Modelos de provincia

“Delante de vos se abren
dos caminos, dos proyectos:
felicidad o desgracia;
el servicio o el provecho;
compartir o amontonar;
el Dios vivo o dioses muertos;
tendrás que elegir, muchacho,
servir al otro, o al dinero.”

“Confesión” / Julián Zini

Aunque esta vez usó más el método de la descripción que el de la conceptualización política, el gobernador Gustavo Valdés no desaprovechó la oportunidad que tuvo hace una semana ante la Asamblea Legislativa y ratificó el perfil con el que pretende coronar su gobierno, que entra en tiempo de descuento, por lo menos por ahora.
Cubierto por una retahíla de anhelos y enancado en un detallado inventario de concreciones de distinta caladura -no del todo determinantes aún-, el gobernador Valdés hizo pie en los acuerdos básicos que necesita una provincia carente como la de Corrientes para sustentar su sobrevida, cuando no su despegue: la educación, el trabajo, la inclusión, la igualdad, la modernización y el consecuente desarrollo, cuyo alumbramiento porfía con la quietud atávica que lo obstruye.
“No somos lo suficientemente ricos para darnos el lujo de no invertir en educación”, dijo, parafraseando a Gandhi, galvanizando de ese modo un sentido común arraigado en Argentina: el de la educación como valor supremo, asunto que se pasea siempre por los discursos y que no obstante retrocede ante los hechos.
Se trata de educar, no hay dudas; pero de educar bien, con calidad y sentido de contexto, lo cual implica definir y sostener un rumbo consecuente con nuestras potencialidades, para evitar -entre otras cosas- la migración forzosa de la gente del interior profundo: de los que tienen para irse y se van y a veces vuelven; de los que saben y se van y nunca vuelven; para evitar la fuga de los mejores, pero también de los desesperados, esos que concentran sus cuerpos y penurias en los cordones periféricos de los centros urbanos, que por ese solo hecho no dan garantía de mejoras.
Esta preocupación es una constante en Valdés. Lo es también aquello de la inclusión; el desarrollo y la modernización; lo de la inserción de la provincia en el mundo con su faceta exportadora; el mejor trato con la gente, sobre todo con la que más necesita; pero también con los sectores más poderosos, empresarios, académicos y productivos, e incluso con el sector político no alineado que acompaña, aunque sin compartir sus modos de materialización de ese catálogo de buenas intenciones que sostiene el Gobernador desde el minuto uno, desde cuando recibió el gobierno con los sueldos al día, sí, pero con el resto de los parámetros sociales relegados a valores insostenibles.
Es titánica la tarea. Y hace tiempo que no hay tiempo. Pero no obstante las urgencias, que parecen acuciar siempre, Valdés supo capitalizar, en estos años de gestión, su visión de diagnóstico, su pelea sorda para desterrar el medioevo cultural que lo rodea y para convertir en un activo la idea de un gobierno distinto con gente que hace 20 años hace lo mismo. Sumó adhesiones también con su discurso aperturista y ciertamente respetuoso de las diferencias. Ese capital se convirtió, el año pasado, elecciones mediante, en un nivel de apoyo institucional y político que no tiene parangón en la historia reciente de Corrientes. Tiene mayorías agravadas en ambas cámaras de la Legislatura, alta ponderación pública y la consideración del pequeño establishment económico de la provincia.
Supo alzar, también, algunas banderas progresistas relacionadas con el debate de nuevos derechos, que sin ponerlo a la vanguardia, lo ubican en ventaja en comparación con ciertos hombres y mujeres que encarnan versiones de un mundo que ya no es, y que persiste en Corrientes por la sombra del pensamiento tripulado a la que son sometidos gruesos sectores vulnerables de la población.
Valdés redondeó en este tiempo un discurso de género, igualdad e inclusión, y navega con solvencia las aguas picadas de los nuevos desafíos sociales, sobre todo el relacionado con el aborto, que pone en contradicción las políticas de salud pública con la moral católica dominante en el país y hegemónica en la provincia.
Pero el Gobernador sabe, más allá de todo, que empieza a acabarse el tiempo que hasta el momento le fue concedido y que ya no alcanza solo con el diagnóstico y mucho menos solo con las palabras bellamente talladas por los profesionales del marketing y la comunicación. Sabe, como estudioso de los procesos que es, que mejor que decir es hacer. Por eso, tal vez, el Gobernador invirtió casi tres horas ante los legisladores, el domingo pasado, para detallar acciones en el marco de un mensaje con varios destinatarios posibles. Ratificó el rumbo, su rumbo, pero consciente de que desatar escollos futuros dependerá más de cuestiones internas que de avatares políticos externos, de la oposición o incluso de la economía, pese a su gravitación crítica.
Para hacer lo que dice, Valdés necesita gestión, gente comprometida y que sea capaz de andar a su ritmo, que por si fuera poco debe ir en aumento para que la reelección sea una opción, como plantean muchos. Pero también requiere de instrumentos, muchos de los cuales aguardan en la Legislatura, cuyo resorte maneja la propia coalición de gobierno. O varios de sus generales.
Radica allí una clave importante para definir el futuro político del Gobernador y el de la provincia. Hace tiempo Valdés viene proponiendo lo que la Legislatura no viene disponiendo. Esa contradicción, manejada todavía dentro de los palacetes oficiales, en algún momento hará eclosión si las diferencias se vuelven insalvables y se convierten en trabas.
La oposición, diezmada por falta de estrategia, fragmentada por mezquindades varias, sin un perfil claro más allá de la defensa de las directrices del gobierno de Alberto Fernández, y sin una propuesta que supere la “sensación de seguridad-estabilidad” que ofrece Encuentro por Corrientes, no tiene poder de fuego. El contralor es menor y los debates no aparecen más que como charlas de café, lo cual tensiona de nuevo sobre la posibilidad de acceso real al poder, que sería importante para una oposición que se precie, como la del PJ, pero que no es lo único. Lo más grave de la ausencia de una oposición real, local-provincial, radica en el empobrecimiento de la calidad final de la democracia.
Este racconto, que no agota las aristas posibles para el análisis, puede abrir la puerta hacia una oportunidad si las diferencias de criterio -que existen en el Gobierno, pese a los silencios que imperan en la vida pública correntina-, se canalizan utilizando lo mejor de las artes de la política. La historia de Corrientes es pródiga en disputas, fratricidas muchas de ellas, que no hicieron más que ahondar la postración.
Los actores del gobierno de Corrientes, que son los mismos desde la crisis de 2001, tienen ante sí la posibilidad de poner a la provincia y a su gente por encima de los intereses personales o sectoriales. De asumir la cuota de responsabilidad que les toca en la administración de la cosa pública, lo que implica suspender, de momento al menos, esa posición de víctima (la culpa de todos los males es siempre de otro, del otro, sobre todo del Gobierno nacional) con la que buscan eximirse de sus errores o excesos.
La hora demanda inteligencia para resolver las cuitas internas entre los que encaran -por ahora desde el discurso y desde algunas acciones germinales- un proyecto de provincia anclado en el progreso y el desarrollo con inclusión, frente a los mesiánicos y sus acólitos que, subsumidos en pensamientos de otro tiempo, cultivan solo la ambición de poder abonada por las viejas glorias de una supuesta reconstrucción, tras la hecatombe del año 99.
El pago de los salarios en tiempo y forma en una provincia cuya actividad principal depende del Estado, es una base necesaria, sin dudas. Pero es solo una base. Tomar esa obligación institucional como un logro de gestión (y de esto ya hace 20 años) y abandonar la tarea verdadera, proactiva en relación al desarrollo provincial, constituye cuanto menos una explícita violación a los mandatos constitucionales que rigen el principio del poder delegado.
Por tanto, es tiempo, desde hace tiempo, de encender las alertas, de levantar un poco la mirada y advertir que en los próximos años se definirá una grieta real entre el progreso y el atraso, entre los planes y las chicanas, entre la expansión y la aldeanía, entre las relaciones asociativas y las cerrazones de la soberbia autoritaria, entre un gobierno de puertas abiertas y otro más bien oscuro, bosquejado en libretas de almacén.
Evitar las confrontaciones en la cúspide del poder y en todo caso profesionalizar la toma de decisiones pensando en el bien común, debería ser una demanda colectiva, pero es, de arranque, obligación de los que gobiernan.
La conducción provincial es más que la de un partido. La provincia debiera significar más que la necesidad obcecada de re-batir un récord personal. Pues mientras algunos cargan las tintas con su verba inflamada, venenosa, los récords que duelen se siguen batiendo a sí mismos, por caso los de la pobreza e indigencia, que ya lisiaron el futuro de varias generaciones desde el 2001 hasta hoy, y que mientras tanto sigue expulsando correntinos a un desarraigo que nos vacía y lastima tanto a los idos como a los quedados.

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Gustavo Valdés: “Tenemos que darle un changüí al Presidente para que trate de hallar el rumbo económico que no supimos encontrar nosotros”

Esta entrevista, parte de un ciclo que El Litoral y E. L. editaron en formato digital durante todo el año, tuvo su cierre en el Teatro Vera con el gobernador Gustavo Valdés. Coincidió además con la culminación de su segundo año de gestión, por lo cual la oportunidad fue más que propicia para esbozar un balance y proyectar lo que viene, pasando por la coyuntura nacional y provincial. La que aquí reproducimos es parte de la charla, que se puede ver integralmente en video en esta misma plataforma.

—¿Cómo le va, Gobernador? ¿Cuál es su balance de estos 2 años de gestión?
—El primer año fue adaptación, de luna de miel. La verdad es que no es fácil hacerte cargo de un gobierno. Tomar las riendas de un Estado, que es omnipresente en toda la provincia, realmente es complicado.
Y darle una impronta y que el Estado se pueda mover, lleva su tiempo; pero creo que estamos encaminados. Estos dos años que vienen creo que le vamos a dar un dinamismo que ya va teniendo, el ritmo que queremos. Espero que ayude la cuestión nacional y que no tengamos vientos de frente, por lo menos.

—A mitad de este año ganó con más del 60% de los votos y una diferencia de más del 40% en relación al PJ. Eso lo convierte en el gobernador más poderoso, al menos desde el retorno de lo democracia. ¿Qué responsabilidades asume ante tanto acompañamiento?
—Pero el poderoso no termino siendo yo. El poderoso termina siendo el conjunto. A medida que nosotros vamos entendiendo hacia dónde tenemos que ir, creo que nos estamos encaminando todos, porque si no termina siendo como que el poder radica en una sola persona, y yo no soy partidario de que el poder lo maneje una sola persona durante todos los tiempos, durante todo el tiempo.

