, es un caso altamente politizado.
De todos modos, el presidente del Superior Tribunal de Justicia, Carlos Rubín, alumbró en el asunto: “El fallo está perfecto”, dijo.
¿Le queda otra a la Justicia? Siempre fueron tenidos por corporativos y tal vez ello limite su campo de acción. La opinión de unos sobre otros, la crítica constructiva sobre el trabajo de los propios jueces, en circunscripciones como la correntina, es más bien escasa, lo cual reproduce un modo que es insano en sí mismo, pero muy políticamente correcto.
Aún así, no hay corporativismo que los salve, a la luz pública, de sus propias acciones. La Justicia viene siendo juez y parte en la mayoría las discusiones institucionales y proselitistas de los últimos años. Y no es una opinión; el dato surge casi estadísticamente. Si no está de oficio, alguien la invita, pero al final participa. Su relación con la política, por tanto, es indudable, pero también inherente a su condición, desde su génesis, porque es así como lo prevé el sistema.
Un candidato a juez pasa por las aulas pero también por la observación determinante de los legisladores, luego de que el dueño temporal del Poder Ejecutivo se haya decidido por uno de entre una terna. ¿Qué más político que eso? Hay incluso quienes aún teniendo problemas con las aulas escalan posiciones porque gozan del beneficio de la influencia. Llegan al cargo que aspiran y después pagan en cuotas la manito recibida.
Situaciones como esta, por todos conocida, impone preguntar, por tanto, si procesar a Camau Espínola es una circunstancia de la causa judicial o un fin político en sí mismo. Si pedir la declaración jurada patrimonial de Ricardo Colombi es una necesidad para el conocimiento público o una venganza política.
En todo caso, hay que investigar a Camau como jefe de la Comuna, pero también la indiferencia de los funcionarios del Gobierno, por caso en la órbita de Trabajo. Las cuentas de Ricardo y compañía, pero también el patrimonio de Camau y los suyos. Y de los legisladores y hasta de los empresarios que aquí como en todas partes constituyen el poder real, que engorda casi siempre bajo el calor del Estado.
De lo contrario, es como ir a la guerra por la paz. Es decir que Colombi mandó a procesar a Espínola en la Provincia porque los jueces de la Nación quieren indagarlo. Por esa misma acción, el kirchnerismo vernáculo, en línea directa con la Justicia Federal, hace las veces de fiscal y sale a evaluar el bolsillo del primero. Una versión jurídica del “Mirar para cuidar”, recientemente lanzado.
La idea sería proscribir todo, incluso la madurez política y la convivencia democrática que hace rato están en el banco de los suplentes.

Debate trunco

Mientras esto ocurre, lo que es peor, la provincia se debate en el vacío. Que “arriba” tal cosa; que los “sueños” tal otra. Que hay que cambiar para que nada cambie, o que hay que seguir para que todo empeore.
Más allá del juego de palabras, hoy no se discute política; más bien se riñe descalificando al otro. No se dice, en términos concretos, porqué debería seguir Colombi o, en todo caso, porqué debería llegar Camau.
Tal como va la cosa, la contienda parece reducirse a seguir siendo autónomos y excluidos o a ser parte y sometidos. O para decirlo mejor: defender el federalismo o sumarse al proyecto.
La historia de Corrientes tiene mucho para contar en este sentido, aunque también, tomando un término muy de moda en estos días, la historia igualmente está jalonada de arrepentimientos, de cambios de rumbo que a veces llegaron cuando los ciclos superiores estaban en franca decadencia.
No obstante, decir que esto pasa hoy, es olvidarse que al menos la mitad de los 12 años que en sus distintas variantes lleva el gobierno colombista, se transitó en aceptable sintonía entre la Rosada local y la de Balcarce 50. Los resultados son los que son y están a la vista.

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Crisis en el PL: ¿tragedia o farsa?

