Corrientes tiene una Constitución moderna, producto de su tiempo

Reconocieron que una vez jurada, esta Constitución no abolirá la pobreza ni los otros males que calcinan los cimientos de una provincia con andamiaje endeble. No obstante, el texto que a las 19,05 de ayer se convirtió -por unanimidad y aclamación- en el nuevo contrato de convivencia de los correntinos, sienta un punto de partida, como aquel que ideó el maestro Alberdi al redactar sus “Bases” en el Siglo XIX.

El país no transita las mismas dificultades del 1.800. Tampoco Corrientes. Pero igualmente será difícil encarar un futuro, amparados en una carta fundamental, si esta no penetra en la ciudadanía, si no se cumple y si los que tienen responsabilidades públicas no la hacen cumplir partiendo del ejemplo.

Esta bien podría ser la síntesis, el espíritu que mutó en las voces de los integrantes de la Convención Constituyente que votó, en su última sesión, un ordenamiento legal “progresista, producto de su tiempo, de sus situaciones y personas”, al decir del convencional Gabriel Romero, quien con esas palabras enmarcó lo dicho en más de cuatro horas de una sesión sin debate, cargada de satisfacción.

Sucede que el pleno de la Asamblea se considera con el deber cumplido. Se considera artífice de “la mejor Constitución contemporánea”, tal cual señaló José María Roldán; de una “Constitución de vanguardia”, como dijo Araceli Ferreyra; o de una “Constitución peronista”, como definió al borde de las lágrimas Dalia Canteloro.

Recibió aplausos, pero también mohines adustos. De todas formas, el ánimo era otro. La Convención se sabía aliviada por el deber cumplido. La sociedad en su conjunto tendrá ahora en sus manos el poder de decisión final. Y si el trabajo lo identifica, podrá decirse que la nueva norma fundamental ha sido un producto de la necesidad de este y no de otro pueblo.

Lo entienden así también los convencionales, que despojados de las falsas posturas asumidas a veces para barra, saben ahora que sin inmunidades deberán pasar el tamiz popular.

La despedida
El cónclave de ayer, el décimo quinto y último en los tres meses de protagonismo de la Convención Constituyente, arrancó a las 15 y terminó poco más de cuatro horas después con la toma de la foto oficial de la Asamblea, cuyos miembros posaron en las escalinatas del Poder Legislativo. El encuentro sirvió para aprobar la reforma en general, por unanimidad y aclamación, pero también para aprobar el presupuesto general de la asamblea, y otras resoluciones de carácter administrativo.

La oportunidad, sin dudas, fue propicia además para que cada uno de los convencionales hiciera un balance del trabajo efectuado, agradeciendo la colaboración de los trabajadores del Poder Legislativo, los aportes de Ongs, gremios y particulares, y los desprendimientos personales que confluyeron en impensados consensos pese a la diversidad de fuerzas que ocuparon los 39 escaños de ese cuerpo colegiado.

Todos aportaron para que la nueva Constitución sea una realidad. Y eso se traduce en esta composición hecha por el convencional Jorge Simonetti, titular de la comisión de Redacción: “El texto tendrá dos partes, una dogmática y otra orgánica, seis títulos, cuatro secciones, 54 capítulos, 239 artículos y 27 cláusulas transitorias”.

Así, cumplidas que fueron todas las gestiones establecidas en el orden del día y antes de la postal final, Josefina Meabe de Mathó, en su calidad de presidenta, recordó al público y a los constituyentes que este domingo a las 10 de la mañana, en el recinto de sesiones de la Legislatura, tendrá lugar el acto formal de juramento del nuevo plexo normativo.

About the author: Eduardo Ledesma

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