—Pero es el gobierno más poderoso que se recuerde…
—El gobierno. Me parece que tener mayoría en Diputados, en Senadores, te va dando la posibilidad de que puedas hacer lo que uno va creyendo. Pero uno también tiene que ir articulando con diputados y senadores, enriqueciendo las normas, las leyes, las ideas. Eso me parece que es positivo para todos, con una dirección ya definida hacia dónde quiere ir la gente, acompañando al gobierno y el gobierno acompañando a la gente.

—Igual, tiene una cuota de responsabilidad…
—Seguro, no lo discuto, pero es la primera que vez hay una mayoría clara, una mayoría de dos tercios en ambas cámaras, que no sale a correr, a modificar, a cambiar, a pedir superpoderes, a salir a intervenir instituciones, municipios, a trabajar con ese tipo de cuestiones. Creo que a nosotros esa confianza de los ciudadanos nos sirve para afirmar la identidad de vivir en paz, en armonía y fortalecer las instituciones. Ese es un logro que lo hemos conseguido todos.

—Hace pocos días usted se reunió con el Presidente la Nación. Después del encuentro, ustedes los gobernadores radicales (Valdés, Morales y Suárez) fueron muy importantes a la hora de empezar a dar señales, desde el punto de vista democrático, para permitir el tratamiento de la Ley de Emergencia Social. Fue reconocido incluso por el propio Alberto Fernández y la sociedad.
—Cada vez que el Presidente convoque a los gobernadores o al gobernador de Corrientes uno tiene que concurrir, escuchar, dialogar, porque me parece que es lo sano: la democracia, y no tiene que tener nada malo, ya que es una reunión de institucionalidad.
Yo creo que lo democrático es siempre respetar la voluntad popular, y respetar la voluntad popular es dejar que la voluntad popular se plasme a pleno en el cuerpo y después uno va a tener una discusión si te da la fuerza, si no te da la fuerza. Si no te da la fuerza, tenés que comenzar tachando la generala doble, como en definitiva terminó ocurriendo.

—Pero no obstruir el Congreso, como se pretendió.
—No obstruir el Congreso de la Nación. Entonces me parece que era saludable que nosotros salgamos a respaldar la asunción de diputados oficialistas, en este caso, y que con el juego de la democracia, con toda la voluntad plasmada, pueda jugar libremente el Congreso de la Nación, con los claros y oscuros. Hay un gobierno que necesita y tenía apremio para tratar una norma. Ojalá que todos los argentinos podamos pensar y actuar de esta manera, que podamos tener instituciones más sanas, que sean más saludables y que pueda haber debate. Eso me parece que es prudente para todos.

—Para hacer el balance lo invito a hacer un repaso desde su discurso de asunción. En marzo de 2017 usted proponía un ataque frontal a la pobreza y dos procesos centrales: modernización y crecimiento.
—Hay dos cosas: yo analizo el empleo público en cuanto a niveles de salario. Nosotros estamos en un promedio de salario de $28.000, por encima del promedio de salario del sector privado y eso genera un aporte. Por supuesto que cuando uno ve y tiene devaluación, y mide en dólares, uno mide la pobreza y, generalmente, los números terminan subiendo; pero este ciclo nosotros lo vimos en Argentina.
La pobreza se tiene que medir de manera multidimensional: no es lo mismo una persona que cobra 20.000 o 30.000 pesos en Corrientes a otra que cobra lo mismo pero en el centro en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la pobreza te mide de igual forma. Pero hay que trabajar mucho y ayudar. Uno puede largar un plan social y enmascarar la pobreza. Pero la pobreza se tiene que resolver generando inversiones, generando trabajo con empresas privadas que puedan llegar a tomar trabajadores y que puedan tener sueldos importantes con aportes y en blanco.

—En su discurso de marzo del 2017 también hay un paralelismo que me parece importante, porque habló casi en los mismos términos que el presidente Fernández en su asunción. Dijo: “Asumimos el compromiso del erradicar la pobreza y acompañar a los desposeídos, sabemos que la única manera de solucionar los problemas es reconociéndolos”.
—Bueno pero eso es un problema de cómo mirás el vaso. Nosotros tenemos pobres y es una verdad de perogrullo: tenemos pobres, Estados Unidos tiene pobres, China tiene pobres; pero hay veces que es conveniente decirlo y hay veces que es mejor hablar de lo positivo que tiene una provincia, es una toma de decisiones. Pero en todo el mundo existen pobres, ojalá que no existiera ni uno más, que podamos llegar a una sociedad o apuntar, como una utopía, a decir: “yo quiero hacer desaparecer a los pobres”. Pero hay que trabajar todos los días y hay que tener inversiones que te conduzcan hacia ese destino. Eso es lo que tratamos de hacer siempre.

—En ese discurso habló de incluir a las mujeres y a los más vulnerables, a los vecinos en todas las direcciones, mencionó especialmente a la Capital y hoy se está viendo un poco eso. Otro punto que me parece fundamental de ese discurso es que mencionó incluir “a los que están y a los que se fueron”. Durante el siglo XX y los primeros 20 años del siglo XXI, 1 de cada 3, o 1 de 4 de los nacidos se fueron de la provincia. ¿Se puede revertir esta tendencia?
—El correntino es embarcadizo, va a la fuerza de seguridad, vamos a todos lados. Históricamente, Corrientes tuvo un rol fundamental, que es, por ejemplo, los docentes en el Chaco, los en Formosa, en Misiones. Los trabajadores, los profesionales que se fueron afincando en distintos lugares.
Pero (siempre le decía a la gobernadora Vidal y se lo puedo decir a cualquier gobernador de la provincia de Buenos Aires o de la Capital Federal) mientras siga habiendo desigualdad de oportunidades, más oportunidades en Buenos Aires, y que no hayan oportunidades para la provincia, los correntinos vamos a seguir yendo a la Capital Federal y al Gran Buenos Aires. Siempre que no haya posibilidades, si no cambia la matriz, no va a cambiar esa migración. Si vos tenés una tarifa de luz baja, una tarifa de agua baja, y si vas tener un sueldo muy superior en Buenos Aires, con que consigas un trabajo, tu condición de vida cambia. Es como irte a otro país. Entonces, vos tenés una migración interna que termina generando un país macrocefálico y ese tipo de país no le hace bien al argentino. Esto es lo que tenemos que revertir con oportunidades en el interior, con federalismo, que es lo que terminó devolviendo Mauricio Macri a las provincias. Pasa que la Argentina es complicada, el presidente que más le devolvió el federalismo económico a las provincias fue Macri. Y hoy comenzamos a revertir nuevamente este proceso, porque todas estas leyes que se mandaron al Congreso de la Nación son nuevamente el concentrar recursos para la Nación y estamos desandando el camino que trazó el anterior presidente. Estamos volviendo al unitarismo fiscal y lo estoy diciendo hoy, a diez días de haber asumido el nuevo presidente.

—Al asumir, cuando habló de modernización, dijo: “El mundo está creando inteligencia artificial y nosotros todavía luchamos con la deserción escolar”. “Modernización no es comprar computadoras, es cambiar nuestras cabezas y pensar de otra manera”.
—Bueno, es todo un desafío. La cuarta revolución en el mundo es la inteligencia artificial y si no tenemos conectividad, nos vamos a perder grandes posibilidades en el mundo. Por eso, invertir en conectividad es lo que estamos comenzando a hacer desde el Estado. Es fundamental para no perder la batalla contra las empresas privadas.

—También mencionó… vamos a hacer un repasito rápido: la ganadería, la exportación, el arroz, los cítricos, la horticultura, la yerba, el té, la miel, el turismo, el Iberá, la expansión de las redes del aeropuerto; se habla de nuevas pistas, más allá del Piragine Niveyro. ¿Cómo está eso?
—Bueno, las pistas… inauguramos la de Ituzaingó, la recuperamos, pues estaba fuera de servicio completamente. La de Carlos Pellegrini la estamos haciendo, estamos buscando en Concepción hacer la otra pista. El aeropuerto de Paso de los Libres lo estamos trabajando, como también el que hemos conseguido en el aeropuerto de Monte Caseros. Son pistas que hemos recuperado, en las que hoy tenemos cinco lugares donde mejorar. En muchos casos van a ser turísticas, en muchos casos van a ser comerciales.

—También habló de la Ley de Educación, del Código Penal. Recientemente hubo avances en esos ordenamientos. La regulación dominial, un banco de tierra, fondo de desarrollo rural, plan hídrico….
—El plan hídrico lo estamos avanzando en la medida que podemos. Tenemos el plan de una obra muy grande que tiene que ver con la Ex Vía, una obra esperada largamente. Esperamos realizarla con Eduardo Tassano, con fondos que son propios de la Provincia. Terminamos el Canal 5, que es el que pasa por debajo del aeropuerto. Estamos avanzando en la canalización del barrio Cremonte para tener salida por el Canal 5 y que no salga por otros desagotes. Después, bueno, tenemos que ir avanzando por esos planes, vamos a ver qué posibilidades tenemos y vamos a seguir trabajando en eso.
Y después tenemos la modernización del Estado, que tiene que ver con el Banco Provincia nuevo, que ya lo estamos terminando. Después, estamos trabajando en el Ioscor e IPS; aumentamos dos pisos más de lo que estaba previsto, porque soportaron las estructuras. En la medida que podamos, vamos a trasladar Catastro, y el Registro de la Propiedad Inmueble, edificios que eran absolutamente necesarios y también Personas Jurídicas.

—Pero ahí se va a generar un nuevo centro… y puede generar problemas la falta de infraestructura vial.
—El centro hoy ya es inaccesible.

—Claro, pero se puede pensar en extender la costanera sur, para poder dar salida al flujo vehicular de esa nueva zona…
—Es una obra cara, esta es una cuestión de plata. El plan lo tengo, me falta solamente la plata. En definitiva. la pobreza termina siendo pobreza por falta de plata. Por eso me parece que hay otras obras que son más urgentes; por ejemplo, el ingreso desde San Luis del Palmar, desde Laguna Brava, hasta la rotonda de la Virgen; que es una obra que lo tenemos que hacer porque es el lugar más transitado de la ciudad, más transitado que el puente.