El Partido Liberal fue fundado el 15 de diciembre de 1856, lo que lo convierte nada menos que en el partido más antiguo de Sudamérica. Por años fue reserva política ilustrada de la provincia y el país, ofertando sus más preclaros hijos a la causa de la patria. Solo basta un superficial recorrido por su historia para advertir que ésta devuelve hombres convertidos en próceres, protagonistas de su tiempo que, aunque equivocados o no, sostuvieron principios y códigos de pertenencia merecedores de orgullo y reconocimiento.
“Si bien dije y sostuve que soy república aparte/ cuando la patria quiso ser nación/ me fui a San Nicolás de los Arroyos/ con la idea y la pluma de Pujol”, aporta Zini en “Memoria de la Sangre”, recordando al saladeño Juan Gregorio, liberal y “uno de los hombres más importantes de la historia correntina”, según afirma Castello en su libro “Hombres y mujeres de Corrientes”.
Pero hay más. Desde Torrent para acá, hasta Leconte, el caudal político del liberalismo fue tan amplio como rico. ¿Qué pasó desde entonces para llegar a este presente infértil y opaco?
El PL ya no ofrece gobernadores ni ilustración, apenas si legisladores en permanente actitud mendicante, indigna de su propio pasado. Y no se trata de caer en el facilismo de enrostrarles a ciertos actores de la actualidad partidaria cierto jugueteo de alcoba con Ricardo Colombi y Camau Espínola, según el caso, como se mencionó en las últimas horas de profunda crisis y división. No, porque en su ADN el liberalismo exhibe una prolífica “política del acuerdo”. Primero fueron entendimientos programáticos, ahora meras alianzas electorales de ocasión, pero los concilios, más que los diferendos, forman parte de su manual de misiones y funciones.
No es una novedad, por tanto, que Josefina Meabe vaya a ofertarle “la banderita” al kirchnerismo. El PL ya estuvo cerca del PJ en varias ocasiones, antes y ahora, y conjuntamente con el Partido Autonomista, fueron capaces de dejar el revólver para sentar las bases del Pacto que fue exitoso en términos electorales, más allá del balance que cada uno haga respecto de la gestión alternada que por años protagonizaron esta versión local de celestes y colorados.
Lo que llama la atención es el vaivén del presente, que lleva más de una década. Pero no hace falta que un periodista lo diga. Ellos mismos, los liberales, saben cabalmente que del fango no se sale limpio. Tal vez por eso apuesten a la amnesia. Ejemplo claro es que en el sitio oficial del partido uno puede encontrar cualquier dato siempre que sea anterior al año 2000, y nada desde entonces. Es de inferir, por tanto, que la vergüenza es propia y no necesitan que nadie se la señale.

Preguntas
Pero ¿qué pasó desde entones? Rápidamente podría decirse que sus dirigentes convirtieron a la división en el eje de su régimen. El sello por un lado, dirigentes orejanos por el otro. “Un huevo en cada canasta”, como dice el adagio popular. Pelea electoral, alineamiento posterior.
Se trata de una estrategia que sirvió a los intereses de unos pocos pero que socavó las bases de la institución, una de las más cuestionadas de la actualidad.
Ahora, la mezquindad de un sector que busca la gloria al precio que sea, para revenderla luego en la feria de los cargos, dejó en la boca del lobo la presa que deglutió la otra parte, con la rapidez con la que el ñandú convierte el metal en jugo gástrico.
Josefina Meabe y Pedro Cassani no supieron actuar el papel que escribieron. No piensan en el Partido Liberal cuando presentan más afiliados que el PJ o la UCR, siendo una agrupación en retirada más que con expectativas concretas de poder; o cuando recurren a los interesados amigos de la Justicia, amigos de otros amigos de la política para salvar una coyuntura, al precio de la entrega más absoluta no ya de la ideología sino de la estirpe, que dejó de pensar en la patria para pensar en el patio.
¡Cuán lejos quedan los Pampín, Lagraña, Virasoro, Mantilla, Loza, Martínez y Gómez de los nombres de estas horas! Cuán distante el renunciamiento de Ernesto Meabe, a la riña de estos días por un sello casi vacío, sólo vigente por el recuerdo de viejas glorias.

