Los cínicos

Declaró Ryszard Kapuscinski en un libro así titulado, que “los cínicos no sirven para este oficio”. Se refería a los periodistas, él que es de los más destacados en el mundo de la prensa.
En contrario, podría decirse que el cinismo es sustento de la política actual por propia definición: desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
Queda claro que cínicos hay en todas partes, y es justamente eso lo que asegura la germinación de tal semilla en los almácigos correntinos.
Lo sucedido en los últimos días es una sucesión casi perfecta de hechos que podrían analizarse bajo estos términos, a saber:

El procesamiento

La jueza Graciela Ferreyra, apegada a una interpretación de la ley se olvidó del contexto y la oportunidad y salió a encarcelar a uno y procesar a otros dos funcionarios municipales, entre ellos al intendente Carlos Espínola, por la causa que se sigue para conocer la responsabilidad civil e institucional por el derrumbe de una obra en construcción ocurrido el 22 de marzo de 2012, y en el que murieron 8 personas y otras 3 resultaron heridas.
Procesó a 10 personas, la mayoría empresarios y trabajadores calificados, pero una de ellas es nada menos que el intendente y candidato a gobernador por el kirchnerismo, lo que entraña una remota posibilidad de proscripción que fue suficiente para desencadenar un rosario de penas y reactualizar un viejo culebrón local: la utilización de los juzgados para resolver asuntos de los partidos o, más allá, de las urnas. La embopa, por supuesto, quedó por Colombi.
La respuesta no tardó en llegar. En fila, legisladores del PJK salieron a recordarle al gobernador que también tiene asuntos pendientes con la Justicia: un muerto (Hernán González Moreno, quien apareció con un disparo en la cabeza en un campo de Goya a días de la segunda vuelta electoral de 2009) y la denuncia del muerto, que hace pie en una supuesta evasión fiscal por más de medio millón de pesos por la mansión que recibió el primer mandatario como un gesto dadivoso por parte de un amigo insolvente: Hernán Laslo.

La foto

En el medio estuvo el 25 de Mayo, fecha patria que sirve para izar la bandera, ir a misa y tomar chocolate. También para que gobernador e intendente se encuentren en la plaza y puedan charlar, reírse un poco y sacarse algunas fotos.
No es un dato menor porque en este caso gobernador e intendente lo que menos quieren es verse. Tal como ya ocurrió con este mismo Colombi y Nora Nazar; y con el otro Colombi y Carlos Vignolo. Soportan el protocolo como pueden, sonríen y ya está. Un rato después, a la hora de digerir el locro, o los pastelitos, ambas partes ya están pensando de nuevo en la lucha. Lo que se dice hipocresía.
Eso sí, con cara de usted tiene razón asienten cuando el obispo Stanovnik dice que hay que construir ciudadanía desde la solución, no desde los problemas. “La democracia no se construye agudizando conflictos, sino concretando ideales de una verdadera amistad social”, dijo el prelado en el tedéum. En primera fila estaban ambos: Lalaca y Camau. No se sabe si lo oyeron. Desvergüenza hipoacúsica.

La Justicia

Pero volviendo a la piedra del conflicto: ¿Está bien lo que hizo la jueza Ferreyra? La prensa tiene poco tiempo y menos elementos para determinarlo. La academia consultada, no obstante, da algunos indicios. Se escuda de opinar porque, dicen, es un caso altamente politizado.
De todos modos, el presidente del Superior Tribunal de Justicia, Carlos Rubín, alumbró en el asunto: “El fallo está perfecto”, dijo.
¿Le queda otra a la Justicia? Siempre fueron tenidos por corporativos y tal vez ello limite su campo de acción. La opinión de unos sobre otros, la crítica constructiva sobre el trabajo de los propios jueces, en circunscripciones como la correntina, es más bien escasa, lo cual reproduce un modo que es insano en sí mismo, pero muy políticamente correcto.
Aún así, no hay corporativismo que los salve, a la luz pública, de sus propias acciones. La Justicia viene siendo juez y parte en la mayoría las discusiones institucionales y proselitistas de los últimos años. Y no es una opinión; el dato surge casi estadísticamente. Si no está de oficio, alguien la invita, pero al final participa. Su relación con la política, por tanto, es indudable, pero también inherente a su condición, desde su génesis, porque es así como lo prevé el sistema.
Un candidato a juez pasa por las aulas pero también por la observación determinante de los legisladores, luego de que el dueño temporal del Poder Ejecutivo se haya decidido por uno de entre una terna. ¿Qué más político que eso? Hay incluso quienes aún teniendo problemas con las aulas escalan posiciones porque gozan del beneficio de la influencia. Llegan al cargo que aspiran y después pagan en cuotas la manito recibida.
Situaciones como esta, por todos conocida, impone preguntar, por tanto, si procesar a Camau Espínola es una circunstancia de la causa judicial o un fin político en sí mismo. Si pedir la declaración jurada patrimonial de Ricardo Colombi es una necesidad para el conocimiento público o una venganza política.
En todo caso, hay que investigar a Camau como jefe de la Comuna, pero también la indiferencia de los funcionarios del Gobierno, por caso en la órbita de Trabajo. Las cuentas de Ricardo y compañía, pero también el patrimonio de Camau y los suyos. Y de los legisladores y hasta de los empresarios que aquí como en todas partes constituyen el poder real, que engorda casi siempre bajo el calor del Estado.
De lo contrario, es como ir a la guerra por la paz. Es decir que Colombi mandó a procesar a Espínola en la Provincia porque los jueces de la Nación quieren indagarlo. Por esa misma acción, el kirchnerismo vernáculo, en línea directa con la Justicia Federal, hace las veces de fiscal y sale a evaluar el bolsillo del primero. Una versión jurídica del “Mirar para cuidar”, recientemente lanzado.
La idea sería proscribir todo, incluso la madurez política y la convivencia democrática que hace rato están en el banco de los suplentes.

Debate trunco

Mientras esto ocurre, lo que es peor, la provincia se debate en el vacío. Que “arriba” tal cosa; que los “sueños” tal otra. Que hay que cambiar para que nada cambie, o que hay que seguir para que todo empeore.
Más allá del juego de palabras, hoy no se discute política; más bien se riñe descalificando al otro. No se dice, en términos concretos, porqué debería seguir Colombi o, en todo caso, porqué debería llegar Camau.
Tal como va la cosa, la contienda parece reducirse a seguir siendo autónomos y excluidos o a ser parte y sometidos. O para decirlo mejor: defender el federalismo o sumarse al proyecto.
La historia de Corrientes tiene mucho para contar en este sentido, aunque también, tomando un término muy de moda en estos días, la historia igualmente está jalonada de arrepentimientos, de cambios de rumbo que a veces llegaron cuando los ciclos superiores estaban en franca decadencia.
No obstante, decir que esto pasa hoy, es olvidarse que al menos la mitad de los 12 años que en sus distintas variantes lleva el gobierno colombista, se transitó en aceptable sintonía entre la Rosada local y la de Balcarce 50. Los resultados son los que son y están a la vista.

About the author: Eduardo Ledesma

Leave a Reply

Your email address will not be published.