—Sé que es importante, pero no me quiero detener en la política salarial, porque es una cosa que se habla todos los días. Sí mencionar que usted garantizó la política salarial de este año y el próximo.
—Exactamente, porque tenemos solvencia fiscal, financiera, y la provincia básicamente está bien comparado con otras provincias. Nosotros sabemos que tal vez no haya tanta ayuda del Gobierno nacional, lamentablemente, para que la Provincia de Corrientes ande bien. Pero tenemos que hablarlo, debemos tranquilizar a mucha gente. Porque por ahí dicen: “y ahora qué va a pasar, ahora que tenemos este gobierno que viene y no tenemos las posibilidades que antes”.

—En ese punto no va a pasar nada.
—No va pasar. Nosotros estamos garantizando pagar los sueldos. Bueno, de hecho, anunciamos el pago de un bono $6.000 para enero, que es el mes más largo del año.

—Mencionó antes que a partir de 2020 va empezar otra sinergia, otra velocidad en el gobierno, y uno tiene la sensación de que hay ministros que no le siguen la velocidad en la que ya está hoy el gobierno.
—Bueno, tienen que apurar el paso, tienen que acelerar. Hay ministerios que tienen dificultades en la estructuración del Presupuesto. En este Presupuesto nos sentamos a ver con detenimiento tratando de delinear en gran medida la obra pública y ordenarla. El Ministerio de Obras Públicas está funcionando mejor, lo reagrupamos y le estamos dando presupuesto.
Entonces, vos decís, “si no le das presupuesto, es imposible que el ministro pueda avanzar con velocidad”; por ende, tratamos de distribuir lo mejor posible. Este es el primer presupuesto (el de 2020) que de alguna manera comienza a avanzar con lo que nosotros creemos que tenemos que hacer.

—Vamos a conceptualizar un poco. Un informe del Banco Mundial dice que Corrientes es una de las provincias con menos posibilidades de habitabilidad. ¿Qué ve usted en cuanto a las posibilidades de revertir esto, en cuánto tiempo? ¿Por dónde empezar?
—Tenemos que tratar nuestras ventajas, sino otra vez estamos mirando nuestras desventajas. Si nosotros fuéramos una provincia petrolera, podríamos hacer como Dubái: poner islas sobre el río Paraná y arriba de la isla de arena construir un rascacielos, hacer un edificio. Pero estamos hablando de recursos. Tenemos que aprovechar al máximo nuestros recursos y hacer más eficientes los recursos que invertimos en el Estado, ese es un ejercicio que venimos haciendo.
No queda otra posibilidad, tener los caminos en condiciones que necesitamos seguir mejorando, porque falta mucho, tener inversión en lo que es puertos, tratar de generar nuevas rutas, de ayudar a los productores que se radiquen y que mejoren su calidad productiva. Esto es lo central, lo demás tiene que ser un acompañamiento de la sociedad, pero sabiendo que lo central termina siendo la producción y la generación de riquezas. No hay otra manera. Todo lo demás termina siendo una mentira.

—Hay un recambio generacional en los elencos políticos. Usted mismo encarna uno de ellos: la Provincia. Pero en el resto de las líneas, ¿están generando recambio generacional?
—Hay que mejorar, pero se está generando. También hay que ver si la política se renueva o renueva su stock de dirigentes, pero uno nuevo no quiere decir que es uno mejor que uno que ya tiene experiencia. La experiencia es fundamental e importante, y cuenta. Las sociedades sabias no son las sociedades que tiran la experiencia por la ventana, las sociedades sabias son las que se nutren de la sabiduría de la experiencia.
Entonces hay que combinar. Creo que las personas jóvenes tienen mucho más fuerza, que realmente poseen mucho más potencial para dinamizar la política, pero el que tiene la experiencia y la sabiduría debe conducir la fuerza joven por el lugar correcto. Entonces, así, nosotros equilibramos.

—Claro, acá como que hay cierta quietud…
—Tenemos nuevos cuadros y otros que ascendieron con el paso del tiempo, por decirlo de alguna manera. Es decir, hay un recambio generacional también en cuanto a la experiencia, pero al no haber un cambio de gobierno, lo que hay es trabajo y mayor experiencia en cada uno de los equipos técnicos y se va sumando por debajo a las nuevas líneas gente más joven que va aprendiendo y va evolucionando. Esa es la forma que nosotros tenemos y vamos mejorando nuestros equipos técnicos. Yo creo que de igual forma podemos avanzar en la capacitación también. Hay que trabajar.

—Siguiendo este punto ¿cómo toma decisiones el Gobernador? ¿A quién consulta usted en su mesa chica?
—La decisión del poder es siempre una sola. Las decisiones del gobernador las toma el gobernador. Uno puede tener dos o tres sugerencias, pero la decisión y el camino siempre la toma el gobernador. Ahora: hay decisiones que son políticas, que hacen al partido o al rumbo, en las que uno puedo escuchar, ver, trabajar. Por ahí tomar una decisión política juntos, que es sobre todo referida a la política o a la marcha, o escuchar a los socios.
Me parece que eso tiene que ser una virtud: poder escuchar a todos, pero la decisión del gobierno la toma el uno solo. Las decisiones políticas creo que las terminamos tomando entre unos cuantos.

—¿Se inscribe más cerca de la tradición desarrollista del Piragine o del pragmatismo colombista?
—Creo que hay que hacer las dos cosas. Me parece que uno tiene que ver el problema y estar orientado a la resolución, no importa si la idea es de izquierda o de derecha. Aprendimos en China que hay un dicho que dice: “No importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que el gato cace ratones”. En definitiva, uno hace política no para un sector; sino que hace política para que el ser humano esté mejor y eso es importante.

—En relación a los aportes para cerrar la grieta. La grieta es un hecho político y social que vive la Argentina y también Corrientes. ¿Ahora, cuánto más está dispuesto a hacer para cerrar esa herida?
—Uno es el gobernador de los correntinos, de todos. Entonces cuando hay un necesitado, no importa de qué partido sea: lo tenés que resolver. Creo que esa es una forma y un aporte a resolver la grieta. La descalificación al opositor porque lo querés descalificar me parece que no construye. Tenemos que bajar un poco los decibeles de la pelea y que la política se siente a pensar en planes estratégicos y que todos juntos podamos tener una propuesta de una sociedad en un trabajo conjunto.

—¿Qué errores le endilga al macrismo por la derrota electoral?
—Yo creo que le faltó contacto con la ciudadanía, faltó política. Hay cosas que se resuelven haciendo política. Hubo funcionarios que tuvieron un contacto fluido (Marina Klemensiewicz; Rogelio Frigerio), y otros a los que realmente les costaba el contacto con el ciudadano. Y a veces se toman decisiones desde Buenos Aires y se pierde contacto con la ciudadano. La política en la Capital Federal, en el Conurbano y en Buenos Aires es de una manera, y en el interior de la Argentina es de otro.

—¿Y la economía?
—La economía también, pero la economía decime quién la resolvió, decime que la resolvió Carlos Saúl Menem o Raúl Alfonsín, o Eduardo Duhalde. O decime que la resolvió Néstor Kirchner, o Cristina, o Macri. El que resuelva la cuestión económica de la Argentina y que vuelva la Argentina de los años 30, yo creo que va a ser votado por mucho tiempo. El problema es que nosotros no queremos hacer lo que tenemos que hacer para que la economía crezca.

—¿Qué es?
—Equilibrar los gastos del Estado e invertir en desarrollo y crecimiento, es lo que no queremos hacer, nos queremos mentir de que estamos en otra Argentina y permanentemente hacemos cosas que son populistas, hacemos cosas que suenan bien a los oídos y queremos agradar a la gente para ganar la elección a 2 años o 4 años. Nosotros tenemos que hacer una política que nos sirva en el tiempo, 20 años adelante y ahí vamos a crecer, no hay solución mágica.

—La sociedad exige también ajustes en los gastos del Estado, los gastos políticos…
—¿Cuál es el gasto político?

—El Gobierno, los legisladores, las dietas, los cupos, los jueces.
—El Estado tiene tres poderes. Nosotros tenemos el el Poder Legislativo que gasta el 2,5%, aproximadamente, en Argentina; el Poder Judicial gasta otros 3 o 4 puntos y el 94% se invierte en el Poder Ejecutivo. Entonces, la desproporción de presupuesto que tiene el Poder Ejecutivo respecto al Legislativo y Judicial es enorme. Sin embargo, se termina achacando a las representaciones menores presupuestariamente. Pero nosotros tenemos que tener racionalidad dentro del Poder Ejecutivo, si no tenemos racionalidad, no vamos a resolver las cosas. El Estado para resolver tiene que tener racionalidad. Entonces, cuando más agrandamos el Estado, necesitamos cargar más impuestos para los que producen, y al cargar más impuestos sobre los que producen, los que producen cada vez lo hacen menos, y cada vez hay más pobres y para salir de la pobreza los ponemos en el Estado, y el Estado, como necesita pagar mejores sueldos y salir de la pobreza, vuelve a cargar impuestos sobre los que producen. Entonces, eso es lo que tenemos que resolver alguna vez, aunque sea antipático, pero no lo hacemos.

—¿Y por qué no lo hacemos?
—Porque viene el populismo y tenemos que hacer lo que le gusta a la gente y todos sabemos lo que está ocurriendo, todos sabemos las consecuencias, aplicamos políticas que ya fracasaron en Argentina, pero que son simpáticas.

—Bueno, pero el ajuste también hambreó a mucha gente, el 40% de la gente es pobre.
—En dólares…

—Es inviable igual, sea un número más, un número menos…
—Lo único que sirve es la inversión. Nosotros no podemos tener funcionarios públicos nacionales que cobran 400.000 o 500.000 pesos y funcionarios municipales que trabajan por 2.000 o 3.000 pesos, con planes sociales. Esto termina siendo un problema central, que en algún momento se tiene que resolver.

—Dada la actualidad de la oposición en Corrientes, una oposición fragmentada producto del voto popular, y también de sus propias responsabilidades, los escarceos que más suenan desde el punto de vista político son los escasos de la coalición del gobierno ¿Cómo se maneja esa interna?
—Bueno es lo que ocurre cuando uno tiene muchos votos y muchos partidos, pero uno incluso puede tener diferencias de visiones dentro de los mismos partidos políticos y uno las tiene que tomar como sugerencias. Si uno toma todo el tiempo como un ataque el pensar diferente, el tener otra opinión, es complicado. Nosotros somos un partido político centenario, el radicalismo, que ha tenido divisiones en su tiempo, que ha tenido puntos de vista distintos. Ahora tenemos que conjugar con una serie de partidos políticos trabajando y armonizando, pero es el arte de construir entre todos la sociedad del futuro. Creo que en esto radica el buen arte de la política.