Números
Las estadísticas demuestran lo anterior. Quizás por eso, oficialmente, se exhiban números sólo hasta 1999.
En 2001, para no andar con vueltas y facilitar el entendimiento, el PL registró 51 mil votos para gobernador y vice, apoyando a Colombi. En las legislativas provinciales de 2003 bajó a 45.500. En las nacionales de ese año, a 35 mil. Poco más de 23 mil consiguieron en las gubernativas de 2005, donde fueron divididos. Tocaron fondo en las legislativas provinciales de ese año, con 17 mil. Subieron 10 mil votos en la elección de convencionales del 2007.
Lograron 31 mil sufragios en las legislativas provinciales de ese año y volvieron a bajar en 2009, cuando divididos fueron a votar por cada uno de los primos Colombi. Entonces apenas consiguieron 26 mil avales. En las legislativas provinciales de 2011 subieron la puntería: llegaron 33.200 votos.
Estas cifras echan luz sobre una cuestión que está en boca de todos los que hablan de política y del PL: que saben hacer muy buenos negocios (es decir, conseguir cargos) con votos que, en soledad, sólo servirían para un legislador con ayuda del sistema D’Hont.
Un liberal “auténtico”, que esta vez no tiene intereses en ninguna de las tres fuerzas que hicieron en amague para votar hoy, hasta que la Justicia frenó los comicios, puso blanco sobre negro esta apreciación: “En realidad, el negocio es para unos pocos, los mismos desde hace tiempo, no para el partido”.
Es, tal vez, lo más sensato que se haya escuchado en estas horas de alta beligerancia partidaria, donde parece que están en juego visiones del kirchnerismo y del radicalismo, más que del propio liberalismo.
Ese desapego a la identidad constitutiva del PL podría leerse, con los años, como la astucia divisionista del ricardismo, que reina en esas aguas; o como la seducción absolutista del kirchnerismo que, persiguiendo sus objetivos, tiene pocos problemas de digestión.
Debe quedar claro, no obstante, que ambas cosas fueron posibles porque hubo quien se dejó dividir y quien se dejó seducir. Pero también habría que decir, para ser justos, que hay liberales de pañuelo y faja, además de aquellos muchos que salieron de las aulas, que creen aún en sus valores fundantes y que devendrán en proactivos cuadros políticos si es que el jaleo de la hora no los lleva puestos. Y esto, más allá de que pasada la elección de septiembre, la dama de Loza y el caballero de Goya puedan volver a sentarse en torno a una misma mesa a poner límites a su propia gula.
Queda por responder, si es que interesa, qué pasaría si las acusaciones de fraude terminan siendo confirmadas. O si los vasos comunicantes entre Meabe de Mathó y la Justicia Federal quedan expuestos. O si se reconoce que la democracia, en este caso interna, dejó de ser un alto objetivo para los dirigentes celestes, como los valores mínimos de la lealtad entre los miembros del partido. ¿Quién se haría cargo de semejante desfalco a la tradición partidaria?
Tal vez esto no sea más que fantasear con un ideal, siempre enemigo de lo posible. Tal vez, en cambio, sea un reclamo público para que los hombres y mujeres de hoy estén a la altura de su ayer.
Algún malintencionado podría objetar, en este punto, que la historia la escribieron ellos, por lo que sobran motivos para desconfiar.
Puede ser. Puede que haya motivos. Pero para desconfiar, no es necesario ir tan lejos. Basta con poner la lupa sobre el discurso aparentemente conciliador de Cassani, que sin embargo, pese a los intentos, no logra hacer creíble su supuesta indiferencia con el cargo que persigue. Cassani quiere ser presidente del PL, es su deseo, su voluntad de poder, no un favor que le hace a los afiliados.
Por el otro lado, fue sospechoso este tiempo de silencio de Josefina Meabe. Esperó el salvavidas de la Justicia para expedirse y cuando lo hizo, atacó a dos correligionarios pidiendo prestado hasta el correo kirchnerista para hacerlo. Como para que no queden dudas acerca de cuál es su nueva prosapia. Ya no son los monstruos que atacaron al campo, del que es albacea. Ahora son los dueños del progreso.
Balestra y los suyos, a prudente distancia, miran el ring. No se meten. Esperan poder votar, dicen, sin mayor ánimo que el de competir, un poco para mantener la coherencia de los antiguos reclamos de internas y otro poco para hacer, desde adentro, un intento para frenar la avanzada K en el seno del PL. No más que eso, que para muchos afiliados es más que nada, y mucho más todavía que el papelón en el que derrapó el reñidero, otrora indigno para gente como esta gente.
Cuenta Marx que “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar añade el prusiano que una vez como tragedia y otra como farsa”. Sólo el PL, sus dirigentes, saben en qué terminará este descaste.