—¿Qué espera para este año y para el que falta todavía?
—Espero que el año que viene sea un año mejor para todos y encontremos el camino del desarrollo y el crecimiento, y que hagamos una apuesta para que a los argentinos nos vaya bien, para que al gobierno de Alberto Fernández le vaya bien, porque si le va bien el gobierno nacional, le va bien al gobierno provincial. Esto lo tenemos que entender, tenemos que darle un changüí como decimos nosotros las correntinos para que encare una senda y que trate de encontrar el rumbo que tal vez nosotros no supimos encontrar en lo económico, aunque concertamos en muchos otros rubros y que son positivos. Y esperemos que en los dos años que nos quedan a nosotros, encontremos el camino y que Corrientes esté un poco mejor. La vamos a comparar con otras provincias y la van a ver mucho mejor.

—La última: ¿De cuántos años es el proyecto político del gobernador Valdés?
—Mi proyecto político es el que me dé la gente. Si la gente quiere me va a dar dos años, si el ciudadano quiere vamos a tener la posibilidad de ir por más, pero depende del tiempo de gobierno. Pero no tenemos que hablar de estas cosas si nosotros no tenemos la posibilidad de evaluación. Primero, tenemos que trabajar y después, en todo caso, tenemos que proponer. Pero primero hay que trabajar porque si no, uno parece que está pensando en 2 años, y nosotros tenemos que trabajar pensando en 20, no en 2. Cuando nosotros pensamos en 2 años, en 4 años, equivocamos el camino.

 

Corrientes pro vida: “Que los cambios por el aborto se debatan en la Legislatura”

—¿El 2020 va a ser el año de la reforma electoral, del voto joven?
—Yo propuse el tema del voto joven, del voto de la mujer también. Ese es un debate horizontal y que va a todos los sectores, mujeres de nuestro partido, de otro partido, hombres que quieren votar, hombres que no quieren votar. Yo creo que la política es la que tiene que generar los cambios en la sociedad y hoy la mujer tiene un rol central y la Legislatura tiene que comprender que ese rol central tiene que estar reconocido y garantizado por ley.
La participación de las mujeres es necesaria y cometemos un error al no tener obligación. Hay muchas mujeres capaces, lo digo haciendo una autocrítica. Creo que es un proceso que se va a ir dando con el transcurso del tiempo, pero hay que ir poniendo el asunto sobre la mesa.

—También está sobre la mesa la Educación Sexual Integral y el nuevo protocolo de aborto. La provincia tiene una postura tomada al respecto: es una provincia pro vida. ¿Va a cambiar la posición de Corrientes con respecto a estos temas?
—Nosotros lo tenemos por ley, por lo que esto hay que debatirlo por ley. Tenemos una ley que dice que Corrientes es pro vida. Que se debata en la Cámara.

—¿Propone que la Legislatura aborde el tema?
—Que debatan los representantes de la gente cuál es el protocolo, qué vamos a hacer y que se escuche a la Iglesia Católica -que tiene muchos fieles-, pero que también se escuche a los evangelistas, que se escuche a la izquierda. Esto tiene que ser un debate que se tiene que dar, no con una sola oposición, sino escuchando a todos y consensuando. La mejor manera de consensuar no es con un decreto, sino es justamente que la Legislatura que sancionó la ley Corrientes pro vida vuelva a discutirla. Me parece que tienen que ser los legítimos representantes de la gente.

—¿Y la Educación Sexual Integral? ¿Cómo repensamos la educación, en general, más allá de eso?
—Es complicado no tener la educación sexual como lo es no tener una materia inclusiva. Debemos revisar esto, como también que todos los sectores puedan tener que ver con tránsito, en todas las materias educativas, todo el tiempo. Porque un tránsito desordenado nos genera un agujero en las cuentas públicas, porque tenemos que hacer inversiones permanentes en salud, en el Hospital Escuela.
Me parece que es fundamental que repensemos la educación. Incluir robótica, modernizar, que todas las escuelas tengan internet, que puedan brindar a sus alumnos esa posibilidad fundamental. Hoy es más importante tener conectado un celular, un ordenador a la red, donde está el 90% del conocimiento humano, que tener una biblioteca llena de libros; porque la red es como tener una biblioteca virtual al alcance de la mano. Entonces, creo que tenemos que aportar sin descartar. Y, entre otras cosas, tenemos que leer más.

—Es importante lo que está diciendo. ¿Cuándo ponemos la línea de largada?
—La línea final sería en conectividad…

—Está bien, pero eso es infraestructura.
—Bueno. El contenido lo estamos trabajando hace dos años.

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Alberto y Cristina, en la plaza de todos

La gente iba en peregrinación a un ritual como cualquier otro, pero sin santos. Desde el lunes había grupos de personas, jóvenes, adultos; familias enteras pasaban a pispear los preparativos de la fiesta. Se alegraban y cantaban mientras los obreros de la ciudad de Buenos Aires retiraban las rejas que los separaba, en la histórica plaza.

Algunos posponían actividades y disponían todo para poder asistir. Otros, como muchos correntinos, viajaron largas distancias para estar en ese solar de la democracia. En la de la unión de los argentinos. La cosa prometía renovar espíritus, como esas largas misas postergadas, y fueron miles los que fueron a ratificarlo. Miles los que dibujaron, desde todos los puntos del país, la nueva cartografía del poder nacional.

El martes, un sol inusualmente furioso desparramó sus rayos desde la mañana. Pero sus llamaradas punzantes no hicieron mella en la multitud que aguantó estoica el acto de jura, en un mediodía impiadoso. Más tarde, refrescados en el ánimo con música y mucho líquido -de distinto tipo, eso sí-, vieron caer el sol con la jura de ministros y el mensaje de sus líderes. Como los feligreses esperan y oyen a sus pastores.
Era una fiesta peronista, en la vieja plaza de Perón. De la juventud movilizada y de la que se iniciaba en la militancia aún sin ficha de afiliación. La plaza del movimiento obrero organizado y también la del marketing territorial de los movimientos sindicales y políticos con sus banderas, pancartas y globos.
La plaza de los cabecitas negras del siglo XXI: chicos y grandes que trataban de mitigar el calor refrescándose en la fuente de la Plaza de Mayo cual si fuera una pileta, en una especie de tributo a la gesta del 17 de octubre de 1945 que marcó la génesis del movimiento justicialista.
Desde los márgenes, a prudente distancia de las vaharadas asfixiantes que rebotaban desde el asfalto ante tanto cuerpo tostado en una densidad al borde de lo inseguro, fue también la plaza de las familias, de las madres con sus chicos pequeños, con sus niñas en brazos o en carritos, de padres solos también con sus hijos, de abuelas y abuelos con sus nietos, de novios y novias. De compañeras y compañeros.
Fue así que, como en la plaza no cabía nadie más, la multitud se fue corriendo pesada, como la lava por la ladera de un volcán. Se fue desplazando por las calles laterales de la Casa Rosada, por las diagonales Norte y Sur y por la Avenida de Mayo, Rivadavia e Yrigoyen.

Mientras crecía la tarde, crecía también el número de asistentes que buscaron alianza con unas pocas nubes para salir de sus casas. Las nubes frenaron el sol, apenas y por instantes, pero se declararon incapaces para morigerar el calor, que para colmo se mezclaba, en todas direcciones, con el humo de los puestos de comida: choripán, bondiola, milanesas, empanadas y hasta papas fritas. Agua, gaseosas, cerveza, vino. Eso y más, para refrescar y entonar la alegría, pero no para apagar el fuego de la muchedumbre reunida para hacer una catarsis colectiva. Para liberar un cúmulo de sentimientos apilados, en capas de distintos grosores y texturas, a lo largo de 4 años.
Era la plaza de la democracia. De la unión de todos los argentinos. La plaza que vendría a ser el corolario del llamado antigrieta que al mediodía pronunció el presidente Alberto Fernández. Era también la plaza de la vuelta: una fiesta popular que contó con la participación de numerosos artistas y sirvió, ya en la noche, de marco propicio para celebrar la asunción como presidente de Alberto y como vicepresidenta de Cristina Fernández de Kirchner.

El festival reunió a artistas de la talla de Lito Nebia, David Lebón, Iván Noble, Adriana Varela y bandas de estilos diversos como Eruca Sativa, Los Pericos, Mala Fama y Sudor Marika, la agrupación que hizo viral la cumbia “Si vos querés, Larreta también”, ariete publicitario de la campaña electoral del Frente de Todos en las pasadas elecciones porteñas. Pegadiza la letra, pero que no impidió la reelección de Horacio Rodríguez Larreta.
Ya cerca del crepúsculo, cuando Juanse, el ex líder de los Ratones Paranoicos, se lucía en el escenario, el flamante primer mandatario salió a la terraza de la Casa Rosada y saludó con los dedos en “V” ante la aclamación de la multitud.

En el cierre, los artistas que formaron parte de la grilla musical entonaron una versión ad hoc del Himno Nacional que interpretó en el piano Lito Vitale. Para cerrar, un gigantesco coro cantó “Argentina, Argentina, Argentina”.
Pasadas las 20, Alberto y Cristina Fernández salieron al tablado para hablarle a la multitud, y ese momento fue el broche de la celebración, el punto alto del encuentro que desempolvó el misal peronista.
Fue así que además de volver a ver y a hablarle a la multitud, la vicepresidenta Cristina Kirchner vivió su propia fiesta, con gusto a revancha. Y se permitió hablarle al propio Alberto, a quien pidió “confiar en el pueblo” porque “ellos no traicionan y son los más leales”.
“Presidente: quiero decirle que ha iniciado su gobierno con muy buenos augurios después del mensaje que le dio a su pueblo en la Asamblea Legislativa. Confíe en ellos. Lo único que piden es que los defiendan y los representen”.
“Los pueblos no son tontos. Conciben la lealtad con los dirigentes que sienten que los representan y los defienden. Esa voluntad, esa humildad y ese coraje tienen que tener un objetivo: el amor. Al que siempre nos ha movido. Por lo menos a nosotros en esta plaza. Mucho amor”, dijo, y estalló la multitud, una vez más.
“Tiene una tarea muy dura, Presidente” porque “le dejaron un país devastado, tierra arrasada”. “Sé que tiene la fuerza y la convicción para cambiar esta realidad tan fea que hoy están viviendo los argentinos”, afirmó, y despertó una última ovación de los miles de mujeres y hombres que colmaron la plaza y sus adyacencias.

Y allí fue el turno de Alberto Angel. Habló claro, como a la mañana ante los legisladores. Habló de la justicia y sus mafias, a las que pretende desarticular. De los servicios secretos y sus servicios públicos para neutralizar opositores. Pero también giró sobre sus emociones:
“Un día la vida me cruzó en el camino a Néstor Kirchner. Jamás pensé que mi vida iba a cambiar como cambió, que se me iban a abrir las puertas para ser protagonista junto con él de la más maravillosa tarea que fue poner de pie al país y levantar las banderas de la libertad y la democracia”.
“El día que me crucé con Néstor tuve una alegría adicional que le voy a agradecer a la vida eternamente: ese día me crucé con Cristina. En realidad, por la locura de la Argentina, alguna vez nos distanciamos y nos reencontramos sabiendo que no había diferencias centrales entre nosotros, que nos habíamos distanciado por formas, y esa distancia solo favoreció para que este espacio se divida y que volvieran a ganar los que siempre ponen obstáculos para que la Argentina se desarrolle, los mismos que aparecen en escena para endeudarnos, privilegiar a sus amigos, dejar con hambre a las familias”.

En ese momento, miles de los que estaban en la Plaza de Mayo empezaron a cantar contra Macri pero Fernández les pidió que pararan: “No, no, ya no, ya no, todo eso ya pasó. Eso ya pasó, en esta plaza estamos Cristina, yo, nosotros unidos para poner a la Argentina de pie. Al pasado reciente recordémoslo, tengamos memoria, nosotros sabemos que con nuestra división ellos se hacen fuertes, por eso nunca más vamos a dividirnos”.
“Nosotros somos un movimiento político que nació para ser solidario con el prójimo. Los que hoy la están pasando mal, no teman, serán los únicos privilegiados en la Argentina que hoy se inicia”.
Y para pulir un día que ya le salió redondo, como suele suceder con los que empiezan a transitar el camino de una gestión, alfombrada por expectativas y esperanzas, en el cierre del discurso Alberto Fernández tuvo un acto fallido y en vez de decir “mejores” pronunció “mujeres”: “Decían que no volvíamos más. Volvimos y vamos a ser mujeres”, dijo, provocando el último grito de corazón los movimientos de mujeres que sintieron una sinceridad profunda en ese trancazo del subconsciente.
“Demasiado bueno para ser cierto”, le dijo una chica a otra, ya en la desconcentración, por la calle Perú, donde presurosos los barrenderos de la ciudad trataban de disimular la mugre que brotó de ese regocijo político que ancla sus activos en la posibilidad de un futuro mejor.
“Ojalá lo pueda hacer”, respondió la otra.
Su voz, que sonó apenas entre el murmullo ensordecedor de la retirada, fue como una síntesis. Sonó como un clamor: el de millones de argentinos. Un ruego casi.

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Semiología práctica

La semiología es una ciencia que se encarga del estudio de los signos en la vida social. Es un término que suele utilizarse como sinónimo de semiótica, aunque los especialistas de la materia hacen algunas distinciones entre ambos. “Semiología” procede del griego y está formada por dos vocablos: semeion que puede traducirse como “signo”, y logos, que es sinónimo de “estudio” o “tratado”.

Puede decirse, a grandes rasgos, que la semiología se encarga de todos los estudios relacionados al análisis de los signos, tanto lingüísticos (vinculados a la semántica y la escritura) como semióticos (signos humanos y de la naturaleza). Por eso mismo esta ciencia, con los años, se constituyó en un instrumento multidisciplinario. Lo usa la política, mucho la comunicación y se usa incluso en medicina humana y animal.

El suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913) fue uno de los principales teóricos del signo lingüístico. También lo fue el estadounidense Charles Peirce (1839-1914). Además de estos, hay otros pensadores que ayudaron a conceptualizar mejor el asunto y sus implicancias. (Para los interesados, se puede mencionar por ejemplo al francés Roland Barthes o al italiano Umberto Eco. Eliseo Verón fue una referencia argentina en este campo). Pero no es nuestro punto. Además, puede que sea un tanto complejo su entendimiento, aunque en el mismo plano hay que decir que el manejo de estas herramientas es fundamental para los procesos comunicativos. Para lo que se dice y lo que se quiere decir. Para lo que se muestra y lo que se esconde en cada proceso de intercambio, en el plano que sea.
Ahora bien: ¿de qué sirve esto en una columna que en general se encarga de temas políticos locales? Veremos que bastante.

Sucede que entre el domingo y el lunes pasado, el gobernador Gustavo Valdés se refirió al asunto. Primero con Carlos Alonso en Radio Dos y después con María Mercedes Vázquez en Radio Mitre. En un tramo de ambas notas, primero conceptualizó y después hizo uso de la herramienta, enviando señales que, con seguridad, algún semiólogo social-político ilustrado o autodidacta estará descifrando.—¿Vos sabés de semiología?— sorprendió Valdés, parado en la vereda de la comunicación política.
—Es la ciencia y arte del buen diagnóstico— replicó Alonso, sentado sobre sus libros de Veterinaria, que es el saber docto que acredita.
Ninguno tenía ánimos de desarrollar teoría, pero sí, al parecer, de desplegar una especie de aplicación práctica:

—Uno tiene que saber qué dice, dónde lo dice y por qué lo dice— disparó Valdés. En este arte de decir, uno tiene que saber qué está diciendo…
¿Y qué es lo que dijo Valdés o, en todo caso, por qué hizo referencia a esta ciencia en particular?
Vayamos por partes.

Entrevista de Carlos Alonso. Radio Dos. “Lo bueno, lo malo y lo feo”.

—La gente se lo pregunta, ¿un gobernador tiene que pensar más allá de su gestión? ¿Pensar a 20 años, para cuando ya no esté?
—Hace 20 años atrás no se pensó de esta manera. Tal vez no teníamos esta posición o tal vez no teníamos este horizonte.
—Es complejo salir (de la provincianía). Y por ahí hay muchos estúpidos que creen que uno sale (al mundo) a pasear. Y por ahí esos estúpidos le hacen decir eso a otros, por canales de televisión vecinos o lo hacen decir por algunos otros medios. Pero no importa. Nosotros sabemos lo que tenemos que hacer y estamos en el camino.
—Posibilidades para la provincia hay, pero hay que buscar. No nos tenemos que mirar el ombligo. Tenemos que levantar la cabeza.
—Entre otras cosas, además, tenemos garantizado pagar los sueldos de acá hasta que termine este mandato.
—¿Y con qué gabinete vas a hacer todo?
—Con los ministros que tengo y espero sumar uno más, de Ciencia y Tecnología.
—¿Cuándo los vas a anunciar? Porque además tenés que cambiar a varios…
—Oportunamente. No hay apuro. Si no tenés un ministro, tenés un subsecretario o secretario de área.
—¿En serio?
—Tranquilo. Hay para todos y todos (sic).
—¿Cómo está la UCR? 
—La UCR es un partido consolidado y creo que tenemos que respetarnos todos dentro de la UCR. La UCR no es de una sola persona. Somos todos y todos le ponemos el hombro para que sea el partido que es. Entonces la UCR no tiene dueño.
—Siento un gran acompañamiento de los ciudadanos. Fundamentalmente de los ciudadanos, y esa es una gran fortaleza. Porque los votos no son ni de las estructuras, ni nadie es dueño de los votos. Nadie se tiene que sentir dueño de la ciudadanía. La ciudadanía es la que elige. La que pone o la que saca. A esa ciudadanía es la que no tengo que defraudar y voy a hacer todo para que esa ciudadanía esté conforme con lo que hago.
—¿Cómo están las cuentas provinciales? ¿Alguien te define como gastador o qué?
—Están queriendo por ahí generar ese clima, pero no importa. Yo sé lo que estoy haciendo.
—Vos anduviste por países que están medio belicosos…
—España, por ejemplo. Hay tensión grande allí.
—Parece que te mimetizaste…
—Bueno. Nunca hubo una estabilidad total en esos países de Europa… (risas) Hay como cuestiones pendientes…
—Pero acá todos tenemos armas. Todos tenemos armas…
—¿No estarás medio enojado hoy, no?
—Todos tenemos armas.
—Viniste complicado…
—No. Es que yo te hablo de desarrollo y vos venís a la politiquería. Te gusta la politiquería (risas).

***

Entrevista de María Mercedes Vázquez. Radio Mitre. “Corrientes en el aire”.
—¿Por qué aclarás que tu gobierno es austero?
—Porque hay por ahí algunos comentarios de despilfarro. Pero siempre comentarios por debajo de la mesa (…) Pero bueno, yo creo que nosotros tenemos que tener un gobierno austero, que ahorre, que cuide los mangos de los correntinos y que pueda tener otra visión. No nos podemos mirar todo el tiempo el ombligo.
—¿Por qué aclarás que están garantizados los sueldos?
—Porque hay gente que dice lo contrario.
—¿Dentro de tu partido político?
—De todos lados. Por ahí algunos tratan de sembrar dudas y nosotros estamos haciendo una muy buena gestión, responsable, tratando de gastar esencialmente en el desarrollo, en obras públicas y en mantener el poder adquisitivo del salario de todos los trabajadores.
—¿Y lo de los ministros?
—Nadie está atornillado a la silla. Y aquellos que no estén cómodos en el gobierno, o no piensan como pensamos nosotros, pueden renunciar mañana sin ningún inconveniente. Nadie es indispensable. Ni el gobernador es indispensable. Y no hay persona indispensable para una sociedad que realmente abraza un sistema republicano. Porque la democracia descansa en la república, en la división de poderes, y nadie es dueño de nada y nadie es indispensable.
—¿Te reunís con la UCR?
—Siempre estoy hablando con el radicalismo.
—Pero se reunieron en estos días…
—Se reunieron el martes. Y creo que mañana (martes) tenían otra reunión. Yo no puedo. Creo que hacen un asadito en la casa de un legislador. Pero bueno, está bien. Yo estoy yendo a buscar fondos que tienen que ver con la Sapen. Son 100 millones de pesos no reintegrables para llevar fibra óptica, conectividad y desarrollo para los correntinos.
—¿Hay internas en la UCR?
—Siempre hay diferentes miradas. Yo no creo que haya un partido que pueda tener una sola mirada.
—Hay gente que quiere que haya una ruptura, que explote todo. O hay algunos dirigentes a los que les conviene, pero nosotros tenemos que fortalecer este espacio exitoso. Nosotros sacamos el 60% de los votos en la primera elección (de este año) que no es de nadie. Es de la propuesta que hicimos nosotros. No me creo dueño ni nadie es dueño de esos votos.
—Hablaste de que nadie es dueño de la UCR.
—Y eso es así.
—¿Y qué trajiste de tu viaje a Europa?
—Nosotros fuimos a buscar posibilidades (para Corrientes). No es que nosotros hacemos como hacen decir por ahí, que buscamos destinos exóticos. Nosotros nos vamos a lugares donde necesitan nuestro producto. No esperamos que nos vengan a buscar.