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Diálogo mudo y a oscuras

“Lo que no puedas ganar, empátalo.
Lo que no puedas empatar, enrédalo”.
25 de enero/ Los hijos de los días/ Eduardo Galeano

Desde hace tiempo, por no decir desde siempre, Corrientes asiste a una cadena de berrinches en clave de reproche político que mayoritariamente deja la culpa en la vereda del otro. Es ajeno el problema, la ignorancia, el error, la chiquilinada, el nervio.
Todos los sectores e incluso las personas, sobre todo las más connotadas, se sienten en condiciones de reclamar. Exigen las organizaciones, las iglesias, los gobiernos, los funcionarios e incluso la prensa.
En el idioma de la diplomacia se pide por el diálogo. Es ya un cliché de la política nacional: la de Balcarce 50, la de Salta y 25 de Mayo y también la de Salta y Mendoza, pero poco y nada se hace para conseguirlo. Se habla mucho, pero subordinado a las condiciones del monólogo.
Esta situación, entre otras de igual tenor y amplios niveles de hipocresía, lleva a la gente al hartazgo. Se cansan también los periodistas de mandar a decir eso del diálogo que bien saben que es puro verso, sin rima siquiera. Los demás, los que lo invocan siempre, parecen llevarse de maravillas con ese estado permanente de soliloquio falaz.

Allá
En concreto: ¿es creíble el Gobierno de la Nación cuando habla de diálogo y cierra las puertas de cualquier intercambio con los ajenos e incluso con los propios? El gobernador Scioli anda sabiendo de estas cosas.
¿Es democrático bajar línea casi en tono castrense, sin el derecho mínimo de tragar saliva? Hay una larga lista de anticlericales postrados ante el anillo de Francisco, creyentes de la repentina conversión presidencial.
¿Es “gorila” el disenso por el sólo hecho de plantear una mirada distinta? Esta respuesta queda a criterio de los compañeros.
El diálogo, aseguran los que saben, es un arte que hace mejores a los líderes.
¿Será que eso es posible en un Gobierno donde no está permitida otra charla más que la que mantiene la señora con su alter ego?
Sobran ejemplos para inferir que lo que podría verse como una plática puertas adentro de la Casa Rosada, no es más que una postura de obediencia debida.

Más acá
En Corrientes no pasa distinto. Pero aquí, a las dificultades comunicativas con el mundo exterior se suman las carencias que produce una deficiente interrelación política. Se creó entonces un gobierno defensivo: de los correligionarios más ambiciosos, de los socios que pierden la paciencia esperando el turno que no les llegará y de los adversarios que brotaron por estos pagos y en Buenos Aires. Ser la única provincia radical del país tiene sus costos (históricos), pero también sus beneficios (coyunturales).
Poder marcar el contraste es una ganancia, aunque más no sea desde el punto de vista del relato, ring dialéctico donde hoy se dirimen los diferendos.
De hecho, el devenir de estos días rememora pasajes de los gloriosos tiempos conservadores, que lideraron los destinos provinciales casi siempre, desde cuando la patria quiso ser nación. Una cita de la investigadora María del Mar Solis Carnicer es clara al respecto:
“En el discurso del vidalismo de esos años aparece claramente el enfrentamiento que se quiso hacer entre nación y provincia, contrastando sus realidades. De acuerdo a la óptica vidalista, la nación estaba desquiciada por la tiranía, mientras que Corrientes, gobernada por conservadores, era un ejemplo de progreso y desarrollo”.
Es una descripción política de los años del yrigoyenismo. Mandaba la UCR en casi todo el país. En Corrientes, el Vidal del Partido Autonomista, no sólo era amo y señor: era también uno de los máximos detractores regionales de don Hipólito.
Podría decirse siguiendo esa lógica transversal, que abona por igual el orgullo de autosuficiencia pero también un aislamiento sin sentido, y que pone a Corrientes necesariamente en la vereda opuesta a la del resto del país, que esta conceptualización de hace un siglo, bien puede leerse, fuera de su contexto, como una declaración de ayer, dicha por algún ministro desbocado, que los hay en el firmamento colombista.
En ese marco, ¿puede este Gobierno pedir gestos de civilidad cuando actúa atendiendo no más que la sabiduría del rebenque? ¿Está en condiciones de responder con su lomo lo que dice su boca? ¿Puede exigir intercambio de ideas cortando en el mismo acto todas las vías posibles de relación? Más se parece a una patota mercantil de la razón: si no la tiene la compra.