***

Pues bien. “Uno tiene que saber qué dice, dónde lo dice y por qué lo dice”, dijo Valdés. Tal vez ahora mismo haya algún lector diestro en encontrar las marcas que fue dejando el Gobernador entre las líneas de estos mensajes.

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Soplan vientos de cambio

Ganaron Alberto y Cristina Fernández. Perdió Mauricio Macri. Pesó, con preponderancia, más allá de otros valores no cuantitativos, el rumbo económico desesperante para la mayoría de los argentinos. La crisis que no pueden superar las clases bajas y medias, en el país y en la provincia, donde se sienten aún más las carencias por encima del esfuerzo provincial para paliar sus efectos.
Primó la marcha de la economía, el voto bolsillo. Pero está lejos de ser un cheque en blanco. La ciudadanía, en el amplio territorio nacional, emitió su voto para anticipar tal vez lo que hará en octubre: frenar esta marcha que excluye y divide, porque la promesa de suturar la grieta y combatir la pobreza no dejó nunca de ser una aspiración que la realidad se encargó de desmentir, de manera sistemática.
Ganó Alberto el simulacro de elección en el que terminó convertida la elección primaria, pero dejó una serie de datos que pueden evaluarse puertas adentro de la provincia, que es lo que haremos en esta nota:

Corrientes, aún con la formidable performance electoral de Gustavo Valdés en el mes de junio, hace apenas dos meses, no pudo revertir la tendencia “histórica” del voto peronista nacional de Corrientes. El posible cambio de escenario traerá consigo, más allá de las pertenencias partidarias, los necesarios recálculos políticos, internos y externos, como derivado directo del resultado de ayer.
Llegará el tiempo de revisar las estrategias, que siempre fueron ganadoras en las veredas del oficialismo gobernante en Corrientes, pero que ayer no lograron torcer el rumbo general. De revisar los discursos, sobre todo los más violentos, surgidos, algunos, de la impotencia que genera una derrota. De la impunidad, otros.
Es momento, por tanto, de poner por encima los valores democráticos. Y democracia es respetar al otro, aunque el otro encarne mi disgusto electoral en determinada coyuntura.
Macri ya dio vuelta una Primaria adversa en 2015. Falta mucho. Y todo puede pasar. Pero ese todo no incluye cualquier cosa a cualquier precio. El desatino de los ganadores o perdedores, de acá a octubre o a diciembre, puede ser muy perjudicial si no tiene en cuenta que el resultado de tal o cual decisión impactará en las personas, en la gente, en la ciudadanía. E impactará más en los que menos tienen.
Ganó Alberto y perdió Macri. Pero nadie ganó ni perdió aún. Los que sí perdieron, en efecto, fueron los encuestadores, de nuevo. Quedó en evidencia su coartada de hacer competitivo a alguien que no lo fue. Acertaron sí en un punto: en el segmento de la polarización absoluta. Alberto y Mauricio se repartieron el 80 por ciento de los electores. El 80 por ciento. Nada menos.

¿Qué pasó en Corrientes?
Lo que pasó en Corrientes es una suposición. Al cierre de esta edición, escrutado más del 89 por ciento de las mesas del país, Corrientes permanecía fuera de sistema. Llamativo, además de lamentable y vergonzoso.
Dicho esto, en Corrientes pasó lo de siempre: que todas las elecciones son distintas.
Arriesguémonos pues, a falta de datos:

El ejemplo de la singularidad de cada elección es lo que pasó con el PJ. Fue vapuleado en las provinciales de junio por sus errores en ristra y ahora recuperó espacio electoral, garantizando en el mismo acto la candidatura de José Aragón, caballo de comisario que cobró su lealtad hacia Cristina Kirchner. Lealtad que, hay que decir, se manifestó sin tapujos cuando muchos, hoy aliados, eran acérrimos opositores, arrepentidos del kirchnerismo en su versión corrupta. Ganó por la diferencia de recursos. Por el escaso volumen de algunos o el abultado prontuario de otros candidatos de la interna. Pero ganó por Alberto Fernández. Por Cristina Fernández. Por la boleta larga. Eso debe quedar debidamente documentado.
No obstante, la oportunidad que se le presenta ahora al PJ tiene que ver con la posibilidad de constituirse en contrapeso para la hegemonía que administra -por aciertos propios y yerros ajenos- el gobierno de Corrientes. La esperanza de poder ordenarse y generar un espacio con expectativas, sólo es posible si ganan los Fernández en octubre, primero, y si es que encuentran un sendero de unidad después. Los Fernández hicieron la huella. Está en los dirigentes correntinos demostrar que están a la altura de algo más grande que sus intereses personales o de grupo.
Las divisiones permanentes, aun siendo el partido más votado de los últimos tiempos, aleja sistemáticamente al PJ del poder real en la provincia, más allá del aporte que se hace, siempre y por factores más bien externos, a los procesos nacionales.
Tal vez ahora, con este envión, puedan juntar los pedazos de las disputas fraticidas y encarar un proceso proactivo de reconstrucción, que entre otras cosas destierre las malas prácticas históricas. La amenaza más grande que el peronismo debe despejar tiene que ver con no reincidir en errores del pasado. No hacer lo mismo que en el tercer kirchnerismo. No discriminar más a los que piensan distinto, sean estos personas o provincias.

***

En el oficialismo hubo ganadores y perdedores. Los números (extraoficiales) dicen que su interna la ganó Jorge Vara. Los balances políticos dicen que ganó Ingrid Jetter. Se discute, ante la ausencia de datos oficiales (justo de la provincia mimada del macrismo) si perdió o no el radicalismo, algo que no acostumbra. Parece que perdió en la provincia. Lo de la Capital estaba por verse, pero parece que también. Lo que estaba claro anoche, para algunos, era que perdió Ricardo Colombi, al que lo castigaron por segregar cuando debía unir. Dicen…
Su propia interna la ganó Jorge Vara porque fue/es un buen candidato. Aquilata una muy buena gestión en el Ministerio de la Producción. Pudo sobreponerse a muchas adversidades, incluso más difíciles que las de ayer. Contra todos los pronósticos, en sus inicios consiguió ganarse la confianza del sector productivo, aun de aquellos que descreían de su capacidad general y sospechaban que sólo su sector (el del arroz) iba a ser beneficiado por su administración.
Vara terminó siendo, tal vez, el mejor ministro del colombismo. El mejor ministro de un mal gobierno, que pagó sueldos pero empeoró en casi todos los demás índices. Ayer fue víctima de un error de cálculo. Ganó, pero el sabor era agrio en su boca.
Ingrid Jetter, en paralelo, pudo meterse en la discusión por fuerza y capacidad de trabajo propias, pese a los destratos que tuvo que soportar. Quizás también porque, de todos los candidatos, es la que menos esfuerzo debe hacer para identificarse con la política del presidente Macri, y eso es un activo para mucha gente, sobre todo para el votante no peronista correntino.
Asimismo tiene a su favor, más allá de los altibajos históricos, estructurales, una fuerte identificación de su imagen con la autovía urbana de Corrientes, obra largamente anhelada y que, en ejecución a ritmo sostenido, se convirtió casi casi en un símbolo que será más que eso de cara a octubre. Eso esperamos todos. Ahora más que nunca. Pues si las máquinas que trabajan en la autovía ralentizan sus movimientos, indicará algo más que falta de combustible.
Ingrid Jetter habría hecho una elección contundente, dicen los que saben y pudieron ver los números, porque recibió apoyos varios, de los propios pero también de muchos socios más distantes que empiezan a sentir la fatiga de tener que soportar a los que no asumen que sus roles, por estas horas, tienen que ver con el reposo en la sombra.
Pese al escenario con evidentes vientos de cambio, todavía queda margen de maniobra en uno y otro sector. Porque lo de ayer, como se dijo largamente, no fue definitivo, aunque encienda muchas luces de alerta. Lo de ayer hizo sonreír a unos y dibujó gestos adustos en otros, pero como se trata de política, no achicó en ninguno las posibilidades de generar puentes. Y puentes harán falta si los resultados de las Primarias se confirman en octubre.
Lo de ayer fue un reparo que tomó la mayoría de la ciudadanía al emitir su voto. Un reparo en busca de equilibrio. La necesidad de repartir el poder.
En Corrientes gobierna Valdés, y lo hace bien según se expresó la ciudadanía en junio. Ahora estimó necesario hacer saber que en octubre, tal vez, votará una especie de contralor nacional.
Quedará para el análisis por qué cayó la performance oficialista. Por qué dividió su voto. Quedará también para los próximos días el sopeso de la interna que crece conforme se acerca 2021. Y más allá de la corrección política, lo que no es secreto para nadie es que será la interna radical la que dirimirá gran parte del futuro de Corrientes. Un poco en octubre. Otro tanto en dos años.

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Dejen de extorsionarnos

Hay una cualidad constitutiva que tiene el radicalismo y que lo define propositivamente: la capacidad de debate como producto del pensamiento crítico. La Convención Nacional del pasado lunes en Parque Norte, deliberación que terminó en la aprobación de un documento con el que la UCR ratificó su pertenencia a Cambiemos, fue una prueba de aquel distintivo característico. Debate de ideas, sopeso de criterios, cálculo de diferencias, enojos, insultos, pero al final un voto democrático, autosuficiente, que asume la posibilidad de error, la eventualidad del fracaso político (o electoral) pero como consecuencia, en todo caso, de una idea rectora: “vencer al populismo”.
—¿Por qué?
Porque en el radicalismo -en tanto partido de ADN republicano- las adhesiones a determinadas estrategias políticas nunca son incondicionales. Es decir, representa la exacta oposición a un nutriente que suele abonar los campos populistas, pero que repugna al protagonista de un partido democrático y de una sociedad democrática, que vendría a ser el ciudadano: ese sujeto político que participa de la vida pública y que está en contra de los excesos autocráticos.
Pues bien: el tiempo dirá qué pasará en octubre, pero el vigor del partido radical, la hondura de su debate interno genera envidia republicana: envidia entre aquellos que aún en la disidencia responden al estímulo de la democracia y reaccionan ante cualquier forma de autoritarismo.
Es pronto para saber si el radicalismo tomó el camino correcto. Si será escuchado por un partido como el PRO, poco afecto a deliberaciones horizontales de este tipo, reacio a las elecciones internas (miremos la Nación, confirmemos analizando lo que pasa en Corrientes), y ni qué hablar de los acuerdos de cúpula, como propuso Alfredo Cornejo en la Convención. Al PRO se le ha brotado la piel cada vez que alguien le pidió algo distinto a lo que está acostumbrado a digitar el Presidente con su raquítico entorno, más afecto al marketing que a la política.
Dicen algunos, sobre todo los que flotan con el helio que infla los globos amarillos, que no hay PRO sin Macri y mucho menos Cambiemos sin Macri. Eso es lo que enerva al radicalismo, a una parte al menos. A aquellos que no pueden sostener con la mirada altiva el doble estándar que implica criticar por autoritario al kirchnerismo y al mismo tiempo aceptar el capricho del PRO, que aún no resuelve si Cambiemos admitirá que la candidatura presidencial se decida en una elección primaria.
¿Cuál es -en este marco- la fe que mueve al radicalismo? ¿Por qué cree que esta vez será distinto? Si Macri no está acostumbrado a escuchar, ¿por qué lo haría ahora? ¿Y si no lo hace? ¿Romperán? ¿O seguirán doblados a la pobre caricia con la que se justifican algunos? ¿A la supuesta fortaleza de la alianza parlamentaria?
Si vuelven a ganar las elecciones y la situación (sobre todo económica) no cambia sino que se acentúa (ir más rápido en la misma dirección, como promete Macri), ¿qué pasará con el radicalismo y su propia historia, que solía estar lejos de la furia empobrecedora del liberalismo insensible, especulador e inescrupuloso? ¿Cómo remontarán los alfonsinistas el haberse opuesto a los mandatos de don Raúl Ricardo, del padre de la democracia?
Encrucijada difícil.
¿Y qué pasará con Corrientes si gana la oposición? El gobernador Gustavo Valdés ya marcó las diferencias, tal vez en clave proselitista. “No podemos permitir que nos discriminen ni nos castiguen por pensar distinto”, dijo en el cierre de campaña para las elecciones de hoy, evocando la Era K. Imposible no coincidir. Pero Valdés tiene responsabilidades más allá de su gusto político personal y ello implica también hacer cumplir en Corrientes lo que pide para el país.
“No podemos permitir que nos discriminen ni nos castiguen por pensar distinto”. Claro que no. La coherencia allí es el mejor antídoto para exorcizar la bipolaridad de algunos que ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
Igual, hay esperanzas. La alineación Nación-Provincia-Municipios dejó la vara bastante baja y a Valdés, bastante comprometido. Pero el Gobernador, lejos de amedrentarse, le puso el pecho a la situación, se cargó el proceso electoral al hombro, el peso de algunas candidaturas, y puso en juego su propio capital político (que es muy alto, según todas las mediciones públicas y privadas) para tratar de entregarle al macrismo un alivio en el penoso derrotero electoral que ha cumplido hasta hoy. Pero si la cosa sigue adversa, nadie duda de la capacidad de Valdés para una rápida relectura del mapa político. A favor tiene su vitalidad, su inteligencia y su baúl personal vacío de lastre y de tosquedades silvestres. Cosas -todas- que estimulan el pragmatismo amigo del futuro y de una carrera que se proyecta por encima de 2021. Veremos.

***

Lo que dejó la Convención de la UCR, además, es la vigencia de la política como mecanismo de transformación.
La jugada de Cristina Fernández de correrse y de nombrar a Alberto Fernández, es una jugada que deja en manos de la política algo que en la Argentina de hoy ya no puede resolverse ni con personalismos ni sólo con astucia. El radicalismo parece entender eso a la perfección. Y a una jugada política devolvió con otra jugada política, con más institucionalidad. Resta saber si lo que fue una necesidad de la hora para el kirchnerismo, es una conducta vital para el radicalismo. Resta saber si la cosa no acabó en Parque Norte.
La institucionalidad política, asimismo, suele ser motivo de discursos para la Coalición Cívica. No se le nota tanta acción, pero le brotan los discursos en ese sentido. El massismo también leyó el momento y aprovechó para sacarle el jugo a una puesta en escena democrática que delegó la decisión en su líder, que hasta ahora no sabe qué hacer. Roberto Lavagna sigue sin caer, mientras el Peronismo Federal sigue cayendo. Hay que esperar. Como habrá que esperar también la reacción del PRO, que en su corta historia exhibe sólo misales de adoración a Macri. Tal vez, y dado que atravesamos otro momento, la respuesta sea distinta.
Por lo demás, la democracia argentina le deberá a los radicales -una vez más- la luz que alumbra el camino. Lo que pasó el lunes en la Convención de Parque Norte (aquella muestra condensada de convivencia interna en la disidencia) es tal vez la evidencia de que los argentinos podemos ejercer la política sin caer en los extremismos destructivos. “Nos acercamos o nos alejamos de nuestros valores históricos, pero damos la cara y nos haremos cargo si nos equivocamos”. Ese parece ser el mensaje radical.
El lunes pasado hubo debate. Política. Se discutió: se ganó y se perdió, pero se discutió, lo cual es un ejercicio sano y sanador que muchos radicales olvidaron que existe, sobre todo por estas pampas.
Hay que agradecer a la Convención Nacional de la UCR sus conceptos republicanos y aplicarlos siempre, no sólo cuando conviene. En Corrientes, por ejemplo, hace tiempo que sus sucesivos gobiernos radicales dejaron a un lado la caja de herramientas radicales. Responden a un líder, que demanda silencio y obediencia. Eso mismo que Cornejo y otros, el lunes, marcaron como las deficiencias de Macri. Pues son esos, y no otros, los atributos de las personalidades populistas.
“Dejen de extorsionarnos” lanzó entonces el gobernador de Mendoza y presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. “Dejen de extorsionarnos y decir que cada crítica de la UCR por tarifas aumenta el Riesgo País y dispara el dólar. Dejen de extorsionarnos con eso de que no podemos hablar en público sobre nuestras diferencias”, remató.
Eso mismo podrían esgrimir aquí, en Corrientes, muchas voces disidentes. “Dejen de extorsionarnos”, porque eso es lo que los convierte en lo que critican, dirían, a modo de síntesis, esas voces supuestas…

***

Cornejo habló de errores, de achiques y, por lo tanto, en términos electorales, pidió ratificar la alianza pero ampliarla, como se hizo en Corrientes desde 2001.
Cornejo pidió cambiar el nombre, de ser necesario: “Eso no importa”, dijo, dado que Cambiemos se convirtió en un oxímoron en sí mismo: Cambiemos no ha cambiado nada de lo que vino a cambiar. Más bien empeoró lo que ya estaba.
Por eso mismo en Corrientes ya se hizo el cambio y hoy se pondrá a prueba, en las legislativas. ECO ya olvidó deliberadamente su pertenencia a Cambiemos. Y no está mal, pues nadie está obligado a declarar en su propia contra.
Cornejo pidió “tolerancia, respetarnos más”. “Tenemos ideas sensatas, no estupideces para proponerles”, bramó, y se lanzó a construir puentes de plata con los peronistas republicanos. De nuevo allí marcó un rumbo: a sus elementos internos, sobre todo a los más fundamentalistas, les dijo que en el peronismo también hay republicanos. Que no todo se agota en la grieta, ni en la lógica binaria de Twitter.
Cornejo reconoció que “tenemos probabilidades ciertas de salir derrotados en las elecciones de octubre”, por lo que pidió redoblar los esfuerzos. “El populismo no los sacará de la pobreza”, les dijo a los pobres. Podríamos aportarle una idea al gobernador mendocino: tampoco lo hizo el programa de Cambiemos, más bien todo lo contrario.
Por eso tal vez haya que cambiar. Parte del radicalismo ya advirtió que ha llegado el momento.

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Cristina conmoción

La decisión de alta política con la que Cristina Fernández de Kirchner sacudió ayer la modorra nacional constituyó una conmoción. Hasta los propios se sorprendieron. Los extraños se desconcertaron y los anti se dividieron en dos grupos. Los unos escupen fuego como dragón enojado y los otros aún no reaccionan, aplastados por el impacto de la noticia.

—¿Qué noticia?
Esa que motoriza la decisión de Cristina Fernández de correrse a un costado, de anunciar que será candidata a vice de Alberto Fernández y que competirá en las elecciones Primarias.
Tanto impacto causó la jugada (el tiempo dirá si fue táctica o estratégica), que el movimiento parece darle la razón a Alejandro Grimson, autor del libro “¿Qué es el peronismo?”.

—¿‏Por qué le da la razón?
Porque Grimson, un antropólogo social e investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), viene diciendo hace tiempo que “el peronismo no deja de conmover la política argentina”.

—¿Y qué tiene que ver con la decisión de Cristina Fernández de Kirchner?
Eso justamente: que conmovió el tablero político nacional, les guste o no les guste a algunos o a muchos.