La otra cuadra
Capital tampoco es la excepción. Es el territorio donde se define gran parte de la contienda y es también la cuna del postulante que con alguna seriedad y muchos billetes prestados osa disputarle el poder al hombre fuerte de la provincia desde hace más de una década.
Esto, que en sí mismo es un mérito, termina subsumiéndose en la soberbia de los que se creen todopoderosos y ganadores, aun sin haber ganado, y que forman parte de una claque a sueldo que está para contraprestar aplausos más que pensamiento crítico.
También en la ciudad se sacraliza el diálogo, pero sólo en las condiciones que la ciudad quiere. Se detesta la vieja política, pero aplicando los mismos métodos. Se aborrece el pasado, hasta que se asocian con él. Se habla del otro en el discurso, pero en los hechos se aplican los números de la mayoría sin que importen los argumentos. Se sueña un lugar de ensueños para todos y todas, pero se actúa en función de la propia ambición, al mando de una realidad creada a medida.
Lo lamentable es que más allá de todo, tarde y temprano, la culpa será de la prensa, fundamental en su rol de estafeta, pero traidora en su rol de analista. Y no es una queja. Es parte de los riesgos que corre el periodismo al sinergiarse con el poder, cualquiera sea su origen y condición.

La puja
Resulta saludable, en todo caso, que la agenda de estos días (llena de cortes de luz y amenazas y deudas que aparecen como zancadillas a la estela de un fantasma) se muestre desnuda a la vista de todos. Todo el mundo ve cómo se diputan las poltronas en una provincia donde escasean las sillas, no sólo las mesas y lo que suele ponerse arriba en horas de la siesta y de la noche.
¿Será que no hay otra forma de confrontar electoralmente?
La fuerza, dicen, es el enemigo de las ideas. ¿Será este el caso?
Muchos partidos que conforman el menú electoral correntino ya muestran heridas y heridos, y ni siquiera abandonan la etapa de los escarceos internos. De hecho, todavía ni empieza la campaña “fuerte”, la que en su momento se llevó a Casco y hace unos años a González Moreno.
Esto es lo que vuelve mezquinos a los dirigentes, lo que los aleja de una realidad que se mide claramente en otros términos, no siempre en la timba hedonista de las encuestas.
Vivir en sociedad implica organizarse políticamente. Las partes, que son muchas, conforman el todo que se refleja a sí mismo. De ahí que es necesario asumir compromisos, primero personales y después colectivos, para mejorar entre todos. Si hay otro camino, no hay más que exponerlo. Los correntinos sabemos qué nos pasa cuando nos desconocemos entre nosotros. ¿Sabemos?

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Mensajes

Y si de ayudar se trata, aquí te dejo estos versos

nacidos del corazón: no son gran cosa, están hechos

con un oído en la gente y otro en el evangelio;

pueden servirte en la crisis que trae el nuevo milenio…

Delante de vos se abren dos caminos, dos proyectos:

felicidad o desgracia; el servicio o el provecho;

compartir o amontonar; el Dios vivo o dioses muertos:

tendrás que elegir, muchacho: servir a Dios o al dinero.

Extracto del poema “De un padre a un hijo”, del paí Julián Zini

 

(Domingo 17 de marzo de 2013). La elección del papa despierta la atención del mundo entero. Excede a los católicos, que por si fuera poco, son muchos.

La tradición milenaria de la Iglesia de Cristo, revestida de fastuosidad imperial, concita el interés de los mortales comunes, apegados a la necesidad de saber al menos una parte de los misterios, aquellos que le son ajenos por decisión de los hombres que gobiernan desde Roma.

Este hambre convierte por unos días, a personas del globo entero, en depredadores de información: de viejas profecías, de los pomposos ritos y de las intrigas mil veces denunciadas y pocas veces probadas y que claramente rodean la elección de un pontífice, el rey de unos 1.200 millones de personas que creen, que esparcidas por el mundo acogen la virtud de la fe.

En ese andar, en cualquier calle, que incluye a las de Corrientes claro, es fácil advertir la presencia de vaticanistas de ocasión. Todos tienen algo que decir, opinar, conjeturar. Porque hay papa, porque a este se lo conoce y se lo vio actuar. Porque hay un estado de participación, un colectivo de cuerpo presente ante este pedazo de la historia universal.

Católicos y no católicos, por tanto, subidos a las escalinatas de la argentinidad o del americanismo más profundo, con justa razón, abrieron las puertas de la esperanza.

El ex cardenal primado de la Argentina, hoy el papa Francisco, hace lo suyo. No para de enviar señales que el mundo interpreta positivas. En su país, en cambio, todavía se discute. No se sabe si por discutir de puro gusto; por la negación al éxito del otro, que no es más que un vecino; si por política, si por ideología, si por el pasado o por el futuro. Todavía, una parte de este país, discute. Y exige, como cuando es exigido por la Iglesia, al menos un pedido de perdón. Se reclama hoy ese gesto a Francisco. Pero ya, sin demoras, por algunos errores que tal vez haya cometido Bergoglio. El mundo, a su turno, mientras mira las discusiones en la cuna del pontífice, espera que éste siga hablando, con palabras y gestos, pero también con acción.

Mucho se ha dicho en estas horas de Jorge Bergoglio. Y la cosa seguirá así, puesto que a la novedad de este papa argento, se suman otras tantas novedades para una institución como la Iglesia, no muy afecta a los cambios de cuadrante. Menos aún si esos pequeños gestos atacan al corazón de la gran curia, apegada a la fastuosidad, al poder mismo y a sus beneficios.

La humildad y sencillez del vicario de Cristo, alegra y acerca a la plaza. Es necesario. Pero para que sea real, debe hacerse carne en el palacio.

¿Seguirán los cardenales este ejemplo de su guía, el sucesor de Pedro? ¿Los obispos, los curas y religiosos? ¿El pueblo creyente?

La lista puede extenderse y debe hacerlo en nombre de la justicia. Pero si empieza por casa, si de una vez se hace lo que se predica, mejor aún. Para la propia iglesia y para todos los hombres y mujeres de buena voluntad que esperan del cristianismo, en particular, también un gesto de ternura, no siempre de observación y juzgamiento. O una mirada a su propio pasado fundacional, más despojado de los lujos y más comprometido con los problemas de los otros, más cerca del barro que del oro.

El padre Jorge, el cardenal Bergoglio, por definición, llevó a cabo en Argentina algunos de esos gestos necesarios. Es reconocido incluso entre quienes detestan lo que hace y dice, porque ataca, en calidad de político (que lo es) la matadura más inflamada de la política, que se copia de la caridad de la iglesia pero no construye caminos seguros para la dignidad de los hombres, que está lejos de la limosna proselitista.

En sus primeros pasos el papa Francisco dio señales de tener un horizonte. Y no se trata sólo de los objetivos primordiales para la preservación del catolicismo, que tienen que ver con corregir los descalabros financieros, la corrupción institucional, la pederastia. Eligió un nombre y con él una cruz.

Sabe Dios cómo le irá. Pero desde el miércoles a hoy, hay motivos para volver a mirar, esperanzados tal vez, qué pasa en la gran barca de Pedro.

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Del gobierno de la política al gobierno de las urnas