“De pronto surgió una perspectiva”, escribió ayer la filósofa Esther Díaz. “Una lección de gubernamentalidad. Un ejercicio de la política, no un mandato del márquetin. Sentido de la oportunidad, astucia razonada, conexión con los problemas reales, renunciamientos necesarios. Somos testigos de un gesto político notable, de un acontecimiento”, sentenció.
Tal “acontecimiento”, tiene reminiscencias históricas: Fernández-Fernández suena similar a Perón-Perón; Alberto al gobierno, Cristina al poder es igual a lo dicho y hecho por Perón y Cámpora. Hay otras referencias menos románticas, más dramáticas y un poco más alejadas de la realidad de este supuesto “renunciamiento” de Cristina, que acerca el recuerdo de Evita.
Pero más allá de la comparación en clave histórica, aprobatoria o condenatoria (pues hay para todo) este “acontecimiento” ya desdibujó varias otras candidaturas que ensuciaban el camino al acuerdo de un armado opositor competitivo. Además, dejó en falsa escuadra la estrategia del “populismo-venezualismo” de Cambiemos. Comprometió aún más al radicalismo que, dividido como está, no sabe si creer o no el golpe de efecto, si llamar o no a los peronistas para armar un frente alternativo, o si seguir o no en Cambiemos. (El gobernador mendocino Alfredo Cornejo dijo ayer, en Clarín, que tras la jugada de CFK, su propuesta para sumar peronistas a Cambiemos “está más vigente que nunca”).
El “acontecimiento”, en tanto tal, también, puso en modo de recálculo a los operadores internacionales y los organismos de crédito.
Sucede que Alberto Fernández puede encolumnar gobernadores, puede contener a otros referentes del peronismo de centro, federal, racional o como se llame; puede sumar a las clases populares, a los trabajadores y a sus líderes a los que ya envió señales de afecto y puede dialogar con aquellos que no lo harían con Cristina (ni ella con aquellos). Es que el hombre representa, desde las veredas del “márquetin”, como diría Esther Díaz, una figura más educada, o al menos más moderada que CFK. Alberto Fernández vendría a ser una figura de esas que le gustan al establishment comunicacional-institucional de la Nación, pues entre otras cosas encarna un antídoto para los fantasmas de la cesación de pagos y el aislamiento internacional. Es un constructor, dicen. Un componedor.
Ayer, igual, el desconcierto del establishment comunicacional-institucional de la Nación fue tal, que abordaron el acontecimiento con calificativos desdeñosos, ayudados con carpetas de servicios varios.
Extravagancia dijo uno; títere acotó otro. Alberto es un mentiroso, un doble agente, bramó una señora. Un verdadero panqueque sin personalidad, analizó alguien en Corrientes, para este cronista.
Ella es ella, más que nunca: pues nunca antes alguien renunció a los honores pero no a la lucha, se bajó un escalón y desde allí digitó quien estará en el de arriba. Genial, ironizó alguien más. Sustentan en esa movida la figura de la marioneta. (Además de actuar con los manuales de la infantilería política, quienes apuntan eso en realidad todavía resisten la inteligencia de una mujer como Cristina: la atacan y la niegan, creyendo que así se exorcizan de ella y del alcance de su expertise política).
“Es la admisión de que con ella sola no alcanza”, llegó a decir un radical correntino que pidió reserva tras la conversación con quien esto escribe. “El anuncio encierra el reconocimiento de que el cristinismo había achicado al kirchnerismo”, analizó un colega en la metrópoli. “Esta decisión implica nestorizarse para tratar de ampliar su base en busca de la recuperación del poder”. Etc., etc..

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Sergio Massa fue el primero en ver la luz al final del camino:
“Tenemos la responsabilidad de construir una gran coalición opositora y una nueva mayoría para los argentinos, para derrotar a un gobierno que destruyó a la clase media argentina”.
“Creemos que es importantísimo construir no solamente un nuevo gobierno y una nueva mayoría sino un nuevo peronismo”, afirmó minutos después de que la ex presidenta anunciara su decisión a través de un video de Twitter.

Massa trazó así el objetivo: ganarle a Macri.

En la misma línea se leen las capitulaciones de Agustín Rossi y Felipe Solá. Se esperan más. Daniel Scioli optó por la idea de una gran Paso. Los gobernadores peronistas, varios de ellos, se mostraron “contentos”.

Ahora queda el trabajo. Para todos.

Queda el armado de un vehículo electoral amplio y competitivo mientras se generan los planes y proyectos para lo que viene: una Argentina con enormes carencias y dificultades. Una Argentina en la que será necesario fortalecer los mecanismos de gobernabilidad. Y esta será una necesidad para los Fernández eventualmente, como para los Macri o los Massa, los Lavagna o los Schiaretti. Para el que gane.
Queda además, mientras tanto, llegar a las Paso, después a octubre y tratar de que el país resista entero para encarar el proceso que comenzará el 10 de diciembre.

Queda por delante frenar el deterioro diario de la Argentina, de su gente.

Es allí donde radica la importancia de las señales que envíe el Gobierno a partir de este nuevo escenario. O de las que envíe Mauricio Macri. O el radicalismo en su calidad de socio-sostén territorial del fracaso de Cambiemos. Es que “Macri sólo le ganaba a Cristina, y capaz ahora no le gana a Alberto”, dijo ayer el histórico dirigente Julio Bárbaro. Antes era peronista; ahora es un inclasificable por la cantidad de boletos que se le ven en los bolsillos.
Además dijo otra cosa. Habló de conmoción: de una conmoción que sacudió a gobernadores, intendentes y dirigentes de todo arco político nacional. Y eso tal vez genere todavía más bronca entre los que minimizan la jugada y la descalifican, porque los globos y el ritual de fiesta de quince con música de Gilda nunca moverá las estructuras políticas de la Nación como movió un video con voz en off de CFK, transmitido por Twitter.
Por eso los berrinches en los referentes más desbocados e irresponsables del macrismo que, ante la falta de argumentos, azuzan el miedo, insultan. Fracasan también allí, en la reacción ante una jugada política que pone fichas nuevas en el juego cuyo resultado se conocerá recién el mes de octubre.

—¿Qué hay además, mientras tanto?
La pequeñez de aquellos que recuerdan los días en los que Fernández y Fernández tenían visiones distintas de la política, del gobierno, del país. Opinar distinto lo hizo distinto a Fernández. Y ahora la hace distinta a Fernández.
No obstante ello, al traer esos recuerdos, los odiadores de clase, los fanáticos y los interesados beneficiarios del statu qúo actual no ven que el “peronismo jamás será atrapado en una frase”. Desconocen que para explicarlo es necesario “escapar del análisis unidimensional y desplazarce a un abordaje multidimensional”, como dice Grimson. No alcanza con el enojo.

¿Por qué?
Porque “el peronismo nació y se configuró como un espejo invertido del antiperonismo”, y ambos corren a la par desde hace más siete décadas.
Y el antiperonismo, y su primo hermano el macrismo, son hoy los jefe de campaña de un espacio en formación que puede, si sabe, liquidar el pleito en una pasada.

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Fernández-Fernández: la fórmula que rompe el escenario político nacional

La decisión de alta política con la que Cristina Fernández de Kirchner sacudió este sábado la modorra nacional (eso de correrse a un costado, de anunciar que será candidata a vice de Alberto Fernández y que competirá en las elecciones Primarias) parece darle la razón a Alejandro Grimson, autor de “¿Qué es el peronismo?”.
¿‏Por qué? Porque Grimson, un antropólogo e investigador de Clacso, dijo siempre, o viene diciendo en el último tiempo, que “el peronismo no deja de conmover la política argentina”.
¿Y qué es lo que pasó con la decisión de Cristina Fernández de Kirchner?
Eso justamente: conmovió el tablero político nacional; ya desdibujó varias otras candidaturas que ensuciaban el camino al acuerdo de un armado opositor; dejó en falsa escuadra la estrategia del “populismo-venezualismo” de Cambiemos; y puso en modo de recálculo a los operadores internacionales y los organismos de crédito.
Alberto Fernández puede encolumnar gobernadores, puede contener a otros referentes del peronismo de centro, federal, o como se llame; es además una figura educada de las que le gustan al establishment comunicacional-institucional de la Nación y encarna un antídoto para los fantasmas de la cesación de pagos y el aislamiento internacional.
Sergio Massa fue el primero en ver la luz al final del camino: “Me parece que hay una comprensión de que el escenario de la grieta es un escenario que lastima a la Argentina, y que la Argentina debe salir de la grieta. Creo que el enorme desafío que tenemos es construir una nueva mayoría y ganarle al gobierno”, afirmó hace instantes en radio Mitre, luego de que la ex presidenta anunciara su decisión a través de un video de Twitter.
Massa trazó así el objetivo: ganarle a Macri.
Ahora queda el trabajo. Queda el armado de un vehículo electoral competitivo mientras se generan los planes y proyectos para lo que viene: una Argentina con enormes carencias y dificultades. Queda además llegar a las Paso, después a octubre y tratar de que el país esté entero para encarar el proceso que comenzará el 10 de diciembre.
En la misma línea se leen las capitulaciones de Agustín Rossi y Felipe Solá. Se esperan más.
Por lo demás, ya se está viendo los pataleos de ahogado en los referentes más debocados e irresponsables del macrismo que, ante la falta de argumentos, azuzan el miedo. Fracasan también allí, en la reacción ante una jugada estratégica que pone fichas nuevas en el juego cuyo resultado se conocerá recién el mes de octubre.
¿Qué hay además, mientras tanto?
El chiquitaje de aquellos que recuerdan los días en los que Fernández y Fernández tenían visiones distintas de la política. Desconocen los odiadores de clase, que el “peronismo jamás será atrapado en una frase”, y que para explicarlo es necesario “escapar del análisis unidimensional para desplazarnos a un abordaje multidimensional”, como dice Grimson.
¿Por qué?
Porque “el peronismo nació y se configuró como un espejo invertido del antiperonismo”. Ambos corren a la par desde hace siete décadas.

(Análisis en desarrollo)

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La falta de política repercute en la economía

Hoy hablamos con Daniel Collinet acerca de la política y de su repercusión en la economía, sobre la caída en la imagen del presidente Mauricio Macri y sobre la marcha general de la política nacional en comparación con la provincial. Esta es una de las columnas que semanalmente tengo (los días lunes) en el programa “No está todo dicho”, dado el año electoral y las necesidades básicas insatisfechas de desenmarañar la complejidad extrema del sistema y los procesos políticos correntinos.
Gracias Daniel por el espacio, que espero sirva para que entre todos nos ayudemos a pensar lo que nos pasa y por qué nos pasa.

Mirá el video aquí:‼️?

EDUARDO LEDESMA 28/04

El contexto político en este año electoral y todo el análisis de Eduardo Ledesma como cada semana en No Está Todo Dicho

Posted by No Esta Todo Dicho on Tuesday, April 30, 2019

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Política, economía y elecciones

Hoy hablamos con Daniel Collinet acerca de la economía, del plan oficial de control de precios, o de alivio, que tiene mucho de kirchnerismo y de electoral. También hablamos de las implicancias en la provincia. Esta es una de las columnas que semanalmente tengo (los días lunes) en el programa “No está todo dicho”, dado el año electoral y las necesidades básicas insatisfechas de desenmarañar la complejidad extrema del sistema y los procesos políticos correntinos.
Gracias Daniel por el espacio, que espero sirva para que entre todos nos ayudemos a pensar lo que nos pasa y por qué nos pasa.

Mirá el video aquí:‼️?

EDUARDO LEDESMA 22/04

Política, economía y su influencias en las próximas elecciones. Eduardo Ledesma y todo su análisis en NETD TV

Posted by No Esta Todo Dicho on Tuesday, April 23, 2019

 

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