El Gobierno cierra un año que se desarrolló en la llanura de sus propias acciones, pero que fue incansable en la gestión de la política. El tono electoral, siempre presente, adelantó una disputa que en los próximos meses dirimirá nada menos que la continuidad o el cambio de rumbo.
Ricardo Colombi y el gobierno que él comanda terminaron el año cansados de su propio desgaste, pero tienen aliento para seguir andando, sin prisa aunque también sin pausa. Por mínimo, no deja de ser un mérito. Sucede que ni el más trabajador de la política (casos no abundan, además) puede dejar de reconocer el incansable peregrinar del Gobernador, que no es de ahora, y que sin embargo, repitió religiosamente todo el 2012 que se va.
Anduvo todo el año, como siempre, recorriendo la provincia. Tomó contacto con la gente -sin intermediarios- como le gusta. Habló de política con propios y ajenos; con intendentes radicales y de los otros. Con más de uno, incluso, hasta jugó al fútbol apostando obras al resultado.
Sin embargo, pese al trajín, no ensayó cambios sustanciales en el gabinete más que los que surgieron de sumar las piezas que hacían falta, por lo que tuvo que recurrir, siempre que fue imperioso, a los golpes de efecto para disimular el tranco cansino en el que a veces cayeron sus colaboradores, cuya grilla, a estas alturas, puede repetirse casi de memoria.
Mirando el recorrido, alguno podría preguntar por qué tanto peregrinar: si es por alguna devoción; por el simple gusto de andar o, eventualmente, por algún interés que no se sacia en Capital.
Los resultados electorales, una de las variables objetivas para medir semejante disquisición, parecen darle a Colombi la razón.
Ahora abre nuevamente esa puerta y se muestra dispuesto, una vez más, a echar mano a su suerte, aunque niegue que su senda esté atada a lo que nadie duda y que no es más que la realidad de su candidatura.
En eso lo encuentra este fin de año. Tiempo de un balance que poco tiene de distintivo.
Como en los anteriores, el gobierno que conduce Horacio Ricardo cerró el año 2012 con apurones: con los gremios que amagan con las huelgas; con una Legislatura adversa (a su gusto, mezquina) que volvió a negarle créditos para infraestructura; sin mayores obras habilitadas y con el espectro de la energía escasa que agobia más que el calor, casi siempre.
Colombi cierra el año, además, con cuestionamientos hacia la Justicia que supo conseguir a lo largo de los años y con una campaña que no parece tener muchas ganas de respetar códigos ni tiempo.
Según dicen, al Gobernador no le place hablar de elecciones inoportunamente, aunque sus acciones se vean obsesionadas con las urnas. Dicen que le gusta menos todavía que lo fuercen a hilvanar conjeturas proselitistas cuando otro lo ha madrugado en la iniciativa.
El asunto es que las cosas se adelantaron y sin querer queriendo se le apareció un candidato que tiene todas las intenciones y una buena madrina para intentar al menos dejarlo con las ganas de su revancha: aquella que surgiría de hacer uso, por primera vez, de la reelección que su primo Arturo le negó pensando en su propio pellejo, pero que luego no pudo usufructuar por el castigo de las urnas.
Le guste o no, últimamente, todo indica que Ricardo Colombi será el candidato del Gobierno y que armará la alianza Encuentro por Corrientes a su gusto y paladar. Que puede tener contrincantes donde hoy hay socios y que disputará con el Intendente de Capital, en serio, el sillón de Ferré, pese a que aquél tampoco se defina, no se sabe si por miedo o por conducta estratégica.
Por lo demás, tal vez mucho de lo que hizo el Gobierno en 2012 no esté en esta nota. Tampoco este escrito tiene la pretensión de rigurosidad que demanda el almanaque, que tendrá sus días buenos y otros no tanto. O quizás estas líneas sean tan respetuosas de la rigurosidad que hay poco para mencionar de este año que termina sin la proyección imprescindible hacia el año que comienza y que, para Corrientes, podría significar un antes y un después.
Es que este año definirá el destino político del mediano plazo. Puede que siga Ricardo, haciendo historia y acercándose a las hazañas de Ferré; puede que un golpe de timón, igualmente histórico, deposite en Salta y Mayo al peronismo en su versión K, que espera agazapado retomar el legado que Julio Romero dejó al partir. O puede que aparezca, por esas cosas mágicas de la política, un espacio superador que hoy siquiera tiene quién seriamente lo impulse.
Vaya si es importante este 2013. Definirá el verdadero peso de los rejuntes políticos; del asfalto urbano disfrazado de gestión o de los sueldos en tiempo y forma que se venden como realizaciones, cuando son una obligación.
Tal vez no sea mucho, pero es una base para cuando la política decida dejar de atender sólo los intereses del palacio y vuelva la mirada, al menos por piedad, hacia la plaza que todavía espera.

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